OPINIÓN

HISTORIA

lunes, 30 de octubre de 2023

CÓMO SE HICIERON LAS PORTADAS DE LOS DISCOS DE THE BEATLES


Pocas portadas de la historia de la discografía son más emblemáticas. 

Así se hizo la foto

Octubre de 1963, The Beatles terminan de grabar su segundo Lp, que saldría un mes después. Fue a lo largo del año siguiente cuando se disparó la llamada ‘beatlemanía’. Desde entonces, cada disco fue un acontecimiento y, con el paso del tiempo, cualquiera identificaría cada Lp por su portada, puesto que la imagen del frontal de esos discos se ha vuelto tan emblemática, tan identificable, casi, como las canciones. Cada una de ellas tiene jugosas historias que contar  

 

Una de las grandes ventajas de los discos de vinilo es que, además de música, también ofrecen arte, pues las portadas son perfecto soporte para los artistas gráficos, desde fotógrafos a dibujantes o pintores. Entre las portadas más reconocibles de la historia del rock están las de los discos de The Beatles, quienes tenían que ir explorando nuevos modos, nuevas ideas, tanto en la música como en la parte artística.

 

El primer Lp de Beatles fue ‘Please please me’, 1963, en cuya portada se les ve asomados y mirando hacia abajo desde una gran escalera. George Martin quiso en esta portada unir dos proyectos: su nueva banda y su amor por el zoológico de Londres. Martin, miembro honorario de la sociedad zoológica de la ciudad, pensó en fotografiar al cuarteto frente a la casa de insectos del zoológico (por lo de ‘beetles’, escarabajos). Pero la sociedad zoológica no lo entendió y se negó. Así, se le pidió al fotógrafo Angus McBean que pensara algo, y pensó en colocarlos en la escalera de la sede de EMI en Manchester Square de Londres, mirando hacia abajo. Gerges Martin dijo: “Se hizo con mucha prisa, pero a partir de entonces siempre se tuvo en cuenta la opinión e ideas del grupo."

 

‘With the Beatles’ también salió en 1963. El manager Brian Epstein había visto las fotos en blanco y negro que el fotógrafo Robert Freeman había hecho del saxofonista John Coltran y quiso que hiciera la foto para la portada. Freeman se inspiró en su amiga Astrid Kirchherr, que utilizaba la penumbra y la media luz, para conseguir un efecto similar pero que pareciera más bien informal. Hizo las fotos en el comedor de un hotel de Bournemouth, donde iban a tocar los Beatles. McCartney explicó: “Puede pensarse que trabajó y fotografió

durante horas, pero la sesión duró menos de una. Robert se sentó, comió un par de bollos e hizo las fotos”. Y así quedó esa inolvidable media luz, la cual fue destrozada en EE UU, donde se editó coloreada.

 

Imposible no reconocer la cubierta del ‘A hard days night’ de 1964. Robert Freeman se presentó con la idea de una serie de fotos que proporcionaran sensación de movimiento: cuatro filas de retratos, cada uno con una expresión diferente, como si se tratara de fotogramas de una película. En EE UU volvieron a cargarse la idea al aparecer el grupo en sólo cuatro imágenes, en lugar de las veinte del original.

 

Antes de que acabara el año editaron otro elepé, ‘For sale’. Robert Freeman los citó en el Hyde Park de Londres para la sesión de fotos en el otoño del 64. No hubo indicaciones, ni de ropa, peinado o aspecto. Paul recordaba: “Nos dijo que estuviéramos allí, como nos diera la gana pero que nos presentáramos. Pero el caso es que todos nos poníamos el mismo tipo de ropa: trajes negros, camisas blancas, corbatas negras, grandes bufandas…”. La sesión duró algo más de una hora, y la imagen que salió en el disco se tomó con un ayudante sosteniendo una rama en primer plano para dar sensación de cercanía.  

 

Para el ‘Rouber soul’ de 1965 Freeman ya sabía mucho de lo que el grupo y su manager querían. Hizo varias sesiones con los chicos en un bosque cercano a la finca de Lennon en Weybridge. Días después se reunieron para ver las fotos y seleccionar una; para ello, Freeman proyectó las diapositivas sobre un cartón blanco del tamaño de un elepé, pero entonces el cartón se torció un poco distorsionando ligeramente la imagen, algo que gustó a todos desde el primer momento: “Oye, ¿podemos dejar así la foto?” dijeron los Beatles, y así quedó.  

