OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 30 de septiembre de 2015

LA INDEMOSTRADA AGUA DE MARTE Gran revuelo ha causado en todo el mundo el anuncio de la Nasa en torno a la ‘confirmación’ de la existencia de agua líquida en Marte. Aparte de que esto ya lo habían notificado otras veces, lo cierto es que no aportan prueba concluyente.

Imágenes como esta y la detección de sales que pudieron estar hidratadas han sido la base de la Nasa para aventurar que hay agua en Marte
Además de política, economía y guerra (sempiternas fuentes de noticias), ha tenido su cuota de protagonismo el anuncio (otra vez) de que se ha “descubierto” agua en Marte; hasta Google se ha sumado a la ‘corriente’. Los medios de comunicación han llevado a sus portadas tan llamativa nueva, afirmando en sus titulares la certeza del hallazgo basándose en los comunicados de la Nasa. Sin embargo, la agencia espacial estadounidense no presenta una evidencia empírica; hay que tener en cuenta, asimismo, que el texto original en inglés dice ‘evidence’, que no equivale a evidencia, como muchos han traducido por aquí, sino a indicio, pista, señal.

Puede haber indicios, e incluso es posible que existan rastros y huellas que lleven a la hipótesis de que por allí corrió el líquido elemento. Sin embargo, no se ha presentado una evidencia incontestable, es decir, no se tiene la certeza matemática, no se ha aportado la demostración empírica que permita afirmar con total seguridad que en el planeta rojo hay H2O en estado líquido.

Cualquiera de los presentes tiene la certeza absoluta de que si se tira por la ventana desde el quinto piso se dará el gran porrazo contra el suelo; e igualmente que en la luna no se puede respirar o que la tierra es redonda. Son conocimientos seguros, muchas veces demostrados gracias a pruebas concluyentes. Pero lo mostrado por los investigadores de la Nasa son sólo síntomas, conjeturas, posibilidades, sospechas basadas en que han detectado la presencia de sales que parecen haber estado hidratadas; textualmente: “percloratos con rasgos de estar en presencia de agua líquida”; y con una base tan poco sólida certifican que el agua circula a veces por algunos lugares del vecino planeta. Es más, no han visto el agua, pero se atreven a afirmar con contundencia que “podemos afirmar que, bajo determinadas circunstancias, hemos hallado agua en Marte”. ¿Cómo es posible que un científico se atreva a realizar afirmación tan contundente sin presentar una prueba irrefutable?

El caso es que desde hace años la Nasa está corta de fondos, pues se ha recortado notablemente su financiación. Por eso, con el fin de atraer inversión, de vez en cuando realizan anuncios espectaculares (de hecho, agua y vida bacteriana fósil en Marte vienen aventurándolo desde antaño) y con repercusión internacional que, como el presente, carecen de la única base que la ciencia admite: la demostración empírica. Mucha menos repercusión mundial tienen los posteriores desmentidos; así, aun se recuerda cómo hace unos meses un equipo de investigadores divulgó a bombo y platillo el hallazgo de ‘los ecos del Big Bang’…, ‘descubrimiento’ que al poco fue contradicho y refutado por otros astrónomos y astrofísicos, quienes mostraron sólidas objeciones al supuesto hallazgo tras sesudas y laboriosas comprobaciones. Y es que, en su ansia de financiación, prestigio y fama, de premios y oropeles, algunos científicos son idénticos a la mayoría de los mortales: dispuestos a la mentirijilla..., o a la gran trola.

Sorprende, por otro lado, la credulidad con que la población que lee las noticias acepta informaciones indemostradas. De este modo, hay personas que desconfían de que el hombre haya llegado a la luna o de que sucediera la barbarie del holocausto judío, pero a la vez están dispuestas a creer casi cualquier cosa que pueda sostener su creencia en la vida extraterrestre (un prestigioso especialista en la materia proclama, aun sin ninguna base, que la cuestión no es si hay o no alienígenas, sino cómo serán). Ni que decir tiene que no son pocos los que, basándose en esa supuesta agua, adivinan la existencia de vida marciana. Abundando en esta reflexión, la mayoría de las personas que están convencidas de que hay inteligencia lejos de la Tierra lo están también de que no hay nada después de esta vida…, y ello a pesar de que tienen tantas pruebas de una cosa como de la otra.

No es que se niegue la existencia de agua líquida en Marte, sino que no hay demostración empírica ni se ha aportado prueba concluyente alguna que disipe cualquier duda. Y de igual manera, tampoco se ha encontrado el menor argumento sólido que induzca a creer que existe inteligencia más allá del Sistema Solar (la estadística no constituye prueba, por ejemplo: por la Tierra han pasado billones de especies y sólo una consiguió hablar).


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 27 de septiembre de 2015

LAS MUERTES MÁS PATÉTICAS DE LA HISTORIA DEL ROCK La parca se encarga de todos los que pasan por aquí. A veces se presenta de improviso y otras después de muchos avisos. Y no importa que su cliente sea una celebridad o uno de tantos que pasan sin dejar huella.

El fútbol, la otra pasión de Bob Marley, le reveló que tenía cáncer, pero sus creencias le impidieron combatirlo
Las estrellas del rock, como todos los mortales, se han ido con aquella de todas las maneras imaginables, pues la guadaña siega e iguala todas las briznas de vida, sin distinguir. Sin embargo, hay veces en que el modo de irse puede ser calificado de tonto, evitable, patético. En el universos rockero hay numerosos ejemplos de grandes personajes que abandonaron la vida prematuramente, la mayoría debido a causas que tópicamente se asocian a esta actividad, como las drogas o los accidentes (de coche, de avión, fuego); pero también hay muchos que se fueron a causa de enfermedades de lo más corriente (cánceres de todo tipo, infartos), los que buscaron ellos mismos su final y los que fueron víctimas de la violencia… Y también hubo protagonistas de la tragicomedia del rock que palmaron antes de tiempo a causa de la fatalidad, ya fuera por torpeza, cabezonería, estupidez o verdadera mala suerte. En cualquier caso, la fatalidad. ¿Y qué se puede hacer contra la fatalidad?

