OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 11 de septiembre de 2019

GALLINAS VIOLADAS: OTRO PASO MÁS HACIA LA ESTULTICIA ABSOLUTA

Estas son dos de las criaturas que han tenido la esperpéntica idea de que pueden corregir a la Naturaleza.


Por inmensas que sean, el hombre y la mujer siempre son capaces de superar cualquier cota cuando se trata de mostrar su estulticia. Una de las mayores exhibiciones de imbecilidad y cretinismo que se han visto últimamente (IX-19) es la protagonizada por unos-as sujetos-as que acusaban a los gallos de violar a las gallinas. Un esperpento que cuesta creer en sociedades avanzadas
Este tipo de postura es una evidencia incontestable de que el fanatismo conduce inevitablemente al endiosamiento, al engreimiento más soez, a la soberbia más arrogante. Y es que estas criaturas, que se hacen llamar veganas o vegetarianas, se sienten en posesión exclusiva de la verdad más absoluta, tanto que se creen legitimadas para enmendar la plana y corregir a la Naturaleza, cuestionan a Natura y se rebelan contra ella. La Naturaleza lleva más de tres mil millones de años demostrando que sus métodos son ideales, pues es evidente la exuberante biodiversidad existente en este planeta, sin embargo, estos personajillos están convencidos de que la razón les asiste a ellos, no a la Naturaleza, y por eso quieren corregirla.
Las gallinas y los gallos tienen una forma de ‘funcionamiento’ similar al resto de las especies animales. Y si estas gentes de dudoso intelecto están dispuestas a consagrar su vida a evitar que animales macho copulen con las hembras si éstas no dan su consentimiento (¡), tienen ante sí un trabajo colosal, pues las ‘relaciones’ que se dan en la Naturaleza son… silvestres, salvajes, bestiales, feroces. Deberían irse a las sabanas africanas a cuidar de las leonas y sus cachorros pues, como es sabido, el león macho que destrona al rey de una manada lo primero que hace es matar a todos los cachorros (hembras incluidas) con el fin de que las leonas entren en celo y así transmitir sus genes cuanto antes. También estarán preocupados por la actitud del elefante marino que, saturado de hormonas, pelea por las hembras de modo crudelísimo, y cuando ha sido derrotado muchas veces acomete contra crías hembra en lo que los defensores ‘gallinistas’ tildarían de violación. Igualmente sentirán indignación al ver cómo, en muchas especies de aves, el hermano mayor mata al menor (sea macho o hembra) para quedarse él toda la comida disponible. También podrían mencionarse los roedores que se comen a su prole (hembras incluidas), los tiburones que se comen a sus hermanos menores (hembras incluidas) aun en el vientre de la madre, el fratricidio (hembras incluidas) que se da entre los cachorros de hiena…En fin, que nadie debería sorprenderse si estos fulanos (mejor omitir el femenino) eleven quejas y escritos a las altas instancias exigiendo que se impidan todas estas intolerables muestras de machismo que tanto abundan en plena Naturaleza; y en último caso, deberían hacer como con las gallinas: separar a los leones de las leonas.
El problema es que hay especímenes de homo sapiens que no saben que los animales sólo hacen lo que sus hormonas y su bioquímica les dicta, no pueden hacer otra cosa. Así, ni los gallos pueden ser violadores, ni los elefantes marinos macho pederastas, ni los pájaros fratricidas, ni los leones infanticidas; eso sólo lo pueden ser quienes tienen la posibilidad de elegir entre hacer el bien o hacer el mal, y esta facultad no la tienen los animales irracionales, por tanto, no se puede acusar de violador o delincuente a un animal que sólo hace lo que tiene que hacer y que no tiene posibilidad de actuar de otro modo.
En todo caso, es evidente la reacción contra las leyes de la Naturaleza que llevan a cabo estas gentes que, por otro lado, están absolutamente auto-convencidas de que, gracias a ellos-as y sus acciones, van a cambiar el destino no sólo de esas gallinas, sino del Planeta Tierra y de todo lo que contiene. Por eso, porque se rebelan contra la Naturaleza, dicen que usan los mismos términos para humanos que para otros animales; además, afirman que las gallinas son violadas porque no dan su consentimiento a los gallos, que  actúan con violencia (puestos a desbarrar, ¿cómo saben que el ritual de apareamiento no está previamente acordado?
Por otra parte, y ya puestos, imponerse el vegetarianismo o veganismo es también ir contra la Naturaleza (imponérselo a los demás es otra cosa: totalitarismo, fascismo, estalinismo, nazismo, maoísmo), ya que ésta dispuso que el sistema digestivo de ese vertebrado mamífero placentario, ese primate denominado homo sapiens fuera omnívoro; es decir, renunciar a las proteínas animales es, simplemente, una iniciativa contra Natura. Igual que atribuir a los animales comportamientos, valores o delitos exclusivamente humanos.
CARLOS DEL RIEGO

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