OPINIÓN

HISTORIA

jueves, 12 de octubre de 2023

LA LEY DEL TALIÓN: ALGUNAS TERRIBLES VENGANZAS DE LA HISTORIA

 


Las víctimas de Auschwitz fueron vengadas con la ejecución del jefe del campo,

 Rudolf Höss

Como viene sucediendo periódicamente desde hace muchas décadas, tras un tiempo en aparente y tensa calma, la violencia más extrema y brutal ha regresado a Israel y Palestina. Así, después del ataque palestino viene la represalia, la revancha, la venganza israelí. La Historia está abarrotada de episodios de venganzas terribles y crudelísimas en las que quienes fueron agresores terminaron como víctimas

 

La Ley del Talión se resume en aquello de ‘ojo por ojo y diente por diente’, y apareció escrita por primera vez en el Código de Hammurabi, datado en el año 1750 a d C. En realidad, la Ley del Talión fue un gran avance, puesto que hasta ese momento, si a uno le robaban una cabra podía ir a casa del ladrón, matar a todo el mundo y llevarse sus rebaños; desde que se promulgó ese Código, sólo se podía cobrar una venganza proporcionada: si te sacó un ojo podrás sacarle otro, pero no los dos. Sin duda fue un gran avance. El pueblo judío ha tirado muchas veces de aquella ley durante el último siglo, tal y como se demuestra en la situación actual y como se ha demostrado en otras parecidas del pasado. Es decir, los israelíes recurren a la venganza, y no sólo contra los palestinos (término que viene de philistin, filisteo), aunque lo cierto que es que no hay territorio o país sin sus abundantes episodios de venganza.

 

La hija del rey de los celtas icenos de Britania en el año 60 después de Cristo se llamaba Boudica. Al morir su padre, los romanos rompieron todos los pactos y atacaron, quemaron, masacraron y se llevaron a los supervivientes como esclavos; Boudica fue azotada y violadas sus hijas en su presencia. Pero la dejaron viva y ella se tomó cumplida venganza. Según los romanos "era alta y terrible, con pelo rojo que le llegaba a las caderas". Al frente de las hordas celtas, Boudica tomó una ciudad ocupada por romanos y mató a todo bicho viviente, derrotó a las tropas que iban en su auxilio y luego se dirigió a Londinium (Londres), no dejando piedra sobre piedra ni habitante vivo. Fue derrotada finalmente, pero antes de caer en manos romanas se envenenó. El orgullo romano vio con vergüenza que sus legiones fueran derrotadas por una mujer, una matrona. En total, dicen los historiadores que acabó con alrededor de 80.000 romanos. Sí, la venganza de Boudica fue terrible. 

 

Hacia el año 85 a d C., el joven Julio César fue capturado por los piratas. Tras pagarse el rescate fue liberado. Pero el militar, político y escritor romano no se conformó con la libertad. Así, armó una potente flota y se echó al Mediterráneo a la búsqueda de los piratas que lo habían capturado. Los encontró, los derrotó y a los supervivientes los degolló y, a la mayoría, los crucificó. Venganza sin piedad.

 

Otra mujer que ejecutó su venganza del modo más aterrador fue la infanta de León Sancha Adefónsez (hija de Alfonso V de León). Corría el año 1029. Doña Sancha (tendría 15 años) iba a casarse con el noble castellano García Sánchez (de 19 años), quien fue a León a reunirse con su futura. Pero otros nobles rivales, los Vela, lo asesinaron delante de ella y huyeron. Aliada con el rey de Navarra (Sancho el Mayor), doña Sancha pidió que le llevaran vivo a al menos uno de los asesinos. Las tropas navarras y leonesas acorralaron a los Vela y sus partidarios en un castillo y los mataron a todos menos a uno. Los godos (y las godas) eran un pueblo muy sanguinario, y doña Sancha era goda. Cuando el asesino de su novio fue llevado a su presencia, ordenó que le sacaran los ojos y la lengua, le cortaran manos y pies y, lo que quedaba, fuera arrastrado por las calles hasta que aquello se convirtió en una masa sanguinolenta. El espíritu violento y sanguinario de los godos se materializó en la venganza de Sancha de León.

 

Hace unos 500 años, hacia 1520, Hernán Cortés y unos cuantos españoles se aventuraban por tierras absolutamente desconocidas para los europeos. Pronto comprobaron que los aztecas (o mexicas) dominaban de modo sangriento a todos los pueblos de la zona. Los tlascaletas, totonacas, tarascos… odiaban a muerte a sus opresores aztecas, por lo que se aliaron incondicionalmente con Cortés. Españoles y tlascaltecas llegaron al pueblo de Chulula, cuyos habitantes los recibieron cordialmente, pero españoles y tlascaltecas pronto se enteraron de que planeaban acabar con ellos, así que hubo represalias. Los tlascaltecas empezaron a matar a diestro y siniestro, sin piedad, al estilo precolombino; Díaz del Castillo (testigo ocular) cuenta: “harto trabajo tuvimos los españoles en evitar que los mataran a todos”. Venganza de un pueblo oprimido, sacrificado y devorado durante siglos. Tanto odiaban a los mexicas.

 

Cuando el ejército estadounidense liberó el campo de concentración de Dachau en 1945, comprobaron por sí mismos el horror que allí había tenido lugar. Espantados, agruparon a los SS que custodiaban el campo y entregaron armas a los supervivientes, que no tuvieron piedad con sus verdugos nazis; con ametralladoras o pistolas, con martillos o palos, incluso con las manos desnudas los masacraron a todos, los despedazaron, los redujeron a picadillo… Los presos se cobraron su terrible y cruel venganza con

los crueles y terribles nazis.

 

Y volviendo a los judíos. Como se narra en la película ‘Munich’ de Spielberg, el gobierno Israelí aplicó la Ley del Talión a los que perpetraron, ayudaron o financiaron los atentados contra el equipo olímpico israelí en los Juegos de Munich 1972. Así, recorrieron medio mundo buscando a quien tuvo que ver (o fuera sospechoso) con los asesinatos de la villa olímpica, y de un modo u otro, acabaron con todos ellos. Ojo por ojo.

 

Son apenas unas gotas en el mar de las venganzas que el mundo ha visto. Y tal parece que va a seguir viendo.

 

CARLOS DEL RIEGO

 


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