OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 28 de octubre de 2015

LOS DUDOSOS ESTUDIOS E INFORMES DE LA OMS Cada vez que eleva su voz corre un riesgo muy elevado de meter la pata, más alto que el que aseguran sus desproporcionadas conclusiones sobre el consumo de carne. Claro que la experiencia con sus anteriores informes induce a la desconfianza

Hay que ser mequetrefe para afirmar que esto es cancerígeno, cuando lo que es malo para la salud emocional y sensorial es no comerlo
Enorme conmoción, sentimientos de incredulidad, indignación, alarma social e incluso risa ha producido el informe que en todo el mundo ha publicado la Organización Mundial de la Salud (la OMS) acerca de los peligros de comer carnes rojas. Resulta que, según un comunicado sensacionalista y de dudosas intenciones, comer ciertas carnes eleva la posibilidad de contraer cánceres en unas proporciones que, de ser ciertas, llevarían a casi toda la población a la mortal enfermedad; por otro lado, no parece demasiado perspicaz afirmar que comer carnes ( o cualquier otra cosa) en exceso es malo para la salud…, no se puede decir que ha descubierto la pólvora.

Da la impresión de que la OMS viene a ser algo así como el oráculo de Delfos, de modo que para gran parte de la población (y para ellos mismos), lo que esos señores digan es dogma de fe. Sin embargo, detrás de esa organización están personas, con sus simpatías y antipatías, preferencias, ascendencias, influencias, creencias…, todo lo cual afecta a cada uno de ellos; es decir, nada es verdaderamente objetivo, al contrario, toda investigación, análisis o ensayo depende de quién lo realice y de quién extraiga las conclusiones (los productores de alimentos cárnicos podrían sacar infinidad de estudios que ‘demuestran’ lo imprescindible de comer abundante carne). Además, la OMS ha protagonizado escandalosos deslices, vergonzosos errores y desprestigiantes desaciertos; por ejemplo, ¿alguien recuerda la alarma que provocó con aquello de la ‘gripe aviar’ y los 14 millones de vacunas que obligó a comprar?, y ¡qué decir de su penoso ‘mea culpa’ en cuanto a la gestión del virus del ébola de este mismo año! No se puede olvidar que la mayoría de los ‘expertos’ que emiten estos informes no salen jamás de la oficina o el laboratorio, o sea, jamás ven a un enfermo; ni tampoco es cosa de poco el hecho de que coloquen en el mismo nivel de riesgo el jamón ibérico y el tabaco o el plutonio… , ¡qué disparate! Asimismo, si la OMS está segura que determinados aditivos o ingredientes utilizados en el procesamiento de vacuno y porcino son perjudiciales, que los prohíba sin más, en lugar de avisar de lo perniciosos que son.

Hay ocasiones en que se tiene la sensación de que esta organización hace proclamas aparatosas y sensacionalistas para llamar la atención, para demostrar que hace algo, que sirve para algo. Siguen al pie de la letra eso de que ‘más vale que hablen de uno aunque sea mal’. En fin, que la OMS, a día de hoy, tiene su crédito y prestigio en horas muy bajas.   

Esta organización, que ha perdido tanto peso e influencia como su superior, la ONU, basa sus conclusiones en muchos estudios (400, 600), pero no indica ni quién los hizo, ni de qué modo, ni sobre qué tipo de sujetos, ni cuántos, ni edades, ni antecedentes médicos, ni en qué capas sociales, ni en qué ambientes (¿en el sudeste asiático o en la Patagonia?), ni cuándo, ni cómo ni, en fin, dónde se puede comprobar cada uno de ellos. Por ejemplo, investigando y profundizando se puede saber que algunos de esos trabajos se han hecho con ratones de laboratorio a los que, en algunos casos, sólo se les ha dado a comer carne roja, de modo que no hay que ser adivino para concluir que esos ratones desarrollarán enfermedades. Otros se han realizado a base de encuestas y estimaciones, lo que permite poner en duda su fiabilidad, puesto que no se tiene en cuenta cómo ha combinado el condumio cada sujeto, es decir, si además de filetes y chuletas ha consumido recomendables cantidades de frutas y verduras.

No se debe olvidar tampoco que parte de la alarma viene provocada por los titulares de los medios de comunicación, que extraen una parte, un párrafo que, sin todo el contexto, distorsiona su sentido. También comenten muchos errores los periodistas que traducen, pues la traducción induce al error y en ella también se pierde significado e intención.

Se tomen como se tomen este tipo de informaciones, es conveniente ser escéptico: recordar antecedentes de la entidad que publica, pedir demostración empírica (lo único fiable y científico), pruebas concluyentes, claridad y posibilidad de comprobar los hechos que permiten las conclusiones; y si no hay nada de esto lo prudente es, como mínimo, poner la cosa a enfriar. Lo más curioso del caso es que uno de los responsables del informe, un tal Kurt Straif (con más de político que de científico), declara “no hemos hallado un nivel de consumo por debajo del cual no haya riesgo”…; está claro: comer (desgastas órganos), respirar (oxidas las células) y vivir afectan a la salud y llevan inexorablemente a la muerte.

No es de extrañar que hayan aparecido por las redes ‘servicios gratuitos de recogida de carnes de cerdo y vacuno, incluyendo jamones (aunque estén empezados)’…  


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 25 de octubre de 2015

‘MORRISON HOTEL’, 45 AÑOS DESLUMBRANDO A veces parece que aquello sucedió hace mil años…, y otras da la impresión de que fue ayer. Pero objetivamente era 1970 cuando The Doors editaron un Lp histórico, ‘Morrison Hotel’, un disco que resplandece y jamás pierde brillo.

Un fulgor mágico, casi místico, irradia este icono de la música rock
Hace 45 años el mundo quedó conmocionado por el desastre que causó el ciclón Bhola en Bangladesh, el cual se llevó la vida de más de medio millón de personas; pero también se hablaba del mundial de fútbol de México que ganó Brasil (con Pelé) o del accidentado viaje de la nave Apollo 13, que tenía la luna como destino pero no consiguió alunizar, aunque sí regresar. En el universo de la música rock, el notición fue la separación de The Beatles; asimismo, aquel año fallecieron Jimi Hendrix y Janis Joplin, y nacieron Queen y Aerosmith. Y entre otros discos notables, en fin, apareció uno de los mejores álbumes de la historia del rock, el fabuloso ‘Morrison Hotel’ de The Doors.