Bob Marley dejó este mundo en 1981. Como todo interesado en el reggae conoce, Marley era un fanático del fútbol, y le encantaba echar un partidillo en cada ciudad donde actuaba, con periodistas, sus músicos, ayudantes, encargados del equipo (los pipas) y el resto de la cuadrilla. En una de esas pachangas, en 1977, le hicieron una dura entrada que le provocó enormes dolores en un pie; en la clínica le dicen que tiene un melanoma (cáncer) en el dedo gordo, que es bastante típico, y que se extenderá por todo el cuerpo a no ser que se ampute el dedo. Pero la creencia rastafari va en contra de separar ninguna parte del cuerpo, es más, casi prohíbe cortarse las guedejas o las uñas, así que mucho menos si es carne y hueso, de modo que el autor de ‘Jammin’ continuó como si nada ocurriera. Tres años después, mientras hacía deporte en Nueva York, cayó, lo llevaron al hospital y le advirtieron de que su cuerpo estaba absolutamente invadido. La muerte (a la que tenía verdadero pánico) llegó en pocos meses... Cada persona es libre de pensar y creer como quiera, pero no deja de ser verdadera cabezonería, casi fanatismo, no renunciar a un dedo de un pie aun con la certeza de que, de no hacerlo, la muerte será muy prematura.   
   
Asesinados fueron tres grandes músicos que brillaron en géneros muy diferentes. El más universal es, claro, John Lennon, tiroteado por un imbécil que, afortunadamente, sigue en la cárcel desde aquel fatídico día de 1980. El genio del soul y rythm & blues Marvin Gaye estaba en casa de sus padres en abril del 84; casi a diario discutía y se daba de puñetazos y patadas con su padre (a causa de drogas y dinero), de modo que el día de autos papá se cansó de recibir, cogió la pistola y le pegó dos tiros (versión oficial); cuentan que, ya con el plomo en el cuerpo, Marvin amenazó “me marcho y no volveréis a verme por aquí”… Otro imprescindible del reggae es Peter Tosh; el rastafari fue asaltado en su casa en Jamaica (en septiembre de 1987) por un delincuente al que había ayudado anteriormente; junto a otros dos secuaces le exigió dinero, pero el músico no tenía; en esas llegaron unos amigos a la casa y se montó una buena ‘balacera’, que comenzó cuando aquel ingrato le metió dos balas en la cabeza. Son tres muertes tan absurdas como inesperadas, sin sentido, cargadas de patetismo.

Terry Kath, el cantante, guitarrista y compositor del grupo estadounidense Chicago, murió por una fatal estupidez. Aficionado a las armas, en enero del 78 estaba en casa con unos amigos; jugaba con un revólver y, sonriendo, se lo colocaba en la sien a la vez que decía “tranquis tíos, está descargado”; a pesar de las advertencias de los presentes, Terry dejó el revólver y tomó una pistola 9 mm, también descargada; finalmente, le cambió el cargador y volvió al jueguecito. Pero la pistola tenía una bala y murió instantáneamente. Con él se cumplió el dicho de que ‘las armas las carga el diablo’. Imprudencia, negligencia, torpeza… En todo caso, una muerte patética. 
  
Stiv Bators, cantante de The Lords of the New Church (y otros grupos) estaba en París en 1990, de vacaciones. Bebido, fue atropellado por un taxi y luego llevado al hospital. Sin embargo, al tener que aguardar en la sala de espera, y creyendo que no tenía ninguna herida seria, se largó a casa sin haber sido examinado. Murió a causa de una conmoción cerebral esa noche, mientras dormía. ¿El alcohol nubló su mente y le hizo creer que no necesitaba revisión médica?, ¿pensó que alguien tan importante como él no tenía obligación de esperar? ¿Necedad o soberbia?    

Lo de Marc Bolan, el pequeño gran líder de T. Rex e icono del glam-rock, es pura ironía, trágica ironía. Le encantaban los coches pero a la vez les tenía auténtico pánico, tanto que nunca quiso aprender a conducir a pesar de poseer varios automóviles. Aquel día de septiembre de 1977 su novia conducía un Mini de su propiedad, perdió el control y chocó contra un poste telefónico y luego, rebotado, contra un árbol. Ella sufrió varias fracturas en brazos y cara, pero él murió casi instantáneamente. ¿Intuía el pobre Marc lo que el destino le tenía preparado? Ninguno llevaba puesto el cinturón de seguridad, así que es oportuno preguntarse ¿hubiera sobrevivido con el cinto ajustado?  

Y la lista es más larga. La muerte tonta, evitable, prematura, patética, no sabe de rock ni de nada, y por eso se presenta en el escenario igual que en el patio de butacas. Y aunque muchas veces es pura fatalidad sin que el sujeto intervenga, en no pocas ocasiones el imprudente y el que hace tonterías pone mucho empeño en atraerla. Y en el mundo del rock es valor la temeridad.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 23 de septiembre de 2015

TRUEBA: UN TÍPICO ESPAÑOL Por más que le pese, este tipo que reniega de su tierra y sus paisanos es, en realidad, más español que el bacalao al ajo arriero, puesto que ese modo de ser y de pensar abunda por las Españas.

Parece decir 'no quiero nada con vosotros pero me llevo vuestra pasta, primos' 
Como viene siendo habitual desde hace ya unos cuantos años, los cineastas españoles (directores y actores sobre todo) no pierden ocasión para ‘hacer amigos’; así, de vez en cuando uno u otro se suelta la lengua y grita groserías contra sus posibles clientes, o se muestran desdeñosos con el sitio donde viven y trabajan. El último desatino dialéctico ha llevado al director Fernando Trueba a las portadas; tal vez buscando ese protagonismo (¿tiene película que vender actualmente?), el individuo este ha dejado claro que, en caso de guerra, él se pondría de parte del enemigo de su país, o sea, que de haber estado allí, se hubiera enfundado el traje de traidor para servir a Napoleón; y que prefiere que gane cualquiera antes que España en los terrenos deportivos; y que nunca se ha sentido español… Curiosamente, a la vez que dejaba patente su ingratitud y su desnaturalizado sentir, trincaba el dinero de esos españoles a los que tanto desprecia y de los que no quiere saber nada (cosa que lleva haciendo desde hace años).

