OPINIÓN

HISTORIA

jueves, 9 de septiembre de 2021

EL NARCISISTA PESIMISTA, MANTENEDOR DE LA LEYENDA NEGRA

 


El narcisista pesimista piensa que sólo hace mal tiempo para él

¿Cuántas veces dicen a diario los españoles eso de “Esto sólo pasa en España”? Frases y expresiones similares se sueltan continuamente y en todo los ambientes con la intención de señalar que lo que sucede en la vieja Hispania es siempre malo, mucho peor que lo que hay en cualquier otro país. Alguien inventó para esta especie de español el término ‘narcisista pesimista’, que es quien se cree lo máximo incluso en lo malo

Sí, por estas tierras se escuchan frecuentemente afirmaciones del tipo de “¡Qué desastre, esto no hubiera ocurrido en otro país”, o “somos un país de charanga y pandereta!” Es el sentir de gran parte de los españoles, que han interiorizado ese convencimiento autoflagelante de que todo lo que ha surgido, sucedido o protagonizado su país es lo peor de lo peor. Para definir tal forma de pensar hubo quien acuñó la locución ‘narcisista pesimista’, la cual señala perfectamente a esa especie de ególatra que tiene que ser el más, aunque, como en este caso, sea proclamar la perversión absoluta de su propio país.      

Esta perversión de la realidad y la historia la pusieron en marcha algunos escritores, intelectuales y personas relevantes del siglo XVIII, primero en países como Francia, Inglaterra u Holanda y luego en España; cierto que bastante antes ya había denostadores de todo lo español muy aplicados, pero ese sentir se dispara y explota a partir de 1714, con la llegada al trono español de los descendientes de Luis XIV, que trataron no sólo de desprestigiar, sino ningunear y borrar todos los méritos de los que los precedieron. La leyenda negra triunfó y triunfa porque hay muchos españoles ‘narcisistas pesimistas’, a diferencia de lo que ocurre en otros países del entorno. Por ejemplo Inglaterra, que impuso el racismo como ley en todos los territorios que colonizó (de Sudáfrica a Norteamérica pasando por la India), que participó en la trata de seres humanos con máxima crueldad (con episodios tan vergonzosos como el del barco ‘Zong’) o que se impuso por la fuerza contra toda lógica y razón (basta recordar las Guerras del Opio), y a pesar de todo nunca ha tenido que combatir leyendas negras. O Francia, cuya famosa revolución acabó con la vida de cientos de miles de franceses discrepantes e inocentes, cuyo emperador auto proclamado invadió media Europa del modo más sangriento (las atrocidades que cometieron en España, muchas veces por pura diversión, así lo demuestran) y cuya acción en la América colonial fue escalofriante (los franceses fueron los primeros que pagaban por cabelleras indias, con precios distintos si eran de hombre, mujer o niño)…, pues tampoco Francia se ha visto acosada por oscuras leyendas. ¿Y por qué no a pesar de presentar tantos ‘méritos’? La respuesta es fácil: porque no hubo ni franceses ni ingleses que asumieran textos, ideas o proclamas contrarias a su país, al revés, rechazaron contundentemente, violentamente, todo lo que acusara a su patria. Pero en España hubo y hay muchos españoles encantados de alinearse con los que la señalan como fuente de males, siendo ésta una postura determinante para que la susodicha leyenda prevalezca y se tenga por certeza histórica contra toda evidencia.

En Francia e Inglaterra (y en Holanda, Italia, Alemania…) tuvo mucho éxito la propaganda antiespañola. Casi es hasta lógico que así fuera, ya que esa literatura (muchas veces procedente de grandes autores) surgía de la envidia, del miedo y de la frustración de verse superado por quien se tiene por inferior. La envidia viene de que España había mostrado a todo el mundo cómo era éste, y eso es algo que la mentalidad de los protestantes no puede asumir: ¡ser superados por un país católico y mediterráneo!; ni tampoco Francia, por la superioridad con que siempre miró al vecino del sur. El miedo a España también fue causa de la gran difusión de los escritos hispanófobos, puesto que durante siglos España fue la máxima potencia, y propagar mentiras sobre ella era una forma de sacudirse ese miedo. Y finalmente impulsó la negra difamación el tremendo desengaño que debieron sentir los que miraban por encima del hombro a España al verse superados por un país tan ‘atrasado’.

La leyenda negra sigue alentando a los ‘narcisistas pesimistas’, que encuentran con nuevos ‘aportes’. Uno de los últimos es sostener la mentira de que ‘España es el segundo país del mundo que más desaparecidos tiene, por detrás sólo de Camboya’. Un embuste burdo y fácil de echar abajo: en la Unión Soviética se llevaban a cualquiera de su casa y desaparecía para siempre, como ocurrió con las purgas, el gran terror, el Holomodor…, cuando agentes del NKVD o el KGB enviaron al paredón o a algunos de los cientos del Gulag siberiano a millones de personas de las que jamás se volvió a saber, simplemente desaparecieron; ¡y qué decir del Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural de Mao!, durante las cuales la Guardia Roja sacaba a familias enteras de sus casas, las enviaban a los centros de reeducación o las ‘juzgaban’, ejecutaban y echaban a la fosa anónimamente, en cualquier caso desaparecían sin dejar rastro. Y se podría continuar con los que desparecieron del mapa a causa del imperialismo japonés, o de lo que pasó con los nativos de Australia, EE UU o Canadá, masacrados por sus gobiernos y desaparecidos por cientos de miles durante años. A pesar de las evidencias irrefutables, sigue habiendo muchos españoles que, afectados por el ‘narcisismo pesimista’, defienden la mentira de los desaparecidos.

En fin, tópicos como ‘esto sólo pasa en España’ y similares son los agarraderos más comunes de quienes mantienen viva la leyenda negra, los ‘narcisistas pesimistas’.

CARLOS DEL RIEGO

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