Después de haberse dispersado un tanto en lo musical y del escándalo conocido como ‘Incidente de Miami de 1969’ (Morrison, borracho e incapaz de cantar, insultó al público y fingió ‘actos obscenos’, entre otras ‘locuras’, por lo que fue detenido y enjuiciado), The Doors vuelve a la senda del rock y el blues. Y así publican el inmortal ‘Morrison Hotel’, un disco especial, brillante, deslumbrante, apabullante, un álbum genial cuyas canciones, estribillos, solos, voces y sonido en general mantienen una vigencia que lo convierte algo mágico, casi ajeno al tiempo.


El sonido de guitarras y los teclados eran alucinantes; rock cercano al hard a veces, otras con querencia hacia el blues profundo y sentido; y además, un ambiente psicodélico que, en aquellos momentos, resultaba hipnótico… No puede extrañar, por tanto, que en aquella España más bien en blanco y negro, una explosión de policromía, una obra caleidoscópica como el ‘Morrison Hotel’ causara tan potente impacto entre los que ya habían puesto sus pies en el camino del rock. Hubo ocasiones en que se reunían varios amigos, integrantes de esa nueva tribu, atenuaban la luz, colocaban el Lp en el plato y, en silencio, se dejaban agitar o mecer por lo que ofrecían Morrison y sus cómplices; sin alucinógenos, sin psicotrópicos, apenas entre la bruma del denso humo de un Celtas Cortos (tabaco negro sin boquilla cuyas bocanadas eran como inmisericordes puñetazos en el pecho), los perplejos españolitos creían alucinar. Como si fueran capaces de traspasar las puertas de la percepción (hay que recordar que The Doors toma su nombre de un verso del pintor y poeta romántico británico del XVIII-XIX William Blake en el que hablaba de esas puertas).

El arranque del disco deja KO. El riff de guitarra del ‘Roadhouse blues’ se graba a fuego de modo perenne (todo el que tenía una guitarra se ponía inmediatamente a sacarlo). El ritmo rock-blues provocaba en el personal expresiones entre la furia y el éxtasis. Y luego de varias escuchas, todo oyente acompañaba a Jim en las frases más fáciles. Acto seguido llegaba una melodía maravillosa, dulce, la de ‘Waiting for the sun’, contestada por un conglomerado de guitarra y teclado de metal fulgurante, centelleante; y qué decir de los cortes en la línea melódica, unos tajos que obligaban a golpear la batería en el aire. En realidad todo el disco está a una altura artística sólo al alcance del auténtico talento: hay rock & roll ligero o pesado, rythm & blues musculoso, oasis de reposo romántico y melancólico, balada enamoradiza, una invitación a subirse al barco de los tontos…, en fin, un disco magnífico, diferente, una obra que no pierde su frescura y capacidad de seducción ni siquiera cuatro décadas y media después.

A ello contribuye la voz poderosa, dominante en ocasiones y suplicante en otras, la interpretación pasional, emocional, del legendario Jim Morrison, un hombre que desde el primer momento parecía destinado a convertirse en mito, en gloria del rock & roll. A su altura, el órgano y la capacidad creativa de Ray Manzarek, otro genio capaz de imaginar y materializar los más maravillosos arreglos, así como líneas y armonías instrumentales sorprendentes; y la guitarra punzante, ácida, de Krieger y el ritmo impuesto por Densmore.            

¿Nostalgia? Sí, de un disco irrepetible. Dentro de otros 45 años su importancia habrá crecido. Seguro.


CARLOS DEL RIEGO

jueves, 22 de octubre de 2015

¿Y SI HUBIERAN DECUBIERTO AMÉRICA LOS INGLESES? Para envidia de ingleses, franceses y holandeses, España llegó antes que nadie a América y eso provocó maledicencias y leyendas negras. Pero, ¿qué hubiera ocurrido de haber llegado ellos antes? Se puede deducir viendo qué hicieron en sus colonias.

Esto hubiera esperado a los indios americanos de haber llegado antes ingleses u holandeses.
Es una constante entre los que detestan y desprecian a España, tanto españoles como extranjeros: América hubiera sufrido menos con otros descubridores. Sin embargo, revisando y analizando cómo actuaron otros en sus colonias se descubre que todo habría sido infinitamente peor para los americanos.

El Imperio Británico no dejó continente sin ‘visitar’. En Norteamérica y El Caribe su política sólo tuvo en cuenta sus propios beneficios, persiguiendo a los indios por todos los medios (guerras, engaños, infecciones intencionadas); sus sucesores, los estadounidenses, llevaron a cabo un exterminio sistemático y planificado de la población nativa (entre otros medios se dispuso la eliminación de su principal fuente de recursos, el búfalo), cosa que, como es sabido, consiguieron. La India, desde mediados del XIX, estaba en poder de la Corona Británica después haber sido ‘propiedad’ de la Compañía de Indias, es decir, Inglaterra consideraba el subcontinente como una posesión y como tal lo trató. En Sudáfrica los ingleses lucharon contra los holandeses para hacerse con las riquezas minerales, y ambos masacraron a la población autóctona para, finalmente, implantar un régimen abiertamente racista que redujo a los nativos (así como a todos los que no fueran blancos) a la condición de inferioridad; y tal situación se mantuvo hasta cerca del final del siglo XX. En China los británicos pretendieron pagar el té con el opio que extraían de la India, provocado las Guerras del Opio; toda su acción se hizo según intereses económicos y políticos. Podría continuarse repasando el comportamiento británico en todo su imperio sin que el patrón se modificara: represión, racismo, muerte, expolio (el Museo Británico es buena muestra), y todo supeditado a sus pretensiones territoriales, comerciales, estratégicas y políticas. Así las cosas, ¿hubieran dado los ingleses mejor trato a los indios de Centro y Sudamérica?  