Pero la frase que más indignación ha provocado es esa en la que afirma no haberse sentido nunca español. Y sin embargo, con sus palabras está mostrándose como un tipo de español absolutamente paradigmático, un típico español. Sí, aunque cueste creerlo, es abundante la especie de español para el que todo lo de su país es lo peor: su Historia y sus costumbres, su cultura y sus tradiciones, sus héroes y grandes personajes, sus victorias y derrotas en el campo de batalla, sus políticos, sus manufacturas, sus deportistas…; lo que venga del extranjero es, según esa especie, mejor que cualquier cosa o persona de aquí. Seguro que es difícil encontrar en todo el mundo tanta gente que deteste a España como la que hay en la susodicha. En este país muchos de sus naturales minimizan o niegan cualquier acción meritoria que, a lo largo de la Historia, hayan protagonizado asturianos, extremeños o andaluces; gran parte de la población de la vieja Hispania se sonríe con satisfacción cuando se airean derrotas y vergüenzas patrias (idénticas, por otro, lado a las de países con tanta Historia); sobran los ejemplos de españolitos dispuestos a glosar las bondades de lo foráneo y a despreciar por sistema cualquier ‘made in Spain’; es más, si un extranjero (político, deportista, empresario) lleva a cabo una marrullería se le tilda de listo y astuto, mientras que si la misma la ejecuta un español se le llama miserable y sucio tramposo.
Como quiera que el tal Trueba arremetió en público y a voz en grito contra España (entrando también en el apartado histórico), como quiera que no pierde ocasión de regodearse en su sentimiento antiespañol…, y como quiera que esa postura y ese modo de pensar se da en España desde hace siglos, es fácil concluir que el dudoso personaje (que insulta a quienes le dan trabajo y efectivo) no es sino un perfecto representante de un sector de españoles. Resumiendo, el maleducado director es, muy a su pesar y a despecho de sus verdes verborreas, un típico español; al menos uno de los más  ilustrativos ejemplos de una forma de ser genuinamente española. Afortunadamente, la mayoría no adoptan esa postura ante su país.    

Además, al darse cuenta de que quien escupe hacia arriba suele recibir en su cara lo que salió de su boca, el personajillo en cuestión ha tratado de desviar el objetivo de sus invectivas: que si era en plan de cachondeo, que no quería el escándalo, que buscaba ser ingenioso… Sin embargo, este modo de escurrir el bulto es también cien por cien español; como lo es el lloriqueo constante para conseguir más y más subvenciones, o esa queja que pretende que los gobiernos le suelten la pasta porque su actividad es superior a la de los demás; e igualmente es habitual aquí sentirse ofendido si los insultados reaccionan contra un producto ofertado por quien insulta, puesto que es muy español identificar ofensa con libertad de expresión, de modo que, en su caso, los españoles no tienen derecho a dejar de ir a ver sus pelis a pesar del desprecio que él manifiesta por ellos. Esa conducta es pura idiosincrasia española. Y todo eso es Fernando Trueba.

Este asunto parece emular una escena de los Simpsons: “No quiero tu sucio dinero”, decía Homer en tono despectivo mientras se metía los billetes en el bolsillo... Pensándolo bien, se puede llegar a la conclusión de que este sujeto no puede tener más luces que Homer Simpson. 

Trueba es, recordando aquella canción de 1989 de Los Coyotes , ‘típico español’.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 20 de septiembre de 2015

BEACH BOYS, QUEEN, CSNY: PASIÓN POR LA ARMONÍA VOCAL Casi siempre la línea melódica que traza la voz es, finalmente, el objetivo de una canción. Por ello, cuando una banda ofrece más voces que la del solista y tiene talento para lograr el correcto y armonioso engarce, el resultado es resplandeciente.

Young, Nash, Crosby & Stills, cuatro solistas al unísimo
Todo grupo de pop, rock o género afín tiene, generalmente, como prioridad la parte vocal: el autor idea una melodía pensando en entregársela a una voz solista que, ocasionalmente, puede decorarse un poco más haciendo uso de los coros. Pero algunos compositores han trabajado más y más la faceta culminante de la canción, llegando en ocasiones a vistosos malabarismos orales, a creaciones de una irresistible belleza barroca. Aunque desde Beatles a Ramones todos han tratado de ofrecer la mejor entonación, algunas bandas de la historia de este negocio se han distinguido por prestar la máxima atención a la armonía vocal. Los primeros en venir a la mente al tratar esta modalidad son los californianos The Beach Boys, aunque si se piensa un poco, rápidamente se llega a The Queen e incluso a Crosby, Stills, Nash & Young.



El primero, el grupo de los hermanos Wilson, en escena desde 1os primeros sesenta del siglo XX, es el emblema del surf-rock, y aunque este género nació instrumental, es con ellos que conquista las listas y la simpatía en todo el mundo. Si de entre su extensísima producción hubiera que quedarse con un único título, el más representativo de su estilo sería el ya clásico ‘Good vibrations’ (aunque también son muy ilustrativos ‘Barbara Ann’, ‘Surfin´Usa’ o ‘I get around’). El tema debió incluirse en el antológico álbum ‘Pet sounds’, pero a Brian Wilson (el genio de esta historia) no le encajó, así que salió como sencillo. Es una delicia en la que asombran los excelentes y originales arreglos y cambios de ritmo, pero por encima de todo deslumbran unas preciosas armonías vocales. Encantadoras, con elegante atractivo y enorme clase, las voces de los Wilson, Love y compañía son capaces de mantener hasta tres líneas melódicas a la vez sin que se atisbe la mínima disonancia, al contrario, lo que parece intrincado suena equilibrado, con una inestable simetría que cautiva incluso al neófito en el asunto. Brian Wilson dijo que es una pequeña sinfonía vocal. Por algo sigue transmitiendo ‘buenas vibraciones’ medio siglo después.



