OPINIÓN

HISTORIA

lunes, 14 de enero de 2013

NO IMPORTA SER HONESTO, SINO SÓLO PARECERLO Encargan a una empresa medidas para que el público varíe su opinión sobre los políticos, lo que es un indicativo de que el servidor público ha perdido el contacto con la realidad: como el personal los ve como una pandilla de caraduras aprovechados y trincones, lo que hace no es variar su conducta, sino encargar campañas de lavado de cara

José Constantino Nalda fue presidente de la Junta de Castilla y León durante ocho meses entre 1986 y 1987, por lo que cobra desde entonces unos 75.000 al año.

Anuncia la prensa que el gobierno ha encargado al Centro de Estudios Políticos y Constitucionales un plan, una estrategia, treta, argucia o maña con la que lavar la imagen pública que de la casta política tiene el ciudadano. Es decir, lo único que les preocupa es la opinión que se tiene de ellos, no lo bien o mal que lo estén haciendo; lo que pretenden es que la gente los mire con más simpatía utilizando recursos de manipulación de masas y, de este modo, en lugar de gastar el dinero público en mejoras para el sufrido contribuyente, se lo gastan en adivinar cómo hacer para que se piense que son unos hachas. En fin, no les preocupa llegar a ser honrados y eficaces trabajadores públicos, sino que sólo quieren parecerlo. Es otra muestra más de lo alejados que están de la realidad.

El caso es que también se publica estos días en los medios (enero 2013) que la mayoría de los expresidentes de comunidades autónomas (engañifa que se inventaron los políticos para tener más sillones que trincar) salen por un pico, algunos por más de dos millones de euros al año; se les paga sueldo opíparo y se les coloca en algún organismo inútil y oneroso (como el Consejo Consultivo, el Consejo del Reino o el Consejo de la Parte Contratante de la Primera Parte), se les proporciona despacho, chófer y coches oficiales, secretarias, ayudantes, escoltas… todo lo cual cuesta miles de horas de trabajo a los trabajadores de a pie. Bien podrían los políticos tratar de acabar con privilegios tan insultantes en lugar de recurrir al marketing y manipulación de masas para intentar modificar la opinión que de ellos tiene el público.

Asimismo también es noticia de primera página la denuncia contra los Pujol (pronto irán apareciendo en los juzgados más y más), que han amasado una enorme fortuna familiar iniciada desde la nada, pues cuando Jordi llegó al cargo público carecía de cualquier patrimonio. Aun se recuerda cómo hace alrededor de tres lustros un conocido periodista catalán adelantó que, tarde o temprano, se iban a conocer todos las maniobras de la saga, siempre conducentes al provecho económico más que a cualquier otra cosa. Pero lo que causa risa o enojo es que el vástago del honorable declare, tras reconocer dos milloncejos de nada en bancos extranjeros, que si aparece más dinero o cuentas a su nombre en paraísos fiscales será porque el titular se llama igual que él…; ridícula disculpa (habrá quien haga el esfuerzo de creérsela) que recuerda a otras muchas mentiras disparatadas declaradas ante el juez, como aquella que dieron los policías que custodiaban a un delincuente apodado El Nani que desapareció sin dejar rastro, de modo que cuando en el juicio se les preguntó a los agentes qué había pasado contestaron que lo llevaron a un lugar donde el ladronzuelo les dijo que tenía el botín, pero como él iba en chándal y ellos con traje se les escapó corriendo…

Si a estas minucias (que diría el orondo Posada) se le unen las cantidades que cobran sus señorías por no vivir en Madrid a pesar de que tienen vivienda (s) y residen casi todo el año en el foro, y si se le suma todo lo que han escatimado al mileurista y la rebaja de servicios sin merma de impuestos, el resultado lógico es que el personal se convence de que el político lo es para vivir en el privilegio.

Y lo que corrobora tal convencimiento es precisamente esa idea del gobierno (da igual su signo, pues todos utilizan los mismos recursos independientemente de ideologías), esa genialidad de gastar dinero de todos en lavar la sucia cara que la ciudadanía ve cada vez que mira a un abnegado servidor público. Pero parece que los trucos de marketing ya no van a funcionar, puesto que las manchas que les han salido a estos seres-pegados-a- poltrona no se quitan ni con lija y escofina. 

CARLOS DEL RIEGO

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