OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 29 de enero de 2020

LOS ESPAÑOLES QUE SALVARON A MILES DE JUDÍOS DE AUSCHWITZ Y OTROS CAMPOS

Decenas de miles de judíos se salvaron de este horror gracias a españoles


Se cumplen estos días 75 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz por el ejército soviético. Fue uno de los centros de la industria de la muerte creada por los nazis para exterminar millones y millones de judíos en lo que puede considerarse como uno de los mayores horrores cometidos jamás por el hombre. Pero a pesar de la eficaz maquinaria puesta en marcha  por aquel régimen genocida, hubo judíos que consiguieron salvarse, muchos gracias a la valentía y humanidad de unos cuantos españoles. Lo que puede sorprender es lo que dijeron los judíos acerca de la España de Franco
Parece oportuno recordar que, en aquellos momentos negros de la historia del género humano, no sólo hubo maldad inmensa, sino que también hubo abundantes casos de enorme bondad, la protagonizada por todos aquellos que salvaron una o miles de vidas inocentes. Y entre estos benefactores (Irena Sendler, Wallenberg, Schindler…), como es sabido, hubo no pocos españoles, los cuales, además de salvar vidas, informaron de lo que estaba pasando.
Muy conocida es, afortunadamente, la hazaña del diplomático Ángel Sanz Briz, que desde la embajada española en Budapest, y gracias a su inteligencia, valentía y decisión, libró a más de cinco mil judíos de la cámara de gas; este héroe aragonés ideó el modo de proporcionar pasaporte español a judíos descendientes de sefardíes, y luego a todos los judíos que se lo pidieron.
Menos conocidos son otros españoles que igualmente no se quedaron de brazos cruzados ante la barbarie nazi. Quienes más ‘poder’ tenían para arrebatar combustible a las cámaras de gas eran, lógicamente, los diplomáticos, un cuerpo de servidores públicos que en aquellos trágicos años mostraron un aplomo y una integridad que sigue siendo emocionante. Es de justicia recordar a Sebastián Romero Radigales, destinado en Atenas, que salvo a cientos; Eduardo Propper de Callejón, que desde la embajada en París logró que muchos judíos perseguidos por el gobierno pro nazi de Vichy pasaran a España; José Ruiz Santaella, que junto a su esposa Carmen Schrader se las arregló para salvar a tres mujeres judías en el sitio más peligroso para ocultar hebreos, el mismísimo Berlín de los años cuarenta; Julio Palencia Tubau, que se enfrentó con dos narices a los nazis en Bulgaria (éstos lo calificaron como “antialemán y amigo de judíos”) a favor de muchos sefarditas y otros semitas, e incluso peleó para que no ejecutaran a uno y, al no lograrlo, adoptó a sus hijos, que lograron salir del país y reencontrarse con su madre; Bernardo Rolland de Miota, cónsul en París, que llevó a cabo diversas acciones para librar a un centenar destinado a la cámara de gas; y también Fernando Canthal Girón desde Milán, Miguel Ángel de Muguiro desde Budapest, José Rojas Moreno desde Bucarest; Juan Schwartz Díaz-Flores desde Viena… Igualmente hicieron otros españoles de a pie, que lograron poner a salvo a cientos, tal vez miles; por ejemplo las hermanas gallegas Touza, Lola (llamada ‘La madre’), Amparo y Julia, que se encargaron de esconder y facilitar la huida de no menos de quinientos fugitivos, que llegaban a su pueblo, Ribadavia, preguntando por ‘La madre’. Y seguro que hay más cuyos nombres y actos heroicos no dejaron testigos. Todos, todos merecen el recuerdo y el reconocimiento.
Algo mucho menos conocido es el agradecimiento que los judíos han expresado hacia la España de Franco (incluso hacia el propio dictador), a la que reconocen haber salvado a entre 40.000 y 60.000 judíos. El filósofo, politólogo e historiador alemán Patrik von zur Mühlen escribió en su libro ‘Huída a través de España y Portugal’ (1992): “España hizo posible que más de 50.000 disidentes y judíos escaparan de los nazis”.
Shlomo Ben Ami, que fuera Ministro de Asuntos Exteriores de Israel (2000-2001) y embajador de Israel en España (1987-1991), declaró en el año 1991 a la revista ‘Época’: “El poder judío no fue capaz de cambiar la política del presidente Roosevelt hacia los judíos durante la II Guerra Mundial. El único país de Europa que de verdad echó una mano a los judíos fue un país en el que no había ninguna influencia judía: España, que salvó más judíos que todas las democracias juntas».
En su libro ‘La banalidad del bien. La historia de Giorgio Perlasca’ (1991), el médico, periodista y escritor italiano Enrico Deaglio (que fue editor del periódico comunista ‘Lotta continua’), afirma inequívocamente: “Aunque el papel de la España franquista en las operaciones de salvamento de los judíos europeos ha sido casi totalmente silenciado, fue decididamente superior al de las democracias antihitlerianas. Las cifras varían entre los 30.000 y los 60.000 judíos liberados del holocausto”.
El ‘The American Sephardi’ publicó, con motivo del aniversario del fallecimiento de Franco, esta reflexión: “Al margen de cómo le juzgará la Historia (a Franco), lo que sí es seguro que en la historia judía ocupará un puesto especial. En contraste con Inglaterra, que cerró las fronteras de Palestina a los judíos que huían del nazismo y la destrucción, y en contraste con la ‘democrática’ Suiza que devolvió al terror nazi a los judíos que llegaron llamando a sus puertas buscando ayuda, España abrió su frontera con la Francia ocupada, admitiendo a todos los refugiados sin distinción de religión o raza. El profesor Haim Avni, de la Universidad Hebrea, que ha dedicado años a estudiar el tema, ha llegado a la conclusión de que España logró salvar al menos a 40.000 judíos, vidas que se salvaron de ir a las cámaras de gas alemanas, bien directamente a través de intervenciones españolas de sus representantes diplomáticos, o gracias al hecho de que España les abriera sus fronteras. (…) Según las leyendas hebreas, en el Libro de la Muerte se escriben los nombres de los tiranos y de los enemigos de Israel. Y el de sus protectores y amigos en el de la Vida. Pues bien, Francisco Franco tiene su nombre en el Libro de la Vida. En las sinagogas de Estados Unidos todos los 20 de noviembre se reza un responso, o kadish, en memoria del hombre que libró a tantos hebreos del holocausto (…) y que ni buscó ni obtuvo ningún beneficio por ello”.
El rabino Chaim Lipschitz, del semanario hebreo ‘Torah Vodaath and Mesivta’, de Nueva York, manifestó en la revista Newsweek en febrero de 1970: “Tengo pruebas de que el jefe del estado español salvó a más de sesenta mil judíos durante la II Guerra Mundial. Ya es hora de que alguien dé las gracias a él y a España por ello”.
Son palabras textuales de los interesados (y hay que dar por seguro que ningún judío diría nada bueno de alguien sin motivo): España salvó más vidas que todas las democracias juntas. Lo dicen ellos, los judíos, las víctimas. 
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 26 de enero de 2020

HISTORIAS DE LOS MANAGERS DE LAS GRANDES BANDAS DE ROCK

El indeseable Kim Fowley, manager innovador y creador de las Runaways, fue también un violador de adolescentes


