El grupo en aquel 1977. |
En el año 1977 la música punk acababa de dar una patada en
la puerta y había entrado en el planeta del rock, removiendo casi todo y
relegando a la mayoría de las estrellas al cuarto de los ‘dinosaurios pasados
de moda y en vías de extinción’. Pero a pesar de la potencia del movimiento, el
punk fue asumido y asimilado, de modo que se convirtió en otra opción más, con
lo que los grupos consolidados que venían de los sesenta y los primeros setenta
apenas perdieron presencia. Uno de estos grupos que ya dejaba amplia estela era
Fleetwood Mac, una banda de trayectoria artística y vital absolutamente atípica
que, en aquel señalado 77, dio la campanada con el inolvidable ‘Rumours’.
Formado en Inglaterra como grupo de blues, de blues-rock e
incluso de música tendente a lo experimental (dejando algunas canciones
emblemáticas), Fleetwood Mac perdió a varios de sus principales integrantes y
decidió emigrar a Estados Unidos. Allí la banda (que sólo conservaba la sección
de ritmo original, John McVie y Mick Fleetwood) ficha a la parejita formada por
Lindsay Buckingham y Stevie Nick y dan un giro a su estilo musical que al final
resultó un acierto. Al llegar a 1976 Fleetwood Mac se embarcaba en la grabación
del álbum ‘Rumours’, que sería publicado al año siguiente con un inmediato y tremendo
éxito que aun hoy pervive.
El disco lleva vendidos más de 40 millones de copias, pero
lo bueno del caso es que cada año despacha unas cuantas decenas (tal vez
cientos) de miles, algo que sólo los más grandes consiguen. Y si este
emblemático vinilo perdura es por la belleza indudable de sus melodías, por la
brillantez de los arreglos y las armonías vocales, por las inspiradas y
sencillas letras, por los ambientes irresistibles que consigue; la cara A es
absolutamente prodigiosa, con canciones redondas, cercanas a la perfección que
marcan los cánones de la música pop, alcanzando el título de obras maestras del
género; la otra cara goza de algo menos inspiración, a pesar de que tiene otros
dos títulos verdaderamente deliciosos. El total es el soft-rock más elegante, y
no sólo de su época. Y ello a pesar de
que la situación del grupo apuntaba a la separación, pues en la prensa
estadounidense de la época todo eran… rumores.
La realidad es que las relaciones personales eran más que
tensas. El grupo lo formaban dos parejas, John y Christine McVie y Lindsay
Buckingham y Stevie Nicks, más Mick Fleetwood. Los McVie se habían separado
arrojándose los platos a la cabeza, e igualmente Lindsay y Stevie, que dejaron
de hablarse; por si fuera poco, el señor Fleetwood había descubierto que su
mujer había hecho palmitas con su mejor amigo, e incluso había dudas de
paternidad. Evidentemente, todo eso (sobre todo en un grupo que había vuelto a
la popularidad masiva) era carne de prensa amarilla, que publicó e hizo correr
tantas habladurías, tanto cotilleo, que el disco no podía titularse de otro
modo: ‘Rumours’. La grabación tampoco fue fácil, pues además de las formas (no
empezaban hasta las tantas de la mañana, cuando ya estaban cansados y colocados),
la tensión entre ellos daba pie a un ambiente irrespirable, obligándolos a
trabajar en una atmósfera cercana a la violencia emocional. Pero tal vez de
ahí, de esas emociones desatadas, de esos choques de egos, de ese ambiente de
tensión y estrés, de esas relaciones viscerales es de donde surgieron canciones
tan cargadas de emotividad y de pasiones humanas. ‘Sólo’ hacía falta una chispa
de talento para crear un disco imperecedero. Y ahí están las letras para
mostrar esos conflictos de pareja sin caer en la ñoñería babosa ni en la
pedantería poética; curiosamente, los tres compositores (las dos mujeres y
Lindsay hicieron casi todo) no reconocieron hasta muchos años más tarde que los
textos hablaban de ellos mismos y de los problemas con sus parejas, a veces con
desesperación y otras con optimismo; o sea, en su momento no vieron lo que era
evidente para todos.
Pocos discos, pocas canciones permanecen tanto tiempo sin
perder un ápice de potencia como ‘Dreams’, ‘Don´t stop’, ‘Never going back
again’, ‘You make lovin´ fun’ o la imprescindible e imperecedera ‘Go your own
way’; baste apuntar que cuando una película narra sucesos a lo largo de varias
décadas, siempre utiliza algún gran éxito de la música para señalar al
espectador en qué momento transcurre la acción, y así, cuando hay que informar
de que se está a finales de los años setenta del siglo pasado se recurre invariablemente a alguna de esas
inconfundibles canciones. Tal distinción deja bien claro el significado de
‘Rumours’. Tres décadas y media después, aquellos rumores perviven y siguen
levantando pasiones.
El de Fleetwood Mac es un caso curioso; por un lado, su
viraje estilístico del rock menos comercial al pop de más fácil asimilación;
por otro el cambio total de formación, pasando de los músicos sesudos e
inconformistas a integrantes relacionados afectivamente entre sí. De este modo,
se puede decir que el grupo vivió dos formas del éxito, pero sobre todo,
protagonizó una segunda parte que no sólo fue buena, sino que mejoró la
primera.
CARLOS DEL RIEGO
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