OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 22 de junio de 2022

LA ESTUPIDEZ IDEOLÓGICA Y TOTALITARIA A LA QUE LLAMAN CORRECCIÓN POLÍTICA


Para interpretar a un enfermo terminal debieron contar con un verdadero moribundo, según la ideología de la corrección ignorante

El célebre actor estadounidense Tom Hanks ha declarado que hoy no se hubiera atrevido a encarnar a un homosexual, como hizo en la película ‘Philadelphia’, porque ese papel debería estar reservado a homosexuales. Es otra muestra más de que la corrección política se está transformando en pura inquisición, en una censura violenta y totalitaria que, seguro, no se quedará ahí, sino que irá robando más y más libertades. Es una especie de pandemia

Ya hace tiempo que los adalides de la corrección política se han convertido en activos miembros de la Inquisición a la caza de de herejes y herejías y, en fin, a todo el que se salga de los cánones que impone su ideología, para señalarlos, juzgarlos y condenarlos. Y lo peor es que este maremoto de represión se lleva por delante la inteligencia, la razón, la realidad, como demuestra el hecho de que el propio actor Tom Hanks se autocensura y se incapacita a sí mismo para interpretar un personaje.

Ahora resulta que, en el cine o el teatro, sólo puede hacer de homosexual alguien que realmente lo sea…, y eso que en el cine o en el teatro nadie hace de sí mismo (salvo casos excepcionales y muy concretos), es decir, ningún actor es pistolero del oeste, ni legionario romano, ni mafioso. Sin embargo, la nueva corriente exige que el papel de homosexual sólo pueda interpretarlo un homosexual; ¿habría que demonizar a Rock Hudson por hacer papeles de galán hetero siendo homosexual? Lo que pretende esta corriente totalitaria es que el actor sólo pueda interpretar lo que es, de igual modo que en el cine el caballo, el perro o el gato sólo hacen de caballos, perros y gatos. Esta corriente es la misma que exige que los libros de una poetisa negra y activista sólo puedan ser traducidos por una mujer negra y activista (lo que no exigen es que sus libros sólo los compren y los lean mujeres, negras y activistas), y que la música o la ropa de esta o aquella cultura no pueda ser escuchada o vestida por quienes no pertenezcan a esa cultura.   

Pronto se insultará y se tratará de cancelar a los músicos blancos que se atrevan a hacer una versión de una canción de un músico negro, hindú o sudamericano, o incluso a los blancos que osen hacer música funk, soul o blues. Se acerca el momento en que una película y su director sean acosados y acusados porque los actores (incluyendo extras y figurantes) no sean de la etnia a la que están interpretando, o porque haya católicos figurando ser protestantes o viceversa, o que cristianos hagan de musulmanes, o que alguien sobrio interprete a un borracho, o que un diestro interprete a un zurdo… Y después habrá quien se escandalice y se rasgue las vestiduras cuando un escritor blanco fije la acción de su obra en una tribu de África, en una población esquimal o en una cárcel de mujeres. Es la misma corriente de ‘pensamiento’ ignorante que tienen los que censuran y modifican títulos, pasajes y términos de una novela escrita hace décadas o siglos para adecuarla a la ideología del momento. Igual que los que dicen que eran machistas Platón y Aristóteles (¿).       

Incomprensiblemente siempre hay criaturas buscando qué y a quién censurar, puesto que se sienten posesores de la única verdad, de la única postura admisible y, por tanto, legitimados para juzgar y condenar a todo el que se atreva a pensar, hacer o decir cualquier cosa que discuta esa única verdad posible. Sorprendente es, por otro lado, que estas criaturas que se desviven por corregir y llevar al único camino aceptable a los demás, sean las primeras que abominan y echan pestes de la Inquisición medieval y de la censura de las dictaduras, siendo que ellos repiten con exactitud aquella forma de ‘pensar’.

Volviendo a la peli de Tom Hanks, ¿para las escenas en que el protagonista está terminal debieron contratar a alguien en ese estado?

En fin, esa sensación de sentirse moralmente tan superior como para perseguir al discrepante (que es la que experimentaron los miembros de la Gestapo o el KGB) debe enganchar más que la heroína.

CARLOS DEL RIEGO

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