 

Robert Freeman se había convertido en el fotógrafo oficial del grupo. Para ‘Revolver' (1966) se le ocurrió una idea: un montaje con las cuatro caras, pero la cosa no convenció totalmente, así que optaron por la propuesta del músico y diseñador Klaus Voormann (pareja entonces de la antes mencionada Astrid), viejo amigo de la época de Hamburgo. Voormann dibujó los rostros de los Beatles de memoria, pero la de uno de ellos se le resistía, no era capaz de dibujarla como él la tenía en la cabeza: la de George. “Al final, cogí una foto de un periódico, le recorté los ojos y la boca y las superpuse al dibujo”, explicó Voormann. Luego, se reunieron en casa de Lennon y revisaron revistas y periódicos antiguos para completar el collage de la portada.

 

La idea del ‘Sargent Pepper’, 1967, se le ocurrió al artista pop Peter Blake. Éste y Paul pensaron en hacer un collage a tamaño natural en el que apareciera una multitud de personajes, puesto que así “podríamos meter a quien quisiéramos, de modo que cada miembro dijo unos cuantos, los que se le ocurrieran, héroes, artistas, estrellas, políticos”, contó Peter Blake. Lo que pasa es que se quedaron cortos, de hecho Ringo dijo que lo que se hiciera le parecería bien y apenas dijo un par de nombres; al final, entre Blake y su esposa completaron la elección de personajes, incluyendo las mujeres que aparecen.

 

Los cuatro y sus más allegados ya habían hablado de lanzar un Lp cuya portada no diera información, sin títulos, sin nombres; de hecho, se sabe que ya la habían comentado esa idea en 1964. Cuatro años después, en el 68, cumplieron el proyecto en el conocido como ‘Álbum blanco’. Sólo se vería sobre un blanco total el número de serie del disco, una especie de ironía que “crearía una especie de ilusión de que se trataba de una edición limitada y numerada… de cinco millones de ejemplares”, contó el ilustrador pop Richard Hamilton, que fue quien terminó el diseño. Sólo un relieve con el nombre del grupo podía verse en las primeras ediciones. Lógicamente, los discos con los primeros números de serie fueron rápidamente buscados y coleccionados, y aumentaron su valor con el paso de los años. Ringo tenía la copia número 0000001 y en 2015 la vendió con fines benéficos por casi 800.000 dólares.

 

El ‘Abbey road’ (1969) pudo llamarse Everest, e incluso se pensó en una foto a los pies de la montaña, pero rápidamente se vieron los infinitos inconvenientes, así que pensaron en algo más sencillo. Ian MacMillan, fotógrafo amigo de Lennon, fue el encargado de la portada, y pensó que lo mejor es que salieran ellos, nada más. Les dijo que cruzaran ese paso de peatones (al lado del estudio) mientras él hacía las fotos, hizo sólo seis. Eligieron la quinta porque es la única que van al paso y en la única que se le ve el cigarrillo a Paul; y es una de las cuatro en las que éste va descalzo (en las otras lleva sandalias). McMillan creó así el marco para sesiones fotográficas de generaciones de fans de todo el mundo.

 

El último en salir, ‘Let it be’, 1970, muestra los cuatro retratos en primer plano, pero cada uno en su recuadro, tratando de mostrar la separación (de hecho, Paul ya había publicado su primer disco). El diseño fue obra de John Kosh con fotos de Ethan Russell; Kosh las colocó ya individualmente, no como grupo, y para que la cosa quedara clara, puso ese fúnebre reborde negro todo alrededor. Arriba se lee el evidente ‘Déjalo así’.

 

Son imágenes que forman parte de la cultura del siglo XX, como sus melodías..

 

CARLOS DEL RIEGO

 

lunes, 23 de octubre de 2023

60 AÑOS DEL ASESINATO DE KENNEDY, Y AUN ESTÁ SIN RESOLVER

  

Sin duda, el tiro que reventó la cara de Kennedy fue frontal-lateral, o sea, no pudo hacerse desde donde estaba Oswald

Hace 60 años se produjo uno de los magnicidios más enigmáticos de la Historia. Investigaciones, libros, publicaciones, comisiones y teorías se han sucedido casi desde el momento del asesinato, y todavía no se ha desvelado ninguna prueba concluyente de los grandes enigmas que permanecen seis décadas después:  quiénes, cómo y, lo más importante, por qué

 

El 22 de noviembre del corriente se cumplirán sesenta años del asesinato del trigésimo quinto presidente de Estados Unidos, John Fitzgeral Kennedy. Seguramente volverán a enfrentarse la teoría de que fue Oswald en solitario con la que señala una conspiración. Es uno de los grandes misterios sin resolver de la época contemporánea que despierta siempre el máximo interés en todo el mundo.

