OPINIÓN

HISTORIA

lunes, 9 de mayo de 2016

EL SECTARISMO FANÁTICO DE PACO IBÁÑEZ Demostrando su pensamiento totalitario, el cantante en cuestión grita su desprecio hacia todos los que él considera fuera de sus límites ideológicos. Y los pueblos donde haya sido elegido el partido equivocado serán ‘castigados’ sin su presencia.

Las capacidades canoras de este perdonavidas no son superiores a las de un aullador
Ocurre a veces que auténticos paranthropus se sienten poseídos por la certeza, o sea, están tan convencidos de su idea y de que sólo ellos están en lo cierto, que todo aquel que se atreva a tener pensamientos que no concuerden con los suyos son, al menos, dignos de su desprecio y de su asco (parecidos deben ser los estímulos que mueven a los chimpancés a pelear hasta la muerte con los grupos rivales). Pues el caso es que de ese modo se conduce un cantante que lleva décadas riñendo al personal y fusilando a los clásicos con su desmayada melopea; un vestiglo, en fin, de aspecto amargado, avinagrado y colérico que gusta de hacerse notar a base de proclamar una superioridad moral que él mismo se atribuye porque cree en lo que cree.  

Este individuo (homónimo del genial creador de Mortadelo) ha vomitado su inquina, mostrando el fanatismo más virulento y la envidia más insidiosa, contra los que no están tan enfadados con la vida y con el mundo como él (lo más habitual en estos casos es que, en realidad, con quien está cabreado e insatisfecho es consigo mismo). Así, el muy sectario proclama a voz en grito “me dan tanto asco los del partido X que jamás cantaría en un lugar gobernado por ellos” (realmente no importa que sea el partido X que el Y que el Z); de todos modos, eso que ganan esos ayuntamientos, ya que hay que tener mucho estómago para encontrar armonía en alguien que cuando intenta cantar apenas produce primitivos sonidos guturales…, como los que emite el demonio de Tasmania. Sus cualidades canoras no son superiores a las de los monos aulladores, aunque es cierto que este Cantamañánez presenta una variante que lo hace único, y es la gran cantidad de bilis que permanentemente inunda sus fauces. 

Atendiendo exclusivamente a su faceta artística (¿), es evidente que el trémolo de su voz, ese tembleque que tanto prodiga, semeja al balido de los ovinos, de modo que cuando pretende cantar no hace sino imitar el berrido de los cápridos (ya en su tiempo esos usos eran tenidos como característicos del ‘cantante-oveja’). Siempre pretendió imitar a autores como Brel o Brassens pero, a años luz de su talento, nunca ha hecho otra cosa que reciclar. Tosco, ausente de indicios de armonía y con un registro limitadísimo, su entonación resulta cargante, latosa…, por más que cuente con muchos adeptos; curiosamente, muchos de los que coreaban sus canciones en épocas de la dictadura, son ahora la diana de sus desprecios. Asimismo, su orgullo y soberbia le llevan a sostener que cuando dejó de actuar, en los años ochenta, fue por una cuestión política e ideológica, cuando la realidad dice que en esa época la figura del ‘cantante-protesta’ se miraba como algo rancio e inoportuno (algo que antes o después sucede con todos los géneros musicales). Se cree tan superior a quienes no comparten su credo y sus gustos que cuando alguno de ellos alcanza el éxito no es capaz de soportarlo, no es capaz de aceptar esa posibilidad, y por eso se revuelve tan violentamente.

Pero no se conforma el fulano con vilipendiar a quienes osan contradecir su dogma, sino que tiene rabia y hostilidad suficiente para repartir entre otros colectivos. Y es que también la ha tomado con aquellos que tiene por inferiores moral y profesionalmente y que, sin embargo, han llegado más alto que él; tal cosa le debe sentar tan mal que, por fuerza, le tiene que provocar unas rabietas horribles. El caso es que el elemento ha dicho que detesta a esos “deportistas de mierda, mamarrachos y asquerosos, como Gasol, yo los desprecio no sabes hasta qué punto, me dan asco”…, justamente este odio rabioso debía ser el sentimiento y el pensamiento de las Juventudes Hitlerianas y de las SS en la Alemania de 1938 cuando hablaban de judíos, comunistas, homosexuales, gitanos, discapacitados… De todos modos, si se reflexiona un poco sobre ello se puede llegar fácilmente a la conclusión de que el sujeto en cuestión no deja de ser digno de lástima, ya que con tanto odio y resquemor debe pasarlo fatal pues, invadido por toda esa maldad, apenas debe tener tiempo para vivir.  

En fin, cuando alguien se detiene unos instantes a considerar a esta estantigua, a este endriago saturado de rencores, es fácil que se contagie de ese sentimiento aunque, afortunadamente, ha desaparecido de escena y muy rara vez se repara en él. Y por si fuera poco, otra ‘virtud’ que adorna su encendido estalinismo y su brutal sectarismo es la devoción que profesa por los asesinos etarras, una admiración hacia los más viles y ruines con la que demuestra estar perfectamente integrado en ese pensamiento.
Si supiera escribir seguro que ya hubiera hecho unas cuantas canciones-panfleto. Pero es que incluso para soltar la mala baba a través de la música hay que tener un mínimo de talento con el que poder expresarla, un mínimo de ingenio para trasladarla a este lenguaje. Claro que si se vive en la inquina, si se pasa por el mundo irradiando odio desde el sentimiento más fanático es casi imposible salir de la mediocridad. 


CARLOS DEL RIEGO

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