OPINIÓN

HISTORIA

lunes, 15 de abril de 2013

ALGUNAS CANCIONES (SEMI) OLVIDADAS DEL POP ESPAÑOL Cada uno tiene su lista, cada uno tiene ‘sus’ canciones, pero existen algunas melodías en las que es raro que no converjan casi todo tipo de gustos y preferencias; algunas se recuerdan siempre, pero otras apenas asoman muy de vez en cuando.

Los Brincos dejaron muchas muestras de talento.

Cada cierto tiempo se elaboran listas de ‘las mejores’ de hoy, de la década, del siglo, de ayer o de siempre, y suelen ser canciones que impactaron en su tiempo, dejaron huella y permanecen muy vívidas en el recuerdo. Sin embargo, existen otras canciones absolutamente excelentes que, sin estar olvidadas, apenas emergen de un discreto segundo plano al que las ha relegado el favor del gran público; también aquí cada uno tiene su corazoncito, su pequeño rincón para canciones que poco a poco van desapareciendo de la memoria colectiva.

Hay muchas, muchísimas piezas que el pop nacido en la España de los sesenta ha ido regalando al personal en las décadas transcurridas desde entonces, y por eso podría elaborarse un catálogo por cada aficionado al pop español, y por eso la que para unos es melodía imprescindible para otros es una desconocida. Aquí va media docena de títulos que sobreviven al paso del tiempo sin perder frescura ni capacidad de atracción, unas permanecen y otras declinan.

‘Nadie te quiere ya’, Los Brincos. Esta preciosa, genial canción es de las que todo aquel que cuente una edad mínima jamás olvidará. Escrita por un talento extraordinario como era Fernando Arbex (muerto en 2003) en 1967, es un tema verdaderamente triste y dolorido. El arreglo es muy ‘beatles’ y cuenta con sus correspondientes coros y falsetes; las guitarras marcan con profundidad, hay solo de metal y, en fin, la pieza (de apenas un par de minutos) resulta cautivadora, hechizante, con un tono descorazonador que tiende siempre hacia abajo. El grupo (uno de los más importantes en la historia de la música en España) hizo muchos otros temas de éxito y popularidad, pero este tiene algo especial, esa atmósfera que envuelve a aquella obra de arte tocada por las musas. 45 años después de su edición sigue causando impacto. Maravillosa.

‘Cerca de las estrellas’, Los Pekenikes. Formado por músicos excelentes, este emblemático grupo será recordado por sus infalibles instrumentales y por las adaptaciones que hicieron de algunos de los temas de éxito internacional de los años sesenta. La pieza es atmosférica, espacial, ligera, enigmática, instrumentalmente riquísima, cargada de magia y misterio interestelar; fina y elegante como pocas, es una canción por lo que tampoco pasa el tiempo (escrita por Alfonso Sáinz también en 1968), pues aun resultando evocadora de aquella década, sus matices psicodélicos y su ambientación general podría envolverse hoy con decoración tecno…, y seguiría funcionando a la perfección. Si se escucha con concentración te lleva de viaje.

‘Todo tiene su fin’ es tal vez el tema más recordado de Los Módulos, aunque para muchos no el mejor. Es otro de los grandes momentos musicales del pop hispano de aquellos últimos años sesenta. Muestra todas las virtudes de uno de los mejores grupos de la historia de la música española al que nunca se ha dado la importancia que sin duda tuvo: composición inspiradísima, instrumentación deliciosa y ejecución precisa y llena de virtuosismo (eran unos músicos asombrosos), parte vocal cuidadísima, arreglos eficaces y variados, matices, detalles y particularidades llenos de imaginación y talento… La canción muestra influencias tremendamente vanguardistas, pues no se queda sólo en los Beatles y el pop británico, sino que se atreve con entornos psicodélicos y de rock americano, dejando bien patente que el grupo estaba en la punta de lanza de la música. ‘Todo…’ (escrita por Pepe Robles y Juan Antonio García Reyzábal) es una gran canción, pero quien desee comprobar por sí mismo puede revisar cualquiera de sus primeros tres álbumes, inmerecidamente desconocidos (y mucha atención a sus magníficas adaptaciones). Excelente creación.    

‘Mi calle’ pertenece igualmente al final de los sesenta pero tiene poco que ver con las anteriores; si grupos como Los Módulos, Los Brincos, Los Pekenikes o Los Ángeles eran al menos tenidos en cuenta e incluso admitidos por la España de aquellos años junto a Machín, José Guardiola, Bonet de San Pedro, Joselito, Lola Flores, Antonio Molina…, los catalanes Lone Star quedaban apenas para unos cuantos iniciados en el rock más cañero y visceral. De hecho, la banda del gran Pedro Gené (autor de la pieza) puede ser considerada como la pionera del rock español en el sentido más estricto, puesto que ya estaba haciendo versiones de Los Animals o Rolling Stones desde comienzos de los sesenta. ‘Mi calle’ bien puede ser considerada una canción protesta y reivindicativa: habla de la miseria en que vivían muchos y, casi de refilón, de lo milagroso que era acercarse a las chicas. Sus cambios de ritmo (unidos por la campanita) sorprenden y aparecen modernísimos, mientras la voz de Gené (demoledora en ‘My sweet Marlene’ o en ‘Adelante’, dulce y desgarrada en ‘Lyla’) suena potente y contenida; sus coros y arreglos de cuerda y metal tienen clase y mucha fuerza. Absolutamente imprescindible.

‘El hospital’ apareció en la cara B del primer single de Alaska y Los Pegamoides; es obra de Carlos García-Berlanga (uno de los mayores talentos que ha dado la música española en toda su historia) y Nacho Canut y apareció en el último año de la década de los setenta, 1980. El texto es deprimente hasta decir basta, claustrofóbico y desmoralizador, la melancólica voz de Carlos penetra y revuelve el interior provocando intensa emoción, mientras ritmo, arreglos, coros e instrumentación son de una simpleza, de un esquematismo casi insultante, pero a la vez de una eficacia total. El tema es sencillo, crudo, directo, fácil de asimilar, ideal para cantar a voces en cualquier momento, y también exquisito, refinado y, por fin, deliciosamente decadente. ¡Ya te libraste del pentotal y de los tubos de goteo, Carlos! Irrepetible.  

‘Cena recalentada’ es una composición cien por cien adolescente: cuenta la llegada a casa (tarde) del adolescente, que ha de aguantar la reprimenda y los gritos, la hermana picajosa, las amenazas del viejo, el castigo y, por supuesto, la cena recalentada; además, como no podía ser de otro modo, se critica y ridiculiza su aspecto (“¡mirad qué facha!”). El toque de piano del comienzo da paso a un ritmo vivaracho y a la voz siempre apasionada de Germán Coppini (autor junto a Teo Cardalda) que, quejumbroso, más que cantar parece recitar, pero al tiempo evoca la ingenua y primeriza aventura amorosa; muy pulida y terminada, la canción funciona tanto en ambientes íntimos como en espacios abiertos a todo volumen. Curiosamente es un título que se suele recordar con mucho cariño, ya que a ciertas edades es facilísimo sentirse plenamente identificado con el sufrido quinceañero. ¡Aquellos años!!
           
CARLOS DEL RIEGO

No hay comentarios:

Publicar un comentario