OPINIÓN

HISTORIA

viernes, 3 de enero de 2014

2014: CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA Y ANUNCIO DE LA SEGUNDA Hace un siglo que se inició la Primera Guerra Mundial y 95 años que terminó, siendo su final el anuncio de lo que comenzaría 20 años después


Las duras y justas sanciones impuestas a Alemania en el tratado de Versalles
1919 fueron el pretexto ideal para los nazis.
El gran aniversario, la gran efeméride, la fecha a recordar a lo largo de 2014 es, evidentemente, el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial. Se hablará de sus causas, del detonante, de las grandes batallas, de los nombres propios, de las trincheras, de los ataques con gas…, y también de sus consecuencias, y tal vez se señale que la principal secuela de la Gran Guerra fue…, la Segunda Guerra Mundial, que nunca se hubiera iniciado sin la primera.

La chispa que pone en marcha la maquinaria de guerra se produce el 28 de julio de 1914 a causa del asesinato del heredero del imperio austro-húngaro, pero detrás estaba una enrevesada política de alianzas entre las diversas potencias europeas, que tenían como principal objetivo no perder el tren del imperialismo; de hecho, la mayoría de los contendientes eran imperios: el ruso, el turco, el austro-húngaro, el alemán y, por supuesto, el británico, y junto a ellos dos que también soñaban, Francia e Italia. Entre aquella fecha y el final del conflicto, en noviembre de 1918, alrededor de diez millones de muertos.

Tras rendirse, Alemania tuvo que tragar con las duras condiciones impuestas por los vencedores: desmilitarización y entrega de armamento, división y pérdida de territorio (colonias incluidas) y, sobre todo, enormes cargas, multas e indemnizaciones que incluyen: entrega de barcos mercantes y fabricación de los necesarios para compensar los perdidos por los vencedores durante la guerra, entrega de casi todo el carbón que se extrajera de las minas alemanas (y cuando los mineros dejaron de extraer para protestar, las tropas francesas invadieron y se hicieron cargo de las minas) y el pago de una cantidad de dinero equivalente a medio billón de dólares de hoy, así como otras cargas en diversos sectores industriales. Y por último, Alemania se reconocía responsable, culpable de la guerra. Todo esto fue utilizado por el partido nazi para convencer al pueblo alemán de que los males del país eran culpa de los otros, que el castigo por haber provocado la Primera Guerra Mundial era excesivo e insoportable…, y tales tesis fueron apoyadas por voces relevantes entre los vencedores.

De hecho, a día de hoy son muchos los historiadores, economistas y expertos que estiman desorbitadas las condiciones y las indemnizaciones que recayeron sobre Alemania tras el tratado de Versalles de 1919, y por eso, porque hay quien cree que el castigo fue desproporcionado, parece oportuna la pregunta ¿en cuánto se puede valorar la vida de casi diez millones de personas?, ¿cuántas tragedias familiares ocasionó y cuántas víctimas vivas dejó el conflicto?¿cuánto costó reconstruir todo lo destruido por los agresores?

Por otro lado aquellos expertos señalan que el pueblo no debe pagar por la locura de sus dirigentes, sin embargo hay que reconocer que la gran mayoría de la población apoyaba entusiásticamente las iniciativas bélicas. Y otro aspecto más: es precisamente la conciencia de ‘haberse pasado’ con las sanciones lo que hizo que los gobiernos del bando aliado miraran a otro lado mientras la bestia se rearmaba, rugía e iniciaba el ataque. El coste de suavizar el castigo supuso que la bestia tuviera las zarpas libres para matar aun con más saña que antes.

Por tanto, se puede colegir que las sanciones aplicadas al perdedor de la Primera, por muy humillantes que fueran, por muchos sacrificios que hubiera de sufrir el pueblo alemán, fueron justas, y debió vigilarse su cumplimiento estricto, incluso con intervención armada. Pero los políticos se apiadaron de los agresores, manifestaron empatía con los matones, se solidarizaron con los que hace una centuria iniciaron una guerra con millones de muertos y pusieron los cimientos para otra. Y ocurrió lo que ocurre cuando lo que se impone es la comprensión y el buenismo con el asesino: éste se crece y se convence de que lo que hace o hizo es o fue correcto.      


CARLOS DEL RIEGO

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