OPINIÓN

HISTORIA

jueves, 28 de julio de 2016

EL LENGUAJE DEL ISLAMISTA FANÁTICO. Líderes occidentales hablan de ‘acostumbrarse a los atentados’, y también de derechos y respeto; los terroristas islámicos entienden aquello como aceptación del castigo, y esos otros términos simplemente no los entienden. Se necesita otro lenguaje.

Los terroristas islámicos siguen anclados en la Edad Media y, por tanto, no entienden las ideas y valores que rigen la sociedad contemporánea.
Cada atentado perpetrado por islamistas fanáticos supera en terror y perversión al anterior: con bombas, con un camión, con fusiles, pistolas, cuchillos…, en un concierto, en una cafetería, en medio de una multitud… El más reciente (VII-16) ha sido cortar el cuello a un cura de 86 años en una iglesia, con otras personas como testigos y con grabación en vídeo; no es que estos miserables sin cerebro no hubieran masacrado anteriormente a cristianos en templos (en Nigeria, por ejemplo) o a musulmanes en mezquitas, pero lo sucedido en Normandía ha demostrado a los más escépticos que no hay nada ni nadie que les merezca la más mínima consideración.

Las autoridades francesas que han elevado su voz para abominar de tales barbaridades han señalado algo que parece absolutamente inadecuado, algo que suena poco menos que a sumisión y aceptación de la agresión: varios políticos han dicho que “Francia tiene que acostumbrarse a vivir con el terror”… Incomprensible. ¿Acaso Francia se acostumbró a vivir bajo la dominación nazi?, no, la Francia que se negó a agachar la cabeza ante la cruz gamada la combatió con todo y no cesó hasta que la Wehrmacht desapareció de suelo francés (por cierto, luego, cuando llegó el momento de l’épuration, la depuración, los colaboradores pagaron carísimo su connivencia con el invasor). ¿Acaso alguien diría a una mujer que sufre violencia machista que debe acostumbrarse a ello?, ¿y el escolar que padece acoso tiene que acostumbrarse? En fin, declarar tal cosa viene a ser, más o menos, como pedir a la ciudadanía que se adapte al terror, a las bombas, a ver la sangre de sus familiares y amigos tintando el suelo. Tal vez esos políticos superados por la situación deseen que llegue un día en que el ciudadano lea en el periódico: “Cien muertos tras el último atentado islamista”, y piense “bueno, otro más”, pase la página y, sin más, exclame “¡vaya, el PSG perdió con el Olympique de Marsella!” ¿Es esto lo que desean ciertos gobernantes franceses? Porque si es así ya han ganado los pervertidos.

Por otro lado también sorprenden algunos de los discursos de políticos de todo el mundo, los cuales exigen a los terroristas derechos humanos, respeto, igualdad, libertad… sin darse cuenta de que esas palabras no tienen el menor significado para esta jauría que vive en la Edad Media. Es decir, no son capaces de comprender ideas como democracia, tolerancia o aceptación de los otros; es como si alguien se embarca en la máquina del tiempo y aterriza en el año 800 hablando a aquellas gentes de igualdad, justicia social o libertad de pensamiento…, nadie entendería nada. El problema es que, al igual que las gentes a las que tocó vivir en el Medievo, una parte significativa de musulmanes no ha sido capaz de asimilar esos conceptos que la cultura occidental ha aceptado y entendido como los mejores para lograr una convivencia pacífica y próspera; y si los mahometanos más moderados no acaban de entender lo de igualdad y respeto, ¿cómo lo van a asumir los fanáticos que siguen viviendo en el año 800?

Ese no es su lenguaje, no lo entienden, y por mucho que se trate de explicárselo no serán capaces de asimilar dicha ideología, ya que no han pasado por la Ilustración o la Declaración de Derechos, con lo que no están preparados, no tienen la base necesaria para hacer suyas esas ideas que, en mayor o menor medida, sí ha adoptado la cultura occidental.

Así, para hacerse entender por esos especímenes acéfalos hay que hablarles en un idioma que comprendan. Si en la Alta Edad Media eran omnipresentes en toda conversación Dios y el cielo, el demonio y el infierno, el pecado y la santidad, habría que probar a dirigirse a esta gentuza de mentalidad atrasada con terminología similar. De esta manera, los imanes y autoridades religiosas musulmanas contrarias al terrorismo proclamarían: “¿Quién da la vida?, Alá, por tanto, ¿quién puede quitar la vida?, sólo Alá, así que quien quite vidas estará procediendo contra Alá y, sin duda, acabará en el infierno, no en el paraíso; si Él quisiera masacrar fieles o infieles, no necesita de la mano del hombre”. Este discurso, que en el mundo occidental está en total desuso desde hace siglos, sigue siendo válido entre esos que se niegan a superar la mentalidad típica de la Edad Media.

En resumen, lo de ‘acostumbrarse’ al terror será entendido por los fanáticos como aceptación sumisa de culpa y castigo, mientras que lo de igualdad, respeto, derechos y democracia será, simplemente, como hablar de Internet a Almanzor o a Godofredo de Bouillón, el de la Primera Cruzada.   

Aunque, pensándolo bien, es evidente que estos desalmados han perdido todo contacto con la razón.       

CARLOS DEL RIEGO



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