Sobre The Queen es prácticamente imposible añadir nada. Es una de las bandas más importantes de la historia y su propuesta artística es fácilmente reconocible. Preocupada hasta el extremo por la parte vocal, The Queen dejó abundantes muestras para el lucimiento de la cristalina voz de barítono de Freddie Mercury, perfectamente arropado por May y Taylor. En muchas ocasiones consiguieron un efecto operístico asombroso, como en la sensacional ‘Somebody to love’, que también semeja un espiritual negro tanto en fondo como en forma. Apareció en el ‘A day at the races’ de 1976, cuando La Reina gozaba ya de un merecido y sólido prestigio tras dejar fascinado a todo el mundo con su anterior ‘noche en la ópera’, o sea, de algún modo estaba obligada a causar sensación. ¡Y vaya si mantuvo su status! En este ‘Alguien a quien amar’ el diálogo entre el solista y el coro es apabullante, emocionante, la confluencia de todas las voces pone los pelos de punta, y la resolución de las frases deja en el oyente una incontenible satisfacción, un sentimiento que casi hace levitar. No pocas de sus canciones tienen más tirón popular entre rockeros irredentos (tal vez porque las guitarras tienen más primer plano), pero si se trata de entramado de voces, ‘Somebody…’ es de las que hace hervir la sangre. Seguro que Freddie ya ha encontrado ese alguien a quien amar.

Como magos del rock vocal también se puede calificar a la superbanda Crosby Stills Nash & Young, y de entre su no demasiado abundante producción no es disparatado extraer el trepidante ‘Carry on’. Realmente CSNY es una asociación de cuatro cantantes y compositores más que un grupo en sí; todos presentaban antecedentes ilustres y posteriormente se combinaron de dos en dos o tres en tres, e incluso desarrollaron extensas carreras en solitario. ‘Carry on’ (algo así como ‘continúa’) se incluye en el fantástico ‘Deja vu’ (1970). Tras una acústica iniciática, esa doble pareja de iconos del rock americano despliega todo su poderío armónico, cantando a coro o permitiendo que el solista se alterne con el conjunto; en todo caso, el engarce de las voces consigue una química especial, una perfecta conjunción que eleva la simple partitura a un plano estricta y excitantemente artístico. La pieza presenta varios cambios rítmicos pero, eso sí, dejando en todo momento el protagonismo a la parte coral. Las fantásticas líneas melódicas de la obra lucen, deslumbran al ser ejecutadas por esas cuatro poderosas personalidades. Asimismo, en ‘Carry on’ se materializa una sorprendente unión de folk, rock, pop y country, variedades que se entrelazan con precisión química sin más catalizador que las modulaciones y timbres de esas cuatro gargantas.

El rock que prima la parte vocal parece poseer, en fin, un toque de exquisitez y refinamiento.        
                  

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 16 de septiembre de 2015

LA POLÍTICA ENSUCIA EL DEPORTE… Y TODO LO QUE TOCA Parodiando dichos, refranes y canciones: Cuando la política entra por la puerta la concordia sale por la ventana.

En los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 todo el estadio respondió al unísono a las consignas dictadas por el régimen
Es, sin duda, una verdad contundente, puesto que las ideologías y convicciones políticas inducen inevitablemente a la división, a la discusión encendida, al desprecio del que piensa distinto, a los gritos e insultos… y así se puede  llegar a las manos. En banquetes y reuniones familiares, en centros de trabajo, en la barra del bar o en casa, el asunto político es, obstinada e invariablemente, fuente de enfrentamientos acalorados. Se presente donde se presente, la discrepancia ideológica no produce debates inteligentes y serenos, ni diálogos en los que los argumentos esgrimidos se imponen a la pasión inamovible; es decir, estas conversaciones vez pasan de sucesión de monólogos, de modo que lo que dice uno no cala en el pensamiento del otro por más documentados y reconocidos que sean sus razonamientos.

Por todo ello, bien puede afirmarse que la combinación de política y deporte sólo ofrece frutos envenenados. Esto viene a cuento de la miope postura adoptada por importantes equipos de fútbol de Cataluña, que se han echado incondicionalmente en brazos de una opción política (sin entrar en asuntos de la legitimidad de ésta), con lo que envían el mensaje de los concordantes son hinchas de primera y los discordantes de segunda.  
  
Aprovechar el deporte con fines políticos es un fenómeno que se ‘inventó’ en el siglo pasado. Aunque algunas designaciones de sedes olímpicas anteriores obedecieron a intereses internacionales, no es descabellado señalar a los líderes nazis encabezados por Joseph Goebels (Ministro de Propaganda) como los que, en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, antes cayeron en la cuenta de que el deporte puede ser un arma poderosa, la cual se puede utilizar con objetivos propagandísticos. De este modo, organizando el evento deportivo más importante, los jerarcas nacionalsocialistas pretendían decir al mundo que no eran tan malos, y para ello no dudaron en suavizar sus leyes antisemitas, racistas y totalitarias; asimismo, insistieron machaconamente en que vencer en la cancha era un acto de patriotismo, con lo que convirtieron los deportes en armamento para el adoctrinamiento. Es oportuno traer a colación el caso del saltador alemán Lutz Long: fue derrotado por el estadounidense Jesse Owens (negro); además le dio consejos técnicos y trabó con él una sincera amistad en la pista, razones más que suficientes para que el pobre Long fuera enviado al frente a pesar de que los deportistas jamás recibían esos destinos; herido en combate, murió con apenas 30 años.

Los países de la órbita de la Unión Soviética entendieron el mensaje, y por ello llevaron a cabo un planificado sistema de dopaje generalizado que afectó a numerosas especialidades, desde el atletismo a la natación, desde la halterofilia a la gimnasia. No será preciso recordar los abundantes casos descubiertos, las confesiones de dirigentes y entrenadores o la cantidad de récords mundiales que, conseguidos en aquellos años, se mantienen vigentes. Todo tipo de trampas, engaños y falsificaciones se dieron por buenas y necesarias en beneficio de la patria, del partido, del socialismo. Relevante e ilustrativo es el acoso y desprestigio que hubo de sufrir el prodigioso (deportiva y humanamente hablando) Emil Zatopek cuando se enfrentó al régimen checoslovaco en Primavera de Praga de 1968.

