En poco tiempo las tiendas de discos serán tan obsoletas como las de máquinas de coser. |
Más de un siglo llevaba comercializando discos la firma HMV
(La voz de su amo), pero ni siquiera una empresa tan asentada, reconocida y
organizada ha resistido el cambio de los tiempos. La caída de las ventas fue
verdaderamente escandalosa en el ejercicio pasado, en torno al 75%, pero a
nadie ha sorprendido, pues la tendencia de los últimos años ha sido un desplome
continuado, imparable. Y es que es imposible no rendirse a la evidencia: casi
nadie compra discos, la música se compra en Internet en soporte virtual, y los
pocos cedés que se despachan también se facturan a través de la red; es decir,
el comprador de música ha dejado de ir a la tienda y, lógicamente, sin clientes
no hay negocio. Afirman los especialistas (que aciertan tanto en sus
predicciones como los profanos) que en poco tiempo el disco físico sólo será un
10% de la facturación total de música.
Con tiendas en las grandes capitales del mundo y muchos
miles de trabajadores, HMV no ha sabido adaptarse a su entorno, lo que en la
naturaleza es sinónimo de extinción. Hade alrededor de dos décadas, al ver las
orejas al lobo intentó entrar en el terreno de la música en vivo, probó a
vender equipos electrónicos, DVD, juegos…, pero para entonces esos mercados ya
vivían feroces competencias. El resultado es la quiebra de la cadena
discográfica, pero la escena que se pinta tiene mayor alcance: el final de la
era del disco físico. Dylan lo dibujó perfectamente: ‘Los tiempos están
cambiado’, y nunca dejan de cambiar, y quien no se adapta desaparece.
La vida del disco no ha sido muy larga. Aunque anteriormente
se vendían muchos discos, es en los 60 del siglo pasado cuando se consolida
verdaderamente el negocio a escala global; es cuando aparecen las primeras
tiendas que venden discos, un nuevo mercado que aprovechan en principio las que
comercian con aparatos de radio y similares; las radios empiezan a difundir
masivamente las novedades discográficas y, en fin, el disco se hace el rey. En
los 70 se vive la época del auge del rock y de la tienda especializada en
discos, que se integra perfectamente en ciudades grandes y pequeñas; cierto que
la música rock estaba como en un gueto, que jamás se escuchaba rock en la tele
o en la radio y los conciertos eran escasísimos y casi clandestinos, pero pocos
momentos había más excitantes que ir a la tienda de discos aunque sólo fuera a
ojear, así que cuando se iba a comprar, aunque se supiera exactamente qué disco
llevarse al plato, el melómano se pasaba un largo rato paseando sus dedos por
los bordes de las vistosas carátulas, ahora en la estantería del rock duro
ahora en la de música negra, ahora probando este single o aquel álbum en la
cabina ahora revisando las listas; era como una pequeña liturgia, ya que
también era habitual coincidir con otros (dependientes incluidos) con los que
compartir gustos, descubrimientos o recomendaciones. El disco era entonces un
objeto casi de culto, se le limpiaba y cuidaba con mimo, se presumía cuando se
mostraba y pinchaba ante los amigos y, por supuesto, se escucha de principio a
fin y se escudriñaba todo lo que hubiera escrito en las carpetas. Es cuando se
publican ediciones especiales, cuando se lanzan piezas para coleccionistas,
ediciones limitadas…, es el gran momento de este insuperable soporte para la
música.
En la década de los 80 del siglo XX se disparan las ventas,
pues la información y la distribución llegan a cualquier rincón del planeta. Y
a finales de ese decenio irrumpe el cedé, anunciado como soporte definitivo y
de duración casi eterna, que eleva las ventas a alturas jamás vistas; y la
tendencia se mantiene en la primera mitad de la última década del siglo, sobre
todo porque los que habían comprado en vinilo lo sustituyen ahora por el cedé.
Sin embargo, en los últimos años de la centuria todo el mundo tiene acceso
fácil y económico a Internet, lo que desencuadernó en poco tiempo las
estructuras de la industria, llevándose por delante los soportes físicos y las
tiendas (entre otros integrantes del sector).
Las tiendas de discos han ido desapareciendo paulatina pero
inexorablemente en los últimos años, por lo que la quiebra de este gigante del
sector (identificado desde hace un siglo por el perrito y el gramófono) es
ilustrativa respecto al futuro: habrá tiendas del tipo de las de libro viejo
con muchos vinilos que otrora formaran parte de orgullosas colecciones, con piezas
especiales para fanáticos de un grupo o estilo, curiosidades y antigüedades…, y
también habrá cintas de casete, películas en VHS, Beta y 2000 y, por supuesto,
compact disc, que en poco tiempo serán tan obsoletos como aquellas C-60 ó C-90.
Lo que parece que sí sobrevivirá es el vinilo, dado que es un formato muy
atractivo, muy coleccionable, poseedor de un gran encanto, de arte y belleza
antes de ser reproducido y, en fin, porque las grandes leyendas de la música
popular pertenecen a la época del elepé y el single; por esto siempre habrá
vinilos en movimiento y siempre quien se atreva a publicar en la entrañable
rodaja negra.
CARLOS DEL RIEGO
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