Holanda jamás miró a Sudáfrica con ojos distintos a los del racista más radical, de manera que, en comandita con Inglaterra, legalizó el régimen racista (el ‘apartheid’, de inspiración nazi) hasta hace un par de décadas. Su vecino, Bélgica, se adueñó de Congo, territorio que se convirtió en propiedad privada del rey Leopoldo II; entre 1860 y 1900 asesinaron a entre cinco y diez millones de africanos y amputaron cientos de miles de manos (los capataces llegaron a usarlas como moneda); y cuando la situación se volvió escandalosa se quedó en un sistema presidido por la pura discriminación hasta los 60 del siglo pasado; además, nunca hubo ninguna intención de organizar o de llevar la democracia que ya había en la metrópoli. Francia ocupó Argelia de 1830 a 1962; en 1881 se divide a los habitantes de Argelia entre ‘ciudadanos’ (los colonos franceses) y ‘sujetos’ (los argelinos nativos); éstos carecían prácticamente de derechos, y durante la ocupación y la subsiguiente guerra de independencia, los franceses recurrieron continuamente al terrorismo y la tortura; y ello por no hablar de la actuación de Francia en otros territorios africanos, americanos y asiáticos. La conducta de Japón en Corea o Manchuria resulta escalofriante, como demuestra la barbarie (tan o más nazi que los propios nazis) del Escuadrón 731, donde se experimentó con personas y se torturó de modo atroz; lo peor es que había escuadrones de este tipo desde Pekín hasta Singapur. ¿Hay algo que haga suponer que cualquiera de ellos hubiera actuado de modo más humano que España?

¿Alemanes en la América del siglo XVI? Pues sí. Y su comportamiento fue cualquier cosa menos ejemplar. El emperador Carlos I había cedido la conquista de las regiones venezolanas a la Casa Welser (familia de banqueros y financieros de Augsburgo), que desde el territorio de Santa Ana del Coro emprendieron varias expediciones: Ambrosio Talfinger fundó Maracaibo, Georg Hohermuth llegó hasta la Alta Amazonia, y Nicolás Federman hasta Bogotá, todos ellos con una única idea, la búsqueda del oro y otras riquezas, sobre todo minerales. Como cabía esperar, los enfrentamientos entre alemanes (que trataron a los indios con la máxima y más racista brutalidad) y españoles no tardaron en producirse. Y es que los germanos tenían mucha más avidez por el oro que los extremeños. Federman era codicioso, feroz y de sangre muy fría, y en su cabeza sólo había un modo de avance: matar y saquear, hacerse con todo el metal precioso posible y vender como esclavos a todos los supervivientes; este explorador germano fue detenido y enviado a Madrid por no pagar a la corona española lo pactado, pero fue el único teutón que, al final, no dejó la vida en la Amazonía. Hohermuth (llamado también Jorge Spira), perdió la razón, según el cronista Antonio de Herrera, por su obsesión por las riquezas; él y la mayoría de su hueste (unos 350 hombres) murieron en una búsqueda desesperada y enloquecida de tesoros en la selva, comidos por los mosquitos, hostigados por los indios, debilitados por el hambre, trastornados por la jungla y, al fin, exterminados por las fiebres tropicales. Al final, después de casi 30 años de gobernantes y expediciones alemanas, todos sus generales excepto el mencionado Federman murieron allí; esas escasas tres décadas fueron “uno de los períodos más brutales de la conquista de nuestro territorio (…). Armas y dinero, soldados y banqueros, aristas indiscutibles de la hoguera que su propia ambición avivó” (según Carlos Alfredo Martín en ‘El camino sangriento de Eldorado: la Venezuela de los Welser’).   

Comprobando cómo actuaron estos otros conquistadores, es fácil deducir que, en caso de haber llegado antes a estas tierras los ingleses, holandeses o franceses, los indios no hubieran recibido mejor trato, al contrario, hubieran sufrido mayores calamidades y tenido peor consideración, ya que nunca nadie habría puesto freno legal a su avaricia. Además, ni los alemanes en Sudamérica ni los demás en sus colonias pretendían nada que no fuera la riqueza, no ansiaron ningún hallazgo o conquista de mérito, no llevaron a cabo acciones gloriosas ni alcanzaron el mínimo triunfo. Asimismo, todos ellos se condujeron con un racismo y discriminación insoportables, y por eso no hay mestizos inglés-indígena en ninguna parte del mundo (África, América, India…), ni holandés-indígena (africano, asiático o americano), ni belga-africano, ni francés-magrebí, ni japonés-manchú…; sin embargo, el mestizaje es abundantísimo en Hispanoamérica. Según el hispanista británico Hugh Thomas (en su obra ‘Felipe II, el señor del mundo’): “El mestizaje fue la mayor obra de arte lograda por los españoles en el Nuevo Mundo (…). A aquellos que piensen que se trata de una afirmación obvia les pediría que consideren cuán raro fue este estado de cosas entre los anglosajones y los indios de Norteamérica”.

Por último, recuérdese que la actuación de España en América se produjo tres siglos antes de que se promulgaran los Derechos Humanos, mientras que ingleses, holandeses, belgas o franceses masacraron y discriminaron desde sus parlamentos democráticos…

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 18 de octubre de 2015

LAS GUERRAS DEL SIGLO XX SEGÚN EL ROCK El siglo pasado puede revisarse siguiendo las sucesivas guerras, que fueron enlazándose una tras otra. El rock, siempre pacifista, permite recorrer las guerras más importantes a través de una serie de canciones que se detienen en todos los conflictos armados.

