OPINIÓN

HISTORIA

jueves, 14 de octubre de 2021

LOS VIKINGOS EN LA RECONQUISTA Y OTRAS HISTORIAS CURIOSAS DE ESE PERÍODO

 


Quienes vivían en las zonas costeras de la península debieron quedarse aterrados al ver llegar las naves de los vikingos

El viaje de Colón le llevó poco más de un mes desde Canarias, mientras que en el mismo año se completaba, tras casi ocho siglos, lo que se conoce como Reconquista. Durante ese período de enfrentamiento permanente entre cristianos y musulmanes (casi toda la Edad Media), además de los grandes momentos y batallas se produjeron otros hechos de gran interés, como la llegada de un tercer contendiente, los vikingos, o como la aparición de la artillería en una guerra europea  

En el año 844 quienes vivían en las costas de Gijón debieron quedarse pasmados al ver llegar las naves vikingas. Desde ese momento y durante casi dos siglos los guerreros normandos atacaron las costas de la península, remontaron ríos, asolaron, mataron y quemaron ciudades tanto cristianas como musulmanas. O sea, la vieja Hispania fue campo de batalla para múltiples combatientes: los nobles cristianos se enfrentaban a otros nobles y a los reyes cristianos, los aristócratas sarracenos peleaban entre ellos y con sus emires, y a la vez había lucha permanente entre los de la cruz y los caldeos…, y por si no hubiera bastante ahora llegaban otros con ganas de sangre y fuego sin importar quién fuera el adversario. La vida debía ser dificililla para los hispanos de la Edad Media.

Los normandos bordearon toda la costa atlántica haciendo honor a su fama de guerreros sanguinarios y destructivos cada vez que tocaban tierra o remontaban un río. Aquel mismo año ascendieron el Guadalquivir y llegaron a Isbiliya, o sea, Sevilla. La tomaron, mataron a todo el que se les puso delante y se asentaron durante unos días. El emir de Córdoba Abderramán II organizó un ejército y los derrotó; unos mil quinientos normandos murieron en la batalla de Tablada (11-11-844) y los supervivientes capturados, casi otros quinientos, fueron ahorcados sin contemplaciones. Los vikingos que lograron llegar a sus naves (perdieron más de la mitad de su flota) y huir continuaron su ‘labor’ hacia el levante. Pero por extraño que parezca, algunos de aquellos nórdicos se quedaron por allí, prosperaron y se integraron. Debieron ser los primeros europeos del norte que prefirieron el sol andaluz al sol de medianoche de su tierra. Curioso es también que en algunas crónicas se insinúa que los cristianos avisaron a los caldeos de la amenaza vikinga que había llegado a Hispania.

Era la Edad Media y no existían conceptos como Derechos Humanos, Democracia o Convención de Ginebra. En el año 1228 los andalusíes estaban hartos de los rigores de los fanáticos almohades, que imponían su tiraría desde mediados del siglo anterior. Entonces se hizo con el poder en gran parte de Al Ándalus Ibn Hud, quien derrotó a los odiados almohades y los acusó de herejes: a los varones los decapitó, a los niños los pasó a cuchillo y a las mujeres las mutiló… Por ello fue muy querido por gran parte de los andalusíes… por un tiempo, puesto que perdió Córdoba (1236) y no le quedó más remedio que pagar tributo a los reyes cristianos (a Fernando III); Ibn Hud fue asesinado por uno de sus gobernadores en 1238. Ese era el modo normal de las cosas en la Edad Media. Y es estúpido y estéril juzgarlo.

En el año 1324 el castillo de Huéscar (en Granada) está en poder castellano, pero es asaltado por el emir Ismail en julio de ese año. Fue la primera vez que en una guerra europea se utilizaron cañones y pólvora. Según las crónicas árabes “un aparato imponente lanzaba bolaños de fuego (o bolas ardientes) que causaron en la torre el mismo efecto que los rayos del cielo”. El estruendo del disparo, el sonido y la visión de la bala en vuelo, el tremendo impacto, el ruido y la destrucción debieron aterrar a los que se protegían del ataque musulmán, tanto que sólo fue preciso un disparo, uno sólo, pues de inmediato los defensores se rindieron, apabullados por el poderío de la nueva maquinaria de guerra. Fue la primera vez que tal cosa se veía y escuchaba en Europa, aunque hasta un siglo y medio después no se convirtió en arma decisiva.

Sí, la Edad Media en la tantas veces codiciada e invadida Iberia fue riquísima en episodios, trascendentes o no tanto. Pero en Europa no se sabía demasiado de lo que pasaba por aquí. Las cosas empezaron a cambiar cuando, en 1063, condes y aristócratas de Borgoña, Aquitania, Normandía y del condado de Urgel asaltaron, sitiaron y tomaron la ciudad de Barbastro (Huesca); los defensores se rindieron, pero sin respetar la costumbre de perdonar la vida a los vencidos, los asaltantes mataron, violaron, torturaron, quemaron, destruyeron y, claro, saquearon; y el botín que los galos se llevaron asombró a toda Francia a pesar de que Barbastro no era un plaza muy importante. Desde entonces muchos caballeros de más allá de los Pirineos vinieron en busca de botín y fortuna.

Y también se supo en Europa de la situación en Spania gracias al Rey Alfonso VI de León y Castilla, que reinó desde 1065 hasta 1109; éste enviaba todos los años dos mil piezas de oro a Cluny, que era parte de las parias que le pagaban los reinos musulmanes que le eran tributarios. Con ese dinero se construyeron muchos monasterios cluniacenses, de modo que, agradecidos, los monjes decían misas dando gracias y nombrando a Alfonso, Rey de León, desde Escocia hasta Hungría.

En el resto de Europa los combatientes eran distintos, sin musulmanes, pero no había territorio exento de guerras y violencias.

CARLOS DEL RIEGO

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