OPINIÓN

HISTORIA

jueves, 8 de diciembre de 2016

EL SENTIMIENTO TRIBAL DE ALGUNOS HINCHAS CULÉS. Hay veces en que la nota periodística exige dos lecturas, pues el asombrado lector no es capaz de comprender lo que cuenta; tal ha sido la que habla de algunos aficionados del Barça que protestan porque los del Madrid festejaron su gol.

 
Algunos aficionados del Barcelona protestan porque la hinchada rival celebra los goles de su equipo.
Aunque apenas se haya reparado en ella, la prensa ha dado cuenta en los últimos días (XI-16) de una increíble y desconcertante noticia; resulta que, después del partido Barça-Madrid, los integrantes de una peña del FC Barcelona (llamada ‘Seguiment FCB’) publicaron una declaración en la que manifestaban su “repulsa y preocupación” porque “hubiera aficionados que expresaban sin disimulo sus simpatías y apoyo al equipo rival”, exhibiendo “sus camisetas, bufandas y gorras”; es más, criticaban que en el momento de conseguir el gol del empate, esos seguidores del adversario del Barça se atrevieron a celebrarlo con “gritos y gestos, que crearon un clima de tensión”. ¿De veras? ¿Es una noticia seria? ¿Alguien pueden entender una postura tan abracadabrante como esta?

Da la sensación de que los de ‘Seguiment FCB’ jamás han visto un partido fuera de casa, ni siquiera por televisión, ni tampoco a sus cofrades culés celebrando los tantos de los Messi y compañía en el Bernabéu o en El Sadar; más aun, con ese discurso están dando a entender que no comprenden la alegría de los aficionados rivales al festejar sus dianas, como si se sorprendieran por las reacciones de ‘los otros’, como si no les entrara en la cabeza que alguien tenga la osadía de sentir y expresar júbilo cuando el Barça encaja un gol…

Ahora piden que no se permita a los aficionados visitantes entrar en el Camp Nou para evitar que expresen “simpatía por el equipo rival” y exhiban “su camiseta”. ¿Quién dice que, después, no pretenderán que se prohíba a los jugadores del equipo contrario celebrar el gol? Continuando por este camino, lo siguiente sería exigir que no se consienta marcar goles al enemigo. Seguidamente solicitarán a la directiva que se prohíba acceder a este estadio a todo el que no demuestre su barcelonismo y catalanismo, y por tanto, quedará vedado incluso a los equipos rivales. Así, llegaría un día en que estos anacolutos alcanzaran el clímax cuando sólo el Barça juegue en este césped, el Barça y nadie más…  

Estas ideas son un producto extremo de mentalidades invadidas por la sola idea del nacionalismo, que convierte al que lo padece en alguien ensimismado y excluyente, atávico y xenófobo. Tales pretensiones son muestra evidente de la pervivencia en algunas personas de un ancestral sentimiento tribal, de un vestigio del Paleolítico, de cuando pertenecer a la tribu era la única seguridad (por muy escasa que fuera) que tenía el individuo. En la remota Prehistoria había dos conceptos tribales: ‘nosotros’ y ‘ellos’, y éstos eran enemigos y, por tanto, se les temía; y cuando se encontraban dos clanes el primer impulso era acabar el uno con el otro y quedarse con las supervivientes; así el ganador suprimía a los que competían por los mismos recursos. Ese sentir se hace visible hoy en los que no alcanzan a descifrar y asimilar el hecho de que los rivales deportivos también tienen y expresan emociones. Por otro lado, manifestar abiertamente y sin sonrojarse tales delirios constituye una prueba concluyente del incontenible deseo de endogamia de algunas hinchadas futbolísticas, incapaces de tolerar la presencia de la afición rival en su sacrosanto coliseo; y menos aun si alguno se atreve a perpetrar el sacrilegio de aplaudir al equipo invasor…

¿Descacharrante? ¿Perturbador? ¿Onírico? En todo caso, sin la menor duda, los catalanes y los barcelonistas con sentido común (que son más, muchos más que lo que se cree) se habrán llevado las manos a la cabeza al enterarse del glorioso comunicado de algunos de sus paisanos.

CARLOS DEL RIEGO

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