También conviene recordar cómo el gobierno argentino utilizó su Mundial de Fútbol para intensificar los sentimientos patrióticos de la población, procurando que este patriotismo albiceleste (colores de la camiseta argentina) impregnara hasta tal punto al personal que no le resultara difícil entender que las atrocidades cometidas por el poder eran imprescindibles para la patria. De paso se conseguía que la gente no hablara de otra cosa y olvidara las desapariciones, encarcelamientos, secuestros, torturas… Abundando en el fútbol, es habitual identificar equipos con tendencias políticas, lo cual redunda en toda clase de violencias y odios eternos que en casos extremos…

No debe olvidarse tampoco el boicot de USA y parte de sus aliados a los Juegos de Moscú 1980, el cual fue respondido en Atlanta 84 por la URSS y sus satélites; el pretexto del que se sirvieron los jerifaltes de uno y otro país fue prácticamente idéntico y obedecía, evidentemente, a objetivos políticos. Hay más casos. Sudáfrica estuvo mucho tiempo apartada del movimiento olímpico y del deporte internacional a causa de su política racista (ostracismo que sí tenía un por qué); por eso, cuando Nueva Zelanda se saltó ese ‘convenio’, la mayoría de países africanos boicoteó los Juegos de Montreal 76 al ser admitidos los australes. Las presiones hacia el olimpismo con intenciones políticas son, como puede deducirse, continuos; incluso España formó parte de los que renunciaron a los Juegos de Melburne 1956 en protesta por la entrada de los tanques en Hungría (por cierto, la ausencia española privó al fantástico gimnasta Joaquín Blume de más de una medalla). 
  
Así las cosas, parece difícil encontrar algún caso en que la mezcla política-deporte haya desembocado en beneficio, y sin embargo existe uno, al menos uno: el deporte hizo un buen servicio a la política cuando Nelson Mandela consiguió que toda Sudáfrica (bueno, no toda, gran parte) se uniera en torno a su equipo de rugbi. Pero se trata de un caso excepcional, único, y además, tampoco puede asegurarse rotundamente que los resultados del cóctel hayan mantenido la euforia inicial una vez que se pasaron los primeros y optimistas efectos.

Las pruebas son abrumadoras y demuestran de modo inequívoco que cuando la política entra en la cancha la riña está asegurada.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 13 de septiembre de 2015

EL ROCK RÍE DE SÍ MISMO Reírse de uno mismo es un signo de madurez. Y aunque en el terreno del rock esta especie no ha abundado, sí que hay algunos significativos ejemplos…

Julián Hernández es el sempiterno ideólogo y único superviviente de los originales Siniestro Total
Lo más habitual es que sean unos los que aprovechan una pieza de otros para distorsionarla y reconvertirla en sátira del original; eso sí, esta parodia jocosa suele atender a la letra, que se rehace en tono de mofa, befa y cuchufleta, manteniendo cierta fidelidad a la melodía, producción y arreglos. De hecho, cosas parecidas se vienen haciendo desde hace siglos. El XX en España muestra no pocos ejemplos de esto, pues el ciudadano de a pie gustaba de modificar canciones y tonadas populares impregnándolas de matices desbordantes de guasa; a veces se hizo con escarnio e incluso grosería, las menos con intención adulatoria, y casi siempre con gracejo y chispa.


Volviendo al planeta rock, pueden citarse grupos-broma como Jimi Homeless Experience o The Dead Milkmen; y todo iniciado tiene en mente la versión que Sid Vicious hizo del clásico ‘My way’. Por su parte, el pop blando y ‘mequetréfico’ ha dado pie a no pocas parodias, de manera que representantes del estilo pisaverde, como Justin Bieber o Backstreet Boys, han sido objeto de burla y escarnio con mayor o menor ingenio.       

Podría concretarse la intención bufa con la que unos grupos revisaron canciones de otros en tres casos. Los estadounidenses The Fools convirtieron el ‘Psycho Killer’ de Talking Heads en ‘Psycho Chicken’, el californiano Weird Al Yankovic transformó el ‘Beat it’ de Michael Jackson en ‘Eat it’, y los gallegos Siniestro Total se rieron del venerable ‘In a gadda da vida’ de Iron Butterfly proclamando ‘No me lavo en la vida’.


The Fools (más o menos, Los Tontos) es un grupo de Massachusetts que siempre se lo ha tomado todo a chunga. En 1979 atropellaron el ‘Asesino sicótico’ para volverlo ‘Pollo sicótico’ imitando el cacarear gallináceo; de este modo el verso ‘No me toques, que soy un hilo de carne y hueso’ pasa a ser ‘un pollo loco me persigue por toda la ciudad’, y el que en el original dice ‘Odio a la gente que no es educada’ afirma en la copia chusca ‘el tipo que se lo comió perdió la cabeza’…, y así sucesivamente. La intención de The Fools fue siempre trocar lo trascendente e importante en carnavalada más o menos gruesa (también imitaron a otros grandes del rock como Roy Orbison), y por eso siempre prefirieron la diversión a cualquier otra connotación que el rock pueda tener. Estos Tontos deben pasárselo muy bien, puesto que siguen en acción 35 años después.

Weird Al Yankovic es todo un especialista en la sátira y la parodia chistosa, por lo que tomó, desde sus inicios, la sana costumbre de trocar la intención seria y profunda en algo simplón e hilarante. Así, el ‘Like a virgin’ de Madonna fue, en sus manos, ‘Like a surgeon’ (como un cirujano), el ‘Addicted to love’ del malogrado Robert Palmer mutó en ‘Addicted to spuds’ (adicto a escardar, a desbrozar), ‘La Bamba’ pasó a ser ‘Lasagna’… Pero es con su ‘Eat it’ (cómelo), mofa del ‘Beat it’ de Michael Jackson, con el que más repercusión tuvo. El difunto ‘rey del pop’ escribía ‘No quieras ver sangre, no quieras ser un machote, quieres ser un duro, haz lo que puedas, así que lárgate, pues quieres ser un malote’; pero Raro Al Yankovic transfiguró el tono de chulos callejeros en una discusión de plato y tenedor: ‘No quiero discutir, no quiero saber qué comida te gusta, no tendrás postre hasta que dejes limpio tu plato; así que cómelo, y no me digas que estás lleno’. También es desternillante el vídeo clip de ‘Fat’, que rellena de infinitos michelines el ‘Bad’ del propio Jackson. Más de treinta años lleva Wird Al Yankovic caricaturizando a los grandes del pop y el rock (Nirvana también fue objeto de sus sátiras), así como a la cultura popular estadounidense en general, lo que le ha dado buenos resultados en las listas e incluso premios Grammy. Lógicamente, a algunos de los interesados les pareció divertida su visión y a otros les sentó como una patada en los…, como no podía ser de otro modo.