Figura imprescindible en el terreno del rock & roll es el manager. De hecho, ¡cuántas historias podrían contar todo tipo de artistas en torno a sus representantes! Su trabajo, casi siempre alejado de los focos, es determinante para el músico, de modo que puede hacer que alcance el éxito o que no pase de segunda división, puede ser honrado y profesional o un caradura que lo único que persigue es el beneficio personal
A veces los que se ocupan de la administración y, en general, de todo lo que no es la parte artística son simplemente hombres de negocios que velan por los intereses de sus clientes. Pero en este imprevisible universo del rock ha habitado todo tipo de gerentes, administradores y encargados de aconsejar y orientar la carrera de los artistas. Y al igual que ocurre en todas partes, el comportamiento de los managers puede llegar a ser enloquecido, disparatado, autodestructivo, delictivo. En todo caso, hay gestores de los que el consumidor de rock & roll no sabe nada y, sin embargo, tendrían mucho que contar.  
Un verdadero pez gordo en este gremio de administradores de bandas de rock fue Allen Klein, quien llevó las cuentas de los Beatles y los Rolling Stones (entre otros). Aunque alguno lo señala como un mago de las finanzas, la mayoría lo tiene por mentiroso, aprovechado y sinvergüenza. Aun en los sesenta del siglo pasado se hizo cargo de la carrera de los Stones, pero cuando murió Brian Epstein, en 1967, puso sus manos en los libros de cuentas de los Beatles, cuyo sello discográfico, Apple, estaba al borde de la bancarrota; Klein hizo que los números cuadraran. Sin embargo, en 1971 sus anteriores clientes, los Stones, le pusieron una bonita demanda, pues el tío (no se sabe muy bien cómo) se había hecho con derechos de canciones y se había apropiado de elevadas sumas de dinero que lo convirtieron en multimillonario. Por otro lado, tras sanear las finanzas de los Beatles (y llevarse una parte sustancial), logró hacerse con el 20% de los beneficios que se obtuvieran en los años siguientes; Paul siempre se negó a este acuerdo y desconfió de este manager-tiburón que, otra vez, fue llevado a juicio. Igualmente, también metió sus manos en el célebre ‘Concierto para Bangladesh’ (1971): sólo él supo cuánto se ingresó por los diversos conceptos, cuántas entradas se vendieron, cuánto llegó a los beneficiarios, cuánto se quedó en su bolsillo... En 1977 se las vio otra vez en los tribunales, y dos años después fue condenado por evasión de impuestos. Trabajó con Lennon y con Harrison, y ambos terminaron demandándolo. A finales de siglo volvió a presentarse ante el juez por sus manejos con The Verve  En fin, un manipulador codicioso que murió en 2009 sin acordarse de nada, pues padecía el mal de Alzheimer.
Kit Lambert y Chris Stamp, además de socios, fueron figuras determinantes en una banda tan señalada como The Who, empezando por el propio nombre del grupo, que fue idea de Lambert. Éste llevaba una vida tan excesiva como sus representados: bebía como un cosaco y se metía cualquier sustancia que se le pusiera delante (y era homosexual, algo perseguido en aquellos años). Antes de entrar en la industria del rock, en 1961, había intentado descender un río amazónico, el Iriri, pero la expedición abandonó al asesinar y comerse los indios a uno de los expedicionarios. Luego se metió en el cine y, en el 63, se puso a los mandos de la ‘empresa’ The Who junto a Stamp. El caso es que Lambert fue el que sugirió a Moon, Townsend y compañía que hicieran todo tipo de locuras en el escenario, saltar, romper, dejarse llevar y no cortarse a la hora de hacer cualquier disparate; esto ayudó notablemente a aumentar la fama de la banda. Con Lambert en la dirección comercial The Who se convirtieron en millonarios. Él se llevaba una buena parte, pero todo se le iba en drogas y alcohol, hasta convertirse en un heroinómano que necesitaba kilos de polvo. Murió a los 45 años a causa de una hemorragia cerebral originada por una pelea en un bar y una monstruosa borrachera, en 1981.
El otro que trabajó con The Who, Chris Stamp, también tenía tendencia a ‘colocarse’, lo cual no le quitaba capacidad de trabajo, por lo que, al final, su labor con la banda fue beneficiosa para todos. De hecho, gracias a él se ingresaban grandes cantidades…, pero dado su carácter también se multiplicaban los gastos, de modo que, en cierto momento, todo el mundo se vio endeudado. Además, a causa de sus adicciones, no dudaba en echar mano a la caja para pagar todo tipo de drogas y fiestas con mujeres, muchas mujeres (él probó antes que nadie eso de sexo, drogas y rock & roll); por si fuera poco, su otra afición eran los coches de lujo, los cuales, dadas las condiciones en que conducía, terminaban estrellados. Él mismo recordaba: “Fueron años de locura, chicas y coches destrozados”. Aun así, además de trabajar con The Who, tuvo tiempo de producir el ‘Purple haze’ de Jimi Hendrix, con el que logró otro gran éxito. Finalmente fue despedido por sisar en cantidad. En 1987 detuvo la locura, se desenganchó y se hizo asesor de yonquis en rehabilitación. Hizo las paces con Daltrey y Townsend y murió a los 70 años en 2012.
Otro tipo singular fue Kim Fowley. Dicen que, a pesar de sus delitos, era un tipo trabajador y creativo. Produjo a bandas como Kiss o Alice Cooper en los años setenta del siglo XX, aunque siempre será recordado por haber sido el creador del grupo femenino The Runaways; también se le atribuye la idea de que el público encendiera el mechero en pleno concierto: fue en un festival en Canadá, en 1969 y durante una actuación de John Lennon, cuando animó al público a prender cerillas o mecheros y mantenerlos en alto… Pero también tenía una malsana inclinación, una obsesión por las chicas muy jóvenes, apenas adolescentes. A mediados de esa década puso un anuncio pidiendo chicas de menos de 18 años para formar un grupo de rock, y así se creó el cuarteto femenino The Runaways. Una de sus integrantes, Jackie Fox, declaró en 2015, poco después de la muerte de Fowley a comienzos de ese año, que el manager la había violado en 1976, y además que lo presenciaron sus compañeras de banda Joan Jett y Cherrie Curry, que miraron sin hacer nada. Lógicamente, estas lo niegan, y aunque admiten que el tipo era un depredador sexual especializado en adolescentes, y que creían a su compañera cuando  acusó a Fowley de violación, proclaman que ellas jamás lo hubieran permitido en caso de estar presentes. Al año siguiente The Runaways, sin que mediara denuncia, prescindió de los servicios de Fowley. Pero hay más; durante una fiesta ofrecida por Alice Cooper en 1975, el productor conoció a una joven compositora llamada Kari Krome, que tenía 13 años y de la que se enamoró a pesar de casi triplicarle la edad; le ofreció contratarla para The Runaways y, en cuanto se le presentó la ocasión, la violó cuando ella contaba sólo 14 años. Y  Michael Steele (que militó en The Bangles), declaró en 2001 que Fowley la expulsó de las primeras The Runaways por rehusar sus pretensiones sexuales. A pesar de sus méritos, los delitos de Kim Fowley (que murió de cáncer de vejiga en 2015) son mucho peores que los de quienes ‘sólo’ roban.  
Poco conocido es Peter Grant, representante de Led Zeppelin. Este tipo se había buscado la vida como guardaespaldas, chapista o luchador. En la primera mitad de los sesenta comprendió que esto del rock era una industria en expansión, así que se metió en el engranaje; su primer cliente fue The Yardbirds, donde conoció a Jimmi Page, que había rehusado integrarse en la banda. Cuando éste formó Led Zep, Grant se convirtió en su manager. Al poco de ponerse el grupo en marcha, Grant les dijo que se negaran siempre a tocar en televisión por dos razones, una porque así el público estaría ansioso por verlos y llenaría todos sus conciertos, y otra porque su sonido no funcionaba en los receptores de televisión. En el festival de Knebworth en 1979 Grant casi se pelea con los promotores porque estos decían que sólo se habían vendido cien mil entradas y, por tanto, los beneficios de la banda serían inferiores a lo esperado; sin reparar en gastos, Grant contrató un helicóptero desde el que se tomaron fotos que luego las llevó a expertos, los cuales certificaron que, al menos, había el doble de espectadores. Gracias a Grant la banda se convirtió en una de las más exitosas financiera y artísticamente. Todo se vino abajo cuando murió John Bonham en 1980. Led Zep se disolvió y Grant se retiró. El resto de su vida lo pasó luchando contra su adicción a las drogas y su diabetes. Murió en 1995 a los 60 años. No dejó duda de su visión profesional.
El primer manager de los Rolling Stones fue Andrew Loog Oldham, que entonces tenía 19 años. A él deben Jagger y compañía su imagen de chicos malos, pues él fue quien los animó a fomentar esa postura como polo opuesto a los Beatles; además, expulsó al pianista Ian Stewart porque era demasiado mayor que el resto (aunque sólo tenía cinco años más que Jagger); y también hizo su aportación artística al sonido del grupo. Asimismo, consiguió para ellos un contrato mejor que el de Epstein para los de Liverpool. Pero para 1967 Andrew se había convertido también en chico malo, pues estaba más que enganchado a las drogas, de modo que dejó la banda (que cayó en manos del mencionado Allen Klein). Intentó volver al trabajo con otros grupos, pero la droga se lo impidió  Se mudó a Colombia, se casó y, en 1990, logró dejar sus adicciones. Lo contó todo en sus libros ‘Stoned’ y ‘2 Stoned’.
CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 22 de enero de 2020