 

Como todo el interesado sabe, el magnicidio ocurrió en Dallas, Texas, hace exactamente seis décadas y, según el informe oficial (el de la Comisión Warren), fue obra exclusivamente de un tirador solitario, Lee Harvey Oswald. Sin embargo, investigaciones y juicios posteriores llegaron a la conclusión de que, al menos, la cosa no estaba tan clara. De hecho, a finales de los años setenta del siglo pasado se determinó que la muerte del presidente fue una conspiración, e incluso el comité que llegó a tal conclusión afeó duramente el trabajo de la CIA, el FBI, los servicios encargados de la seguridad presidencial e incluso el de la propia Comisión Warren. En resumen, se les dijo a todos esos estamentos y organizaciones que habían sido unos auténticos chapuceros. Así las cosas, la pregunta oportuna actualmente sería ¿qué interés tenía la Comisión Warren para actuar como lo hizo? A pesar de todo, una parte significativa de la población (tanto estadounidense como del resto del mundo) sigue anclada firmemente en la teoría del loco solitario a pesar de las evidencias que, al menos, dejan serias dudas.

 

Existen varias certezas, más allá de los casi infinitos indicios e incomprensibles irregularidades detectadas en la investigación, que llevan a confirmar que hubo más de un asesino aquel mediodía. Por un lado, al parecer, la trayectoria prevista para la comitiva presidencial se cambió a última hora, de manera que incluso los periódicos del día indicaban el itinerario desechado; entonces, ¿cómo sabía Oswald que el coche de Kennedy pasaría por delante del almacén de libros desde donde supuestamente disparó?

 

Y por otro lado existe un dato puramente físico que descarta totalmente que el dudosísimo personaje fuera el asesino o al menos el único. Según demuestra la película del asesinato que filmó Abraham Zapruder, se produjeron al menos tres disparos en menos de siete segundos, el segundo y el tercero absolutamente perfectos, cosa que es absolutamente imposible. El prestigioso tirador deportivo español José Borja Pérez (varias veces campeón del mundo y de Europa de tiro de precisión, récord mundial de carabina a 100 metros y experto absolutamente fiable) publicó hace treinta años en la revista Historia y Vida una carta en la que explicaba que él mismo había intentado varias veces imitar lo que supuestamente hizo Oswald.

 

Así, se procuró un arma idéntica (Mannlicher Carcano) y munición casi idéntica a la que oficialmente usó el supuesto ‘asesino solitario’ (dicen los expertos que ningún tirador experimentado escogería ese fusil para hacer este ‘trabajo). Se colocó a cien metros y, con ayuda de un amigo cronometrando (arrancó el crono al sonar el primer disparo y lo paró justo con el tercero), apretó el gatillo tres veces en 15,70 segundos, resultando que los dos primeros acertaron perfectamente en la diana mientras que el otro se quedó cerca; en un segundo intento rebajó el tiempo hasta los 10,40 segundos, haciendo diana perfecta en el primer tiro y dejando un poco más lejos los otros dos; y en la tercera tanda tardó 9 segundos justos, con un blanco perfecto y dos peores que la vez anterior. Asimismo hay que tener en cuenta que la diana utilizada estaba fija, no en movimiento como hace 60 años el Lincoln en el que iba Kennedy, de forma que cuando se tira contra un blanco móvil el tirador ha de ‘correr la mano’, es decir, apuntar delante del objetivo y calcular instintivamente el punto exacto en el que proyectil y diana han de encontrarse. Esta circunstancia dificulta muchísimo más conseguir precisión y exige bastante más tiempo para hacer puntería; y no hay que dejar de un lado otro factor de dificultad, que es el nerviosismo que ha de tener quien va a disparar a una persona y más a alguien tan importante. En definitiva, deduce el experimentador campeón de tiro deportivo, es absolutamente imposible hacer tres blancos perfectos en menos de 7 segundos contra un objetivo móvil con un fusil de cerrojo y a 90-100 metros de distancia.  

 

Finalmente, observando detenidamente los fotogramas 310-314 de la película Zapruder, se ve perfectamente que el presidente, que ya ha recibido un tiro en el cuello, tiene la cabeza caída sobre el pecho y ligeramente vuelta hacia su esposa Jacqueline (izquierda) cuando recibe el tiro fatal en su parietal derecho; esto indica que Oswald, cien metros detrás, no tenía posición para conseguir ese blanco. Además, la cámara lenta muestra sin la menor duda que el impacto fatal que revienta la cara de Kennedy es frontal. La conclusión es que hubo más de un tirador, es decir, fue una conspiración.