Lennon nunca se cansó de pedir una oportunidad para la paz
La guerra, omnipresente en la Historia, ha sido desde siempre uno de los temas recurrentes de la Historia del Arte, entre otras cosas porque resulta muy difícil señalar un período histórico sin episodios bélicos, es decir, el artista siempre ha tenido cerca un conflicto armado sobre el que crear una imagen, una narración, una partitura. Pintores y escultores, literatos y músicos han encontrado en el choque de sables uno de los motivos más importantes de la producción artística. Como no podía ser de otro modo, un estilo musical tan ardiente como el rock no podía ser ajeno al campo de batalla, de modo que las guerras del siglo XX (las guerras púnicas o la invasión de los hunos les quedan un poco lejos) fueron inspiración inagotable para canciones de rock, pop, soul, blues… Así, dada la querencia de los autores por las pasiones exacerbadas, no resulta difícil recorrer las guerras más importantes de los pasados cien años mediante algunos de los títulos más importantes del género. ¿Quién hubiera dicho que el rock también podría ser una buena herramienta para recordar la reciente historia bélica?


En primer lugar hay que dejar claro que es raro, muy raro, el autor, grupo o solista que, en mayor o menor medida, no ha mostrado su repulsa hacia la guerra. Desde Lennon y McCartney (juntos y separados y con piezas ‘que imaginan’) hasta Rolling Stones, Marley, Neil Young, Michael Jackson, Bowie… (no hace falta recordar la lista completa), todos han dejado su impronta en favor de la causa pacifista. Además…

Una de las más evidentes referencias a la inutilidad de la guerra es el ‘War’, compuesta para Temptations y, con más éxito, para Edwin Starr. En clave soul y con un atractivo especial, repite una frase que es toda una declaración de principios: “Guerra, ¿pará que sirve?, absolutamente para nada”.

‘All together now’, de los ingleses The Farm, mira hacia la Primera Guerra Mundial, concretamente hacia un suceso que ocurrió en las navidades de 1914 (y del que se ha hablado muchas veces): soldados británicos y alemanes apartaron momentáneamente las armas y, en tierra de nadie (“no man´s land”), jugaron un partido de fútbol “en las trincheras de Bélgica”. La base musical es el célebre ‘Cannon’ de Pachelbel, sobre el que los de Liverpool construyeron una canción aun con aires de los ochenta pero mirando a los noventa.

‘Spanish bombs’, de The Clash, es acaso el título más famoso de los (pocos) que se sitúan en la Guerra Civil Española; en él se compara en tono crítico aquel enfrentamiento fraternal español con los aviones llenos de turistas que viajan a España; hay mención especial a los “negros coches de la Guardia Civil” y a Lorca; también se apuntó que esas ‘bombas españolas’ tenían una referencia a las bombas de la Eta en los últimos años 70. Muchas frases en español (con mala pronunciación y escaso sentido) y un ritmo endiablado la mantienen siempre fresca y lista para el combate.

‘Masters of War’, de Bob Dylan, no denuncia la guerra, sino a los que las provocan y se benefician de ellas, es decir, acusa a todo el entramado industrial que pone en marcha una guerra; señala concretamente a los que construyen las armas y “se esconden detrás de la mesa del escritorio”, carga contra los que “juegan con el mundo” y “como Judas mienten y engañan”, y los condena a todos con el concluyente “incluso Jesús nunca olvidará lo que hacéis”. Igualmente, ‘Dogs of War’, de Pink Floyd, incide en la motivación económica de la guerra, siempre urdida por políticos e industriales de las armas, que usan “carne y hueso como moneda”.

Con ‘Enola Gay’, Orchestral Maneuvres in the Dark rememoran el horror de la bomba atómica que arrasó Hiroshima; a lo largo del tema se pregunta si “estará orgullosa la madre de Little boy” (nombre que se dio a la bomba), pero también da la impresión de aludir a la madre del piloto que la lanzó, Paul Tibbets, el cual, al parecer, bautizó al avión ‘Enola Gay’ en honor a su madre. Electro-pop vehemente y bailable.

Divertida es ‘Two tribes’, de Frankie Goes to Holliwood, que escenifica la Guerra Fría y la amenaza nuclear. Las dos tribus que pelean son los dos bloques separados por ‘El telón de acero’ hasta 1989. El desternillante vídeo es más que ilustrativo: Reagan y el presidente soviético (Andropov o Chernenko) se zurran en la arena jaleados por sus aliados. Hechiza su ritmo trepidante y algún guiño hacia lo ruso. También el ‘Wind of change’, de Scorpions, se localiza en los últimos momentos de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín; habla de la esperanza que traen estos ‘Vientos de cambio’, que danzan en una partitura lenta y con todos los elementos típicos de la balada heavy.

La más recordada en torno a la Guerra de Vietnam (una obsesión para los estadounidenses) es el ‘Fortunate son’ de Creedence Clearwater Revival, que denuncia toda iniciativa bélica a través de la guerra del napalm. El propio John Fogerty explicaba que se le había ocurrido al enterarse del matrimonio entre el nieto del presidente Dwight Eissenhower y el hijo del presidente Nixon, y que entonces pensó en que ninguno de ellos estaría envuelto en ninguna batalla contra el Vietcong, puesto que eran ‘Hijos afortunados’; la pieza se ha convertido en un himno antimilitarista. Los entrañables e inolvidables Ramones, en su ‘Commando’, hablan de las guerras a través de las películas, lanzando versos tan explícitos como “Ellos se preparan para Vietnam” y luego “Desde Hanoi a Berlín Este”. También el ‘19’ de Paul Hardcasttle peleaba en la jungla de Vietnam, señalando que la media de edad de los soldados USA era de 19 años. El ‘21st Century schizoid man’, de King Crimson, insinúa “la inocencia violada con fuego de napalm”; según desveló el guitarrista Robert Fripp, está dedicada a Spiro Agnew, que fuera el vicepresidente de Nixon y “que tan simpático nos cae”.

El ‘Brothers in arms’ de Dire Strait está escrita como repulsa a la Guerra de las Malvinas. El título, ‘hermanos de armas’ o ‘hermanos de guerra’, puede indicar  fraternidad tanto entre compañeros de trinchera como entre enemigos; en todo caso “somos tontos en hacer la guerra”.

