Algunas ramas creen que pueden vivir separadas |
Si uno se fija bien, encontrará no pocos
puntos en común entre el adolescente y el nacionalismo separatista (entendido
como ente, como si fuera una persona), elementos que no suelen aparecer en el
nacionalismo más clásico, es decir, en ese que se emociona (por ejemplo) con
los triunfos nacionales, ya sean deportivos, culturales, sociales, conseguidos
por cualquiera de sus naturales sea cual sea su procedencia. Cierto que ambos
nacionalismos comparten bastantes factores, pero el nacionalismo cismático
presenta una serie de caracteres muy específicos, los cuales, curiosamente,
coinciden con los del adolescente.
Así, el adolescente piensa que todos o
casi todos están en su contra, sobre todo sus superiores (padres, docentes,
autoridad), contra los que tratará de rebelarse y llegará a increparles
haciendo una tragedia de cualquier nimiedad. Del mismo modo, el espíritu
nacionalista está convencido de que los que lo rodean están siempre acosando y urdiendo
planes, y por tanto levantará la voz contra cualquier cosa que desde su
perspectiva pueda interpretarse como un ataque a su ‘singularidad histórica’; y
también echará pestes de los gobiernos superiores, amenazará y se movilizará.
Los dos tienden a la generalización y demonización conjunta: “los ... son todos
unos ...”.
El adolescente pide continuamente, de
modo que cuando consigue una cosa inmediatamente pide otra y otra, midiendo
hasta dónde puede llegar, tensando la cuerda para comprobar su aguante.
Igualmente el nacionalismo exige siempre, y cuando es atendida su petición no
deja pasar mucho tiempo antes de enunciar la siguiente, y así sucesivamente;
ambos esgrimirán sus derechos, su madurez para decidir por sí mismos.
Del mismo modo comparten la inseguridad,
pues aunque ambos creen tener muy clara su identidad, ni el nacionalismo ni el
adolescente saben realmente qué es lo que quieren o dónde están. Los dos
piensan que son perfectamente autónomos, pero la realidad dice, objetivamente,
todo lo contrario.
El adolescente está lleno de dudas e inseguridades que le llevan a enfrentarse a la autoridad |
Por eso el nacionalismo exige tener sus
propias ‘selecciones deportivas nacionales’ para competir con las de las naciones
ya establecidas, mientras el adolescente desea también competir de igual a
igual con todos y exhibir sus propias señas de identidad. Por cierto, cuando el
nacionalismo reivindica selección nacional propia para acudir a las grandes
citas deportivas, en el fondo tampoco lo desea, ya que no da el primer paso,
que no es otro que no inscribir a sus equipos deportivos en las ligas de la
nación de la que quieren separarse, paso que sí pueden dar (al menos los
equipos más potentes y representativos) y que en todo caso sería previo a la
formación de su pretendida selección, pues no hay que olvidar que de cada liga
deportiva sale una y sólo una selección.
Asimismo, nacionalismo y adolescente son
caprichosos, maleducados, volubles y siempre dispuestos a rasgarse las
vestiduras. Pero en el fondo, unos y otros saben que es mejor seguir pidiendo
que haber conseguido; primero porque ya no habrá a quien echar la culpa de sus
males, segundo porque se vive bien protestando y exigiendo bajo el techo de papá,
y tercero porque se les habría acabado el discurso victimista y tendrían que
hacer todo por sí mismos..., sin dejar de echar pestes.
CARLOS DEL RIEGO
Con el adoslescente , bien podemos dejar tensar la cuerda y ver hasta dónde se puede llegar, claro, siendo tu el padre, pero en el caso del nacionalismo no sería interesante
ResponderEliminarignorar todo lo que dicen , y me refiero quizás a alguna prensa que le da demasiada publicidad.
Ver ABC del día 24 una entrevista a Pujol. De risa.
Ahora mismo puse la TV
y en no se que programa estaban hablando de los pitidos de ayer en la final de Copa. Demencial: Más publicidad para ellos.
SaludoS