LANDRÚ, PETIOT Y KISS, SICÓPATAS QUE APROVECHARON LA GUERRA PARA ASESINAR EN LA RETAGUARDIA

La más famosa de las contadas imágenes existentes del diabólico Bela Kiss, que conservaba en alcohol los cadáveres de sus víctimas, casi todas mujeres. Logró escapar y desaparecer


La II Guerra Mundial, de cuyos hechos y sucesos se irán cumpliendo ochenta años a lo largo del próximo lustro, produjo un número aterrador de víctimas, ya fuera en los campos de batalla, bombardeos, fusilamientos, cámaras de gas… Sin embargo, además de las masacres directamente relacionadas con la guerra, en la retaguardia también hubo muertes causadas por delincuentes ‘comunes’, algunos de los cuales han pasado a la negra historia del crimen y los criminales, puesto que mataron más que la mayoría de los que combatieron
Siempre han existido criaturas que se han aprovechado de las desgracias ajenas para hacer fortuna. Así, la guerra, que puede considerarse la mayor desgracia, supuso en ciertos casos el contexto ideal para que asesinos en serie se sintieran a sus anchas para, lejos de los frentes de batalla, robar y asesinar con asombrosa facilidad, casi con impunidad. De este modo, personajes destacados de las páginas más siniestras de la historia, como el Dr. Petiot en la segunda Guerra Mundial o Landrú y Bela Kiss en la primera, mataron más que la inmensa mayoría de los soldados que se enfrentaron al enemigo en el frente.
Hubo un tiempo en que la palabra Landrú era un insulto sinónimo de asesino de mujeres. Henry Desiré Landrú ingresó varias veces en la cárcel antes de  1914 por pequeños hurtos y timos; luego estafó a una viuda, que lo denunció en cuanto sospechó, de modo que al salir de la trena ya estaba convencido de que, una vez esquilmada, lo mejor era liquidar a la dama. Además, con el jaleo de la I Guerra Mundial, las autoridades prestaban poca atención a los delitos comunes. De esto se aprovechó Landrú (poco agraciado físicamente pero dotado de gran elocuencia), que se dio cuenta de que la contienda dejaba muchas viudas que se sentían solas e inseguras, así que decidió atacar por ahí: puso anuncios en los periódicos ofreciéndose para relaciones serias con señoras entradas en años (a pesar de que tenía esposa e hijos). No tardaron en llegarle ofertas de mujeres solitarias, que él investigaba para elegir a la que más patrimonio prometiera. La primera cayó en su trampa en 1915; ya la había engatusado para que le traspasara el dinero, pero resulta que la señora tenía un hijo adolescente que sospechó de ese hombre pequeño, calvo y barbudo. ¿Solución?, Landrú los mató a los dos, los troceó y acto seguido los quemó en el horno de su piso.  Con los beneficios obtenidos se trasladó a una casa en las afueras de París para operar con más tranquilidad, desvalijando, engatusando, asesinando y quemando a más mujeres solas. Aun en plena guerra los familiares denunciaron las desapariciones, pero aunque se hicieron algunas pesquisas, había tantos desaparecidos y tantos problemas de recursos y personal que Landrú ni siquiera fue molestado.
Pero acabó la guerra, y un día fue reconocido en la calle por la hermana de una de las desaparecidas, que se enteró de dónde vivía y lo denunció. Al ser detenido se le encontró una agenda con los nombres de unas cuantas mujeres y el dinero que les había sacado; también había vendido sus pertenencias y extraído sus dientes de oro (tenía un cajón lleno). Fue condenado y, en febrero de 1922, guillotinado. Durante su estancia en la cárcel hizo un dibujo, en cuyo dorso se encontró (muchos años después) su confesión: “Yo lo hice, quemé los cuerpos…”. Se le atribuyen diez asesinatos seguros, pero la policía sospechó que podrían ser más de cien.
El húngaro Bela Kiss usaba el mismo ‘modus operandi’: anuncios en la prensa, seducción, desvalijamiento y asesinato. Pero a diferencia de Landrú, Kiss no se desprendía de los cadáveres, sino que los coleccionaba conservándolos en alcohol. Primero actuó en Budapest, donde bajo nombre falso entró en contacto con mujeres que luego desaparecían. Hacia 1912 se trasladó a un pueblo cercano, Czinkota, donde tenía una casa. Allí se instaló con su joven y atractiva esposa, aunque volvía regularmente a Budapest. Sospechando que ella le era infiel con un artista, solía dejarla encerrada. El caso es que, repentinamente, la esposa y el amante desaparecieron, y él, compungido, aseguró a los vecinos que se habían fugado juntos. Al año siguiente apareció con otra mujer, la cual, después de uno de los habituales viajes de Kiss a la capital, también desapareció. Un día llegó a la casa un camión y descargó dos grandes toneles metálicos de metro y medio de alto y uno de diámetro, que él guardó bajo llave (a salvo de la curiosidad de la señora de la limpieza). Meses después regresó de Budapest acompañado de otra dama…, que al poco despareció. La operación se repitió unas cuantas veces (casi siempre eran de entre 30 y 40, muy atractivas y bien provistas de equipaje), y otras tantas llegaba el camión del tonel, de modo que para disipar sospechas explicó al burgomaestre de Czinota que las mujeres se cansaban de él y lo abandonaban, y de ahí la sucesión de amantes. Y cuando le preguntaban por los toneles respondía que eran para almacenar gasolina, ya que, durante la inminente guerra, habría escasez y se volvería muy valiosa. Comenzó la ‘gran guerra’, la primera, y tras librarse de ser reclutado alegando problemas de corazón, siguió con sus actividades; en esos años llegaron al pueblo noticias de la desaparición de varias mujeres en Budapest…, pero nadie sospechó de Kiss. En 1916 fue llamado a filas, y esta vez no se libró de vestir el uniforme del ejército austro-húngaro; pero antes de irse, le entregó las llaves de su casa al burgomaestre (con el que había entablado amistad), explicándole que si no volvía hiciera uso de la gasolina. Meses después llegaron a Czinota unos soldados buscando combustible desesperadamente, así que el depositario de las llaves se fue con ellos a la casa de Kiss. Abrieron los seis toneles y encontraron otros tantos cadáveres de mujeres desnudas y estranguladas conservados en alcohol; la policía preguntó en la fábrica de las cubetas y descubrió que el asesino había comprado muchas más, que fueron apareciendo con el tiempo en varios sitios, siempre con una mujer desnuda y estrangulada flotando en alcohol; excepto uno de los toneles, que contenía dos cuerpos, el de su esposa y su amante.
En el frente, Kiss, astuto y calculador, supuso que ya habrían ido a su casa y descubierto el pastel, así que tras alguna escaramuza metió su documentación en los bolsillos de un soldado muerto y desapareció. Cuando se descubrió el engaño Kiss ya había puesto tierra de por medio: estuvo en Rumanía y en Turquía, se enroló en la Legión Extranjera francesa, desertó… y debió acabar en Estados Unidos, donde un policía, cuya comisaría había recibido el retrato del asesino, aseguró haberlo visto por las calles de Nueva York… Desgraciadamente, Bela Kiss nunca fue capturado, desapareció para siempre y murió impune. Se le atribuyen, al menos, 23 asesinatos, pero la cifra total será siempre un misterio.
El doctor Marcel Petiot aprovechó la confusión provocada por la segunda gran guerra para asesinar a todo el que podía proporcionarle beneficio. Ya antes de estallar la contienda había pasado varias veces por la cárcel a causa de sus nulos escrúpulos: recetaba a conveniencia, robaba, estafaba…; de hecho, de niño robaba en clase a sus compañeros, para especializarse después en desvalijar buzones; incluso en la primera guerra robó medicamentos para venderlos en el mercado negro. Antes de iniciarse la segunda entró en política y llegó a alcalde de un pueblo cercano a París, pero fue destituido por robo, prácticas dudosas y muy diversos turbios asuntos. Al ocupar Francia los alemanes, Petiot hizo correr la voz de que, por un precio, podía sacar judíos del país; éstos llegaban y, bajo pretexto de vacuna, les inoculaba veneno, los desvalijaba y se deshacía de los cadáveres sumergiéndolos en cal viva o quemándolos. En 1943 lo detuvo la Gestapo, pero como los muertos eran judíos lo soltaron. Al año siguiente, cuando Francia es liberada, la policía entra en su casa tras ser alertada por los vecinos, que protestaban por el insoportable hedor y el constante humo negro que salía de la chimenea. Allí encontraron restos semicalcinados de muchas personas. Detenido, Petiot explicó que ‘sólo’ había acabado con amigos de los nazis, colaboracionistas criminales, y que él pertenecía a la Resistencia. Nuevamente, incomprensiblemente, la autoridad le creyó y, dado el estado de excitación y búsqueda despiadada de colaboracionistas, lo dejaron marchar. Pero la guerra terminó, y el asunto del horno crematorio particular del doctor volvió a las portadas de los periódicos. La policía volvió a por él y lo detuvo. Durante el juicio se supo, además, que había instalado una mirilla en su cámara de los horrores para contemplar cómo morían sus víctimas. En mayo de 1946 fue guillotinado. Se le atribuyen 27 asesinatos seguros, pero ni él sabría cuántos fueron.
Tres despiadados asesinos que aprovecharon la confusión de la guerra para dejar salir lo peor de sus peores instintos.
CARLOS DEL RIEGO