Sobre el conflicto irlandés hay mucho. ‘Sunday, boody sunday’, de U2, mira hacia el suceso conocido como ‘Domingo sangriento’: en enero de 1972 tropas inglesas dispararon contra una manifestación pacífica con resultado de 14 manifestantes muertos. Elvis Costello contó que escribió el ‘Oliver´s Army’ tras un viaje a Belfast, y que además de referirse al conflicto norirlandés, pensaba también en Palestina o Sudáfrica (entonces, 1978, con régimen racista). Y ‘Zombie’, de The Cranberrys, también trata de la barbarie del Ira, concretamente sobre aquella bomba que acabó con dos niños. 

Greenday hizo su poderoso ‘American idiot’ cuando la Guerra del Golfo. Denuncia el uso de la guerra en los medios de comunicación, sobre todo la televisión, que alternaba escenas de gran violencia con los anuncios más frívolos; asimismo muestra su desprecio hacia esos estadounidenses que se sienten orgullosos de todo ese montaje.

Y eso sin entrar en las guerras con menos presencia en los medios.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 14 de octubre de 2015

LA HERRAMIENTA MAS ANTIGUA AUN EN USO: LA MENTIRA La mentira del ‘genocidio’ español en América en el siglo XVI es una muestra más de la vigencia del embuste como herramienta eterna. Pero no es excepción, pues en todos los ámbitos, en todos, se usa la trola según convenga.

Muchas grandes multinacionales tienen la mentira como herramienta habitual..., igual que la mayoría de los mortales
Desde que se tiene constancia histórica se puede detectar el uso de la mentira. En el año 1274 antes de Cristo se enfrentaron los ejércitos hititas del rey Muwatalli con los egipcios de Ramsés II; demostrando el poder de la mentira y la manipulación, los textos jeroglíficos atribuyen la victoria al egipcio, mientras que los cuneiformes señalan al hitita como vencedor. Al menos uno (o ambos) mienten, evidenciando que ya entonces era una certeza la sentencia: en toda confrontación la primera víctima es la verdad.

Con el paso de los siglos se puede constatar que la tergiversación de la realidad ha sido una constante en el terreno político. No hay que ser un estudioso de la Historia para saber que, ya en pleno siglo XX, Goebbels y Hitler, Stalin y Beria, al igual que todos los dictadores que en el mundo han sido, han tirado de colosales trolas para tener sometida a la población y mantener su posición de fuerza. Pero no hay que centrarse exclusivamente en los totalitarismos: las falsedades y paparruchas son elaboradas y proclamadas por la clase política en todos los niveles y en todos los sistemas de gobierno; ahí están los dirigentes separatistas de cualquier país fabulando e inventándose pasados idílicos e inmaculados con los que mangonear al personal para que los apoyen y, de este modo, no tener que justificar ni dar cuentas de sus actos; y también es evidente cómo distorsionan la realidad todo presidente y todo gobierno.

El ejemplo del 12 de octubre es muy ilustrativo. Palurdos instalados en alcaldías y otros centros de poder, así como ignorante de toda clase, rechazan las celebraciones nacionales afirmando que en esa fecha se inició el ‘genocidio’ en América. Mentira, pues mentira es seguir sosteniendo una idea en contra de toda prueba. Aun demostrado hasta más allá de toda duda razonable, sigue siendo necesario recordar que América era un lugar extremadamente violento, que un pueblo dominaba por la fuerza a sus vecinos, que los españoles los vencieron (con mucha ayuda local) usando la misma moneda, que no hicieron nada que no se hiciera en el resto del mundo, que entre el 92 y el 96% de las muertes de indios fueron debido a enfermedades (un catarro los llevaba a la tumba), que tarde o temprano hubiera llegado alguien y les hubiera transmitido los virus y bacterias, que el mestizaje demuestra ausencia de racismo (¿cuántos mestizos blanco-indígena hay en India, Sudáfrica, Estados Unidos, Congo, Argelia…?), que aquello ocurrió hace medio milenio y que los que hoy se rasgan las vestiduras no hubieran actuado de modo distinto… En resumen, insistir en lo del genocidio es sencillamente mentir.

Y es que la mentira es un recurso, una herramienta utilizada en todos los estratos de la sociedad. En todos los ámbitos, espacios y lugares se maneja la engañifa como utensilio multiusos. Así, puede afirmarse que los publicistas son maestros en el uso del eufemismo, que la prensa se sirve de medias verdades destacando lo que conviene y arrinconando lo que no concuerda con sus posiciones, que en las empresas (y no sólo en las multinacionales) hay catedráticos en el arte de la distorsión de la realidad, que en las relaciones personales se alcanzan cotas altísimas de creatividad para llevar a cabo la traición y el ocultamiento, que los abogados construyen farsas asombrosas y disparatadas pantomimas y enredos.  

Incluso en el espacio judicial, un lugar donde la verdad debería ser el principal objetivo, la mentira y la falsedad son omnipresentes; se supone que en el proceso jurídico se persigue la verdad, sin embargo no sólo se permite sino que se entiende como legítimo que los letrados mientan y mientan…, muchas veces con una imaginación digna del mejor escritor y en otras ocasiones con una desfachatez ofensiva; peor aun es cuando la trola procede de las altas magistraturas, pues casi a diario se asiste a enfrentamientos entre jueces en función de ideas políticas: la primera instancia sentencia en un sentido, luego la audiencia provincial, después la regional, la nacional, el Supremo, el Constitucional, el Consejo del poder judicial… van descalificando o apoyando en función del partido al que se debe el nombramiento (afortunadamente, las cosas suelen ser distintas en las salas de provincias y sin política por el medio). En cualquier caso, aunque sólo fuera sobre el papel, la mentira como argumento legal admisible debería estar erradicada, puesto que todo el mundo coincidirá en que mentir es inmoral, indigno y contrario a toda ética. Si los padres aconsejan continuamente a sus vástagos que no mientan, ¿cómo se puede explicar que el embuste sea un utensilio lícito y razonable en un lugar donde el principal objetivo es la verdad?

En fin, pasarán otros quinientos años y seguirá habiendo gentes que mientan y se mientan para no doblegar sus creencias, opiniones e idearios. Pasarán los siglos y se acumularán las evidencias, pero siempre habrá quien esté dispuesto a sostener la mentira de que cuatrocientos españoles acabaron con la vida de millones y millones de inocentes, ingenuos e inofensivos indios.  

