Justamente en diciembre de 1977 se estrenó una de las
películas más emblemáticas de su década y una de las que más influencia produjo
en las sociedades occidentales. ‘Fiebre del sábado noche’ cumple por tanto 35
años, pero aun sigue teniendo una tremenda profundidad en la cantidad de
historias que cuenta, todas de la calle, todas muy realistas, todas
apasionantes. Y es que aunque gran parte del público se quedó con las noches de
discoteca, lo cierto es que ‘Fiebre’ presenta muchas otras cuestiones, y lo
hace con total naturalidad y realismo. Su emblemática la banda sonora, que
completa una producción redonda, está protagonizada por Bee Gees, pero con una
espléndida selección de canciones para dar fuerza y ambientación a la peli.
Muchos la tienen como una comedia o una comedia musical,
pero ‘Fiebre’ tiene más de drama y de tragedia que de cualquier otra cosa; así,
afronta problemas de religión y trata el sexo con lenguaje simple, directo y
sin eufemismos (como se habla en el barrio), muestra grandes dosis de violencia
urbana, no faltan la muerte, el resentimiento y el racismo, el conflicto
familiar severo, la deslealtad y la mentira, la frustración y el desencanto…,
sí, aunque parezca lo contrario es una película dura que muestra las realidades
más feas de la vida cotidiana.
Pero el triunfo de ‘Fiebre del sábado noche’ en todo el
mundo se debió a las partes con las que se contrarrestan todas aquellas
fatalidades que siempre están presentes en la convivencia urbana, es decir, con
las secuencias de discoteca. Y en realidad es lo que quiere presentar al gran
público, el surgimiento de una nueva cultura, una cultura de la que se hablaba
en un artículo de una revista que se tituló ‘Ritos tribales del nuevo sábado
noche’ y que, en manos del productor Robert Stigwood, puso en marcha la
maquinaria para hacer el filme. Para la banda sonora pensó en un grupo de pop
melódico, Bee Gees, que entonces estaba camino al olvido pero que pertenecía a su
cuadrilla. Los hermanos Gibb, de hecho, ya había publicado anteriormente un
álbum en el que se habían adentrado, con notable mérito, en terrenos
discotequeros, un álbum excelente titulado ‘Main course’ (una de cuyas
canciones suena en ‘Fiebre’); por eso, a Barry y compañía no les resultó
difícil crear canciones disco, añadiendo además los característicos falsetes.
Las melodías tuvieron un impacto global, como demuestra el hecho de que pueden
sonar en cualquier lugar en cualquier momento, y además son excelentes muestras
del género, al que ilustran cuando se alude a la música disco. Pero junto a los
títulos de los Bee Gees también brillan la irresistible ‘Disco inferno’ de The
Trampps, las de KC & The Sunshine Band, Kool & The Gang…
La discoteca se convirtió, con esta película, en la
auténtica iglesia, en la catedral en la que el sábado por la noche se llevaban
a cabo todos los ritos del momento. Produjo ‘Fiebre’ una auténtica calentura en
los modos de bailar, pero también en el vestir y en el hablar, incluso lejos de
la disco. Influyó, en fin, de modo significativo y palpable en todo occidente
(en España se acuñó el término ‘Travolta’ para señalar al chulito), variando
definitivamente el ambiente de la discoteca. Y, sin duda, el sábado por la
noche pasó a convertirse en la hora señalada para el culto nocturno en todo el
mundo, la madrugada del domingo cobró desde entonces un significado que hoy,
tres décadas y media después, sigue tan vigente como que la noche del sábado es
ya la ocasión más esperada, el cielo de la semana.
CARLOS DEl RIEGO
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