OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 28 de octubre de 2012

LOQUILLO Y SABINO MÉNDEZ, 20 AÑOS DESPUÉS El cantante y el guitarrista y compositor vuelven a trabajar juntos tras casi dos décadas de darse la espalda. El resultado es meritorio pero… los tiempos están cambiando


Sabino y Loquillo, los tiempos han cambiado.
Hace unos días de publicó el nuevo disco de Loquillo, titulado ‘La nave de los locos’ (como el cuadro de El Bosco), en el que el cantante vuelve a contar con la colaboración del que fuera su letrista en los mejores años de su carrera, Sabino Méndez. Éste fue el principal impulso creativo del Loco desde sus inicios hasta 1989, cuando abandonó el grupo dando un portazo. Hasta ese momento, la pareja Sabino-Loquillo había publicado algunas de las grandes canciones de la época en España y conseguido éxito masivo en las listas de ventas.

Sin embargo, aquel año el compositor y guitarrista publica en el diario ABC un artículo titulado ‘Se acabó el pastel’, en el que explicaba las razones que le habían llevado a dejar la sociedad. En aquel texto hablaba de desengaños con el joven aspirante a estrella, de ambiciones personales, de presiones de la industria, de arribistas e inmaduros, de que el rock & roll no es tan bonito como lo pintan, de que es enemigo de tu propio ego…, y de que mejor estar solo que mal acompañado. Estudió, escribió, se metió en política y, casi dos décadas después, se reencontró con su viejo colega. Por su parte, José María Sanz, Loquillo, que posteriormente trabajó con otro excelente letrista, Gabriel Sopeña, ha continuado grabando y actuando con regularidad, con más o menos éxito pero con un creciente reconocimiento.

Afortunadamente, los tiempos han cambiado y ellos han superado sus diferencias (de hecho hace ya unos años que tienen proyectos en común). Así, el cantante barcelonés lanza ‘La nave de los locos’, un disco en el que se demuestra que los artistas han crecido, han madurado como personas, cosa que a menudo se da de tortas con el rock & roll. Así, los textos están llenos de mensajes, todos tienen exceso de seriedad y da la impresión de que tienen demasiada actualidad, o sea, corren el riesgo de quedarse desfasados pronto; el primer single, ‘Contento’, está al borde de la demagogia. La parte musical se antoja un tanto monocorde, a veces anodina y otras con escasez de pulso, de atractivo, de chispa; los temas están concebidos en clave de rock y rythm & blues y tienen muy buena construcción, arreglos muy profesionales y efectivos y un resultado final notable…, a pesar de que Loquillo sigue teniendo pocas cualidades vocales. Si el oyente iniciado y veterano se lo propone, encontrará las principales influencias de la mayoría de las canciones, lo que demuestra la envidiable formación y buen gusto que uno y otro tienen en su disco duro. De todos modos, para muchos su mejor trabajo sigue siendo el arrollador ‘¿Dónde estabas tú en el 77?, publicado en el lejano 1982.


Uno de los males que afecta a los rockeros adultos es que se vuelven responsables, juiciosos, sensatos, y eso suele estar reñido con la esencia del rock & roll, que básicamente es despreocupación; no es que los que se van quedando calvos y echando kilos no puedan hacer rock de gran altura, pero resulta mucho más difícil si uno quiere hacer editoriales y columnas de opinión en cada tema (sobre todo si no se es Neil Young). Por otro lado, en su anterior etapa, Loquillo y Sabino tenían un público atento y cómplice que comprendía muy bien todo lo que hacían, y ello a pesar de que se disponía de menos canales de difusión. Hoy todo se diluye, se revuelve y se embarulla entre las redes sociales y la abrumadora oferta disponible, de forma que el público se distrae y no termina de alcanzar aquella complicidad. Los tiempos están cambiando, como decía el propio Loquillo imitando a Dylan.        
  
CARLOS DEL RIEGO
                                                                                                

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