Sí, la mentira es tan antigua como el hombre, es una herramienta tan arcaica como los primeros útiles de piedra, como los bifaces de hace dos millones de años. Lo que sorprende no es sólo que se trate del recurso humano más vetusto, sino que siga siendo el más utilizado en todo el planeta.


CARLOS DEL RIEGO

lunes, 12 de octubre de 2015

ÉXITOS INOLVIDABLES CASI OLVIDADOS Y CON HISTORIA PROPIA Muchas grandes canciones que alcanzaron el éxito en el pasado apenas salen del cuarto del olvido; sin embargo, algunas de ellas poseen enorme personalidad y apasionantes historias que contar. Recordarlas es reavivar su llama.

Emerson, Lake & Palmer fueron pioneros del rock sinfónico
Las décadas de formación, crecimiento y evolución de eso que llaman rock (o sea, los sesenta y setenta del siglo XX) produjeron un sinfín de canciones memorables, temas que en su momento tuvieron gran repercusión y que, sin embargo, tienden al olvido; sí, los músicos con cierta edad, los estudiosos del rock y los que las escucharon como novedad las identifican a las primeras notas, pero fuera de esos ambientes rara vez vuelven a sonar.

Algunas de esas piezas, curiosamente, poseen jugosas historias, es decir, cuentan experiencias o reflexiones que el artista ha querido compartir con el mundo. Estos son tres ejemplos de canciones cuyo contenido va más allá de los tópicos y que, de alguna manera, demuestran que el rock tiene mucho más cerebro que el que algunos se empeñan en asignarle: ‘She´s not there’ de The Zombis, ‘You´re so vain’ de Carly Simon y ‘Lucky man’ de Emerson, Lake & Palmer.


Rod Argent escribió el tema ‘She´s not there’  en 1964 para su grupo The Zombies. Se inspiró en el ‘No one told me’ de John Lee Hooker, y en su letra se refiere a la que fue su primer amor, llamada Patricia, con la que se iba a casar, pero parece que la chica cambió de idea y canceló la boda pocas semanas antes de la fecha fijada…, por eso ‘ella no está allí’. Lógicamente, el texto destila resentimiento, rabia, melancolía, con versos tan elocuentes como: “su voz era suave y profunda, sus ojos claros y brillantes”, “nadie me dijo cómo mentía”, “es demasiado tarde para decir que lo sientes”. El impecable y encantador estribillo seduce a primera vista, mientras sus arreglos, instrumentación y armonías vocales no han perdido el brillo a pesar del medio siglo transcurrido. Reconocer su encanto es casi una obligación.    

‘You´re so vain’ de Carly Simon también tiene su intrahistoria. La neoyorquina, una de las más célebres cantautoras de folk-rock estadounidense, consiguió en 1972 un enorme éxito con su magnífico y enigmático ‘You´re so vain’. Ese acusativo título, ‘Eres tan vanidoso’, ha dado pie a múltiples especulaciones acerca del destinatario. La autora aseguró que, cuando la escribió, pensaba en ‘los hombres’, sin más, no en uno en concreto; sin embargo, en otras ocasiones Simon ha querido jugar con el misterio, apuntando que el vanidoso es un hombre cuyo nombre tiene las letras ‘a’, ‘e’ y ‘r’. Desde hace décadas en cada entrevista se le pregunta por el asunto, pero ella nunca ha querido desvelar quién es el sujeto; por eso, se han barajado algunos nombres: Mick Jagger, Warren Beaty, David Bowie, James Taylor, Kriss Kristofferson, Cat Stevens…, sea como sea, la cantante ha conseguido mantener el misterio. Por otro lado, su ex marido John Hurt explicó que estaba seguro de que no se refiere a ningún famoso. Sólo Carly lo sabe… Se trata de una melodía brillante pero sencilla y con un estribillo penetrante; en una de sus primeras grabaciones hizo coros el propio Mick Jagger, aunque no apareció en los créditos. Sus versos son punzantes: “Caminabas en la fiesta como si estuvieras en un yate”, “tenías un ojo en el espejo mientras te mirabas al pasar”, “eres tan vanidoso que probablemente pienses que esta canción es sobre ti”… Parecen palabras demasiado explícitas para referirse a los hombres en general, es decir, da la impresión de que alguien le hizo daño y ella se vengó con esta canción, sobre todo cuando echa en cara “abandonaste las cosas que amabas, y una de ellas era yo”. 


‘Lucky man’ es obra de Lake y apareció en el primer disco de Emerson, Lake & Palmer en 1970. El cantante, bajista y guitarrista la escribió cuando tenía 12 años; según él cuenta, su madre le regaló una guitarra y entonces se sintió un hombre afortunado, por lo que al poco se puso a escribir sobre el tema de la suerte. Greg Lake siempre explica que “si mi madre no me hubiera comprado esa guitarra mi vida hubiera sido totalmente distinta, seguro; ese regalo cambió mi existencia para siempre, pues desde ese momento supe que me dedicaría a la música”. También recuerda el artista que escribió el texto pensando en un trovador medieval, aunque “la canción habla de mí, el hombre afortunado era yo”. Dice la leyenda que al terminar la grabación de aquel primer disco se dieron cuenta de que faltaban minutos, así que a Lake se le ocurrió proponer su infantil composición…, pero la realidad es que desde el primer momento estaba prevista su inclusión en el álbum de debut del trío; además, al parecer, la interpretó tal y como la recordaba, sin cambios, aunque se le añadieron los arreglos; uno de estos lo aporta el Keith Emerson con su teclado Moog, y está considerado como uno de los primeros solos de sintetizador de la historia. El tema habla de un hombre que tenía todo (desde caballos blancos a un colchón cubierto de oro), pero se fue a la guerra y todo lo perdió: murió. Como dato jocoso se puede añadir que Homer Simpson se encontró un CD con esta canción el día que ganó un millón de dólares a la lotería…


Son pequeñas anécdotas, leves historietas escondidas detrás de grandes canciones que, aunque demasiado tiempo silenciadas, no pierden lustre y, en fin, merecen el recuerdo. De todos modos resulta muy difícil, casi imposible, mencionar canciones publicadas en las dos últimas décadas que merezcan ser recordadas y vayan a mantener su encanto dentro de medio siglo.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 7 de octubre de 2015

ANIMALISMO EXTREMO Y HUMANIZACIÓN DE LAS BESTEZUELAS Las opiniones sobre el trato a los animales rara vez son moderadas, al contrario, suelen provocar encendidas discusiones y posturas enfrentadas: hay quien mira a los bichos con superioridad y quien los ve como congéneres… Ni tanto ni tan calvo.