 

Admitida la imposibilidad física de que el enigmático Oswald consiguiera tal proeza, la pregunta ahora sería, ¿quién fue, cómo y por qué? Lo único que parece seguro es que Oswald, él sólo, no perpetró el asesinato. Tal vez estuviera implicado (probable), pero es imposible que un solo tirador hiciera esos blancos perfectos en aquellas condiciones y tirando desde el mismo lugar. Por tanto, de momento y hasta dentro de unos cuantos años, habrá que conformarse con hipótesis.

 

CARLOS DEL RIEGO

 

martes, 17 de octubre de 2023

KEITH RICHARDS CONTRA TODOS SUS COLEGAS… MENOS UNO

 


 Han pasado muchos años, pero Keith, el crápula más veterano, 
sigue siendo un bocazas

El veterano guitarrista se convertirá en octogenario en un par de meses…, aunque nunca se sabe, puesto que a lo largo de su vida ha estado al borde de la muerte un montón de veces. De todas formas, durante su extensa carrera artística ha tenido tiempo de ser músico y escribir un montón de títulos para el recuerdo, de meterse ‘pal’ cuerpo kilos y kilos de todo tipo de sustancias, de beberse hasta el agua de los floreros…, y también de despreciar y burlarse de muchos de sus colegas. Keith Richards, un rocker sin freno 

 

Desde hace décadas, Richards ha mostrado una actitud muy rockera, incluso muy punk, cuando se ha referido a sus colegas (a muchos otros ajenos a la música también les ha ‘cantado alabanzas’). Así, desde leyendas del rock clásico (sus contemporáneos) hasta estrellas del pop de moda, pocos se han librado de la lengua viperina y desbocada de Keith Richards. Por otro lado, pocas veces expresó su admiración y dirigió sus elogios a otros músicos, con una enorme excepción…

 

Por empezar con los que, como él, estaban en el lugar oportuno en los años sesenta, Led Zeppelin. Dijo en 1969: “La voz del tipo que canta empezó a ponerme de los nervios. Creo que es demasiado acrobático”. ¿Qué querría decir?, ¿cómo relacionaría su castigado cerebro el tono de voz y la acrobacia?

 

Otro casi de su quinta, Bob Dylan (un par de años mayor) tampoco se libró de los desprecios del Rolling Stones, quien en 2014 declaró: “Bob es un pequeño cabrón desagradable. Recuerdo cuando un día me dijo: Yo podría haber escrito 'Satisfaction', Keith, pero tú no podrías haber escrito 'Desolation Row'. Yo me limité a responder: 'Vale, tienes razón, Bob!”. En realidad, tal para cual.

 

Evidentemente, su enemigo íntimo, Mick Jagger, no se ha librado de los dislates borrachos y ‘colocaos’ de Keith. En su libro ‘Vida’ gasta muchas líneas para atizar a su compi, sobre todo cuando se refiere a sus proyectos en solitario: "Me pareció que realmente Mick se había descarrilado... No puedo recordar todas las burlas, comentarios e insultos que le solté: ‘Disco Boy’, ‘Jagger Little Jerk Off Band’ (o sea, La pequeña banda de idiotas de Jagger). Bueno, me pregunto ¿por qué no se une a Aerosmith?". Amigos para siempre.

 

A pesar de que siempre declararon ser amigos, los Beatles fueron objeto varias veces de sus vulgares dardos dialécticos; así, sobre el álbum ‘Sgt. Pepper’ se atrevió a croar en 2015: “Es una mezcolanza de basura. No hay muchas raíces en esa música. Creo que se dejaron llevar y salió eso”. La envidia suele oscurecer el pensamiento y cegar la razón. Pero el tío no se quedó contento con ello, así que volvió a cargar: “Las chicas cansaron a esos tipos. Dejaron de viajar en 1966, o sea, ya habían terminado”. Estúpida e incomprensible reflexión, puesto que un guitarrista de rock debería saber que lo peor que puede suceder en un concierto es que no te oigas a ti mismo, ni tu voz ni tu guitarra, y eso es precisamente lo que obligó a los Beatles a dejar de tocar en vivo: el permanente griterío que les impedía oírse; por eso dejaron el directo. 

