Algunos han perfeccionado enormemente las técnicas del escaqueo y el toreo del deber |
Seguro que desde que se ‘inventó’ el trabajo asalariado
existe el escaqueo. Que si salir a fumar un cigarrito, que si un cafelito, que
si un recado, el dentista, el tráfico…, las excusas para librarse de las
obligaciones laborales son infinitas. Claro que hay algunas actividades donde
abundan más los escurre el bulto, sobre todo las que están pagadas con dinero
público; así, las probabilidades de encontrarse con un torero del trabajo
suelen ser proporcionales al cargo y al sueldo y, en fin, es en la política
donde tradicionalmente se aprecia más evolución y mayor perfección en las
técnicas de esquiva del deber y la responsabilidad.
Sin embargo, acaba de saberse de alguien que ha superado
todos los récords, todos los trucos y pretextos del mejor escaqueador. La cosa
es increíble. Resulta que un tipo llamado Bob trabajaba de modo satisfactorio
para una empresa de alta tecnología en Estados Unidos; estaba considerado un
gran desarrollador y programador del sector tecnológico y uno de los mejores
empleados de la firma. Era puntual y jamás faltaba a su puesto y a su
obligación. Entraba a las nueve y salía a las cinco, a media mañana hacía un
descanso para comer y media hora antes del fin de la jornada enviaba a sus
jefes un informe sobre el trabajo que había realizado a lo largo del día. La
dirección de la empresa lo tenía por un “empleado modelo y comprometido con su
empresa, y un hombre de familia inofensivo y tranquilo”.
Un día los encargados del sistema operativo de la empresa en
cuestión advirtieron que alguien se conectaba a la red interna de la misma
¡desde China! Lógicamente pensaron en un ataque informático pero, tras las
primeras investigaciones, se descubrió que todo era obra el ‘empleado modelo’.
Éste, que ganaba cientos de miles de dólares al año por un trabajo tan
especializado y apreciado, había subcontratado a una empresa china por
cincuenta mil para que llevara a cabo todas las labores que a él le fueran
encargadas.
Es decir, no es que se escaqueara, no es que dilatara los
tiempos para comer, no es que llegara tarde a su puesto y marchara pronto, es
que el tipo no daba un palo al agua en todo el día. De este modo, esta especie
de haragán indolente se pasaba las horas frente a su ordenador, pero sin que en
ningún momento hubiera peligro de que trabajara aunque solo fuera
simbólicamente; que si las redes sociales, que si el eBay, que si vídeos de
esto y lo otro…, realmente tiene que terminar siendo mucho más aburrido matar
el tiempo, dejar pasar imbécilmente las horas, que trabajar; pero Bob prefería hacer
un esfuerzo para encontrar actividad con la que matar el tedio tantas horas
ante la pantalla que hacer ese mismo esfuerzo para cumplir con su deber. Eso
sí, media horita antes de la hora de irse a casa, este vagoneta listillo arreglaba
todo lo que le enviaban desde China para que pareciera obra suya y, orgulloso
de su ‘trabajo’, se lo enviaba a sus jefes. Un listillo vago y aprovechado,
caradura y embustero, un desvergonzado listillo.
En fin, que vista la eficacia de los chinos subcontratados
podrían los políticos y banqueros subcontratar a gestores chinos para que
hicieran todo su trabajo, que los que ahora manejan el dinero ajeno se quedaran
mano sobre mano, sin hacer nada, siempre en las redes sociales o jugando ‘on
line’; al menos el público se salvaría de sus ocurrencias e ingenierías
financieras, sisas, hurtos, apropiaciones, malversaciones, fraudes, apaños,
expolios, escamoteos, sustracciones y demás modalidades del trinque.
CARLOS DEL RIEGO
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