OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 14 de enero de 2015

SI LOS ATENTADOS DE PARÍS SE HUBIERAN PERPETRADO AQUÍ… Desafortunadamente para los estúpidos fanáticos que han asesinado en Francia a dibujantes, policías y a quien se les puso delante, Francia no es España

No hace falta ser Charlie para condenar atrocidades como esta
En la Galia de hoy han arraigado algunos conceptos que no terminan de entenderse en la actual Iberia. Si esos asquerosos pistoleros acéfalos hubieran elegido una revista española, contarían de entrada con un buen número de apoyos. Así, los amigos de los etarras les aplaudirían y los que pueden y similares los justificarían; por ejemplo, el cretino de Toledo ha llegado a asegurar que la imagen del fanático desalmado que remata a un moribundo es un montaje, y además ha justificado los atentados señalando que “occidente mata millones cada día” (y eso que en el mundo mueren unas 52 millones de personas al año), son palabras de un auténtico catedrático en estupidología práctica que culpa a occidente de todas las desgracias de este mundo, por lo que (según él) cualquier ataque contra cualquier occidental es justificable. Y por otra parte, y mucho peor, de haberse producido esa monstruosidad en España, no sería descabellado pensar que los asesinos podrían contar con la benevolencia de los jueces de la Audiencia Nacional, los cuales encontrarían razones y resquicios legales para rebajar penas y conceder beneficios, es más, no sería disparate aventurar (según los antecedentes) que sopesarían encausar a los policías alegando (por ejemplo) haber causado situaciones de enorme estrés a los pobres islamistas, y que el cerco y muerte de los acosados asesinos había sido una acción desproporcionada.

De este modo, si las matanzas hubieran sido aquí, los terroristas hubieran sido tratados de héroes por unos y de poco menos que víctimas por la caterva de grandes estrellas de la toga que, incomprensiblemente, alzan la voz siempre a favor de los agresores, aunque jamás se les ha escuchado una palabra por las víctimas y sus familiares; no se dan cuenta (o sí, vaya usted a saber) de que cada beneficio que otorgan al criminal supone una bofetada al muerto y su entorno… A veces se puede tener la impresión de que los aristócratas de lo judicial se sienten sólo eso, jueces, desertando de su condición de personas… Es una butade, pero dejando volar la imaginación cabe preguntarse ¿para qué pagar a estos figurones (los patricios de la judicatura), para qué mantenerlos en nómina cuando unos cuantos programas de ordenador podrían dictar sentencia con idéntica inhumanidad? ¿A qué obedece esa actitud de velar sólo por el derecho del matón?; es un misterio; puede ser síndrome de Estocolmo, miedo, cierto sentimiento de culpa por tener una vida fácil, temor a parecer muy duros y por tanto ser tachados de fachas, ansias de sentirse protagonistas y estupendísimos…, aunque lo más probable es que haya un poco de todo. Uno de los peligrosos delincuentes liberados gracias al empeño de la AN por hacer cumplir una disposición no vinculante, no obligatoria, de la Unión Europea, fue detenido semanas después acusado de asesinato: ¿alguno de los sumo-sacerdotes de ese Sanedrín, algún Caifás o Anás sentirá algún remordimiento?  

Por otro lado, da envidia la postura de los franceses, ya sean políticos o ciudadanos de a pie: ante un hecho tan salvaje como un atentado terrorista todos se han unido (sólo faltó la extrema derecha), pues entienden que el ataque va contra su país y sus libertades, algo mucho más importante que las militancias políticas. Tristemente, en España se hubiera utilizado políticamente el bárbaro acto. Tal situación se produjo tras los atroces atentados contra los trenes de Madrid en 2004. Una prueba: recientemente se han enzarzado en disputa líderes de dos partidos políticos que se atribuyen la convocatoria de las concentraciones, ilegales, que entonces se produjeron ante la sede de un tercer partido con el fin de responsabilizarlo de aquella masacre. Es decir, quienes pretenden gobernar el país y, por tanto, ser los garantes de la legalidad, alardean sin pudor de haberse pasado la susodicha por el forro, demostrando así que están dispuestos a todo (incluyendo el aprovechamiento de la muerte de casi 200 compatriotas) en pos de sus fines políticos.

Finalmente es preciso recordar que la revista satírica francesa tiene derecho a existir y publicar, y ello aunque a muchos ciudadanos sus chistes les parezcan groseros y chabacanos, a veces carentes de ingenio, otras simplones e incluso pueriles, y siempre maniqueos. Sin embargo, la salvajada contra dicha publicación es inadmisible: los guionistas y dibujantes tienen todo el derecho a ser vulgares y malhablados, a señalar y ridiculizar a quien les parezca, incluso a ofender y provocar. Y si alguien cree que se pasan de la raya que los denuncie. Claro que para esto es preciso tener cerebro.     
   

CARLOS DEL RIEGO

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