El animalismo extremo y el pensar que las fieras son casi humanas le costó la
 vida a este insensato
Dejando a un lado el caso de los toros (y el de los animalistas vegetarianos que protestan por el sacrificio de bichos y bestezuelas con fines gastronómicos), es de destacar que la legislación española promulgó hace unos días una serie de normas para poner límites a la cirugía estética que algunos racionales imponen a sus irracionales acompañantes.
 Esas nuevas leyes tratan de impedir, entre otras cosas, que se corte el rabo o las orejas a los canes con fines exclusivamente ornamentales. Sin embargo, aunque la costumbre de recortar los apéndices perrunos es lo que más se destacaba en los titulares (y por tanto lo que más trascendió), lo cierto es que la normativa pone coto a otras prácticas tal vez menos conocidas, pero que se dan en mayor o menor medida. Por ejemplo, para que el gato no arañe los muebles muchos optan por cortarles las uñas, cosa que casi equivale a guillotinar la falange distal de los dedos de una persona; igualmente, también prohíbe la nueva ley a los dueños que, en aras de una buena clasificación en un concurso o simplemente por presumir, sometan a su mascota a operaciones en las que se le implanten cuerpos extraños (bótox, silicona) para suprimir arrugas y hacerla más vistosa.
Realmente, en prácticas de este tipo lo que subyace es el la humanización del animal, una tendencia en la que se cae más habitualmente de lo que parece. Un caso reciente así lo demuestra: en la orla de nuevos graduados de cierta carrera de la Universidad de Cádiz alguien incluyó la foto de su perro lazarillo; y también hay constancia de otro chucho que apareció en la de cierta promoción de la Facultad de Historia de la Universidad de Santiago como un licenciado más; y se puede recordar cuando, no hace mucho, se impuso una medalla a un pastor alemán tras prestar un meritorio servicio policial… Por muy bienintencionado que sean todas esas acciones, la realidad dice que al animal todo eso le importa un pito, pues ni se entera ni se reconoce ni lo valora.
Conocido es la historia de ‘Grizzly man’, uno de los casos extremos de animalismo y humanización de las bestias. El gran director de cine Werner Hertzog dirigió este documental basándose en la peripecia de un individuo que llevó hasta los límites de la locura su pasión por los osos. Saltándose todas las leyes y normas de seguridad y sensatez, y pasando por encima incluso de las que rige al ecologista razonable, ese ‘hombre-oso’ se iba largas temporadas a Alaska para filmar, convivir e interactuar con los enormes plantígrados de aquella región; acampaba en lugares no recomendados, se adentraba en sus territorios de caza y sus espacios de procreación, filmaba a escasos centímetros del bicho, los tocaba, les ponía nombre y, lo más asombroso, les hablaba y los trataba como si fueran personas, haciéndoles las mil carantoñas y repitiéndoles “te quiero”’ una y otra vez… En una ocasión en que no había agua suficiente para que los salmones ascendieran por el río, el pobre desequilibrado se puso a increpar y gritar a Dios, Alá y otras divinidades, convencido de que éstos tenían la obligación de hacer llover para que el agua permitiera a los peces llegar al lugar donde los esperaban los osos. En otro momento se le ve tocando, acariciando más bien, la reciente, cálida y humeante defecación de un ‘grizzly’ mientras muestra su emoción diciendo con cara de fan histérico “es que esto estaba dentro de él hace unos minutos”. Y cuando se encuentra el cadáver de un zorro, este tonto-loco se dirige a las moscas que zumban alrededor: “¡tened un poco de respeto, cabronas!”… Lógicamente, tan delirante personajillo (y su novia) fueron devorados por sus amados osos: sólo era cuestión de tiempo y de que los animalitos tuvieran el hambre suficiente; una de sus cámaras grabó el sonido del ataque y los gritos de los dos animalistas mientras los ositos se servían… Para su desgracia (y la de su novia) este pobre hombre llegó a creer que los animales salvajes son como sus troncos de instituto.
Afortunadamente la humanización de los irracionales no suele llegar a tal extremo, aunque no es inhabitual comprobar cómo en los documentales de naturaleza que se emiten por televisión se pone nombre a leones y cebras, se les atribuyen conductas y sentimientos humanos e incluso motivación para sus actos…, cuando lo cierto es que todo animal se rige exclusivamente por su instinto y sus hormonas. ¡Y qué se puede decir de quienes, en el paroxismo de la demencia animalista-buenista, exigen derechos para toda bestezuela o fierecilla!, ya sean malófagos o pinnípedos, anuros o platelmintos. Aunque mil veces repetido, resulta conveniente recordar que todo derecho conlleva una obligación, y no se puede exigir el cumplimiento de las leyes a quien carece de la  inteligencia precisa para, siquiera, entenderlas. En este sentido resulta imposible olvidar a aquel juez argentino que, sintiéndose repartidor de categorías, dictaminó que un simio (uno en concreto) debía ser tratado como ‘persona no humana’...
En fin, que muchos racionales bienintencionados se suelen olvidar de que los animales no son personas por mucha compañía, calor y buen rollo que trasmitan. Y así es tanto si están bajo la mesa de la cocina como si viven en libertad.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 4 de octubre de 2015