lunes, 20 de enero de 2020

ÉXITOS ETERNOS QUE ESTUVIERON A PUNTO DE NO NACER

Marvin Gaye tuvo que enfrentarse seriamente al dueño de Motown, Berry Gordy (izquierda), pues éste se negaba a publicarle un tema que, luego. fue millonario


Paul McCartney contaba no hace mucho que en los sesenta se le ocurrían continuamente melodías o temas para canciones, pero como no anotara inmediatamente, la idea se perdía para siempre. Esas fueron ‘no natas’, pero en la historia del rock se han dado casos en que un tema que luego fue un éxito monumental y global estuvo a punto, por causas diversas, de no llegar a ver la luz
Sí, en este negocio puede pasar de todo: “No hay negocio como el negocio del espectáculo”, dicen en Usa. Ha ocurrido que títulos hoy emblemáticos en esto del rock & roll estuvieron cerca de ser desechados y olvidados para siempre; afortunadamente alguien tuvo la lucidez suficiente para ver el potencial de esas piezas que, con el paso del tiempo, están en lugar destacado en los altares de los fieles de esta ‘religión’.
Entre los muchos títulos inequívocamente ‘rollingstone’ está, cómo no, el ‘Satisfaction’. Ha contado Keith Richards muchas veces que un día de 1965, durante su primera gira por Usa, a las tantas de la mañana se le ocurrió el famoso ‘riff’ de guitarra y tuvo la idea de grabarlo, pero acto seguido se quedó dormido como un cesto, así que la cinta muestra el ‘riff’ seguido de insistentes ronquidos. Al despertar (seguro que con resaca) la había olvidado, pero recordó haber grabado algo, así que escuchó y, aunque no le gustaba nada, se lo mostró a Jagger; juntos empezaron a trabajar sobre ella a pesar de las protestas de Richards, y como la cosa no marchaba, el guitarrista aumentaba el tono de disgusto, maldiciendo  continuamente ‘Satisfaction’ . Entre otras razones para odiar la canción solía decir que “suena demasiado a una tonadilla popular”, o “es un ‘riff’ de lo más tonto”, o “se parece mucho al ‘Dancing in the streets’ de Martha & The Vandellas”, incluso dijo que, una vez terminada, seguía sonando “como una maqueta inacabada”, e incluso maldijo el sonido ‘fuzz’ que salía de su Gibson, “resulta truculento, suena mal”. En resumen, se negaba rotundamente a lanzarla; la insistencia de músicos, productores y técnicos le obligaron a claudicar, y en junio del 65, un mes después de la noche de autos y ronquidos, el disco salió en Usa, luego en Inglaterra…, con el resultado conocido.
Uno de los máximos éxitos de U2, ‘Where the streets have no name’, estuvo en un tris de irse a la papelera definitivamente. Músicos, productores e ingenieros se pasaron una semana dedicándole horas y horas, pero nada les convencía. Eso frustró a Brian Eno, que decidió tirar todo lo grabado, empezar de cero y dar otra forma al tema, pero los ingenieros (tal vez no querían que su trabajo y esfuerzo terminara en la basura) lo convencieron de que no lo hiciera, incluso dijeron algunos de los presentes que casi hubo que usar la fuerza para que no destruyera aquellas cintas. Adam Clayton recordó: “teníamos principio y final, pero entre uno y otro no teníamos nada, y por más tiempo que trabajábamos no encontrábamos modo de unir ambos”. Otro de los productores, Daniel Lanois, aseguro que “Brian nos dijo que si borráramos todo dejaríamos de trabajar en ello y así harían otra canción”. El tema sobrevivió y triunfó.
Uno de los más vendidos, radiados y utilizados de la historia es el ‘Like a rolling stone’ de Bob Dylan. Cuenta uno de los ejecutivos de la discográfica que el máster estuvo prácticamente archivado, ya que aunque a muchos les gustaba, el departamento de ventas se negó a lanzarla, sobre todo porque duraba más de seis minutos y pretendían cortarla o no salía; en todo caso estaba destinada al cajón de ‘lanzamientos no asignados’, o sea, cancelados. Pero aquel ejecutivo (S. Considine) cogió el corte de acetato y se lo puso a unos locutores de radio, a los que les encantó, por lo que se dirigieron a la disquera para que les enviara copia. Ésta encontró la solución: la mitad en la cara A y el resto en la otra; los diyéis se hicieron con dos copias y así la emitían entera.
El gran Marvin Gaye logró uno de sus más sonoros y millonarios éxitos con un tema ajeno, el ‘What´s going on’ (‘Qué está pasando’), que denunciaba la violencia policial contra los jóvenes que se manifestaban contra la guerra de Viernam. Compuesta por uno de los Four Tops, se la ofreció a Gaye, y para convencerlo lo  acreditó como compositor. Y fue necesaria esa ‘razón’, ya que el dueño del sello, Berry Gordy, le dijo a Gaye: “No hagas el ridículo, eso es llevar las cosas demasiado lejos”, refiriéndose a la letra, que denuncia y protesta. El artista, sin embargo, la grabó y se la presentó a Gordy, pero éste la despreció: “Es lo peor que he escuchado en mi vida”, dijo reafirmándose en su negativa. Gaye, a su vez, le amenazó con irse de Motown si no se publicaba. Gordy cedió y la editó en un sub sello, Tamla. El empeño de Marvin Gaye, ya fuera porque denunciaba la brutalidad policial, o por estar acreditado, o por ambas razones, salvó un tema tan simbólico. Si hubiera sido por Gordy…
James Hetfield, de Metallica, escribió ‘Nothing else matters’ (‘Nada más importa’) exclusivamente para cantársela a su novia. De hecho se la cantaba por teléfono, en la intimidad de su habitación cuando la banda estaba de gira; así la escuchó el batería Lars Ulrich un par de veces, y así se convenció de que era un gran tema para el grupo. Hetfield reflexionaba: “Siempre estuve convencido de que esa canción era lo menos Metllica que uno puede imaginar, la menos probable que un día la hiciera el grupo, la última canción que los fans de Metallica quisieran escuchar”, y explicaba: “Estaba pensada para cantarla a solas en mi cuarto, cuando estábamos de gira y yo triste por estar lejos de ella”. Sin embargo, “Agradezco a los chicos que me obligaran a convertirla en parte del repertorio de Metallica”. 
¿Quién no se enciende cuando escucha los primeros acordes del poderoso ‘Pinball wizard’ de The Who? Fue la última canción en incorporarse a la ópera rock ‘Tommy’ y la que le dio el sentido a toda la obra. Lo curioso es que el tema no existía cuando ya estaba casi todo el disco hecho; al parecer, Pete Townsend se enteró de que el célebre crítico Nick Cohn (que iba a pasarse por el estudio) era un apasionado del ‘pinball’, lo que en España se llamaba ‘máquina del millón’, así que escribió la letra en torno a la máquina de marras; pero le puso la música que, según él, era una de las peores que había compuesto nunca; dijo que “la odiaba” e incluso pensaba que era una canción “tonta y mal escrita”. En fin, jamás creyó que ‘aquello’ llegara al estudio. Sin embargo, cuando el resto del grupo la escuchó, todos dijeron que tenía un gran éxito entre manos. Al final, el ‘Mago del pinball’ no sólo se convirtió en el eje central del álbum, sino que es una de la más celebradas, vendidas y escuchadas de The Who. Pero a Pete le sigue pareciendo floja…
CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 15 de enero de 2020

