OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 15 de abril de 2018

EL ENCANTO DEL BESO EN EL R&R Acaba de ‘celebrarse’ el Día Internacional del Beso (13-IV). Sí, hay día dedicado a todo lo que uno pueda imaginarse. El beso, en todo caso, tiene infinitas modalidades, representaciones y significados, y por ello ha sido tema para grandes piezas rock

A pesar de su fama de cascarrabias, Van Morrison también suplicó 'dame un beso'.


Bueno, si hay Día del Lavado de Manos, ¿por qué no del beso? Aseguran los que han estudiado a fondo este asunto del ósculo que puede haber hasta veintidós tipos de besos, cada uno de los cuales tiene su propio significado, y también muchos lugares donde posar los humanos morros. Como toda manifestación de afectos y sentimientos de la persona, el contacto labial se ha representado insistentemente en las artes plásticas, y también ha sido protagonista de innumerables partituras, de manera que se pueden encontrar besos tanto en piezas clásicas como en canciones populares. De hecho, acotando el asunto al terreno del rock & roll, pueden citarse cientos de títulos que hablan explícitamente del besuqueo. Y así ha sido desde que este género dio sus primeros pasos. De este modo, puede resultar divertido echar un vistazo a algunas de esas canciones que giran en torno a esa caricia bucal que tanta fascinación causa; eso sí, hay que tener presente que si la cosa va de besos las letras tenderán hacia el rosa… 

Hace nada menos que 55 años el demente Phil Spector escribió (con otros) y produjo el enamoradizo ‘Then he kiss me’, que fue lanzado en las voces de las Crystals (luego muchos más la hicieron). Deliciosas armonías vocales, atención a los coros, potentes arreglos de cuerda, sonido recargado pero en absoluto pesado y, en fin, expresiva melodía configuran una pieza histórica y, además, muy característica del trabajo de Spector (su ‘muro de sonido’) en aquellos años sesenta del siglo XX. La letra es simple y directa: “Se levantó, se acercó y me preguntó si quería bailar (…), luego me acompañó a casa, cuando brillaban las estrellas, y entonces me besó (…), me besó como nunca había sido besada, de la manera que yo quiero ser besada siempre”. Lógicamente, tras un beso y un encuentro tan idílico, no extrañará que la cosa acabe en boda…   

Más o menos de la misma época es el ‘Shoop, shoop song ( It`s in his kiss)’ que Betty Everett cantó en 1964 y tantos otros después. El texto explica que la mejor manera de saber si un chico te ama es fijarte en sus besos, no en sus ojos, ni en su cara, ni en sus abrazos, ni en sus suspiros…, con todo eso te puede engañar, pero no con sus besos. Nuevamente la cristalina voz solista y los arreglos corales dan vida a una melodía excelente, una canción que se ha moldeado en todas las formas y estilos posibles, desde el pop melódico hasta el glam rock.

Claro que para enamoradizo, el ‘Sealed with a kiss’. Almibarada hasta el empalago, la canción, sin embargo, tiene su chispa (a lo mejor debido a que está inspirada en una obra de Bach). La letra habla del fin de un amor de verano, aunque el enamorado promete dar muestras de su amor por carta diaria, la cual siempre irá “sellada con un beso”… Hoy resulta excesivamente azucarada, pero hay que situarse en su época, pues la primera versión es de 1960, alcanzó el éxito dos años más tarde con Brian Hyland y, con el paso del tiempo, varias veces más con otros cantantes.   

De The Beatles podría recordarse su versión del clásico en español ‘Bésame mucho’ (grabado en Hamburgo en 1962), aunque apenas se atrevieron con los versos originales, escritos por la mexicana Consuelito Velázquez en 1940. El cuarteto de Liverpool hizo otras veces referencia al beso; por ejemplo en el delicioso ‘All my loving’ (1963), cuyas primeras frases son de un romanticismo adolescente: “Cierra tus ojos y te besaré, mañana te echaré de menos (…) mientras esté lejos te mandaré todo mi amor por carta e imaginaré que beso tus labios (…) esperando que estos sueños se hagan realidad”. De todas las canciones escritas por Paul, esta era una de las que más le gustaba a John.

El inigualable Van Morrison hizo en 19870 su ‘ Give me a kiss’ (dame un beso), una canción con contenido igual de tópico, pues viene a decir que sólo quiere un beso, un dulce beso, que las sonrisas o ir de la mano por la calle está bien, pero lo mejor es un dulce beso, “es todo lo que quiero, todo lo que necesito, lo que me satisface”. Muy tierno se puso en esta ocasión el irascible norirlandés, que al parecer estaba pensando en su mujer y en su hija recién nacida cuando la escribió. De todos modos su fuerte está en la partitura, ideada como un arrollador blues-rock que eriza el pelo y una interpretación  que exhibe la desbordante energía que este singular personaje es capaz de liberar.   

Y se podría continuar con otros títulos surgidos de la ‘Leyenda del beso’, como titula la célebre zarzuela estrenada en 1924. Así la aguerrida cantante y guitarrista Lita Ford (ex Runaways) y su ‘Kiss me deadly’(1988); rock poderoso y un texto un tanto descreído que desprecia casi todo (bailar, beber, pelearse) repitiendo “no fue gran cosa”, pero luego pide a gritos: “bésame una vez, bésame dos, bésame mortalmente”. Los siempre melancólicos Echo & The Bunnymen hablaban de ‘labios como azúcar y ‘besos de azúcar’ en su ‘Lips like sugar’ (1987), aunque al final ella se larga riéndose de ti…; el caso es la banda de Liverpool sigue sonando elegante y mantiene ese ambiente enigmático, cautivador. Desde Manchester, New Order parecía indicar cómo ha de ser ‘The perfect Kiss’ (1984), pero en realidad no da indicaciones acerca de cómo dar el ‘beso perfecto’, al revés, explica que “ahora sé que el beso perfecto es el beso de la muerte”’…, pero uno de los autores (el cantante Bernard Sumner) confesó que, en verdad, no tenía ni idea de qué iba finalmente la letra; su ritmo endiablado no pierde capacidad de contagio, a la vez que la producción resulta aun asombrosa: el sonido parece no admitir nada más, pero siempre hay sitio para otro arreglo, para otro instrumento…, y funciona..

Como reclamaba The Cure en 1987, ‘Kiss me, kiss me, kiss me!’, ¡bésame, bésame, bésame!

CARLOS DEL RIEGO

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