 

Incluso una banda tan querida y añorada como los Creedence Clearwater Revival fue despreciada por el duro ‘stone’. Aun corría el año 1969 cuando se dejó soltar: “El día que escuché a los Creedence por primera vez quedé realmente noqueado. Pero muy pronto, muy rápidamente me aburrí de ellos. Son tan básicos y simples… lo suyo es demasiado fácil”. Claro, las partituras (es un decir) que él escribía son más complejas que una sinfonía…

 

El mismo 1969 rajó contra los Bee Gees, y eso que aun faltaban años para las fiebres nocturnas sabatinas: “Bueno, están bien en su pequeño mundo de fantasía. ¿Cuántos trajes tienen? Son cosas de niños, ¿no?”. Y también reprochó a The Band (que fue el grupo que acompañó a Dylan) que sonaran tan bien: “The Band eran muy estrictos, sonaban nota por nota como en sus discos. Parecía que no tenían vida por sí mismos”.

 

Bandas posteriores también merecieron que Keith se fijara en ellas. En Guns N' Roses sólo vio copias: “Su aspecto indica que han copiado a otros; uno es como Jimmy Page, otro es igual que Ron Wood…, demasiado imitador, demasiadas poses”, dijo en 1988. Sobre los Sex Pistols tenía una postura muy clara: “Desprecio absolutamente a esos idiotas”. Y aún más clara acerca de Oasis: “Son una mierda”. Finalmente tampoco dejó de arremeter contra el rap: “No me gusta que la gente me grite esto o aquello, cómo pensar o qué música escuchar”.

 

No en todos, pero parece que hay algo de envidia disuelta en tanta inquina.

 

Pero una vez, seguro que en un arrebato de lucidez y sinceridad, Keith Richards se refirió a Paco de Lucía con veneración, con un respeto reverencial y admirado: “A veces me han dicho que yo soy una leyenda de la guitarra. No tienen ni p… idea. Sólo hay dos o tres guitarristas de leyenda. Y muy por encima de todo guitarrista, Paco de Lucía”. En esto no hay la menor duda.

 

CARLOS DEL RIEGO

 

jueves, 12 de octubre de 2023

LA LEY DEL TALIÓN: ALGUNAS TERRIBLES VENGANZAS DE LA HISTORIA

 


Las víctimas de Auschwitz fueron vengadas con la ejecución del jefe del campo,

 Rudolf Höss

Como viene sucediendo periódicamente desde hace muchas décadas, tras un tiempo en aparente y tensa calma, la violencia más extrema y brutal ha regresado a Israel y Palestina. Así, después del ataque palestino viene la represalia, la revancha, la venganza israelí. La Historia está abarrotada de episodios de venganzas terribles y crudelísimas en las que quienes fueron agresores terminaron como víctimas

 

La Ley del Talión se resume en aquello de ‘ojo por ojo y diente por diente’, y apareció escrita por primera vez en el Código de Hammurabi, datado en el año 1750 a d C. En realidad, la Ley del Talión fue un gran avance, puesto que hasta ese momento, si a uno le robaban una cabra podía ir a casa del ladrón, matar a todo el mundo y llevarse sus rebaños; desde que se promulgó ese Código, sólo se podía cobrar una venganza proporcionada: si te sacó un ojo podrás sacarle otro, pero no los dos. Sin duda fue un gran avance. El pueblo judío ha tirado muchas veces de aquella ley durante el último siglo, tal y como se demuestra en la situación actual y como se ha demostrado en otras parecidas del pasado. Es decir, los israelíes recurren a la venganza, y no sólo contra los palestinos (término que viene de philistin, filisteo), aunque lo cierto que es que no hay territorio o país sin sus abundantes episodios de venganza.

 

La hija del rey de los celtas icenos de Britania en el año 60 después de Cristo se llamaba Boudica. Al morir su padre, los romanos rompieron todos los pactos y atacaron, quemaron, masacraron y se llevaron a los supervivientes como esclavos; Boudica fue azotada y violadas sus hijas en su presencia. Pero la dejaron viva y ella se tomó cumplida venganza. Según los romanos "era alta y terrible, con pelo rojo que le llegaba a las caderas". Al frente de las hordas celtas, Boudica tomó una ciudad ocupada por romanos y mató a todo bicho viviente, derrotó a las tropas que iban en su auxilio y luego se dirigió a Londinium (Londres), no dejando piedra sobre piedra ni habitante vivo. Fue derrotada finalmente, pero antes de caer en manos romanas se envenenó. El orgullo romano vio con vergüenza que sus legiones fueran derrotadas por una mujer, una matrona. En total, dicen los historiadores que acabó con alrededor de 80.000 romanos. Sí, la venganza de Boudica fue terrible. 

