OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 9 de febrero de 2022

¿SON LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE INVIERNO PEKÍN 2022 O LOS DE BERLÍN 1936?

 


Así es el desayuno, comida y cena de los atletas en cuarentena por el covid, que permanecen encerrados y aislados en habitaciones pequeñas, sucias y sin equipamiento

El poder de atracción de los Juegos Olímpicos es algo que los políticos y los gobiernos comprendieron hace mucho, sobre todo los dictatoriales, que los han  aprovechado para mostrar una falsa cara amable y abierta. Los gerifaltes del partido nazi utilizaron los Juegos de 1936 con fines políticos y propagandísticos, algo que están repitiendo punto por punto los gerifaltes del partido comunista chino 86 años después

Los juegos de Berlín 1936 habían sido otorgados a Berlín en 1931, menos de dos años antes de que Hitler tomara el poder. Pronto los máximos jefes e ideólogos del partido nazi (el NSDAP, Partido Nacional Socialista Obrero Alemán), vieron en los Juegos Olímpicos una oportunidad perfecta para presentar al mundo los logros y beneficios de su política e incluso la superioridad de la ‘raza alemana’. Con el ministro de propaganda Joseph Goebbels al frente, elaboraron un extenso plan para que nada les estropeara la maniobra; retiraron de la circulación a todo el que pudiera ser sospechoso de contradecir los postulados nazis, dieron instrucciones a la población para que fuera lo más amable posible con los atletas, periodistas y visitantes, cesaron los actos y propaganda antisemita, desapareció toda violencia callejera…; y para no tener que dar explicaciones por la ausencia de atletas judíos en el equipo alemán se falsearon sus resultados con el fin de que pareciera que habían sido descartados por motivos deportivos. Y había unanimidad en la prensa, pues todos los periódicos desafectos habían sido cerrados o incautados. Pero todo era una máscara, como pudo comprobarse muy poco después.

Alguien dijo que no es que la Historia se repita, pero sí que rima. Han pasado 86 años y los versos con que se escribe la Historia Olímpica riman a la perfección, sólo que el ´führer’ se llama Xi Jinping. Cuando se dieron los Juegos de Verano a Pekín en 2008 dijeron que eso serviría para que el gobierno de China comenzara a abrir el puño, que empezara a observar los derechos humanos, que diera a la población las libertades y derechos políticos y sociales de un estado libre, que desapareciera la censura y apareciera la libertad de expresión…

Pero los hechos han demostrado que nada de eso se ha producido, al contrario, según dicen las organizaciones internacionales los ‘centros de reeducación’ están abarrotados y cualquier posible disidente está fuera de circulación. Un buen ejemplo es la ex tenista Peng Shuai, que hace unos meses desveló haber sido violada por un ex ministro; desapareció y sólo aparece para desdecirse en sospechosas comparecencias, pero como cuentan quienes pasaron por los centros de detención, con total seguridad ‘ha sido sometida a tratamiento’, y su familia está retenida y amenazada, de modo que la ex jugadora no puede decir más que lo que le han dicho que diga. Podría hablarse del artista crítico Ai Weiwei, que fue acusado de subversión, evasión de impuestos, pornografía y cualquier cosa que se les ocurriera; después de torturarlo (sobre todo psicológicamente) y ante el clamor internacional, lo dejaron marchar, pero seguro que la familia que dejó en China vive bajo amenaza. ¿Y Li Wenglian, el médico que avisó del peligro del coronavirus, detenido bajo acusación de propagar falsos rumores?

Un evidente acto de propaganda fue el encendido del pebetero, que llevó a cabo un miembro de la etnia uigur; sin embargo, las organizaciones solidarias estiman que unos dos millones de uigures permanecen encarcelados en los ‘centros de reeducación’, donde se los trata con extrema crueldad y se procede incluso a su esterilización. Algunos supervivientes que han llegado a occidente declaran que continuamente les repiten: “ser uigur es un crimen, no son seres humanos”.

Los periodistas son vigilados continuamente e incluso ha habido casos en que los policías y comisarios chinos interrumpían las grabaciones; y las redes sociales (las que están abiertas) y canales de internet son supervisados permanentemente. Todo está bajo control del dictatorial gobierno. Y todo lo que se muestra al mundo es falso. Incluso la nieve es falsa.

La narración de Berlín 1936 rima con la de Pekín 2022. 

CARLOS DEL RIEGO

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