OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 10 de abril de 2019

LA PARADOJA DE LAS TEORÍAS ‘CONSPIRANOICAS’

Si la Tierra fuera plana todos los continentes recibirían la luz del sol a la vez, pero al ver por la tele el tenis desde Australia se ve que  es de noche y aquí de día. Pero el 'conspiranoico' no querrá ver la evidencia.


Resulta verdaderamente contradictorio que en plena época de la información, cuando más acceso se tiene a todos los medios de comunicación, más éxito tienen las historias sobre tremendas conspiraciones. Se difunden y son aceptadas hoy varias creencias conspiranoicas que, sorprendentemente, son ‘compradas’ por personas razonablemente ilustradas y con cierta formación. Lo curioso es que quien milita en una de esas creencias habla de las demás con desprecio sin darse cuenta de que, en realidad, todo es lo mismo.

Esta es la paradoja: defender con todo entusiasmo la existencia de una gran conspiración mundial a la vez que se rechazan airadamente las otras. De este modo, el creyente de esta o aquella utiliza contra las demás los mismos o parecidos argumentos que se le exponen para contradecir la suya. Sin embargo, no hay diferencias, ya que todas las teorías conspiranoicas son desvaríos que chocan contra la evidencia.   

Los expertos en conspiraciones auténticas, esos que se han visto envueltos en ellas o los que las estudian, las investigan y las combaten, los que saben de qué va esto, afirman que una conspiración sólo puede tener posibilidades de éxito cuando son pocos los implicados, cuanto menos mejor. Y esto es así porque cuando hay decenas, cientos o miles de envueltos en la trama, no es que se corra gran riesgo de delación, sino que será casi una certeza, puesto que siempre habrá quien hable más de la cuenta para hacerse el importante, o quien quiera aparecer como un héroe, o quien caiga en la tentación de convertirse en rico y famoso por desenmascarar el complot, o quien descuidadamente diga una palabrita de más, o incluso el que pueda tener remordimientos por participar en una mentira… En fin, con muchos conspiradores las posibilidades de que todo se descubra tienden al cien por cien. Así lo explicó uno de los implicados en el escándalo ‘Wateregate’, quien afirmó que, a pesar de estar todos entrenados en la mentira y no ser muchos (unas pocas decenas), en el momento en que empezaron a hacer preguntas empezaron las contradicciones, y los investigadores no tardaron en relacionar respuestas, con lo que en poco tiempo todo se descubrió.    

Sin embargo, las principales teorías conspiranoicas, las que más adeptos tienen, exigen que miles e incluso millones de personas ‘estén en el ajo’, o sea, que conozcan el engaño. Entre las más difundidas y ‘aceptadas’ están la de ‘la Tierra plana’, la de los ‘antivacunas’, la que niega la llegada a la luna, la de los ‘chemtrails’ (que dice que la estela de los aviones es producto químico)…, y entre las ‘históricas’ pueden recordarse la que sostiene que los campos de concentración y las cámaras de gas fueron un montaje, la que dice que Hitler consiguió escapar, la que defiende que el club Bilderberg mueve los hilos del mundo…

El disparate que proclama que la Tierra es plana resulta hilarante y se podría rebatir con infinidad de argumentos, aquí va uno muy simple. Si la Tierra fuera plana todos los continentes recibirían la luz del sol a la vez, sin embargo, cuando se ve por la tele el Abierto de Australia de Tenis se comprueba que allí es de noche y aquí el sol está en todo lo alto. Los ‘terraplanistas’ dirían que todo es un montaje, un truco televisivo, lo que querría decir que estarían implicados los árbitros, recogepelotas, comisarios, entrenadores, patrocinadores y jugadores, los diez mil espectadores en vivo y, en realidad, todos los australianos, todos los cuales deberían se habrían conchabado para engañar al resto del planeta. ¿Es posible que alguien defienda tamaña necedad? Además, ¿qué objeto tendría este amaño?

El mismo argumento sirve para quienes están convencidos de que las vacunas causan enfermedades como el autismo. Si así fuera habría cientos de millones de autistas, ya que son cientos, seguramente miles, los millones de personas que se vacunan. Sin embargo no es así; además, estarían pringados todos los que trabajan en la sanidad (pública y privada), empresas farmacéuticas y sus trabajadores, distribuidores, farmacéuticos, estamentos encargados del control de medicamentos…, en fin, otra vez millones de conspiradores. Esta supuesta conspiración encaja dentro de la mente de quien cree que el sistema siempre está buscando formas de sojuzgar, controlar, mediatizar a la población mundial.

Los que niegan la llegada a la luna no caen en la cuenta de que el proyecto involucró a miles de especialistas, y que si hubiera sido un fraude (no sólo el primer alunizaje, sino los seis que hubo de 1969 a 1972) sería imposible que alguno de esos técnicos no se hubiera ido de la lengua antes o después; claro que a lo mejor hay quien piensa que los técnicos también fueron engañados, pero ¿quién podría engañar a los máximos especialistas mundiales en su especialidad?

Lo ‘conspiración’ de los ‘chemtrails’ es de las más recientes. Dicen sus defensores que las estelas de condensación de los aviones son productos químicos que poderes oscuros (gobiernos, grandes empresas, tenebrosas organizaciones) lanzan para contaminar a la población. No hay que ser un experto para saber que desde esa altura (10 kilómetros) no es eficaz la fumigación por que se expandirá y no se sabrá dónde ni cuándo caerá, es decir, afectaría a muchos de los implicados y sus familias. Y nuevamente está la cantidad de gente (pilotos, tripulaciones, trabajadores, empresas, directivos) que conocería la conjura.  

El problema es que dan igual las evidencias que se pongan sobre la mesa, quien está convencido de que la conspiración existe no sólo no cambiará de idea, sino que puede acusar a quien le contradice de estar con los que manejan el engaño.

CARLOS DEL RIEGO

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