 

Hacia el año 85 a d C., el joven Julio César fue capturado por los piratas. Tras pagarse el rescate fue liberado. Pero el militar, político y escritor romano no se conformó con la libertad. Así, armó una potente flota y se echó al Mediterráneo a la búsqueda de los piratas que lo habían capturado. Los encontró, los derrotó y a los supervivientes los degolló y, a la mayoría, los crucificó. Venganza sin piedad.

 

Otra mujer que ejecutó su venganza del modo más aterrador fue la infanta de León Sancha Adefónsez (hija de Alfonso V de León). Corría el año 1029. Doña Sancha (tendría 15 años) iba a casarse con el noble castellano García Sánchez (de 19 años), quien fue a León a reunirse con su futura. Pero otros nobles rivales, los Vela, lo asesinaron delante de ella y huyeron. Aliada con el rey de Navarra (Sancho el Mayor), doña Sancha pidió que le llevaran vivo a al menos uno de los asesinos. Las tropas navarras y leonesas acorralaron a los Vela y sus partidarios en un castillo y los mataron a todos menos a uno. Los godos (y las godas) eran un pueblo muy sanguinario, y doña Sancha era goda. Cuando el asesino de su novio fue llevado a su presencia, ordenó que le sacaran los ojos y la lengua, le cortaran manos y pies y, lo que quedaba, fuera arrastrado por las calles hasta que aquello se convirtió en una masa sanguinolenta. El espíritu violento y sanguinario de los godos se materializó en la venganza de Sancha de León.

 

Hace unos 500 años, hacia 1520, Hernán Cortés y unos cuantos españoles se aventuraban por tierras absolutamente desconocidas para los europeos. Pronto comprobaron que los aztecas (o mexicas) dominaban de modo sangriento a todos los pueblos de la zona. Los tlascaletas, totonacas, tarascos… odiaban a muerte a sus opresores aztecas, por lo que se aliaron incondicionalmente con Cortés. Españoles y tlascaltecas llegaron al pueblo de Chulula, cuyos habitantes los recibieron cordialmente, pero españoles y tlascaltecas pronto se enteraron de que planeaban acabar con ellos, así que hubo represalias. Los tlascaltecas empezaron a matar a diestro y siniestro, sin piedad, al estilo precolombino; Díaz del Castillo (testigo ocular) cuenta: “harto trabajo tuvimos los españoles en evitar que los mataran a todos”. Venganza de un pueblo oprimido, sacrificado y devorado durante siglos. Tanto odiaban a los mexicas.

 

Cuando el ejército estadounidense liberó el campo de concentración de Dachau en 1945, comprobaron por sí mismos el horror que allí había tenido lugar. Espantados, agruparon a los SS que custodiaban el campo y entregaron armas a los supervivientes, que no tuvieron piedad con sus verdugos nazis; con ametralladoras o pistolas, con martillos o palos, incluso con las manos desnudas los masacraron a todos, los despedazaron, los redujeron a picadillo… Los presos se cobraron su terrible y cruel venganza con

los crueles y terribles nazis.

 

Y volviendo a los judíos. Como se narra en la película ‘Munich’ de Spielberg, el gobierno Israelí aplicó la Ley del Talión a los que perpetraron, ayudaron o financiaron los atentados contra el equipo olímpico israelí en los Juegos de Munich 1972. Así, recorrieron medio mundo buscando a quien tuvo que ver (o fuera sospechoso) con los asesinatos de la villa olímpica, y de un modo u otro, acabaron con todos ellos. Ojo por ojo.

 

Son apenas unas gotas en el mar de las venganzas que el mundo ha visto. Y tal parece que va a seguir viendo.

 

CARLOS DEL RIEGO

 


lunes, 9 de octubre de 2023

CANCIONES QUE LENNON Y McCARTNEY ESCRIBIERON PARA OTROS


John y Paul escribieron el primer éxito de sus 'rivales' Rolling Stones

La firma Lennon-McCartney produjo canciones eternas, fue muy prolífica, innovadora, atrevida y muchas veces genial. Esto es indiscutible, sobre todo teniendo en cuenta su producción artística para los Beatles. Pero es que esos dos tipos también tuvieron tiempo para componer para otros artistas, casi siempre juntos, pero una vez separada su banda también cada uno por su cuenta. Y mucho de lo que hicieron para otros alcanzó el éxito

 

Lo más difícil de la música es idearla, crearla. Por eso el compositor es quien siempre se lleva su parte de las ventas, cante quien cante. John Lennon y Paul McCartney están acreditados como autores con enorme talento, algo que demostraron con sus canciones para Beatles, con sus discos en solitario y con las cesiones de partituras a diversos cantantes.

