Ninguno de los instrumentos de tortura que se exponen en los museos es auténtico ni hubo nunca nada parecido. Todos se construyeron en el siglo XIX y fueron pensados para atraer visitantes
A pesar de que periódicamente aparecen
estudios que desmontan las mentiras acerca de la Inquisición Española, aun hay
novelas, películas, series televisivas en las que se sigue dando validez
histórica a los tópicos extendidos por los tradicionales enemigos-envidiosos de
España. Sin embargo, la realidad desmiente totalmente esa leyenda que señala al
Tribunal del Santo Oficio como autor de las más terribles torturas y
ejecuciones. Los números son claros
La Inquisición fue un invento francés.
Y a diferencia de la del resto de Europa, la española fue un tribunal
garantista, un tribunal que podía tardar años en completar el proceso legal,
puesto que exigía pruebas sólidas, testigos, documentos, contaba con abogados,
métodos legales de apelación…, y como se anotaba todo y de todo quedaba
constancia documental y, además, había que enviar informes completos a la ‘sede
central’, hoy se saben los nombres de los reos, sus acusaciones, las pruebas, sus
culpas, su lugar de origen, las sentencias… Prueba irrefutable de que la
Inquisición daba todas las garantías legales a los acusados es que los presos
comunes (ladrones, asesinos, secuestradores…) pedían y exigían ser juzgados por
el Santo Oficio.
Los autores y especialistas que, sin
prejuicios ni ideologías, se han dedicado a estudiar este asunto concluyen que
la Inquisición Española llevó a cabo 49.092 procesos judiciales entre los años
1550 y 1700, de los que salieron un total de 1.695 sentencias de muerte; sin
embargo, fueron ejecutadas 863 personas, mientras que el resto de los
sentenciados eran ajusticiados ‘en efigie’ (es decir, se ejecutaba un muñeco).
Y si se conocen las cifras con tal exactitud es precisamente por los métodos
cien por cien garantistas que se seguían.
Por comparar cifras. En el año 1572,
siguiendo las órdenes de la corona francesa con el apoyo de la iglesia católica
francesa, fueron ejecutados en París entre 2.000 y 3.000 mil protestantes en
apenas unas cuantas horas en un episodio conocido como la Noche de San
Bartolomé. El frenesí anti-protestante se extendió por el resto de Francia, por
lo que se calculan entre 10.000 y 30.000 los ‘herejes’ que fueron asesinados en
el país vecino, que siempre pasó por tolerante y miró con desprecio al sur…
Es necesario insistir en que las
cifras son concretas y exactas en el caso español, mientras que en el francés
son aproximadas y estimativas. Ello es así porque los procesos inquisitoriales
españoles eran anotados y registrados en todos sus términos, y comunicados a
las autoridades superiores, pero las cifras de las ejecuciones en Francia no se
pueden determinar con exactitud porque no había procesos, ni abogados, ni
apelaciones.
El Tribunal del Santo Oficio español
perseguía sobre todo a herejes, protestantes y falsos conversos, aunque también
a sodomitas, piratas, asaltadores de caminos, corsarios berberiscos e incluso
espías. En cuanto a brujas y brujos, España fue el país más lógico y escéptico
ante acusaciones de este tipo. De hecho, el inquisidor Alonso de Salazar y
Frías (1564-1636) dejó escrito: “No hubo brujas ni embrujados en ningún sitio
hasta que se comenzó a tratar y a hablar sobre ellos”. La mayoría de los
inquisidores españoles eran hombres de leyes y no solían caer en supercherías
ni acusaciones infundadas, Y muchos de los inquisidores señalaron que los
acusados de brujería eran dignos de lástima, no de castigo. Por otro lado,
estos licenciados en leyes no solían dar crédito a las confesiones bajo
tortura; además, en caso de recurrirse a ella, ésta no podía durar más de 15
minutos y debía estar presente un médico que velara por la vida del reo.
En el resto de Europa las cosas fueron
muy distintas, pues todo el continente cayó en aquellos años en un frenesí de
búsqueda de brujas y hechiceros. Incluso bastaba con una acusación anónima para
que las gentes se echaran a la calle para buscar a los ‘amigos del maligno’ y
acabar con todos…, sin procesos ni jueces ni leyes. Así, el cálculo de quemados
y quemadas, decapitados, torturados hasta la muerte o asesinados por las turbas
en Alemania bajo acusación de brujería se estiman entre las 20.000 y 30.000
personas. En Suiza mataron bajo esta acusación a no menos de 10.000 personas.
En Francia fueron alrededor de 4.000, en los países escandinavos 2.000 y otros
tantos en Inglaterra. Todos ellos señalados y quemados por hechicería. Los
números no pueden ser exactos porque, a diferencia de España, no había procesos
ni garantías, ni quedaban anotados los nombres y acusaciones, sino que se
mataba al sospechoso sin más. La Inquisición Española ejecutó bajo acusación de
brujería a un total de 49 personas. La última ‘bruja’ quemada en Europa fue en
el año 1782 en Suiza.
En España, el Tribunal del Santo
Oficio llevó a cabo procesos muy garantistas, que duraban el tiempo que fuera
necesario y de los que quedaba documentación escrita con todos los detalles del
proceso y del acusado, de los jueces, abogados, acusaciones, testigos, pruebas…
Por eso se conocen los números con tanta precisión. Y evidentemente, no son los
peores de Europa.
Pero los enemigos de España
(extranjeros y españoles) siempre preferirán creer a su ideología y prejuicio
antes que a la verdad demostrada.
CARLOS DEL RIEGO
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