El gran Neil Young, el viejo oso canadiense sigue en primera
fila y con los dientes afilados a pesar de estar ya cerca de los setenta. Por
un lado ha escrito una autobiografía, y por otro ha editado dos discos, todo ello
este año. No está mal para un tipo que está en esto del rock casi desde que se
inventó.
No estaba equivocado aquel que dijo que un guitarrazo de
Neil Young contiene más rock que la discografía de muchos grupos de postín. Y
tal cosa la viene demostrando el canadiense desde hace décadas. Este año está
siendo sumamente fructífero para el cantante, guitarrista, compositor y
activista en diversas causas, puesto que ha escrito una autobiografía y lanzado
dos álbumes. Sus reflexiones vitales, su mirada al pasado se pueden leer en el
libro ‘Wagin heavy peace’. En éste cuenta cómo y por qué dejó de fumar porros y
de beber, y explica que su emblemática canción ‘Alabama’ (con palabras poco
elogiosas para los blancos de este estado) tenía una letra poco pensada,
rectificación característica de quien llega a la madurez y comprende que las
cosas no son tan simples como pensaba cuando tenía poco más de veinte; además,
también cuenta que en aquellos años pensaba que podía cambiar el mundo (pecado
de juventud) y, en general, reconoce errores y presunciones típicas de los años
mozos.
Pero es que el tipo ha grabado dos discos. Uno, ‘Americana’,
es una visión particular de grandes clásicos de la música tradicional de
Estados Unidos que incluye muchos títulos fáciles de reconocer y que cobran
nuevo sentido con el toque Young. El otro, ‘Psychedelic Pill’, es la enésima
demostración de que este artista es poseedor de un talento inagotable. Con sus
viejos compinches de Crazy Horse, Young ha lanzado un doble CD y triple vinilo
(¡qué tío!) absolutamente fascinante.
El álbum comienza presentando una de esas cautivadoras
melodías tan abundantes en su dilatada discografía, pero sin estridencias va
dando paso poco a poco a sus poderosas distorsiones, envolviendo con ellas sus
deliciosos medios tiempos; en los temas más largos (y hay varios que superan el
cuarto de hora) se pueden vislumbrar vestigios de sus grandes ‘suites’ (tipo
‘Cortez, Cortez’). La hiperdistorsión (con su vieja Les Paul de 1953) apenas se
esconderá a lo largo de las canciones, pero siempre siguiendo fielmente la
línea trazada por las inspiradas estrofas, resultando una atmósfera con tanta
personalidad y talento que al primer acorde se hace reconocible. También se
nota (casi de principio a fin) su poso folk-rock, territorio que tan bien ha
sabido manejar, y esa peculiar cadencia lenta que parece arrastrar las notas.
Los arreglos vuelven a ser simples (incluso cuando son orquestales) pero sólidos
y muy convincentes. Las piezas más extensas incluyen sus típicos pasajes
instrumentales, invariablemente dotados de una intensidad asombrosa, a veces con
tono más épico, otras buscando mayor intimidad.
Eso sí, a estas alturas parece difícil que Neil Young
sorprenda (no va a hacer funky-disco, por ejemplo), nadie espera grandes
cambios estilísticos, sobre todo teniendo en cuenta que con estos dos discos lleva
la friolera de 35 álbumes publicados en solitario. Pero por el contrario, su
percepción del rock permite que sus hipnóticas melodías cautiven hoy igual que
hace medio siglo, ya sean más cargadas o más ligeras. Mantiene la voz en
perfecto estado y no ha perdido el buen gusto. Por destacar un par de títulos,
ahí están una evocadora ‘Twisted road’ y una delicia titulada ‘For the love of
man’.
TAMBIÉN EN TAMTAM PRESS |
Resulta asombroso que un tipo cercano a los setenta años,
que lleva casi cincuenta en escena y que ha editado poco menos de cuatro
docenas de discos, siga teniendo la cabeza suficientemente lúcida para extraer
inspiración y ganas con las que hacer discos tan abrumadoramente buenos como
este, para construir canciones que van directas al corazón. Quien tiene química
con Neil Young está de enhorabuena, el viejo canadiense está en plena forma, y
quien no, está ante una gran ocasión para enriquecer sus gustos.
Este artista gigantesco tiene que continuar durante mucho
tiempo (afortunadamente nunca ha dado muestras de cansancio).
¡Cuánto rock, cuánto genio hay en este hombre!
CARLOS DEl RIEGO
Un genio, sin ninguna duda. Tardé en escuchar sus discos (por falta de poder adquisitivo hasta que llegó esa mezcla de ángel y demonio que es el mp3), aunque tenía un par de cintas que no faltaban en mi radiocassette del coche. Imprescindible. Otro de los abuelos incansables junto con el león de Belfast, Van the Man
ResponderEliminar¡Cuánta razón tienes!, Juan Diego. Sigo sintiendo escalofríos cada vez que escucho cualquier cosa de 'Moondance', por ejemplo, y es que el 'viejo cascarrabias' es otro prodigio a la altura de Neil Young, Bob Dylan, John Fogerty, Lennon-McCartney (sólo juntos)... Lo importante es disfrutarlo, pero uno es tan maniático que lo disfruta mucho más manoseando y escudriñando las portadas de los vinilos. Un abrazo y 'Keep on rockin' in the free world'.
ResponderEliminarmuy flojo este nuevo disco, temas muy largos, repetitivos y pesados. Ante otros discos recientes de Neil Young como fueron "Prairie Wind", "Living with war", "greendale" o "Le Noise" no tiene nada que hacer.
ResponderEliminarHay temas largos característicos y temas más cortos, todo ello típico en él, igual que los sonido obsesivos, Neil Young es Neil Young, y no sólo es de una forma. De esos cuatro discos, hay dos en los que se pone demasiado político y mesiánico para mi gusto (aunque siga gustándome); 'Le noise' es sensacional, pero que te guste más éste que otro es eso, tu apreciación personal y subjetiva, del mismo modo que hay quien prefiere el 'Hey hey, my my' y quien prefiere el 'My my, hey hey'. Pero como yo tengo química con este tío, es difícil que haga algo que no me guste. Saludos
Eliminar