Los veteranos Siniestro Total son, desde sus comienzos en 1980, unos auténticos campeones del rock divertido y chispeante que se atreve con todo (hasta con el Ayatollah); su combinación de piezas de cosecha propia y adaptaciones irreverentes de grandes y pequeños clásicos del rock y el pop les ha mantenido en primer plano de la escena rockera española. Ingenio y visión humorística han sido sus principales características, de manera que su nombre se ha convertido en sinónimo de letras divertidas, ideales para cantar a voz en grito y pasarse unas risas. Su modus operandi es sencillo: se toma una melodía muy conocida, se le escribe una letra ocurrente y simpática más o menos relacionada con la original, y se canta con gran sonrisa, ora balbuceante ora de modo sutil. Los ejemplos de la imaginativa y chusca visión de la música que han mostrado Julián Hernández y sus secuaces a lo largo de su carrera son muy abundantes, y ahí están sus incontables discos para demostrarlo. Como ejemplo de esa vis cómica de los vigueses viene a cuento lo que hicieron con el interminable arquetipo del rock sicodélico ‘In a gadda da vida’ con el que los californianos Iron Btterfly’ han pasado a la historia del género. Lógicamente los gallegos no se extendieron tanto (17 minutos de nada), sino que se centraron en la letra; de este modo, si la original es más tópica que otra cosa: ‘¿No sabes que te seré siempre fiel?, por favor toma mi mano’, y poco más, los Siniestro mostraron su odio a la limpieza al cantar ‘No me lavo en la vida, nena, soy muchísimo más guarro que tu’.

Sí, el rock no puede dejar de reírse de sí mismo. En realidad, la diversión ha sido uno de los objetivos de quienes se han dedicado a este negocio desde sus comienzos. Y bueno es que se deje de ver como algo trascendente, decisivo, solemne. Para ello están grupos y solistas como los mencionados, siempre dispuestos a mofarse de los más famosos, recordándoles que son tan terráqueos como los demás.    
              

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 9 de septiembre de 2015

EL SÍNDROME DEL SUPERVIVIENTE INFECTA A EUROPA Las calamitosas imágenes de los refugiados que huyen de la barbarie, divulgadas por medios de todo el mundo, han provocado en gran parte de la población europea una especie de síndrome del superviviente.

De situaciones e imágenes como esta no tiene la culpa Europa
Es algo así como un sentimiento de culpabilidad surgido del convencimiento de ser afortunado en un mundo en el que no todos lo son. Según cuentan los que consiguieron volver de los campos de concentración nazis, jamás han encontrado el modo de sacudirse una cierta sensación de culpa provocada por el hecho de que ellos siguieron viviendo, mientras que amigos, familiares y compañeros de infortunio perecieron víctimas de la extrema brutalidad. Pues un sentimiento parecido está penetrando en gran parte de la población europea, que no deja de golpearse el pecho y acusarse como si estuviera aquejada de este extraño mal; así, aunque objetivamente no pueden achacarse a los europeos todos los males de este mundo, hay muchos que se juzgan culpables de las barbaridades que ocurren en el planeta y, por tanto, se sienten mal por el hecho de tener la suerte de vivir en estados organizados en los que hay respeto por las personas.  

Esa autoinculpación (que no coincide con la realidad de los hechos) provoca comentarios, declaraciones y artículos periodísticos alejados de la razón. Así, se habla en varios de ellos de ‘la vergüenza de Europa’, y se culpa a sus gobiernos y población del éxodo de los perseguidos, incluso de las muertes, ya se produzcan éstas en el viaje o en donde los fanáticos islámicos exterminan poblaciones enteras (tanto en Oriente Medio como en África); pero lo más sorprendente es que no se culpa de los cadáveres a esos descerebrados de Isis (o estado islámico o como quiera que se le llame), nada de eso, pues apenas se les menciona…; es como cuando los asesinos etarras (y parte de la población vasca) insultaba y culpaba a las víctimas. Más allá: hay quien sostiene que ‘la culpa es de todo el mundo’, incluyendo, por tanto, a los indios del Amazonas, a los aborígenes de Papúa-Nueva Guinea y a los bosquimanos del Kalahari; y ya puestos podría extenderse la cosa: ‘¡la culpa de la muerte del niño en la playa es de todo el sistema solar…, de toda la galaxia!’  

Sea como sea, esas mentes sentimentaloides y tendentes a la hipocresía y el relativismo moral viven en la contradicción ‘buenista’: quieren que se acabe con los terroristas islámicos que matan y destruyen, que esclavizan a mujeres y niñas y se apoderan de territorios y estados, pero a la vez abominan de la guerra a voz en grito; abogan por ‘el diálogo’ sin caer en la cuenta de que cuando ataca una manada de hienas es verdaderamente difícil el parlamento, y tampoco en que lo único que es eficaz contra una horda invasora y sangrienta es un ejército.

Es curioso cómo la terrible imagen del niño muerto en la playa ha provocado un movimiento colectivo autoinculpatorio, una corriente casi general bastante parecida a la reacción de los peces en un banco, que se mueven al unísono en la misma dirección y  responden sincronizadamente a la amenaza. Del mismo modo, llama la atención que no hubiera un clamor de igual intensidad cuando se difundían imágenes de desdichados quemados en una jaula; es decir, da la impresión de que los que mueren en las costas mediterráneas (cerca de casa, vamos) son más importantes y provocan mayor empatía que los masacrados en las tierras donde mandan los monstruos, pues es sabido que ‘el sueño de la razón produce monstruos’.    

En fin, cada vez está más difundida y aceptada la idea de que Europa ha de ser no sólo el guardián del mundo y centro de acogida universal, sino la culpable de toda maldad. Y por ello, los que elevan su clamor pretendidamente progresista y buenista (quienes, además, se creen poco menos que la bondad hecha carne) están absolutamente convencidos de que este tiene que ser un lugar donde la solidaridad (o la caridad) ha de ser impuesta por la ley; sin embargo, es evidente que la solidaridad ha de ser un acto voluntario, pues si existe obligación se convierte en un impuesto. Por otro lado, en unos cuantos meses, esos refugiados que rechazaron la comida porque procedía de una bolsa con la Cruz Roja estarán exigiendo que se les permita pisotear a sus mujeres y, en casos extremos, matando infieles.

Sin embargo, pase lo que pase en otros espacios y sociedades del mundo, muchos sectores y grupos de población europea se va a sentir siempre culpables de haber tenido buena suerte.


