OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 2 de abril de 2017

¿CÓMO SERÍA LA PRIMERA MÚSICA QUE EL HOMBRE ENTONÓ? Un estudio de una prestigiosa universidad de USA concluye que la música surgió como un recurso para calmar al bebé que llora y llora, es decir, según esos investigadores, lo primero que alguien cantó fue una nana. Tras miles de años de evolución llegó el rock.


The Doors decían, en 1967, que cuando la música se acaba se apgan todas las luces.
Basándose en razones de tipo biológico y evolutivo, unos sesudos investigadores de la Universidad de Harvard (USA) han llegado a la conclusión de que la música ‘se inventó’ para arrullar a un recién nacido cuyos agudos berridos parecían no acabar nunca, es decir, la primera canción, el primer género musical fue la nana… De este modo, cesado aquel lloro estridente, los padres podrían dedicarse a sus actividades, el clan podría dormir e incluso los depredadores no escucharían ‘la llamada’ de una presa fácil …, todo eso según los autores de este trabajo.


Es evidente que esto no deja de ser una especulación, que no hay base ni prueba para convertir dicha afirmación en una verdad científica, así que, puestos a fantasear, se puede escenificar la hipotética (e improbable) escena en la que un espécimen del género homo emitió la primera secuencia melódica de la historia. Bien pudo ser en algún momento del final del Paleolítico Inferior, por ejemplo hace unos 200.000 años, en algún lugar de África Oriental y con el recién aparecido Homo Sapiens como protagonista. Es de noche y un clan de unos treinta individuos se refugia en una cueva con un fuego cerca de la entrada; esparcidos por el suelo hay herramientas de piedra, restos de la última comida, cuernos, huesos, jirones de piel de animal…; olores densos y penetrantes; de fuera llegan muy diversos e inquietantes sonidos. El más joven del grupo, un recién nacido, no para de llorar estridentemente, constantemente, sin que los padres logren que cese un griterío que ya ha atraído a unas cuantas hienas que merodean por el exterior. La madre lo toma en brazos y, casi sin darse cuenta, empieza a murmurar como un zumbido sin articular, alternando una u con una o, la u más fuerte que la o, monótonamente, en tono grave. Baja la intensidad de la llorera, la mujer sapiens lo nota y sigue. Un día tras otro, la madre repite el truco, hasta que llega un momento en que la secuencia pasa de dos a tres tonos, luego a cuatro, a cinco…, y cada noche repite la posición de las letras y la ‘melodía’ de la anterior. El resto de las madres, al comprobar que algunas veces el invento funciona, la imitan. Y una mañana, el primero del clan que sale de la cueva y ante un sol radiante, empieza a repetir eso que sólo se hacía para que los bebés cesaran su irritante llantina. Más tarde, muchísimo más tarde, esa combinación de ritmo y melodía tomó carácter ritual, luego se añadieron instrumentos…, y terminó por diversificarse e incorporarse a todas las culturas.

Si hubiera sido así (cosa más que dudosa), si la primera melodía que saló de garganta humana fue un arrullo, una nana, puede deducirse que ese es el primer género musical, el origen de todos los estilos, ritmos y combinaciones sonoras que en la historia han sido. Y así, tras una evolución retorcida e insospechada, se llegó al rock & roll. Y como en todas las infinitas variedades de este imprescindible y ancestral invento, el rock también habla de música. Cuatro jugosos ejemplos de música dentro de la música.   

Resulta más que oportuno traer a colación el atinado y lúcido ‘Rock & roll Music’ del recientemente fallecido Chuck Berry. Publicada hace casi sesenta años (en septiembre de 1957), es una oda a ese género musical recién nacido y, por tanto, a la música; trata del chaval que sólo quiere rock & roll, ni mambo ni tango ni jazz, sólo cantar y bailar el nuevo estilo. Tanto tiempo después la canción, su ritmo, su instrumentación, sigue poniendo los pelos de punta. Salvando unas distancias abismales, el hallazgo al que contribuyó el gran Chuck tiene una remota conexión con el de aquellos homo sapiens, pues en ambos casos el descubrimiento resultó trascendente.    

Los estadounidenses The Doobie Brothers hicieron otro canto a la música en general, a toda la música sin importar el estilo, en su maravilloso ‘Listen to the music’ (1972). Su autor explicaba que la intención del tema era transmitir un sentimiento positivo, una utopía: si los gobernantes se sentaran simplemente a escuchar música todo iría mejor, y si la gente escuchara música todos se darían cuenta de lo mucho que tienen en común; es más, según el compositor (Tom Johnston) “la música eleva al hombre a un plano más alto”. Esta última reflexión es admitida desde hace milenios. El ambiente de la canción resulta muy cálido (¡esas guitarras!), acogedor, optimista… Una pieza perfecta para celebrar este invento.   

Sly & The Family Stone es otro clásico de la música estadounidense. ‘Dance to the music’ (1967) propone aprovechar la música para bailar (dos lenguajes nacidos el uno para el otro); explica con una explosiva mezcla sónica (funk, rock, pop, psicodelia) ese hecho maravilloso que es hacer música y bailarla. Más o menos pide que Freddy, Greg, Larry, Sly, Cynthia… cojan una batería, añadan un poco de guitarra para que empiecen a moverse los pies, luego han de poner un órgano al fondo y completar con instrumentos de viento, y con todo ello, ¡a bailar! El tema supuso otro paso en la evolución de la música, pues resultó ser el punto de partida de las más significativas bandas de funk de los años setenta. Y es que, en realidad, ¿qué hay mejor que bailar al son de los mejores ritmos?

The Doors, también en 1967, editaron su ‘When the music´s over’, la cual viene a decir, sin más, que la música es el fuego de la vida y que cuando se para también se detiene el espíritu de la misma vida; hay quien la interpreta no como una metáfora de la vida, sino como si la música fuera una de esas cosas que hacen que merezca la pena vivir, de modo que “cuando la música termina, todas las luces se te apagan…”, por tanto, hay que seguir viviendo la música para seguir viviendo. El verso “la música es tu amigo especial (…), tu único amigo” viene a significar que en ella puedes confiar siempre. Todo ello viene envuelto en atmósferas multicolor sobre ritmos cambiantes y con pasajes enigmáticos, surrealistas. Una pieza rebosante de hechizo. 

Si aquellos estudiosos tienen razón, la música nació como solución a un problema concreto, pero con el tiempo se ha vuelto imprescindible, hasta convertirse en un elemento necesario para la salud física y sicológica. Se han necesitado cientos de miles de años para que el murmullo arrullador de una madre evolucionara hasta el rock & roll. ¡Qué feliz idea tuvo aquel espécimen de homo sapiens!    


CARLOS DEL RIEGO

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