LA DELIRANTE Y CATASTRÓFICA REVOLUCIÓN DE RAFAEL DEL RIEGO HACE 200 AÑO


Rafael del Riego fue llevado al patíbulo arrastrado por un burro entre los insultos y vejaciones de los que tres años antes lo aclamaron

Poco se ha tratado el segundo centenario del levantamiento del general Rafael del Riego en Cabezas de San Juan, Sevilla, el 1 de enero de 1820. El XIX fue en España un siglo saturado de pronunciamientos, motines y revoluciones (casi todas fracasadas estrepitosamente), siendo la protagonizada por dicho militar asturiano una de las más conocidas y con mejor prensa. Sea como sea, esta revolución fue una chapuza encabezada por un hombre de escasa valía
El reinado de Fernando VII fue absoluto, terrible, tiránico, sangriento…, por lo que una acción contra él estaba más que justificada. Era una situación ideal para las sociedades masónicas, que se pasaban los días conspirando (“ser masón es conspirar” se lee en ‘La segunda casaca’, de Galdós), sobre todo algunos jefes militares. El asturiano Rafael del Riego se sintió el elegido, y el primer día de 1820 arengó a sus tropas para marchar contra ‘El rey felón’ y proclamar la Constitución de 1812. Pero aquel pronunciamiento fue de chiste, y si finalmente y momentáneamente logró su propósito, fue porque el rey y su camarilla se quedaron pasmados, inertes, incapaces de mover un dedo.
Según Jaume Vicens Vives, “La revolución de 1820 fue un triunfo, en primer lugar, de las apetencias personales de algunos jefes militares; luego, de las sociedades secretas que los apoyaban; también del oro americano, hecho circular oportunamente por emisarios argentinos para disgregar la fuerza del cuerpo de ejército expedicionario”. Una descripción muy acertada.
Aquellas tropas que mandaba del Riego estaban destinadas a sofocar intentonas y rebeliones de las provincias de ultramar; de hecho hacía tiempo que deberían haber cruzado el océano, pero había llegado noticia de epidemia de fiebre amarilla y permanecían allí acantonadas, esperando órdenes para embarcar. El coronel del Riego, henchido de sentimiento mesiánico y furor masónico, se apropió de ese cuerpo de ejército para otros fines, con lo que alteró la Historia; en su obra ‘Masones que cambiaron la Historia”, el autor madrileño Gustavo Vidal afirma con rotundidad que “este levantamiento favoreció enormemente el avance de los movimientos independentistas en Sudamérica”.
La revolución de 1820 fue un ridículo tras otro. Del Riego se pronunció y, sin tener idea clara de qué hacer, vagó por Andalucía entre la indiferencia del pueblo, sin tomar decisiones militares ni marchar sobre Madrid, lo único que hacía era esperar que otros iniciaran acciones similares en otros puntos de España. Con el paso de las semanas sus hombres fueron desertando, de modo que cuando efectivamente otros militares lo imitaron se sublevaron ya había perdido unos dos tercios de sus efectivos. Por su parte, el gobierno y el Rey también esperaban, no hacían nada para organizar una fuerza y enfrentarse al rebelde. La situación era delirante: los sediciosos permanecían parados esperando, indecisos, desorientados y perdiendo fuerza; y la autoridad se mantenía igual de anonadada, igual de vacilante, confusa y temerosa de que su ejército se pasara al enemigo. Digno de una película de los Hermanos Marx.
En los cinco Episodios Nacionales que van de ‘La segunda casaca’ a ‘El terror de 1824’, Pérez Galdós explica todo con detalle, y su narración resulta imprescindible para comprender cómo fue aquello (en realidad los cuarenta y tantos episodios son una crónica atinada del XIX español). Así, de del Riego se dice: “De ese no puede esperarse gran cosa (…). En lengua sí le ganan pocos. Es de los que más hablan y de los que menos hacen”. Más adelante menciona a otros jefes insurrectos: “Ni Quiroga, ni Riego, ni Arco Agüero, ni O´Daly valían todos juntos para componer un mediano estratégico” (todos masones, incluyendo Demetrio O´Daly, que fue Diputado de Puerto Rico en las Cortes  que se constituyeron durante el llamado ‘Trienio liberal’, 1820-23).
A lo largo de esos meses que pasan desde el levantamiento hasta que Fernando VII fingió aceptar la Constitución a principios de marzo, los madrileños no sabían a qué carta quedarse, ya que un día alababan entusiásticamente la rebelión y al día siguiente apoyaban incondicionalmente al Rey, todo dependía de las noticias que llegaran. A causa de que la incompetencia del gobierno y el Rey fue superior a la de los insurrectos, la revolución triunfó…, momentáneamente. Cuando se impuso la Constitución de Cádiz, la alegría de los madrileños se desbordó; escribe Benito Pérez Galdós por boca del cínico Bragas de Pipaón: “… salí gritando como todo el pueblo, como los discretos y los ignorantes, como los ancianos y las mujeres, como las viejas y los chiquillos de escuela, ¡Viva la Constitución! Era una fiesta nacional, un desbordamiento impetuoso de alegría, ¡la mayor parte no sabían por qué!”. Y en ‘Siete de julio’ explica cómo estaba la cosa: “El Rey era absolutista, el Gobierno moderado, el Congreso democrático; había nobles anarquistas y plebeyos serviles. El ejército era en algunos liberal, en otros realista, y la Milicia abrazaba en su vasta muchedumbre todas las clases sociales”.
Finalmente, Rafael del Riego, absolutamente hundido moralmente, lloroso y suplicante, renegó de todos sus actos e ideas; fue conducido al cadalso no en un carro, sino sobre una especie de cesta de esparto arrastrada por el suelo por un burro, mientras los mismos que tres años antes lo aclamaron ahora le insultaban y escupían. Su ejecución fue patética.
El resultado de aquella aventura tan desastrosa como bienintencionada fue absolutamente catastrófico para España; por un lado, las rebeliones independentistas en los territorios americanos (hechas por españoles y criollos) avanzaron definitivamente con gran perjuicio para España; y por otro, excitó las ansias represoras de Fernando VII cuando en 1823 recuperó todo el poder, con consecuencias mortales para los españoles y el país en general. No puede saberse cuál hubiera sido el resto del XIX sin la revolución de Rafael del Riego, pero difícilmente hubiera tenido tanta calamidad, tanta crueldad.
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 12 de enero de 2020

LAS INQUIETUDES Y MIEDOS PRIVADOS DE DAVID BOWIE

Una de las últimas fotos de Bowie, hecha por su esposa en su cumpleaños, dos días antes de morir