CARLOS DEL RIEGO

lunes, 7 de septiembre de 2015

HENDRIX, DIDDLEY, WATSON: PERLAS DEL ROCK NEGRO Al hablar de música negra se piensa inconscientemente en soul, funk, blues, jazz; sin embargo, son abundantes los músicos de tez oscura que hicieron excelente rock con personalidad y genio, como Jimi Hendrix, Bo Diddley o Johnny ‘Guitar’ Watson.

El entrañable y enorme Johnny 'Guitar' Watson, excelente gutiarrista, gran cantante y compositor
Además de los indomables Chuck Berry, Little Richards o Fats Domino, que hicieron su aportación a la construcción del nuevo estilo en los tiempos heroicos, hay otros nombres que merecen todas las glorias y reconocimientos para situarse en los altares del rock. Entre estos destaca sobre todos la inconfundible figura del inefable Jimi Hendrix, pero también es preciso recordar la contribución (sobre todo estilística) que pusieron sobre la mesa personajes algo menos conocidos, como Bo Diddley o Johnny ‘Guitar’ Watson. Hay algunos más con argumentos ‘rockeros’ más que suficientes para al menos figurar y ser recordados a pesar de que, por una u otra razón, nunca obtuvieron la respuesta entre público y crítica que sin duda merecían; por ejemplo, es de justicia mencionar a la poderosa banda de Atlanta Mother´s Finest (que sigue en activo y una de cuyas canciones tiene el simbólico título de ‘Los negros no pueden cantar rock & roll’) o al impresionante guitarrista Eddie Hazel. Otros como Taj Mahal o Ray Charles pudieron acercarse al rock, aunque no fueron músicos que se puedan adscribir a este género.

Bo Diddley en vivo en España, con su guitarra única y su sombrero, en 1992
 (Cundi Pérez)
Pero, sin duda, cuando se combinan los términos rock y negro emerge la inimitable personalidad de Jimi Hendrix. Dentro de unos días (el 18-IX-15) se cumplirán 45 años de su muerte y volverá a un primer plano internacional que, pensándolo bien, nunca ha abandonado. El nombre de este guitarrista es todo un emblema, es más, al menos durante los setenta y ochenta del siglo pasado, mucha gente sabía de Jimi Hendrix aunque no tuviera el menor interés por el rock, y entre los iniciados se le veneraba aunque apenas se hubiesen escuchado un par de canciones suyas. Afirman sus biógrafos que poseía un espíritu cien por cien artístico, de manera que iba al estudio o al local de ensayo con unas cuantas ideas y, una vez allí, dejaba volar su imaginación sobre los trastes de su Fender, sin saber hacia dónde iba, sin tener claro un objetivo; por eso las sesiones de grabación con Jimi Hendrix eran kilométricas, larguísimas, agotadoras para todos menos para él, que siempre buscaba un nuevo giro, una nueva idea, algo que aportase algún detalle innovador, diferente, propio; lógicamente, la gran cantidad de material inédito aparecido tras su muerte se debe a la abundancia de grabaciones que salieron de aquellas interminables sesiones, en su momento desechadas. El talento del zurdo de Seattle resulta abrumador; es inútil recordar canciones, actuaciones y discos, puesto que sobre él se han escrito tomos y tomos; baste subrayar que cuando su guitarra suena es imposible no engancharse, y no hay forma de confundirla con la de otro…, tal es el mágico poder que ejerce sobre todos los que, junto a plaquetas y glóbulos rojos, llevan rock en su sangre. Su Fender habla, canta, gime, acaricia, inquieta, asusta, llora… En fin, diríase que Jimi Hendrix estaba destinado a convertirse en leyenda…, como la que asegura que cuando Eric Clapton era aclamado en Londres a mediados de los sesenta, Hendrix pidió a su manager que arreglara una actuación con él; el negro subió al escenario y empezó a mostrar su repertorio de recursos, trucos, técnicas, ingenio y talento; Eric quedó anonadado…, simplemente bajó los brazos y dejó de tocar mientras Jimi exhibía su virtuosismo; entonces alguien le dijo: “Oye Eric, tú eres el mejor guitarrista, pero este tipo es una incontenible fuerza de la naturaleza”; dicen que cuando el negro zurdo se fue (apenas hizo una canción), Clapton, una vez en el camerino, estaba tan emocionado que era incapaz de encender el cigarrillo. Quien no se crea lo que Hendrix era capaz de hacer y desee comprobarlo debe acudir, por ejemplo, a la escalofriante ‘Hey Joe’, a ‘All along the…’, a ‘Wild thing’, a ‘Vodoo child’, a su himno de USA en Woodstock. Y todo ello en apenas un lustro.


Vale, cierto, nadie puede situarse a su altura cuando se habla de rock en negro. A pesar de ello, Bo Diddley posee méritos más que sobrados para estrecharle la mano de guitarrista a guitarrista. Armado con su inconfundible instrumento rectangular, su bigote y su sempiterno sombrero, Bo puede ser identificado con su cadencia “chan-chachachán-chanchán” (el entrañable ‘Bo Diddley beat’). Empapado del blues de los grandes personajes del género, Ellas McDaniel fue de los primeros (tal vez el primero) que dio el paso siguiente, reconvirtiendo el latido del blues en la pulsación trepidante del rock & roll; de hecho, no pocas de sus canciones son, en el fondo, puro blues, aunque desbordan los límites del estilo para lograr algo distinto, nuevo en aquellos años cincuenta. Su valor artístico queda patente al comprobar en qué medida influyó (influye) en generaciones y generaciones de músicos de rock, tanto negros como, sobre todo, blancos; son numerosísimas las letras de canciones de posteriores artistas que lo mencionan por una u otra razón, y otras tantas las que rinden homenaje al ‘Bo diddley beat’. Se cantó a sí mismo (murió en 2008) sin empacho ni afectación (en temas como ‘Hey Bo Diddley’, ‘Diddley daddy’, ‘Bo´s guitar’), es autor de clásicos que han superado el tiempo, como el ‘Road runner’ o la insuperable ‘Before you acuse me’ (cuyo elocuente primer verso dice “Antes de acusarme mírate a ti mismo”) y su nombre es reverenciado por todos aquellos que son capaces de entrar en ese “chan-chachachán-chanchán”. Sí, el ritmo predomina en sus composiciones dejando casi en segundo plano la propia melodía, que resulta esquemática, cruda, pero el resultado final es mágico.