 

John y Paul estaban en su máximo de creatividad juvenil durante los sesenta, por lo que no puede extrañar que tuvieran tiempo para escribir para otros, incluso para sus ‘rivales’ los Rolling Stones. En 1963 Jagger y compañía buscaban desesperadamente material nuevo para grabar. Un día coincidieron en el estudio con Paul y John, que se enteraron de sus necesidades y les ofrecieron ‘I wanna be your man’; sin embargo, no estaba terminada y la discográfica tenía prisa, así que los dos Beatles se fueron a una habitación aparte y, un rato después, volvieron con el tema terminado. Fue el primer éxito de los Stones. Muy poco después la grabaron también Beatles con Ringo como solista.

 

Billy J. Kramer & The Dakotas fueron de los grupos con sonido más característico de la década. John y Paul les cedieron en 1963 ‘Bad to me’, con la que Billy y su grupo alcanzaron el número uno. En realidad casi todo es de John, aunque Paul le dio el ese toque de encanto que tan bien funcionaba. La cara B del single también era de dúo, ‘I call your name’, pero a Jhon no le gustó el arreglo y el año siguiente los Beatles hicieron su propia versión. Curiosamente, Billy J Krammer & The Dakotas compitieron duramente en las listas de éxitos con los Beatles (además, sonaban como ellos). El productor de todo fue… sí, Georges Martin. También cedieron al grupo de Billy J el tema ‘I´ll keep your satisfied’ (más de Paul que de Jhon) con el que alcanzaron el número 4 en Inglaterra en 1963.

 

Los jovenzuelos autores de Liverpool escribieron en 1964 el tema ‘It´s for you’ para la cantante melódica Cilla Black, la cual consiguió entrar en el top 10 de Inglaterra. En el estudio, Paul y John explicaron cómo había que grabarla, Cilla dio su opinión, pero el tema se hizo como los autores decían…, con la supervisión del mago Georges Martin.

 

Badfinger (un grupo señalado por la tragedia) fueron algo así como unos protegidos de los Bealtes. En 1969 Paul grabó él sólo el tema ‘Come & get it’, sin embargo, esa grabación no vio la luz hasta 1966 en el recopilatorio ‘Anthology 3’ de los Beatles. Pero en enero del 70 salió la versión de Badfinger que, producida por el propio Paul, subió hasta el puesto número 7 en EE UU y el 4 en Inglaterra.

 

Tras la desbandada del cuarteto, uno y otro siguieron trabajando. Así, Paul se encontró con otro gran autor, Elvis Costello, con quien escribió unas cuantas canciones como ‘So like candy’ y ‘Playboy to a man’ para los discos de Costello o ‘My brave face’ y ‘You want her too’ para los suyos. Pero el tema más brillante salido de esta colaboración fue el primero que hicieron juntos, ‘Veronica’, que publico Costello en 1989. Inspirada en su abuela, habla de una anciana que vive en un asilo de ancianos tranquilamente, pero perdiendo la memoria día a día. La letra tiene conexión con el ‘Eleanor Rigby’ de los Beatles y, sin duda, un tanto de la magia de los de Liverpool. 

 

Por su parte, John se juntó a David Bowie en 1975 para dar vida al potente tema funk ‘Fame’; fue compuesta y grabada por John, Bowie y el guitarrista Carlos Alomar. Apareció en el álbum ‘Young americans’, con el que Bowie logró su primer número 1 de en EEUU. Después, John se retiró durante unos años. Pero poco antes, en marzo de ese mismo 1975 escribió el tema ‘Move over Ms. L’ para el único disco de Keith Moon (The Who) en solitario, ‘Two sides of the Moon’. Casi a la vez, en marzo de ese año, Lennon hizo su propia versión del tema y lo incluyó como cara B en su single ‘Stand by me’. La versión de Moon fue desastrosa, con él mismo y los músicos colocaos y borrachos hasta las cachas…

 

El tándem Leenon-McCartney produjo muchas otras canciones para artistas diversos y casi siempre con éxito (Peter & Gordon, Ringo Starr, Fourmost, P.J. Proby, Harry Nilsson…). Por no hablar de las abundantes y sonadas colaboraciones con otros grandes. Es evidente, en fin, que ese cerebro creativo ubicado en dos cabezas fue algo excepcional, irrepetible.

