OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 25 de marzo de 2015

¿FUE EL ‘GLORIOSO’ EJÉRCITO ROJO EL ARTÍFICE DEL TRIUNFO EN LA II GUERRA MUNDIAL? A primeros de mayo del corriente 2015 se cumplen setenta años de la derrota alemana en la II GM; los rusos se la atribuyeron casi en exclusiva e incluso hoy muchos de sus simpatizantes así lo dicen, y llegan a afirmar que sus ejércitos fueron ‘gloriosos’

Niños en bici con lanzagranadas van a enfrentarse a los ejércitos soviéticos
El último episodio de la pavorosa tragedia ideada y ejecutada por los nazis fue la denominada Batalla de Berlín, que tuvo lugar durante la segunda mitad de abril de ese año. Como es sabido, Stalin quería que sus tropas fueran las que antes llegaran a la capital germana: deseaba a toda costa que el Ejército Rojo se apuntara esa victoria simbólica; además, el georgiano exigía que el fin del nazismo coincidiera con el 1 de mayo, Día de los Trabajadores; este empeño supuso la muerte innecesaria de miles y miles de soldados. Aún hoy existe la opinión de que fueron los ejércitos soviéticos los verdaderos y casi únicos artífices de la victoria, los que realmente inclinaron la balanza hacia el lado de los aliados. Es más, hay quien califica a las tropas estalinistas como ‘glorioso y heroico ejército’. Sin embargo, las cosas no son así.
Soldado ruso arrebata su bici a una berlinesa sin el menor reparo, sin esconderse
Para empezar, el imparable avance soviético en los últimos meses de la guerra fue enormemente facilitado por la tremenda escasez de munición, combustible, armamento, vehículos, pertrechos y suministros de todo tipo que padecían la Whermacht, las Waffen SS y demás fuerzas alemanas. Esas carencias eran insuperables: en aquellas últimas semanas cada cañón alemán sólo disponía de dos proyectiles por día, apenas había combustible, no se podían reponer blindados, artillería pesada, aviones, transportes, vehículos... Tal escasez se debía al constante, sistemático y eficacísimo bombardeo llevado a cabo por la aviación inglesa y estadounidense, que destruyó fábricas de armamento pesado y ligero e instalaciones industriales de todo tipo, refinerías, depósitos, almacenes y, en fin, cualquier construcción relacionada con la maquinaria bélica nazi. De este modo, el Ejército Rojo pudo avanzar muy deprisa y sin la resistencia que cabía esperar. Por otro lado, conforme a la Ley de Préstamo y Arriendo, Estados Unidos abasteció a la URSS (y a las otras potencias aliadas) con ingentes cantidades de equipo y maquinaria de guerra; por ejemplo, el avance soviético se llevó a cabo en vehículos Studebaker, Dodge y Chevrolet. En resumen, con la Wehrmacht apoyada por el poderío industrial germánico las cosas hubieran sido distintas, la guerra se hubiera alargado y las bajas multiplicado.  

En cuanto a lo de ‘glorioso y heroico’ ejército, también se pueden presentar abundantes objeciones. Muchos soldados rusos, bielorrusos, ucranianos, georgianos… escribieron a sus familias desde el frente, contando en sus misivas que gran parte del día estaban ebrios (el vodka formaba parte de la ración del soldado, y cada vez que llegaban a una población lo primero que hacían era buscar alcohol). Las tremendas cogorzas de la soldadesca provocaron todo tipo de calamidades; así, muchos conductores borrachos provocaron numerosos accidentes con muertos, incluyendo un general; hay que tener en cuenta que hubo que transportar tropas por cientos de miles, y con beodos al volante… Asimismo tampoco se puede decir que el saqueo brutal y destructivo sea algo glorioso, y fue de tal magnitud en ciudades y aldeas, casas, hospitales o cuadras, que hubo quien envió a su casa de la estepa rusa lunas de ventanas y escaparates, es más, durante los últimos días de la guerra vagaban por entre los escombros de Berlín niños ucranianos y rusos tratando de hacerse con cualquier despojo. Peor fueron las violaciones masivas, colectivas, despiadadas e indiscriminadas, y no sólo contra las alemanas (‘acontecimientos extraordinarios’ o ‘fenómenos vergonzosos’ eran eufemismos usados por el NKVD). Los episodios documentados son interminables: niñas y ancianas, embarazadas o monjas fueron atrozmente violadas. Cuentan testigos que en aquel Berlín no había ni una sola ventana con cristales, pues todos estaban reventados por bombas y tiroteos, y por eso las noches eran aterradoras, ya que en todas partes se escuchaban los gritos desesperados, escalofriantes, de las mujeres que estaban siendo violadas por grupos grandes y pequeños de borrachos con uniforme (algunas se entregaban al primero de ellos prometiendo convertirse en su amante a cambio de defenderla de los otros). Además, empapados en alcohol, no se detenían en nacionalidades: muchas mujeres liberadas de campos de concentración fueron atrozmente violadas a pesar de que gritaban “¡soy judía!, ¡soy polaca!, ¡soy francesa1” e incluso “¡soy rusa!”; una de éstas, Klavdia Malashenko, declaró a Tsygankov, subjefe del departamento político del 1º frente ucraniano: “Esto no es una liberación, nos tratan de modo terrible y nos hacen cosas espantosas”. En el llamado ‘Balcón del Báltico’ (Pomerania y Prusia Oriental) una comisión de médicos calculó que fueron violadas más de un millón de mujeres, muchas en grupo (una desdichada fue forzada por 23 soldados, uno tras otro); el diez por cien murió a causa de las heridas. No es este un ejemplo de ejército glorioso.     

Lo que sí es cierto es que los soviéticos sufrieron más bajas que ninguno de los países aliados, dato al que contribuyó el camarada Stalin, para quien lo único importante eran los objetivos, no los medios, las pérdidas o las bajas. Significativo fue el empeño en enfrentar a sus generales y mariscales (Zhukov, Konev, Rokossovsky) para que compitieran por llegar antes al búnker de la cancillería y al Reichstag; como todos querían ser los primeros, algunos iniciaron avance sin avisar a sus ‘competidores’, de manera que fueron atacados por otras tropas soviéticas que los tomaron por alemanes…        

Es interesante, y de gran valor histórico, la obsesión que tenían en Moscú por los informes; no había compañía, batallón, regimiento o cuerpo de ejército que no contara con sus correspondientes comisarios políticos, los cuales tenían obligación de enviar regularmente informes precisos y exhaustivos de todo lo que ocurriera o se dijera. Por eso, en los infinitos archivos existentes en Rusia hay montañas de documentos en los que encontrar incalculable y valiosísima información; al caer el Muro de Berlín, parte de esos archivos ha sido abierta a historiadores e investigadores de todo el mundo, los cuales van divulgando apasionantes y horrorosos hallazgos.

Atrocidades nazis no justifican atrocidades soviéticas. Y ninguno de sus ejércitos fue ni glorioso ni heroico.


 CARLOS DEL RIEGO

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