Menos conocido es Johnny ‘Guitar’ Watson, quien además ofrece canciones rock impregnadas de soul-funk, pero rock a la postre. Excelente compositor y virtuoso guitarrista, se trata de un artista que merece mención tanto si se habla de blues como de funk, de soul o de rock, y aunque de esto último tenga menos, el tipo debe tener su reconocimiento. Es más, no son pocos los especialistas que lo sitúan casi a la misma altura que el mismísimo Hendrix cuando de tañer la Stratocaster se trata; incluso colegas como el revoltoso Frank Zappa (con el que grabó más de un disco) lo señalan como principal influencia. Nítida, desnuda de efectos, precisa hasta lo increíble…, así suena su guitarra; y en cuanto a su voz, modulada, profunda, sólida… preciosa. Imprescindibles son sus ‘I need it’ o ‘Real mother for ya’.

Los tres se influyeron mutuamente, y aunque ninguno está ya físicamente en este mundo, desde luego no han desaparecido. De hecho, los tres están muy presentes en el universo de la música rock. Emocionan. Y así será siempre.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 2 de septiembre de 2015

LA EUROPA PROMETIDA De casi todos los continentes llegan a Europa legiones de emigrantes. Es, sin duda, el destino preferido por quienes tienen la desgracia de verse obligados a huir de casa

La vieja Europa promete más que ningún otro continente a los emigrantes 
Las guerras y los estados dictatoriales, la inseguridad y ausencia de futuro, el hambre y la miseria son las principales causas de que la gente abandone su casa y huya hacia donde están aseguradas la paz y la democracia, la justicia y las oportunidades, el pan y la posibilidad de alcanzar la felicidad. Y todo esto se puede encontrar en la vieja Europa; cierto que otros lugares como USA, Canadá o Australia también prometen ese mínimo bienestar que se busca aun a riesgo de la vida, pero se trata de territorios que se pueden ver como extensiones del viejo continente, ya que en ellos imperan idénticas organización y estructuras; no se puede olvidar que Japón estaría en parecidas condiciones, pero su política migratoria es muy restrictiva: apenas el 1,5% de su población procede del extranjero, o sea, es casi imposible ir y quedarse.   
  
Europa Occidental es la tierra prometida de las últimas décadas a pesar de que su tradición y cultura choca con la de la gran mayoría de los pobres infelices que se ven obligados a desarraigarse. Es decir, ¿por qué los musulmanes que escapan de zonas de conflicto no se dirigen a países de su entorno como Arabia Saudí, Emiratos Árabes o Kuwait, cercanos en costumbres y creencias, más o menos estables y con ingentes recursos y riqueza? ¿Por qué desde el África Negra se juegan la vida por desiertos, mares, barreras y países hostiles para llegar a lo que ellos creen (erróneamente) el Paraíso? En definitiva, ¿por qué la Unión Europea es el lugar de destino de tantos?

Es innegable que ello es así a pesar de que muchos de los que llegan buscando acogida desprecian la cultura y la tradición europeas, tanto como para exigir que se respeten sus costumbres incluso cuando chocan con las de los ‘de casa’; no caen en la cuenta de que si se llegase a implantar aquí su estilo de vida tendrían que volver a pensar en salir por pies, y entonces ¿a dónde irían? Sorprende comprobar, en ese sentido, que no son pocos los europeos que también reniegan de la tradición judeocristiana y la cultura grecorromana que imperan en el Viejo Continente. Sin embargo, ¿hay algún país o territorio en el mundo que ofrezca más garantías a la persona?, es obvio que no, que no existe civilización tan avanzada en la aplicación de los derechos que todo humano tiene. Y no será necesario revisar el mapa para enumerar de memoria las calamidades que asolan a la gente en, sobre todo, Oriente Medio y África.

Grecia y Roma (su filosofía, arte, derecho…), junto al Judaísmo y el Cristianismo (con sus valores y creencias, moralidad y ética, incluso con sus defectos) son raíces y causas de que el espacio europeo sea el lugar más prometedor para vivir; y aunque diste mucho de la perfección (muchísimo), quien discrepe ha de preguntarse ¿qué es mejor?, ¿qué otra cultura (avanzada) permite estado de bienestar general?

Asimismo, la transición desde los viejos usos y regímenes hasta el estado de derecho se hizo en Europa (y en Usa, que puede considerarse como prolongación) y sus hitos son de conocimiento universal: la Ilustración dio lugar a la Declaración de Derechos, que lleva a la Democracia Representativa, la cual permitió la extensión y socialización de conceptos como igualdad ante la ley, derechos sociales, libertad de expresión o respeto a la discrepancia, todo lo cual ha permitido asombrosos avances tanto en el terreno del pensamiento como en el de la ciencia y la tecnología. Esto en teoría, claro, sobre el papel, en la ley, lo que no impide que el individuo actúe como tal, o sea, correcta o indecentemente.

El problema radica en que en los espacios donde no se hizo esa transición (sus poblaciones y sus gobiernos) no terminan de asimilar o no quieren entender (por tradición, por envidia e incluso por soberbia) que sólo el respeto a los Derechos Humanos permitirá una convivencia pacífica. De modo contradictorio, las personas de origen cultural musulmán (en su mayoría) persiguen la seguridad y el bienestar europeos, pero sin abandonar el sentimiento de desprecio hacia las tradiciones y el ordenamiento de esa sociedad que los ha cobijado, a la que califican de degenerada, perversa, inmoral…, integrada por enemigos; no puede extrañar, por tanto, que se nieguen a integrarse y que muchos (incluso de tercera generación) estén dispuestos a matar. Igualmente, muchos europeos que se dicen progresistas abominan y echan pestes de esta cultura y esta tradición… aprovechándose de que una y otra, europeas de pura cepa, le permiten esas libertades.     

Se pueden poner límites y obstáculos para desanimar al viajero forzoso, pero el exiliado siempre encontrará más, mucho más, entre el Cabo de San Vicente y el Cabo Norte, donde todo se basa en lo grecolatino y lo judeocristiano. Y es que, en realidad, esto es la esencia de Europa.


CARLOS DEL RIEGO