 

CARLOS DEL RIEGO

 


miércoles, 4 de octubre de 2023

EL AMOR MÁS PROHIBIDO, PELIGROS E IMPOSIBLE: UNA NAZI Y UNA JUDÍA

 

Felice y Lilly pocas horas antes de que la Gestapo detuviera a la primera
Felice besa apasionadamente a Lily durante su última escapada romántica

La Historia ofrece abundantes casos de relaciones amorosas inverosímiles, increíbles, pero la que protagonizaron en la Alemania nazi una mujer casada con un soldado de la Wehrmacht y con cuatro hijos y una joven judía, parece el colmo de lo imposible. Pero sucedió en el peor escenario posible, durante el apogeo de los nazis; duró año y medio entre 1942 y 1944

 

Elisabeth Wust era una madre aria que a sus 29 años satisfacía al régimen: estaba casada con un soldado destinado en el frente ruso, había dado cuatro hijos a la patria y apoyaba sin reservas las ideas y acciones del führer. Una mujer ejemplar para aquella sociedad. La niñera, Ulla Schaaf, era una alemana que odiaba el nazismo, simpatizaba con el comunismo y acogía y protegía a los judíos, pero tuvo que ponerse al servicio de una familia cuya casa mostraba varios retratos de Hitler. Elisabeth, Lilly, aunque no era especialmente antisemita, sí que se dejó penetrar por esas ideas, tanto que un día le dijo a la niñera que sería capaz de oler a los judíos. Entonces, al regresar a su casa, Ulla le contó esa conversación a una judía que ella escondía, Felice Schragenheim, y entre las dos idearon un plan para poner a prueba las dotes de detección de semitas de Lilly.

 

Así, la niñera Ulla y su clandestina huésped Felice se reunieron con Lilly en un café, a finales de 1942. El entendimiento, la química, el flechazo entre la mujer aria y la judía fue instantáneo, pues ésta era encantadora, inteligente y culta. De la amistad pasaron a una relación más intensa e íntima. Lilly se divorció de su marido y Felice se mudó a su casa. Muchos años después, Elisabeth dijo que no sabía de su tendencia homosexual, pero sí reconoció que le gustaba mirar a las mujeres atractivas. También explicó que su primer orgasmo, a pesar de los cuatro hijos, lo obtuvo con Felice.

 

Así vivieron unos cuantos meses. Lilly decía a todo el mundo que su amante era una prima que se había trasladado a Berlín a causa de la guerra; a nadie extrañaba que estuvieran siempre juntas, pues apenas había hombres jóvenes por las calles y era normal que las mujeres pasearan o bailaran juntas. Pero Felice se iba de casa sin decir a dónde y sin explicar a qué se dedicaba, de modo que Lilly empezó a sospechar que había algo, que pasaba algo. Una noche preguntó, insistió y prometió que su amor no se vería afectado por lo que le dijera. Entonces Felice le reveló su secreto: “Soy judía”. Tras la primera impresión, Lilly le dijo que ahora todo estaba bien y ambas se fundieron en un abrazo.

 

Ambas acodaron que lo mejor era que Lilly no supiera nada de las actividades de Felice (proporcionaba documentos, buscaba escondites u organizaba fugas para judíos). Sin duda, la joven hebrea vivía en permanente peligro, una angustia que su pareja compartía.

 

En agosto de 1944 se fueron a bañar a un río, se hicieron unas fotos y volvieron a casa. Pero allí estaban los negros uniformes de la Gestapo con una foto de Felice. Alguien la había denunciado. En menos de un mes estaba camino del campo de concentración de Therensienstadt, de  ahí pasó a Auschwitz y finalmente a Bergen Belsen, de donde desapareció sin dejar rastro; fue una de los millones de personas que se ‘desvanecieron’ durante la locura nazi.

 

“Con Felice me sentía viva, libre, feliz, era otra persona. Aquel año y medio con ella fue un regalo. Nunca la olvidaré”, declaró Lilly a la BBC a finales del siglo pasado. El suyo fue un amor imposible. Lilly estaba conculcando todos los preceptos de los nazis: una mujer aria que tenía que dar hijos y servir a la patria, mantenía relaciones lésbicas, y peor aún, su amante era judía. Todo esto en una sociedad tan reaccionaria y retrógrada como la nazi era algo inimaginable, el mayor cúmulo de perversiones que podían perpetrarse y que suponían la vergüenza, el descrédito, el aislamiento y, seguro, la cárcel. Felice, por su parte, sabía que mantener esa relación con una mujer y además aria, era una doble sentencia de muerte: por judía y por homosexual.

 

Pocas veces muestra la Historia una relación amorosa tan impensable, tan imposible. Duró dieciocho meses y terminó, como era de esperar, del modo más trágico. En todo caso, es evidente que el amor superó las más inabordables barreras en el peor escenario posible.

 

CARLOS DEL RIEGO