OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 4 de junio de 2014

LA IRA POR LAS PALABRAS Y LA INDIFERENCIA POR LAS SALVAJADAS La hipocresía, la doble vara de medir, el cinismo…, el relativismo moral es una constante en cualquier parte del mundo y en cualquier época.

Cuando son ellos los objetivos del chiste, no les hace ni ... ros
 se ríen con esta muestra de libertad de expresión.

Hay veces que el mismo hecho es calificado por la misma persona de distinto modo: si afecta a sus correligionarios se considera de una manera, y si la cosa tiene que ver con ‘los otros’ tiene diferente tratamiento. Igualmente ocurre con ciertos hechos que se maximizan o minimizan según interese: la cosa es una montaña o un grano de arena en función de la postura política

Esto no ha merecido ni una palabra por parte de grupos feministas
 ni de políticos-as que como tales se tienen.

Desgraciadamente, en los últimos meses están llegando noticias escalofriantes de algunas zonas de Asia (en realidad de cualquier región del planeta): unas adolescentes son secuestradas, violadas por varios y finalmente asesinadas (ahorcadas); una mujer es ejecutada por su marido (que anteriormente había liquidado a su primera esposa) y parientes de éste a pedradas; una niña de trece años es muerta a palos por sus hermanos al rechazar casarse con quien ellos querían… Tres simples ejemplos de una lista que podría alargarse simplemente revisando los sucesos de las últimas semanas. Asombrosamente, las feministas militantes europeas y estadounidenses, las integrantes de los más combativos grupos feminazis, los partidos que siempre están elevando la voz exigiendo ventajas para la mujer por el hecho de ser tal…, mantienen la boca cerrada ante salvajadas semejantes. No hace mucho, un político español se dejó decir (en campaña para las europeas) una majadería más infantil que malintencionada, encontrando inmediatamente una respuesta airada por parte de las mujeres del partido contrario, tanto que prácticamente convirtieron aquella declaración en el leitmotiv de su campaña; sin embargo, ninguna de esas mujeres que se sintieron tan ofendidas por un granito de arena han elevado su voz para condenar aquella montaña de atrocidades que sucedieron (suceden) en teocracias musulmanas, ninguna pidió micro para manifestar su indignación y exigir duro castigo para los culpables. En pocas palabras, les parece peor, infinitamente más espantoso, una declaración sin el menor recorrido ni intención que el secuestro, tortura y asesinato de dos hermanas de 14 y 16 años. Tal desequilibrio es verdaderamente indignante, pues es una muestra indiscutible de la catadura moral de aquellas mujeres de la política.

En las mismas están las integrantes de un grupúsculo pretendidamente feminista pero que, en realidad, sólo busca el enfrentamiento, la gresca, el insulto y la falta de respeto (de ahí al acto violento apenas hay una zancada). Ciertamente estas mujeres se muestran dispuestas a casi todo cuando el adversario es, en la práctica, inofensivo (como ha quedado demostrado), de modo que chillan, se desnudan y piden libertad para matar  bebés en los vientres de sus madres, cosa que parece su única preocupación. Sin embargo, no sólo no se han desplazado a los lugares donde las mujeres son tratadas peor que animales para hacer oír sus quejas, sino que ni siquiera han organizado una manifa de protesta, una sentada frente a la embajada correspondiente con la que condenar aquellas maldades o una simple declaración a los medios para dejar bien claro que protestan contra actos tan criminales como machistas; claro que para ello hay que tener coherencia y ellas no están en eso, hay que tener valentía y coraje pero ellas sólo tienen mala educación y zafiedad. Ellas se atreven con el más indefenso de los seres, para el que piden pena de muerte si no interesa, pero se muestran cobardes si tienen que enfrentarse a alguien que puede defenderse. En este caso desaparecen de escena, como si no tuviera que ver con sus convicciones feministas, como si lo que ocurra con las niñas de países lejanos no les afectara lo más mínimo.

¿Dónde están las aguerridas feministas y los políticos que tanto gritaron?, ¿dónde los periódicos que los apoyan y que no han publicado ni un comentario crítico contra la barbaridad cuando sobre el desliz verbal vertieron ríos de palabras? Hipocresía, fariseísmo, cinismo.

Mucho menos trágico, mucho más chusco es otro caso de ley del embudo. Resulta que unos políticos de izquierdas se han sentido ofendidos cuando un programa de televisión (de esos de guasa y cachondeo) los ha colocado bajo un cartel que dice ‘Trivagos’ (parodiando una empresa llamada así pero sin la ese final). Los tales han exigido la retirada del programa y el cese del periodista, hablan de ‘campaña’, de ‘desprestigio’, de ‘vergüenza’, de ‘difamación’. Sin embargo, cuando se han hecho idénticas chanzas con los de los partidos de enfrente, no han visto ni campaña, ni vergüenza ni nada similar; en fin que si hubiese sido en caso contrario hubieran reído el chiste y habrían apelado a la libertad de expresión, pero cuando ellos son el objeto de la burla, ésta se convierte en difamación intolerable y se olvidan de la libertad de expresión.

Doble vara de medir, cinismo, ley del embudo, relativismo moral: como piensan que tienen el monopolio de la verdad, ellos deciden qué es ofensa y qué libertad, ésta si va contra los otros, aquella si va contra ellos. 
  

CARLOS DEL RIEGO

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