Para los aficionados y conocedores del rock clásico, el mes de enero siempre estará asociado a David Bowie, pues en él nació y murió. El singular artista británico, del que se ha tratado extensamente en todas partes, ya fuera sobre su obra o su vida, dejó mucho más que música, pues su influencia fue bastante más allá de lo estrictamente musical. Pero esto es más que sabido por todo el que tuviera el mínimo interés. Sin embargo, la vida de Bowie dio para mucho más, incluso para una cara menos encantadora y menos conocida
Como ocurre siempre, los años de un personaje de alcance, como es el caso, tienen mucha más vida que lo que queda en el imaginario popular. David Bowie, muerto en 2016 dos días después de su 69 cumpleaños, tiene muchas imágenes, muchas personalidades, pero algo que no cambió jamás fue su encanto, su clase, ese estilo único, esa presencia  poderosa con la que siempre complementó sus creaciones artísticas. Esto es lo que viene inmediatamente a la cabeza cuando se menciona su nombre. Pero también estuvo expuesto a desgracias y miedos de lo más común.    
Una de las características de Bowie fue su facilidad para cambiarse a sí mismo, algo que tal vez tenga que ver con los antecedentes médicos de su familia. Según uno de sus biógrafos (M. Spitz), su madre (Peggy) manifestó síntomas de enfermedad mental, y “la esquizofrenia parecía estar arraigada profundamente en su código genético”. Al parecer, la madre de Peggy y abuela de Bowie, Margaret, fue una mujer cruel que descargaba todas sus frustraciones con quienes la rodeaban; otra tía de Bowie, Pat, dijo que su madre “fue una mujer muy fría, en ella no había amor”. Esos antecedentes fueron potenciados por los bombardeos nazis sobre Londres desde 1940 (y la posibilidad de que invadieran Inglaterra), de manera que las conductas desequilibradas de Peggy y sus hermanas parecieron multiplicarse desde entonces. Con todo esto, no extrañará que David Bowie sopesara más de una vez la posibilidad de tener agazapado el demonio de la enfermedad mental. Por otro lado, también se ha dicho que su continuo cambio de personalidad fue lo que desactivó sus posibles genes esquizofrénicos.
David Bowie tuvo un hermanastro, Terry, que nació fuera del matrimonio. En aquellos años eso era causa de vergüenza, así que fue entregado a la abuela Margaret, quien trató al pequeño Terry de un modo terrible física y emocionalmente. Aun niño volvió con su familia, surgiendo entre él y David  verdadero sentimiento fraternal; se asegura que fue Terry quien despertó en David la pasión por la música y la poesía. De todos modos, el desequilibrio mental de Terry iba en aumento; al estallar la guerra se alistó y sirvió en la RAF. Ya en los años sesenta, David y Terry fueron a ver a un nuevo grupo llamado Cream, pero el exceso de sonido desquició a Terry; salieron del local y Terry le contó a su hermanastro que acababa de ver cómo manaba fuego del suelo, y que tenía visiones de ese tipo a menudo. La cosa fue a peor, con Terry entrando y saliendo de hospitales siquiátricos hasta que, en 1986, se tiró al tren cuando tenía 47 años. David siempre temió que le ocurriera algo así.
Más allá de lo estrictamente musical Bowie también fue un pionero en cuanto a la sexualidad y la libertad sexual, pues ya en los setenta jugaba con la ambigüedad, dejando en el aire su condición. Se declaró gay en 1972, cuatro años después afirmó ser bisexual y, ya en 1993, dijo ser totalmente heterosexual. Sea lo que fuese, siempre le encantó dejar dudas, mantener la incógnita, el misterio…Era parte de él.
Otro distintivo del creador de Ziggy Stardust fue el diferente aspecto de sus ojos. Es sabido que se peleó con un amigo en su adolescencia por causa de una chica (Bowie estropeó una cita entre ellos a propósito), y que recibió un puñetazo en el ojo izquierdo que rasgó los músculos oculares, de modo que esa pupila permanecería permanentemente dilatada (afección llamada anisocoria). Esa peculiaridad en sus ojos aumentó el misterio, el encanto.
Como una gran parte de los músicos de su generación, no se salvó de caer en la trampa de la droga. Según otro especialista (P. Dogget), “la cocaína fue el combustible de la maquinaria de la industria musical de los años 70”. Al parecer, la usaba para mantenerse despierto, para pasarse en vela toda la noche o días enteros, trabajando o divirtiéndose. Sin embargo, trataba siempre de no colocarse hasta para perder el control, sobre todo cuando estaba en el escenario; a pesar de ello hubo conciertos en que olvidaba parte de una letra, entonces, según el guitarrista Carlos Alomar (que también acompañó a Jagger, Lennon, McCartney…), cuando Bowie parecía perdido era él quien dejaba de hacer el coro para convertirse en solista momentáneamente, hasta que David recuperaba el paso. Pero eso no fue lo peor, ya que la coca despertaba en él los problemas mentales y el propio temor a padecer “la maldición familiar”, como decía su abuela Margaret; incluso hubo momentos en que combinó coca y anfetas, lo que a punto estuvo de conducirle a la demencia; él mismo dijo en 1975 “veo demonios del futuro en el campo de batalla del plano emocional”…, no parece que entonces estuviera en su mejor momento. Afortunadamente se mudó a Berlín y dejó el polvo.
La coca también le condujo a soltar disparates y desvaríos. En esos locos setenta del siglo XX Bowie se dejó decir enormidades como “creo en el fascismo; lo único que puede proporcionar progreso es una derecha dictatorial” (1976). Igualmente dijo que sus cualidades eran “muy arias”. Comparó a Hitler con una estrella del rock, como un Mick Jagger, aunque “sólo por el modo de seducir al público”. Famosa es su foto en una estación de tren de Londres en la que parece hacer el saludo fascista… Cuando por fin se liberó de la droga y recuperó la cordura se desdijo de todo ello, señalando que entonces estaba “bajo atadura física y emocional”, tanto que llegó a dudar de su cordura. La cosa no es extraña, ya que se da en los adictos la psicosis de la cocaína, que cursa con alucinaciones, desvaríos de todo tipo, percepción distorsionada de la realidad, delirios…, como cuando un borracho no sabe lo que hace y dice.
Cuando peleaba por los derechos de autor y convencido de que la propiedad intelectual podía ser saqueada sin problemas, en 1997 tuvo la idea de emitir acciones sobre sus discos (otros le imitaron); así, guiado por un financiero, emitió los ‘Bowie Bonds, con los que ingresó millones y repartió beneficios entre sus ‘accionistas’. Pero ese mundo de las finanzas es muy voluble e imprevisible; la discográfica Emi sufrió pérdidas millonarias, sus acciones se desplomaron y fue comprada por otra empresa. Los ‘Bowie Bonds’ se liquidaron a precio de saldo diez años después.
Sus últimos conciertos (sin contar apariciones esporádicas, benéficas o como invitado) fueron en junio de 2004. En Praga se sintió mal y dejó el escenario antes de tiempo, y dos días después, en Alemania, volvió a irse al notar que algo iba mal, pero no llegó al camerino por su propio pie. En el hospital le detectaron graves problemas de corazón y circulación, así que fue operado de urgencia. Se lo tomó con calma y no volvió a la acción hasta 2013, cuando publicó su Lp ‘The next day’, su penúltimo disco, pero sin gira de conciertos. Al poco le dieron la peor noticia, tenía cáncer de hígado. Cuando presentó su disco, ‘’Blackstar’ (2016), asustó a todo el mundo al llegar sin pelo ni cejas a causa de la quimio. Como siempre, sus problemas particulares eran suyos exclusivamente y, por eso, nadie fuera de su círculo más cercano sabía nada. El disco trata asuntos tan trascendentales como la muerte o el más allá. Su eterno productor, Tony Visconti, al ver de qué iban las canciones le dijo “estás haciendo un disco de despedida”; Bowie asintió y le pidió, al igual que a los músicos, ingenieros y técnicos, que no dijeran nada acerca de su salud. Lo último que quería era dar lástima.
En las semanas previas a su fallecimiento grabó las maquetas de cinco nuevas canciones, asombrando a Tony Visconti. Y apenas unos días antes de morir Bowie le dijo al productor que se sentía tan bien que iba a grabar un álbum más. No tuvo tiempo.
CARLOS DEL RIEGO

jueves, 9 de enero de 2020

LA VENTA DE LA SUPERCOPA DE ESPAÑA Y DE OTROS EVENTOS DEPORTIVOS A PAÍSES TOTALITARIOS

Unos mil hinchas españoles han ido a Arabia, la mayoría familiares del los jugadores, un país donde no hay libertades pero sí mucho dinero


