OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 9 de marzo de 2022

MUJERES DE ARMAS TOMAR, GUERRERAS O BANDOLERAS

 

Belle Starr, más rápida a caballo que cualquier hombre, siempre montando de lado y con la artillería a la vista
Dibujo de Tillac para la autobiografía de Catalina Erauso, la Monja Alférez, en el que ella explica la acción


Ya hace mucho que dejó de tener sentido aquello de ‘el sexo débil’, puesto que sólo los más tontos siguen creyéndose el tópico. De hecho, no son pocas las mujeres que se vieron en la necesidad de tirar de espada o pistola y demostraron tener tanto arrojo, decisión y sangre fría como cualquier maromo. Se podría bucear en la Historia y llegar a la época del Imperio Romano, aunque por ahí hay más leyenda que historia; en los últimos cinco siglos, sin embargo, están documentadas las andanzas de algunas mujeres de armas tomar

Seguramente hay féminas heroicas en los anales de cualquier país. En la vieja Hispania algunos nombres de mujer han pasado a los libros de Historia por sus hazañas bélicas, destreza con las armas, valentía en batalla e incluso por haber superado a los hombres en la lucha. Además, merece recordarse a algunas chicas del viejo (y mitificado) oeste americano que también se las vieron ante chulos y pistoleros, y les dieron su merecido.

Al lado de los Reyes Católicos luchó la leonesa conocida como la Dama de Arintero, Juana García. Para complacer a su padre, que no tenía hijos para el ejército de Isabel y Fernando, Juana se vistió y equipó como cualquier soldado y se fue a la batalla con el nombre de Caballero Oliveros. Destacó por su valentía y manejo de la espada en la batalla de Toro (1478), donde fue herida y se destapó el engaño. El Rey la premió con varios privilegios.

La sevillana María de Estrada se hizo famosa por su participación en no pocos combates como integrante de las tropas de Hernán Cortés; sus compañeros contaban cómo daba espadazos a diestro y siniestro en batallas como la de ‘la Noche triste’ o la de Otumba. Y venció a Pánfilo de Narváez en un de un duelo cara a cara. Cuentan los cronistas que cuando Cortés quiso dejarla en retaguardia ella le dijo: “¡Donde ellos mueran moriremos nosotras!” 

La Monja Alférez, Catalina de Erauso, nunca profesó (escapó con 11 años del convento), aunque sí alcanzó el grado de alférez. Se vistió de hombre, vagó por España y se embarcó  a sus 13 primaveras (en 1605) para América. Dura y resistente a cualquier penalidad, fue habilísima esgrimista ‘llamándose’ Francisco de Loyola o Pedro de Orive. Tomó parte en diversas campañas en Sudamérica, haciéndose famoso con el nombre de Alonso Díaz Ramírez de Guzmán como soldado, jugador, pendenciero y de espada fácil. Mató a indios en batalla y a españoles en duelos y trifulcas de todo tipo, y a más de uno le marcó la cara con cuchillo. En cierta ocasión jugaba una partida en una taberna cuando, tras una buena mano, un matón le birló las monedas de la mesa; don Alonso no dijo nada pero preparó su puñal, de modo que cuando el truhán quiso repetir la jugada ella le clavó la mano contra la mesa; a la salida no tuvo más remedio que atravesarlo. Fue perseguido por la justicia, pero cuando tres alguaciles lo reconocieron y le exigieron rendición, dijo que tendrían que rendirlo luchando, y tal era su fama que los tres rehuyeron el combate y se marcharon al galope. Al saberse que el alférez Alonso de Guzmán era mujer todos quisieron conocerla, desde el Rey hasta el Papa.

En el oeste americano también hubo algunas señoras y señoritas que echaron mano del revólver o el rifle para medirse a quien fuera, sobre todo si era hombre. Merecerían mucha más atención del ‘cine del oeste’, pues sus trayectorias vitales no tienen nada que envidiar a los pistoleros famosos.

Asombra la vida de Mary Fields, esclava liberada tras la Guerra Civil de EEUU. En 1895 logró ser contratada para escoltar diligencias (le llegaron a llamar Stagecoach Mary, Diligencia Mary), ella, mujer y negra. Vestía de hombre, su carácter era bastante agrio, tenía muy malas pulgas, bebía lo suyo, portaba revólver y rifle y disparaba muy rápido. Los bandidos y atracadores nunca se atrevieron a asaltar una diligencia custodiada por Mary Fields.

También nació esclava Cathay Williams, la primera mujer negra en alistarse en el ejército de la Unión (en 1866); bajo el nombre de William Cathay, tomó parte en diversas escaramuzas sin levantar sospechas. Al acabar la guerra se casó, pero su marido le robó todo lo que tenía.

Belle Starr fue conocida como la ‘Reina de los bandidos’. Nacida en 1848, desde muy joven se mezcló con atracadores y pistoleros de la peor calaña, especializándose en el robo de caballos. Aguantaba la bebida más que cualquier hombre y era invencible a caballo, y eso que siempre montaba de lado. Se sabe que se vio obligada a poner su colt en las narices de algunos que quisieron sobrepasarse, y seguro que más de una vez apretó el gatillo. Planeaba los robos, se encargaba de los sobornos, escondía los botines…, era la Reina de los bandidos y siempre iba de punta en blanco. Fue asesinada en 1889 sin que nunca se supiera quién y por qué.

Annie Oakley no fue una criminal, sino una tiradora de primera categoría. Con sólo 15 años venció a un tirador profesional (de espectáculo, no pistolero). Se integró en el ‘Wild West’ de Buffalo Bill, realizó exhibiciones de puntería con revólver o rifle por medio mundo, y clamó por la presencia de mujeres en el ejército. Incluso en 1898 se ofreció al presidente McKinley para combatir en la guerra contra los españoles.

Pearl Hart era una gran tiradora y siempre será recordada por haber perpetrado los últimos asaltos a diligencias de que se tiene constancia; en el último, en 1899  junto a un tal Bolt, se llevó unos 500 dólares de los pasajeros y sus armas. Fue capturada y pasó unos años en la cárcel; dicen que al salir cambió de nombre y entró en el espectáculo de Buffalo Bill.

Eleanor Dumont se ganó merecida fama de jugadora en la California de mediados del siglo XIX. Luego abrió su propio ‘saloon’, donde era muy estricta con el aspecto de sus clientes, pues prohibió que nadie entrada desaliñado o sucio. Ganó mucho, se compró un rancho y ganado, pero se enamoró y se casó con un embaucador, un estafador que, lógicamente, le robó todo y la dejó sólo con las deudas. Eleanor lo persiguió, lo encontró y lo mató de dos tiros con su escopeta. Finalmente, agobiada por las deudas, se suicidó. 

Laura Bullion era hija de un nativo que atracaba bancos. Trabajaba como prostituta hasta que pensó que era mejor irse con una pandilla de bandidos, así que se unió a la ‘Wild bunch’ de Buch Cassidy y Sundance Kid. Ayudaba en los atracos, falsificaba cheques, vendía lo robado…

Hay más, muchas más mujeres que tomaron las armas y se comportaron igual que el más temido pistolero o el más valiente soldado (Calamity Jane, Rose Dunn, Agustina de Aragón), y seguro que hay otras sin constancia histórica.

CARLOS DEL RIEGO

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