Los Grammy para Alejandro Sanz se repiten tanto como sus discos y canciones |
Recientemente Alejandro Sanz recibió su enésimo
premio Grammy Latino. Aunque se trate de unos galardones totalmente dirigidos
por y para el marketing y centrados en los artistas que gustan o residen en
Miami, aunque cada edición premie a 40 ó 50 concurrentes en las más variadas y
pintorescas categorías (como ‘Mejor álbum de pop contemporáneo brasileño’),
aunque en realidad tenga muy poco que ver con la realidad de la música en los
países y comunidades hispanohablantes, al final tiene que ser poco gratificante
recibir el premio por sistema, como hace Alejandro Sanz, que siempre se lleva
un buen número de medallas a pesar de que viene fabricando el mismo disco desde
hace varias décadas.
El más reciente álbum del cantante, el décimo de
estudio, es el que le ha proporcionado esos nuevos homenajes, sin embargo,
podría ser cualquiera de los anteriores, de hecho casi todas sus canciones
giran en torno al mismo tema: la chica, y lo hace siempre de modo afectado y
lacrimógeno, con intención melodramática, maneras artificiosas y afectadas, cargado
de tópicos, ambiente lechuguino e infestado de melindres y cucamonas.
Algunos de sus versos, ripiosos y cojitrancos,
tomados de canciones escogidas al azar:
“Tú eres esa
mujer
por quien me siento ese hombre capaz de
querer,
viviendo cada segundo la primera vez,
sabiendo que me quisiste
y todo aquello que me diste”.
Los de otra
dicen:
“No pidas más
que yo sea tu dueño mi amor,
intentaré parar la vida un instante
para estar contigo, si puedo”.
Y estos:
“Enséñame tus manos,
esas con las que nos acariciamos
y hoy nos hacemos tanto daño, tanto daño amor”.
Y otra más:
“Vengo del aire
que te secaba a ti la piel, mi amor”.
Estos son los términos que más abundan en la
producción cancioneril del, al parecer, siempre atribulado bardo, instalado
desde el primer momento en la nube de la reiteración machacona de manufacturas
de usar y tirar.
Lo del apartado musical de las composiciones del
exitoso vecino de Miami también tiene lo suyo. Más que cantar lo que hace es
declamar, con registro vocal limitado y monótono, extendiéndose en larguísimos
estribillos (si es que se pueden llamar así), carentes de inspiración y gracia
y evidentemente enfadados con cualquier insinuación de melodía. Y todo ello
basándose en dos o tres modelos, moldes perfectamente troquelados de los que
salen las canciones, a las que luego se dan los ajustes pertinentes para ser
envueltas y presentadas como exija el momento; el chaval le ha cogido el
tranquillo a la cosa y puede ir sacando discos hasta el infinito, y todos
podrían ser el próximo o el anterior.
Seguro que no vende tantos discos y descargas como
su discográfica anuncia, pues cada día se despacha menos música, pero también
es evidente que tiene legión de seguidores-consumidores, y por eso es preciso
ponerle otra condecoración con la que halagar el gusto y el ego del consumidor,
apremiándole así a comprar. Porque al final, lo que hace Alejandro Sanz es fabricar
productos de consumo en los que lo más secundario es el aspecto creativo. Eso
sí, mientras haya a quien le guste, ojalá siempre haya cantantes de este tipo.
Al fin y al cabo, gracias a ellos se puede distinguir a quien tiene verdadero
talento.
CARLOS DEL RIEGO
100% de acuerdo. Esta gente monta su fiesta a lo Juan Palomo, "yo me lo guiso, yo me lo como".
ResponderEliminarY ahí vamos la gente, detrás, como los borregos.
Efectivamente, lo increíble es que lleve tantos años haciendo lo mismo y que siga dándole resultado. En fin, "hay gente pa tó". Gracias, Un saludo
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