La venta de la Supercopa de fútbol de España a Arabia Saudí ha sido, como todas las ventas, por dinero. Los que hayan ingresado la pasta tratarán de buscar razones de un tipo o de otro, e intentarán convencer al personal de que lo que han llevado a cabo es una acción humanitaria que nada tiene que ver con una compraventa. Sin embargo, la realidad resulta tan evidente que sólo los que tengan intereses en la operación negarán el verdadero por qué del asunto
En los últimos años se están cerrando importantes operaciones de compraventa de acontecimientos deportivos a países sin tradición y sin libertades. Así, competiciones de rango nacional o internacional son entregadas a estados en los que no sólo no existe la menor tradición deportiva, sino que están gobernados por regímenes dictatoriales cuyos mandamases padecen una alergia visceral a los Derechos Humanos. La más reciente de estas operaciones de compraventa (enero-2020) ha sido la cerrada entre la dirección futbolística española como vendedor y el estado de Arabia Saudí como comprador. Los vendedores (que habrán ingresado gran pastón en A y otro tanto en B) alegan que llevando grandes eventos deportivos a este tipo de países se ayuda a su democratización. Sin embargo, sólo un ingenuo o un interesado pueden pensar que estos regímenes abrazarán el sistema de libertades por el simple hecho de acoger grandes competiciones; es decir, hay que ser muy simple o tener la vista en el beneficio para creerse que algo cambiará tras una supercopa o cualquier campeonato en estas naciones de corte absolutista, dictatorial, fascistoide, en las que las mujeres son tratadas como animales sin cerebro, y donde se ejecutan (colgados de una grúa, lapidados, decapitados) a gentes tan ‘peligrosas’ como los homosexuales, las mujeres adúlteras, los ‘enemigos’ de Alá, los blasfemos, los que se atreven a cuestionar al gobierno...
No cambió el sistema ni se mejoró la vida de los perseguidos en Alemania tras los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, del mismo modo que todo siguió igual tras los Juegos de Moscú 1980 o Pekín 2008. Italia llevó su supercopa a Arabia Saudí el pasado 2019, y también la jugó en Usa, China y Libia en años anteriores, y nada cambió en ninguno de estos territorios. Como tampoco hubo cambios en Catar después del Mundial de Atletismo 2019. La celebración de grandes acontecimientos deportivos siempre ha sido utilizada por los gobiernos como operación de propaganda, pero en los casos de países totalitarios, además, se convierte en operación de blanqueo, de ensalzamiento del sistema, de justificación de la dictadura y sus métodos.
En definitiva, los únicos que ganaron y mejoraron tras la entrega de deporte de élite a países contrarios a la libertad y la democracia fueron los gestores, los que ejercieron de vendedores, en ningún caso los ciudadanos de esos países. Y los compradores, claro, que obtuvieron su ansiado lavado de imagen.
Y esa tendencia de vender a buen precio alta competición a cambio de una operación de blanqueo del régimen comprador continuará; el próximo Mundial de Fútbol será Catar 2022, obligándose (por pasta) a parar las competiciones internacionales de los países participantes, ya que se tiene que jugar en invierno. Todo por la pasta. Y por la cara.
En fin, por más que insistan los vendedores de que se trata de una operación humanitaria y con objetivos benéficos, una venta es una venta, sea de un bien, un servicio o, como en este caso, la Supercopa de España. Es como si un agente de ventas despacha un coche eléctrico y dice que lo hace para combatir la contaminación.
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 5 de enero de 2020

ERRORES QUE ARRUINARON DISCOS ANTES DE PUBLICARSE


Jimi Hendrix entregó una maqueta con temas nuevos a su bajista Mitch Mitchell para que le diera su opinión, pero murió pocos meses después y Mictch olvidó la maqueta, que no se encontró hasta la muerte de éste, en 2008


Publicar un disco es un trabajo largo y laborioso en el que intervienen muchísimos especialistas. Hay que componer, corregir y retocar, arreglar, probar y pulir, ensayar y mejorar, producir, grabar una y mil tomas, mezclar y remezclar, diseño de portada e interiores, revisión y visto bueno de la discográfica, fabricación, promoción, distribución… Y en cada uno de los infinitos pasos pueden producirse errores que retrasan e incluso arruinan el lanzamiento de la obra. 
Todo el mundo comete errores, a veces garrafales y con nefastas consecuencias. Y cuanto más alto sea el cargo del culpable más duros serán los efectos de sus fallos. Cuando se publica un disco son muchas las cosas que pueden salir mal. Y según las leyes de Murphy si algo puede salir mal… En fin, la publicación de un disco ha de pasar por tantas manos que hay muchas posibilidades de que alguna metan la pata. Y si algunos de los grupos más importantes y con más respaldo de la industria han padecidos meteduras de pata de alguno de los eslabones de tan complicada cadena, ¡qué no habrá pasado con bandas sin tanta fama o debutantes!  
Los Beach Boys podrían contar cómo se pueden torcer las cosas incluso antes de empezar. A mediados de los sesenta Brian Wilson se sentía eufórico, así que proyectó un álbum distinto, progresivo, barroco y, en fin, tan complicado y ambicioso que no existía aun tecnología para realizarlo. Tardó, pero finalmente Brian (auténtico ratón de estudio) se convenció de que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, así que abandonó; iba a titularse ‘Smile’; vio la luz  tres décadas después con Wilson en solitario. Desengañados, quisieron resarcirse con un Lp en vivo, así que para ello se fueron a Miami; la cosa también se torció desde el principio, pues el bajista, Bruce Johnston, se negó a viajar, lo que significaba que Alan o Carl tenían que tocar el bajo, instrumento con el que no se sentían cómodos; además, el repertorio incluía temas que casi nunca tocaban en vivo y otras nuevos apenas ensayados. Al escuchar las grabaciones comprobaron que una parte sonaba horrible y otra necesitaba mucho trabajo de producción en el estudio. Al final, después de sopesar la idea de grabar en estudio y añadir ruido de directo, decidieron abandonar también este proyecto. El gafe duró poco.
Hacia 1970 el sensacional guitarrista Jeff Beck se empeñó en grabar en el estudio de la Motown en Detroit, Usa. En principio no hubo problema, hasta que Beck apareció con su propio batería, el también enorme Cozy Powell, algo que no gustó en el emblemático sello, sobre todo a los músicos que trabajaban allí. “Si vienes a Motown es porque quieres sonido Motown, y esto sólo se consigue con músicos Motown” terminaron diciéndole. La cosa empeoró cuando Powell quitó la batería ‘residente’ del estudio y colocó la suya, entonces el técnico no soportó más y directamente se largó. Jeff Beck había conseguido grabar diez temas a falta de las mezclas, o sea, inacabados, y así están a día de hoy, inconclusos e inéditos. “¿En qué estaría pensado cuando llevé a Cozy y profanar la sagrada batería de Motown?”, reflexionaba Beck años después.
Unos pocos meses antes de morir, el inigualable Jimi Hendrix grabó unas canciones con guitarra acústica, una maqueta con 16 temas de corte autobiográfico que iba a publicarse, a modo de álbum conceptual, con el título de ‘Black gold’. Le pasó la demo al batería de Jimi Hendrix. Experience, Mitch Mitchell, para que las escuchara y le diera su parecer. Por desgracia, en septiembre de ese año Jimi falleció y Mitchell ¡olvidó que tenía esas cintas que el guitarrista le había entregado! Y así pasaron décadas. Al morir Mitchell en 2008 apareció la maqueta, y la hermana y gerente de los derechos de Hendrix, Janie, se hizo con ella prometiendo publicarla…, algún día. Pero sólo ha publicado un tema. ¿Cómo puede uno olvidarse que tiene 16 temas inéditos de Jimi Hendrix? Error monumental.
Un fallo que siempre acecha a todo el que maneja aparatos es equivocarse y borrar accidentalmente una grabación. Tal cosa pasó con uno de los temas del álbum ‘Gaucho’ (1980) del dúo estadounidense Steely Dan. Al parecer, una primera grabación de todo el Lp decepcionó a todo el mundo, era irregular, floja y no se parecía lo que Becker y Fagen tenían en mente, así que se fueron a Nueva York para rehacer todo el trabajo. Allí empezaron por un tema titulado ‘The second arrangement’ (El segundo arreglo), y cuando estaba terminado, producido al gusto de los artistas, pulido y listo para fábrica, un ingeniero se equivocó y borró por accidente casi todo. Cuentan que intentaron empezar desde el principio, pero rehacer por tercera vez les resultó insoportable y del tema jamás se supo.
Al poco de separarse los Beatles, Paul MCarteny formó Wings. Después de su tremendo éxito con ‘Band on the run’ (1973), su compañía les apremió para que tuvieran disco nuevo para finales del año siguiente, pero no tenían canciones, así que propusieron un doble Lp que contuviera grandes éxitos un disco y rarezas inéditas el otro. Mientras trabajaban en el asunto (a mediados del 74), la compañía comprobó que ‘Band on the run’ seguía vendiéndose muy bien, así que decidieron que hacer ese Lp sería sido un error y, por tanto, lo mejor era olvidarse de él, ya que ambas producciones serían competidores. Paul, enfadado, no tuvo más remedio que aceptar, aunque en sus discos posteriores aprovechó algo de aquel material desechado.   
Conocido es el caso de Green Day. En 2003 tenía listo el que sería su séptimo álbum, que se titularía ‘Cigarrettes & Valentines’. Pero algún atolondrado cometió el gravísimo error de dejó el máster al alcance de ladrones, de modo que alguien lo robó, aunque no está muy claro por qué o para qué. Lo curioso es que no se pusieron a rehacer todo el trabajo, sino que idearon nuevos temas y confeccionaron un álbum totalmente nuevo (con apenas algunos detalles e ideas rescatadas de lo robado) que titularon ‘American Idiot’. De todos modos, aquellas partituras siguen en el archivo, así que, tal vez, algún día…
¿Quién no ha metido la pata muchas veces?
CARLOS DEL RIEGO

jueves, 2 de enero de 2020

MARQUÉS DE LA ENSENADA, ¿EL MEJOR POLÍTICO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA?

