Tanques, cañones o blindados hinchables formaban parte del el 'ejército fantasma' británico, que confundió y retrasó a los nazis.
Hace ochenta años Europa estaba, como
hoy (III-2022), en guerra, aunque la situación era entonces muy distinta,
claro, pues los frentes estaban prácticamente en todos los países. Los grandes
hechos de armas de la II Guerra Mundial son más que conocidos, sin embargo,
aquellos seis años proporcionaron muchos otros sucesos que apenas tienen
presencia en los libros a pesar de que tuvieron importantes consecuencias
La guerra no sólo se gana en el campo de
batalla, no sólo con enormes ejércitos, las armas más potentes y una fuente
inagotable de provisiones. Esto es algo que los grandes estrategas de la
Historia descubrieron hace muchos siglos. También tiene decisiva trascendencia
el engaño, el espionaje o el aprovechamiento de los recursos, como demuestran
algunos hechos sucedidos en la II Guerra Mundial tan decisivos como
desconocidos.
El señuelo, la artimaña y la información
falsa jugaron un papel decisivo durante el conflicto. El Ejército Británico
contaba con una sección conocida como Tropas Especiales del Cuartel General 23,
aunque para abreviar le llamaban ‘El ejército fantasma’. Entre sus actividades
estaba la transmisión de noticias falsas y engañosas y los famosos tanques y
cañones hinchables que, desde el aire o a distancia, no se distinguían de los
auténticos. Esta sección tan especial avanzaba como un ejército enorme y muy
bien armado, a pesar de que lo más pesado que tenía eran ametralladoras. El 23,
al ser tan pequeño y ligero, se desplazaba con gran velocidad, pero a ojos de
los alemanes eran varias divisiones motorizadas con tanques y cañones de gran
calibre, por lo que en varias ocasiones consiguieron detener el avance alemán
antes de que comenzara, manteniendo inmovilizados grandes contingentes enemigos
de tropas y suministros. ‘El ejército fantasma’ tenía cuatro departamentos; el
‘Camuflaje 603’ suministraba aviones, artillería, blindados, camiones, tanques…
de plástico, hinchables, que daban muy bien el pego; el ‘Signal Service’
proporcionaba efectos de sonido que se complementaban con los hinchables; la
‘406 Compañía’ se encargaba de buscar y preparar emplazamientos y de la
seguridad, incluyendo los parches y distintivos de este ejército para confundir
a los espías; y la ‘Signal Special’, que emitía constantemente y por varias
frecuencias mensajes y noticias falsas. Como puede deducirse, la guerra no se
ganó sólo con potencia militar.
Poco se habla del 588 Regimiento de
Bombarderos Nocturnos de Mujeres de la Unión Soviética. Estas arrojadas
aeronautas pilotaban obsoletos biplanos Polikarpov Po-2, hechos de lona y
madera en la década de 1920; les llamaban los ‘ataúdes voladores’, ya que al
mínimo balazo estallaban en llamas y como no disponían de paracaídas… Además,
estos aviones volaban muy bajo, por lo que sus ataques debían ser siempre
nocturnos, y apenas alcanzaban los 140 por hora; la cabina estaba abierta, por
lo que las valientes pilotos debieron pasar muchísimo frío y aguantar todos los
elementos. Su armamento se limitaba a una bomba bajo cada ala y carecían de
cualquier instrumento de navegación, por lo que en lugar de altímetros,
velocímetros o chivatos de combustible tenían que apañárselas con lápices,
relojes, linternas, brújulas, mapas… A pesar de todo, estas ‘brujas de la
noche’ (como las llamaban porque los aviones sólo volaban de noche y sonaban de
un modo especial) consiguieron lanzar más de 23.000 toneladas de bombas sobre
los nazis. Su única ventaja fue que al ser de madera y lona y volar bajo
escapaban de los radares. Sin duda, las chicas del 588 Regimiento de
Bombarderos los tenían bien puestos.
En septiembre de 2010 apareció muerta en
Torquay, en la costa suroeste de Inglaterra, una mujer de 89 años llamada Eileen
Nearne a la que nadie conocía, ni amigos ni familiares (sólo una sobrina que
vivía en Italia), por lo que se dispuso su entierro a cargo del municipio. Al
registrar sus pertenencias la policía se puso firme, pues se encontró con que
la olvidada mujer poseía varias condecoraciones de guerra, entre ellas la Cruz
de Guerra Francesa y la Orden del Imperio Británico. Al profundizar las
investigaciones se descubrió quién había sido aquella heroica mujer. Operó como
agente secreto del Servicio de Operaciones Especiales británico; tras su
entrenamiento, en 1944 fue lanzada en paracaídas sobre Francia (Eileen dominaba
perfectamente el francés), donde se puso en contacto con la resistencia,
organizó los grupos y redes y se mantuvo como enlace con sus jefes (con el
nombre en clave de Rose), proporcionando valiosas informaciones previas al
desembarco de Normandía. Participó en combates y, a causa de un accidente, fue
capturada por la policía alemana de ocupación y torturada, pero no le sacaron nada,
así que la mandaron a un campo de concentración. Finalmente Rose (también usó
los seudónimos de Jacqueline Duterte y Mademoiselle du Tort) consiguió evadirse
junto a otras dos mujeres; llegaron a Leipzig y allí fueron escondidas por un
cura hasta la llegada de los aliados. Al terminar la guerra se retiró, aunque
realizó algún viaje a Europa para recordar a los compañeros caídos. Usaba
peluca, solía hablar en francés y seguía haciéndose llamar Rose, por lo que
pasaba perfectamente desapercibida. Murió sola en su cuarto. Entonces todos
reconocieron su valor y su mérito.
CARLOS DEL RIEGO