El 'ojo de halcón' en el tenis ha acabado con todas las dudas |
En el Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010
se produjo uno de los momentos más bochornosos que han tenido lugar en una
cancha deportiva en los últimos años. Se trata del gol anotado por Lampard para
Inglaterra ante Alemania que fue calificado como ‘gol fantasma’, puesto que el
balón dio en el travesaño y botó dentro de portería, pero debido al efecto se salió
inmediatamente; no fue concedido por el árbitro, pues los jueces creyeron que
había botado fuera de puerta. El problema es que, parece que involuntariamente,
los enormes videomarcadores ofrecieron la repetición de la jugada, con lo que
todo el estadio comprobó que el balón había entrado y se había cometido una
gran injusticia.
El significado de esta situación es más
importante de lo que parece, puesto que en la actualidad la tecnología permite
que los espectadores puedan ver en el acto la repetición de la jugada (de hecho
pueden ver una docena de repeticiones), y comprobar cuál ha sido la realidad de
la acción dudosa. Es decir, si los árbitros no pueden recurrir a la tecnología,
se producirá (ya se produce) la sorprendente y absoluta incoherencia de que el
público tenga más elementos de juicio que el propio juez; es como si en un
juicio el tribunal se niega a interrogar a testigos oculares que están entre el
público.
Así, en los deportes de equipo más
populares y que más pasiones levantan (fútbol, baloncesto, balonmano), cuando
en el descanso los árbitros se retiran a vestuarios, desde el público podrían
decirles: “han metido ustedes la pata, el gol que han anulado es clarísimamente
legal, ya lo verán por televisión”. O incluso, a la salida de vestuarios, los
propios jugadores podrían dirigirse al juez en términos parecidos. De cualquier
modo, el encargado de impartir la justicia en el terreno de juego resultaría afectado,
influido en mayor o menor medida tras convencerse de que ha cometido un grave
error con el que ha perjudicado (involuntariamente, pero perjudicado) a uno de
los contendientes, con las consecuencias que esto podría tener en jugadas
sucesivas; y eso por no hablar de los ‘palos’ que va a recibir por parte de la
prensa, la sanción que sin duda va a recibir o las dudas que sobre su capacidad
(o incluso sobre su integridad) va a generar. Todo esto se evitaría con ayuda
tecnológica, de hecho, seguro que el propio árbitro la agradecería más que el
jugador.
Este gol, del Mundial de Sudáfrica, no fue válido, cometiéndose una gran injusticia fácilmente evitable |
Y el caso es que ya hay deportes que
están utilizando la tecnología para evitar bochornos e injusticias con
excelentes resultados. El más notable es el tenis, donde antes del uso del ‘ojo
del halcón’ no eran tan extrañas las discusiones entre jugadores y árbitro por
el bote de una bola; hoy día en los torneos más importantes ya no hay
conflictos de este tipo, se acata lo determinado por la máquina (en realidad
son unas dos docenas de cámaras que registran con enorme precisión la trayectoria
y aterrizaje de la bola) y todos se ciñen a la regla sin rechistar. Si ya era
uno de los deportes más justos, pues siempre vence el que hace más puntos
ganadores y menos errores, ahora los jugadores se van de la cancha sin la menor
duda. Posiblemente, el gran McEnroe hubiera sido contrario al uso del ‘ojo de
halcón’, pues no habría tenido ocasión de llevar a cabo sus sonoras protestas.
Otro deporte que también hace uso de la
tecnología es el hockey hierba (al menos en algunas competiciones femeninas así
se ha visto), pues en caso de duda se puede pedir revisión del vídeo, es decir,
existe algo así como un juez de vídeo que dice por radio al árbitro principal
qué ha ocurrido y éste actúa en consecuencia; y si las repeticiones no aclaran
nada, será su criterio el que se imponga. También es la electrónica la que pone
en claro los resultados en deportes como el atletismo, la natación, el
ciclismo...
Lógicamente, el abuso de revisiones en
deportes de equipo sería contraproducente, pues conllevaría continuas
interrupciones. Un buen sistema sería imitar el reglamente del tenis, es decir,
cada contendiente tiene tres reclamaciones (o dos, o cuatro, según se vea qué
es lo más indicado), con la salvedad de que si acierta en su petición de
revisión no la habrá gastado y seguirá teniendo las mismas que hasta ese
momento; en caso de que siga la duda, se impone el criterio del árbitro
principal. Asimismo sólo podrían realizarse las reclamaciones en casos
concretos y de máxima importancia: gol anulado, expulsión, agresión, canasta
dentro de tiempo, balón que entra o que no..., todo sería cuestión de estudio, análisis
y pruebas hasta dar con la mejor reglamentación.
Sea como sea se antoja más bien tonto
cerrarse a las posibilidades que ofrece el momento, pues da pie a preguntarse
¿por qué no se quiere hacer más justo este o aquel deporte?
CARLOS DEL RIEGO
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