LAS MÁS BELLAS MELODÍAS ESPACIALES Los asuntos espaciales están siempre en primer plano y fascinan a todo terráqueo, ya sea individuo anónimo o gran artista. Por eso no puede extrañar que también en el universo del rock & roll brillen algunas bellezas cósmicas

Lou Reed y el productor Mick Ronson en aquellos años
Con total seguridad, desde que las primeras especies del género homo caminaron por el este de África, no ha pasado un día sin que los bípedos implumes miren hacia arriba preguntándose qué habrá allá. Hoy, esa fascinación por el espacio sigue tan presente en las personas como cuando aquellos primeros hombres alzaban su vista, temerosos, a la inmensidad. De hecho, las noticias sobre Marte o sobre posibles planetas similares al nuestro, o las informaciones e imágenes que envían los ingenios terráqueos que viajan por el Sistema Solar e incluso más allá ocupan lugares de privilegio en los medios de comunicación y son tema de conversación entre todo tipo de público. Por otro lado, precisamente tal día como hoy, 4 de octubre, de 1957 el hombre conseguía que un artefacto terrestre, el Sputnik (ideado por el genio soviético de la investigación espacial, Sergei Korolev), saliera por primera vez en la historia de la atmósfera y se adentrara (aunque apenas fueran mil kilómetros) en la oscuridad espacial.

Los músicos de rock, como no podía ser de otro modo, tampoco podían resistirse al embeleso y fascinación que produce el universo. Por eso, son numerosísimas las canciones que, casi desde los albores del género, tienen el espacio y sus inmensidades, sus objetos y sus maravillas como fuente de inspiración. Si se piensa en rock y cosmos David Bowie se presenta con varias piezas: ‘Space odity’, ‘Starman’, ‘Is there life on Mars?’…; asimismo, Pink Floyd con ‘Interstelar Overdrive’, Astronomy domine’ y otras; y también Steve Miller Band (‘Serenade’, ‘Space cawboy), Rolling Stones (‘2000 light years from home), Elton John (‘Rocket man’), REM (‘Man on the moon’), Kraftwerk (‘Spacelab’) y muchos más, incluyendo nombres de menor enjundia como los divertidos Rezillos y su ‘Flying saucer attack’ o el alemán Peter Schilling con su homenaje al héroe de Bowie ‘Major Tom’. Y la lista podría alargarse más y más.

Pero si hubiera que quedarse con tres melodías espaciales, bien podrían ser la deliciosa ‘Satellite of love’ de Lou Reed, la preciosa ‘39’ de Queen y la imperecedera ‘Across the Universe’ de (claro) The Beatles.

El neoyorquino Lou Reed es uno de los autores imprescindibles de la historia del rock; posee discos emblemáticos y no pocas de sus canciones han traspasado barreras temporales e incluso generacionales. Pero además de ‘vicios’, ‘paseos por el lado salvaje’ o ‘días perfectos’, el ya desaparecido artista dejó partituras de rara delicadeza, como esa exquisitez titulada ‘Satellite of love’ que apareció en aquel prodigio de 1972 titulado ‘Transformer’. Con piano, guitarras discretas y unos coros muy simples, Bowie y el genial Mick Ronson (productores) consiguen dar un brillo deslumbrante a una melodía ya de por sí absolutamente luminosa. La letra combina el espacio: “los satélties se fueron rumbo a Marte”, con introspecciones y filosofías ‘loureedianas’: “cosas como esas me conducen fuera de mi mente”. De todos modos, los vuelos espaciales de Lou Reed suelen estar muy anclados al hombre y sus pasiones y deseos más ocultos. Sea como sea, la pieza tiene alma, cósmica o terráquea; en todo caso es arrebatadora.
Hace nada menos que cuatro décadas Queen publicó su álbum más aclamado, ‘A night  at the opera’. El tema ‘39’, que no es de los más célebres y tarareados del cuarteto, fue escrito y cantado por el guitarrista Brian May (sin que falten esos coros evocadores), y está dotado con una melodía preciosa que asombrosamente encaja con cierto tono épico con resultados despampanantes. Dirigido por la acústica, no faltan los elegantes toques de la exclusiva seis cuerdas de May. El texto (explicó el propio autor) trata de alguien que vuelve tras un año de ausencia, pero al llegar se da cuenta de que, en realidad, ha pasado mucho más tiempo, con lo que todo lo que dejó ha cambiado o ya no está…, como en películas que todo el mundo tiene en mente. “Nos fuimos por un tiempo, esto no puede ser, porque han pasado muchos años y yo no he envejecido más que uno”, señala el hombre “que se embarcó en una nave hacia el cielo”; no falta la poesía lírica y amorosa: “Los ojos de tu madre me lloran a través de los tuyos”. Ciertamente no es de las más recordadas de La Reina, pero todo el experto en esta monarquía la tiene como uno de sus momentos únicos, de esos que gusta disfrutar en soledad.

Para muchos, sin embargo, la más sublime composición con el universo como fondo la firman The Beatles: ‘Across the universe’. Idea de John Lennon, tiene ese matiz de ingenuidad hippie tan característico en aquella época (salió en 1970 en el álbum ‘Let it be’, aunque se grabó dos años antes); asimismo, entrelaza el amor puro con la inmensidad espacial de un modo indescriptible. La última estrofa es una muestra de la capacidad creativa y el talento desbordante, incontenible, irrepetible de Lennon: “Sonidos de risas, sombras de la Tierra vienen a mi mente incitándome e invitándome. Infinito e inmortal amor que brilla a mi alrededor como un millón de soles que me llaman a través del universo”…; paz y amor intergalácticos. La guitarra acústica es la base sobre la que la voz del malogrado artista sobrevuela con una partitura que, por increíble que parezca, sigue causando una emoción imposible de sujetar… ¡casi medio siglo después! En cualquier caso, aseguran que el inolvidable artista solía afirmar que esta era la composición de la que más orgulloso se sentía. Como es sabido, la canción sí que viaja a través del espacio, puesto que en 2008 fue transmitida hacia la estrella Polaris, que está a 431 años luz de Liverpool, es decir, continúa atravesando el universo. 


CARLOS DEL RIEGO