OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 29 de junio de 2014

EL PODER DE LA TRISTEZA Y EL DESENCANTO EN EL ROCK El músico de rock y de pop trata, cuando escribe sus canciones, de compartir sus emociones y sensaciones con los demás; y casi todas esas canciones tienen un fondo alegre o triste, independientemente de que el tema sea amor, amistad, gustos, odios… Curiosamente, el pesar posee más poder de atracción que el contento.

Joy Division (aquí su cantante ... a melancolía y el pesimismo
La música pop y rock transmiten todo tipo de sentimientos, de modo que el artista busca la confluencia de letra y música para conseguir que quien escucha capte lo que él quiere expresar, lo que él siente. Estos géneros musicales surgidos en la segunda parte del siglo pasado siempre han sido, desde el primer momento, muy pasionales, viscerales a veces, a la hora de expresar emociones, estados de ánimo, anhelos… y también tristeza y desencanto. Raro es el autor que no tiene en su repertorio una docena de piezas con las que conmover, temas con los que llevar a lo más profundo del interlocutor esa sensación de pesar que agarra el corazón y que se suele llamar, de modo genérico, tristeza.


Podrían hacerse varias listas de canciones que hablen de este asunto, más lacrimógenas o más serenas, piezas que se quejan por una u otra causa, hechas a toda máquina o lentas como ordenador de los ochenta. En todo caso, algunas de esas composiciones cien por cien tristes presentan una potencia, un atractivo, una capacidad de seducción verdaderamente arrolladoras; de hecho, las canciones felices y despreocupadas suelen dejar menos huella que las que se refieren al desencanto, tal vez porque, en general, la dicha penetra menos en el oyente, quizá porque la desdicha suscita más empatía que el regocijo, o porque es más fácil identificarse con el mal ajeno que con su suerte. Así es: la queja doliente es más potente y causa más impacto.


Escoger buenas y representativas canciones afligidas, amargas o quejumbrosas es fácil, pues hay un extenso catálogo. Estas tres son buenos ejemplos. Son tres chicas tristes.

 ‘Sad Lisa’ fue publicada por Cat Stevens en 1970 dentro de su excepcional álbum ‘Tea for the Tillerman. Esta ‘Triste Lisa’ es más una enferma depresiva, aislada y silenciosa, que una chica ocasionalmente mustia, pues algo hay en su cabeza que no funciona bien: “Ella va sola de un lado a otro. Perdida en la habitación, no puede oírme, aunque yo sé que le gusta estar cerca de mí”. Emotiva y pesimista, su final es agridulce: “Puede que un día yo la libere, aunque sé que nadie puede verla”. La voz habitualmente algo descosida de Cat Stevens se vuelve aquí casi suplicante, con la simple compañía de un piano cristalino y con apenas una guitarra que dibuja los compases de una melodía sencilla e irresistible. El resultado es tremendamente emocionante, conmovedor, estremecedor.



Otra pieza con la chica como patético protagonista es el sensacional ‘Nadie te quiere ya’ de Los Brincos. Su seductor estribillo increpa desdeñoso, casi con desprecio, un terrible “nadie te quiere ya”, mientras que las estrofas acusan cargadas de amargura y resignación. Es una canción de desencanto, de desamor, casi de animadversión, pero con un esperanzador (y a la vez cínico) “lo mejor es olvidar, volver atrás”. Se trata de una de las mejores canciones de uno de los mejores grupos de pop-rock que jamás ha habido en España. Posee una melodía inspiradísima y a la vez fácil de retener, un arreglo refinado y estiloso (evocadora trompeta, sutil violonchelo), un tratamiento de voces y coros muy de la época pero absolutamente válido en cualquier momento, unas guitarras comedidas pero sólidas y con mucha clase…, en fin, es un tema elegante, convincente, con muy buen gusto. Fernando Arbex, autor de casi todos los grandes temas de Los Brincos y un auténtico genio para esto del rock y el pop, la escribió en 1968 para ‘Contrabando’.



Si The Beatles hubieran durado unos cuantos meses más seguro que el ‘Another day’ hubiera entrado en su repertorio, pues Paul McCartney la grabó muy poco después del anuncio de la separación, es decir, muy probablemente ya la tuviera ideada en vida del grupo. La grabó en 1970 y salió a principios del 71 (fue su primera publicación tras los Beatles). La melodía (tremendamente ‘beatleliana’) es grandiosa, con acompañamiento de acústica, punteos eléctricos ocasionales, bajo muy presente (lógico), coros y voces desbordantes de armonía, y genio, mucho genio. La lírica muestra una imagen de la vida oscura y repetitiva de una mujer siempre solitaria, de casa al trabajo y del trabajo a casa, una existencia monótona y sin alicientes, tan desesperada que “encuentra difícil mantenerse viva”, y sólo en sueños “su hombre ideal viene a romper la maldición (…) pero él desaparece al día siguiente”, dejándola “Tan triste. A veces ella se siente tan triste”. Finalmente, se repite el primer verso y todo vuelve a empezar, pues “Es sólo un día más, otro día más”. (Por cierto, si la separación del grupo se hubiera retrasado, ¿cómo hubiera sido esta canción de haber contado con un toque Lennon?).


Todo el interesado en la música tendrá sus preferidas en el apartado en cuestión; por ejemplo, el angustioso y desesperado ‘Love will tear us apart’ de Joy Division, el desgarrado por el dolor ‘Tears in heaven’ de Eric Clapton, el ‘Only he lonely’ de Roy Orbison…

La tristeza da mucho juego. 


CARLOS DEL RIEGO

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