Los padres se creen capacitados para suplir a especialistas y a compis, y niegan al chaval el recreo, el amiguito, la excursión, la función, el jaleo, los secretitos,
las bromas
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La educación no es sólo aprender mates o Historia ni está
sólo está en los libros, por eso, el llamado ‘homeschooling’, que es la
renuncia a acudir a clase y quedarse estudiando en casa bajo la supervisión
paterna o materna, se antoja un disparate de iluminados que se sienten capaces
de suplantar a los especialistas y a los amiguitos de la edad del chaval; así,
hay muchos que piensan que enseñar es algo al alcance de cualquiera aunque no se
tenga un mínimo de preparación, ya que “como es para niños”…, es como si el
médico de niños fuera algo menos médico que el de adultos. El hecho es que en
España actualmente hay unos 5000 niños que no van al cole y se quedan en casa
ante el ordenador y con papá o mamá haciendo de profe y compi.
Desde un punto de vista académico, el que se encargue del
niño sin cole no sabrá responder a todo lo que éste pregunte, no sabrá qué es
lo realmente importante de todas las asignaturas, y recurrir siempre a Internet
es problemático, por no decir que Internet no contesta de modo directo a cada
pregunta ni entenderá el matiz específico del crío; y tampoco escuchará el
alumno solitario las cuestiones que hagan sus compañeros (algunas disparatadas,
por lo que se perderá algo tan necesario como la carcajada compinche). Y ello
sin tener en cuenta que no irá al laboratorio de Naturales o de Idiomas, ni
hará Educación Física ni integrará los equipos deportivos escolares, ni
participará en las funciones teatrales ni en los grupos musicales de Navidad o
fin de curso, ni se irá de excursión voncinglera y sin padres, ni participará
en los mil concursos en los que participan los escolares…
Pero el mayor problema llega en el terreno social. Si un
niño no va a clase todos los días y desde la edad especificada no asimilará el
primer sentimiento social de la persona, que es el compañerismo (en el mejor de
los casos llegará tarde), al que se accede desde el primer día que el párvulo
ocupa su pupitre, es decir, los padres que opten por dejar al niño en casa y
convertir su habitación en la clase (seguro que tampoco es óptimo que el mismo
sitio sea el de jugar, aprender, hacer deberes, hablar con amigos) están
hurtándole al chiquillo cosas tan simples y que todos recordamos con alegría
como la complicidad con los compis, como desear el recreo y jugar y divertirse
con los amiguitos (los primeros que se tienen son los de clase), llegar al
patio corriendo, voceando y riendo, comer el bocata en chillona camaradería y
seguir corriendo sin saber a dónde, o todos tras un balón; le privarán de hacer
mofas con y de sus compañeros, de aprender a aceptar las bromas, de hacer y
contar chistes y de ponerle mote al profe; le negarán las risas cómplices, las
conversaciones en voz baja (de chicas y de chicos, de miedos y gustos) y los
secretitos ingenuos…, en fin, quien impide que el niño vaya al colegio le está
robando una parte esencial de su infancia: sus compañeros, y los padres jamás
podrán ser compañeros (el compi no dirá jamás “¡estudia!” o “¡vete a la
cama!”). No hay que olvidar que algo tan primordial como es aprender a
relacionarse con los demás no lo pueden enseñar los padres ni se logra con la
habitación como clase; y es que hasta cuando se pelean o ven pelea en el recreo
aprenden (“eso no se hace por esto y por esto”, le dirá el maestro), y ven por
sí mismos.
Se han hecho estudios sobre el ‘homeschooling’ que, dicen
sus defensores, apuntan a que el 80% de los niños que lo practican no tienen
problemas de socialización (por tanto se admite que el 20% sí los tiene); sin
embargo, nunca especifican quién ha realizado el estudio y por encargo de quién
(los resultados dependen de quién costee el trabajo), a cuántos chicos se ha
seguido y durante cuánto tiempo, ni tampoco, evidentemente, se les ha seguido
durante todo el tiempo a lo largo de años para comprobar sus habilidades
socializadoras. Los partidarios de esta cuestionable opción hablan de
‘derechos’, de ‘pluralidad educativa’…, o sea, no tienen en cuenta a aquel que
se perderá parte de su infancia y que, esto seguro, la tendrá mucho más pobre;
otro beneficio que, sorprendentemente, señalan los defensores de la escuela en
casa es que ‘fomenta la creatividad’, es decir, afirman que estar solo y sin
contacto con individuos de edad similar vuelve a la persona más creativa, que
es mejor no tener a nadie alrededor para aumentar la creatividad, que el chaval
no aprende nada cuando escucha otros puntos de vista ni cuando juega con otros
como él. Esperpéntico. Dejarlos sin colegio es negarles la certeza de compartir
todo lo que sólo se comparte con un compañero.
CARLOS DEl RIEGO
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