OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA INTERMINABLE DISCUSIÓN SOBRE LOS VIAJES A LA LUNA Es un debate que dura décadas: multitud de incrédulos, contra toda evidencia, mantienen la creencia de que la llegada del hombre a la Luna fue un fraude desde el primer instante. Estos días (IX-2015) se conmemora el segundo alunizaje.

Cuesta creer que aun haya gente persuadida de que esto fue un colosal y multitudinario montaje, a pesar de que todos los 'indicios' de esta leyenda urbana han sido refutados con pruebas concluyentes.
Era noviembre de 1969 cuando se llevó a cabo el segundo viaje a la Luna. El primero todo el mundo lo recuerda o, al menos, sabe de él, sin embargo, no son pocas las personas que desconocen que hubo un segundo, y un tercero, cuarto, quinto y sexto alunizaje. A pesar de ello, sigue contando con muchos convencidos la teoría conspiratoria, la que niega que algún terráqueo haya puesto sus pies en el satélite. Cuesta creer que existan criaturas que sólo necesiten escuchar las ‘razones’ que esgrime cualquiera, en la barra del bar, en la oficina o en la mesa, para creerse a pies juntillas que fueron un pérfido montaje los logros de los Apolo 11, 12, 14, 15, 16 y 17 y que, por el contrario, no tengan en cuenta los argumentos expuestos por científicos y estudiosos del tema; debe ser que hay quien encuentra irresistible lo de creerse en el ajo, lo de saber algo que los demás no, para así poder mirar por encima del hombro a quienes, según ellos, se han tragado la bola. Sea como sea, hay que ser un poco testarudo para mantener la convicción de la conjura a pesar de todo lo que todos los especialistas han manifestado.

Los ‘indicios’ que esgrimen los empeñados en la teoría del complot han sido rebatidos infinidad de veces, a pesar de lo cual siguen presentándose como pruebas concluyentes. No es, por eso, cuestión de ir enumerando esas supuestas pruebas para ir refutándolas una por una. De todos modos, hay diferentes versiones: está quien afirma que sólo el primer viaje está en duda, no los siguientes, ante lo cual cabría preguntarse, ¿por qué harían un montaje tal si sólo cuatro meses después fueron de verdad?; otros sostienen que sí llegaron, pero que el vídeo se rodó en un estudio (una de las señales que apuntan como evidencia es que el viento mueve la bandera…, como si en los estudios hiciera viento); también están los que apoyan su posición incrédula en las fotos, las sombras y distancias de los objetos o en algunas veladuras…, sospechas que han sido explicadas (cualquiera puede encontrar esas explicaciones) por activa y por pasiva. ¿Y por qué no se ven estrellas?, preguntan algunos persuadidos de la conjura sin tener en cuenta que la respuesta es de lo más simple: porque es de día y, entre otras causas de carácter fotográfico, porque la superficie de la luna refleja muchísima luz.

Se podría continuar revisando todos los motivos de desconfianza, pero sería repetir una vez más lo expuesto hasta la saciedad. Por eso es más oportuno presentar otras líneas de razonamiento. Aquí van tres. Pocos años después de la desintegración de la Unión Soviética, varios de los especialistas que habían trabajado en los diversos proyectos espaciales soviéticos (incluyendo el ingeniero Vasily Mishin, quien había sido el brazo derecho de Sergey Koroliov, el genial diseñador de cohetes y naves como Sputnik o Vostok) contaron cómo habían seguido la trayectoria del Apolo 11 desde el momento del despegue hasta el amerizaje con todos los instrumentos con que contaba su avanzada tecnología aerospacial; además, tal y como confesó uno de ellos, si hubieran tenido la más leve sospecha de fraude lo hubieran proclamado a los cuatro vientos para, así, demostrar la ‘perfidia del capitalismo’. Sin embargo, reconocen no les quedó más remedio que asistir en butaca de primera clase a aquel primer viaje a la Luna, cuyo éxito significó el abandono del proyecto que la URSS tenía en marcha para poner un hombre sobre su superficie antes que nadie. Por tanto, si los máximos enemigos de todo lo estadounidense corroboran sin el mínimo atisbo de duda aquel primer viaje… Ah!, y ya en el presente siglo sondas de Japón, India y China (que tiene programa espacial propio) han fotografiado el suelo selenita (con resolución de hasta 1,5 metros), mostrando las huellas y restos de los alunizajes. Como curiosidad puede añadirse que los familiares de Gagarin y Komarov (héroes soviéticos del espacio) entregaron a Neil Armstrong pequeños recuerdos de sus fallecidos para que los llevara con él en su aventura.  

Otro argumento. En la odisea del Apolo 11 (al igual que en las demás) tomaron parte directa cientos, tal vez miles de técnicos y especialistas, destacados expertos en las múltiples disciplinas que la magnitud del proyecto requería: en las fotos y grabaciones del control de Tierra se ve una auténtica multitud. Así las cosas, en caso de que todo hubiese sido trola, una de dos, o todos esos técnicos participaron en el fraude o todos ellos fueron a su vez engañados; si es que tomaron parte en la farsa resulta difícil pensar que, tras tantos años transcurridos, ninguno haya sucumbido a la tentación de desmontar todo el tinglado, de hacerse rico y famoso e incluso ser considerado un héroe a escala planetaria…; por el contrario, si ellos, las máximas autoridades mundiales en cada especialidad, fueron víctimas de la estafa, cabe preguntarse ¿quién sabría más que ellos para poder falsear todos los datos y de este modo burlar su pericia y experiencia? En cualquiera de los dos casos…

Y otro más. No hay astrónomo, astrofísico, estudioso del cosmos o científico de cualquier rama del saber que vacile a la hora de dar como hecho evidente cada una de aquellas asombrosas aventuras. De este modo, puede tenerse como irrelevante (incluso calificarse de ignorante) la opinión de gentes absolutamente ajenas a los verdaderos entresijos del asunto.

No puede dejar de mencionarse el curioso falso documental francés ‘Operación Luna’ (2002), el cual cuenta con entrevistas a grandes personalidades que parecen explicar cómo se construyó el supuesto embuste; la filmación de éste habría sido dirigida por el aclamado director Stanley Kubrik; sin embargo, al final de la película se desvela entre risotadas que todo ha sido una chanza, e incluso salen algunas divertidas tomas falsas. Por cierto, cualquier aficionado al cine se sorprenderá al darse cuenta de que muchos de los ‘testigos’ que aparecen en esta inocentada (se estrenó el día de los inocentes en Francia) se llaman igual que personajes emblemáticos de pelis de Kubrik y Hitchcock.

Bromas aparte, nadie en su sano juicio puede defender esta leyenda urbana. Atreverse a tal cosa equivale a dárselas de saber más que nadie, de ser más experto y conocedor del tema que todos los profesionales que corroboran la veracidad de aquellos asombrosos viajes espaciales.    


CARLOS DEL RIEGO

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