Ensenada fue un político honesto, trabajador, eficaz e inteligente, una especie rarísima.


Se viven tiempos en que los políticos viven en permanente desprestigio, y no porque no se lo tengan más que bien merecido. Protagonizan escándalos bochornosos sin que la vergüenza asome a sus caras, muestran una falta de integridad pasmosa y una capacidad de engaño, contradicción e incoherencia reñidas con cualquier rasgo de honestidad; y eso sin hablar de corrupción. España ha padecido este tipo de dirigentes desde hace siglos, por lo que es difícil encontrar un político honesto, trabajador y eficaz, como fue el Marqués de la Ensenada.  

Aunque sea difícil de creer, España sí ha contado con algún político responsable, eficaz, trabajador y honesto a lo largo de su Historia. Ahora que la mayoría de los políticos de todo el mundo tienen la política como única preocupación y objetivo, atendiendo sólo a su carrera y a su partido, es oportuno recordar a quien hizo todo lo contrario: buscar el bien común, el bien del país y sus habitantes. Es el caso de Zenón (o Cenón) de Somodevilla y Bengoechea, el marqués de la Ensenada (1702-1781), que trabajó para tres de los cuatro reyes de España del siglo XVIII, ocupando los cargos más importantes y llevando a cabo infinidad de reformas y mejoras que abarcaron desde la Hacienda hasta la Astronomía. Anteponiendo siempre lo más práctico, Ensenada (hijo de un hidalgo venido a menos) no quiso derribar la casa vieja hasta tener construida la nueva, es decir, sus planes y reformas siempre fueron ideados desde lo posible, no desde lo utópico e inalcanzable. 

Dicen las crónicas que era inagotable, tremendamente vitalista, con una capacidad de trabajo extraordinaria (se acostaba muy tarde y se levantaba muy temprano), era muy metódico (sus horarios eran estrictos y los cumplía a rajatabla), muy inteligente (siempre estaba analizando la situación para buscar la mejor solución), muy patriota y deseoso de “contar con un ejército y una marina decentes para que España no sea subordinada de la Francia en tierra y la Inglaterra en el mar”. Era culto, muy auto-exigente y sólo pensaba en el bien común; él mismo decía que no pensaba en sí mismo porque tenía muchas otras cosas en que pensar, y por el mismo motivo jamás se casó ni tuvo hijos. Cuentan que, durante el reinado de Fernando VI, éste apenas tenía tiempo de leer todos los proyectos que casi a diario le presentaba su inagotable secretario (cargo equivalente a ministro). También entraba en sus planes “estar en paz con todos y en guerra con nadie”.

Tal vez su obra más conocida sea el Catastro de Ensenada, que fue algo así como un registro de todas las propiedades y propietarios del reino con el fin de recaudar impuestos de modo mucho más justo; es un trabajo estadístico e histórico monumental que, con el tiempo, se ha convertido en imprescindible documento de aquella España; en ese sentido también cambió leyes para quitar privilegios a la nobleza. Desgraciadamente, la oposición de ésta impidió que estas dos leyes reformadoras de Ensenada fueran ejecutadas en su totalidad. Sí se llevaron a cabo infinidad de reformas por él ideadas, que abarcaban terrenos tan dispares como obras y bosques, agricultura, nuevos tipos de impuestos (mucho más justos, proporcionados y eficaces), navegación fluvial y marítima, hidrología (creó el Canal de Castilla), carreteras y urbanismo; asimismo puso en marcha fábricas en varios puntos de España, se preocupó por fundar un archivo histórico, por la difusión de obras literarias en lenguas clásicas, favoreció el comercio con América eliminando el monopolio y vigilando el fraude (los beneficios se dispararon)... Creó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando e ideó y puso en marcha el Giro Real, antecedente del Banco de San Carlos, que dio aire a la economía española. También llevó a cabo un ingente trabajo en Justicia, defensa, costas... Instituyó la Academia de Medicina y el Observatorio Astronómico.

Astutamente realizó intercambios de científicos y gentes ilustradas con otros reinos y naciones europeas, invitó a estudiosos y especialistas, e incluso envió algo así como espías a otros países para que observaran las novedades tecnológicas en navegación, técnica, ingeniería o armamento. Y en el colmo de la audacia, mandó a Inglaterra a un agente experto en la materia con la misión de enterarse de todas las mejoras y adelantos que en el campo de la navegación disfrutaban los barcos y astilleros ingleses para aplicarlos inmediatamente a los navíos españoles.

En el terreno militar también destacó enormemente, hasta ser considerado peligroso por el gobierno inglés. Puso en marcha arsenales y astilleros, de modo que en poco tiempo España consiguió una flota tan potente como para plantar cara a la inglesa. Por si fuera poco, Ensenada logró que el centro de poder de toda Europa se situase en Madrid, donde los embajadores de todo el continente trabajaban a destajo; así se enteró de todos los entresijos que pudieran afectar a España en el terreno político, militar y económico.

Por todo ello, por ese caudal de proyectos, por esa cascada de realidades con que Ensenada mejoró notablemente España, los ingleses hicieron todo lo posible para que fuera destituido, y así, el embajador inglés Benjamin Keene (junto a nobles y políticos españoles) urdió una intriga que condujo a su destitución (se le encontraron unos planes para atacar colonias inglesas de los que no tenía conocimiento el rey, pero que no eran más que apuntes, ideas sin desarrollar). De este modo, Keene escribió a sus superiores en tono de alivio: “España no construirá más barcos”, lo que le valió una condecoración de su gobierno. Si la grandeza de una persona se mide por el poder de sus enemigos, el marqués de la Ensenada fue muy grande, pues su principal enemigo era nada menos que Inglaterra.
Como puede verse (la enumeración de todos sus méritos ha de ser esquemática, pues de lo contrario se necesitarían cientos de páginas), España sí que ha tenido algunos buenos políticos, lo que quiere decir que lo importante es la persona, no el partido, la ideología, las tendencias y preferencias, los credos o la forma de pensar. Si el gobernante es honrado, eficaz, trabajador e inteligente y antepone el beneficio del país a todo lo demás, el resultado será indiscutible. Pero por esto abundan tan poco en la historia personajes de esta talla. Y es que sería difícil encontrar mil políticos españoles que, entre todos, pudieran presentar tantos méritos.

Pero a pesar de su valía y eficacia, el riojano Zenón de Somodevilla también tiene su cara oscura, y no es otra que la llamada Prisión General de Gitanos o Gran Redada (1749). Ideada por el Obispo de Toledo y aprobada por Fernando VI, fue ejecutada por Ensenada. A través de una ley se detuvo a unos 10.000 gitanos, de los que los mayores de siete años fueron enviados a astilleros y arsenales para trabajo forzoso, mientras que los menores y las mujeres fueron obligados a trabajos de todo tipo en cárceles y fábricas. Ya desde el principio hubo mucha confusión, con recursos y juicios con resultados contradictorios, con detenciones en un lugar y puestas en libertad en otro... La ley se derogó 14 años más tarde y provocó infinidad de problemas judiciales, de reubicación, de asimilación... A pesar de que este tipo de persecución se había promulgado y ejecutado muchas otras veces, aun no se ha aclarado de forma definitiva y concluyente el por qué de esta operación y por qué tomó parte un ilustrado de la categoría de Ensenada. Hasta los hombres más eminentes tienen cadáveres en el armario.

En un último acto de generosidad, en su testamento legó casi todas sus posesiones a beneficencia e instituciones públicas. ¿Alguien sería capaz de mencionar a un político que haya hecho tanto por España en los últimos quinientos años?

CARLOS DEL RIEGO
(Actualización de texto de V-2012)