OPINIÓN

HISTORIA

viernes, 25 de octubre de 2013

EL MIEDO PARALIZANTE DEL TRIBUNAL DE ESTRASBURGO La sentencia que desde Estrasburgo rebaja penas a asesinos, terroristas, violadores y pederastas es, ante todo, una noticia horrible, pues beneficia a los agresores y perjudica a las víctimas, y tal cosa indica, ante todo, injusticia

Estos son los que han velado por los derechos de los asesinos, pero jamás han dicho una palabra o perdido un sólo segundo en favor de las víctimas.
Aquellos jueces han sido esencialmente injustos, pues su sentencia ha alegrado a los matones y entristecido a las víctimas y sus familiares (que, evidentemente, también son víctimas). Les ha parecido correcto que quien asesinó a veinte personas se vaya a casa tras menos de veinte años en la cárcel, de manera que cada asesinato le habrá costado menos de doce meses; y así otros depravados humanoides. Si alguien roba doscientos años de vida no parece justo que devuelva sólo una pequeña parte de sus años de vida, del mismo modo que si alguien roba doscientos mil euros, y es cazado, nadie le exigiría devolver sólo una parte, sino todo lo robado. Pues igualmente habría que hacer con quien roba años de vida, pues estos se antojan más importantes que los euros.

¿Por qué, entonces, aquellos árbitros de la ley se han posicionado del lado del agresor e ignorado a la víctima? Principalmente por miedo, por miedo físico y cierto, por un miedo profundo e inconsciente, por ese miedo que hace que el secuestrado termine por experimentar el síndrome de Estocolmo; tal vez también por ese impulso involuntario de agradar y apaciguar al matón pensando que así mejorará su conducta, aunque realmente esa postura no es sino instinto de supervivencia, es decir, miedo cerval, un miedo paralizante, incontenible, un miedo que obnubila y distorsiona la realidad. Un buen ejemplo es el rector de universidad que permite y facilita los actos de coacción y sabotaje de actividades dentro de su centro, e incluso afea la conducta de los atacados cuando estos proponen resistir. Esto es miedo, tan puro y simple como evidente. E igualmente aquellos dudosos magistrados favorecen a los más viles e indignos por miedo a aparecer como un tipo que castiga, por miedo a que piensen que no se es suficientemente progresista, por miedo a quedar como un retrógrado que disfruta enviando a las personas a prisión. Todo el mundo tiene miedo tarde o temprano, por una causa u otra. El valiente lo sujeta y lo supera, el cobarde queda paralizado, se entrega, se rinde, cede y, finalmente, prefiere quedar mal con la víctima y sonreír al depravado. 

Afortunadamente este Tribunal de Estrasburgo no fue el encargado de someter a juicio a los monstruos nazis en Nurenberg, pues si así hubiera sido no sólo los hubieran dejado libres, sino que también habrían dictado indemnización para los Goering, Hess, Keitel, Kaltenbrunner, von Ribentrop, Rosenberg y las demás bestias, que hubieran pasado el resto de sus días recordando los viejos tiempos…

Muchos otros expertos y profesionales de la ley afirman que un veredicto en sentido contrario se hubiera ajustado igualmente a derecho, es decir, tal vez otros jueces hubieran visto las cosas de otro modo y dejado a los indeseables donde estaban. Además está claro que la doctrina Parot no quiebra la Constitución Española y que fue promulgada por un gobierno legítimamente constituido, por lo que sólo el miedo explica una injusticia de tal tamaño.

Y por si fuera poco, la ocurrencia de aquellos covachuelistas dejará en la calle a asesinos violadores y pederastas, los cuales cuentan con informes absolutamente desfavorables, o sea, han demostrado en la trena que no están ni arrepentidos ni rehabilitados; así las cosas, si uno de estos prehomínidos reincide (algo casi seguro a decir de los expertos), ¿sería disparatado señalar al tribunal como corresponsable? , ¿alguien podría tachar a sus integrantes de colaboradores necesarios?, cuándo se produzca esa agresión ¿podrán dormir con la conciencia tranquila?, ¿estarán convencidos de haber hecho justicia?   

Es curioso, por otro lado, cómo los que se dicen de izquierdas celebran el fallo, de hecho, muchos ya habían pedido por los terroristas otras veces ante este conciliábulo de arbitruchos, pero jamás se les vio en actos de homenaje a las víctimas ni, por supuesto, se les escuchó decir una sola palabra por ellas. Por ello, hay que deducir que esos que militan o simpatizan con partidos nominalmente de izquierdas están mucho más cerca de los asesinos que de los muertos (la cosa sería muy distinta si los ‘malos’ fueran de derechas), que irían de copas con un etarra pero jamás con un hermano de Miguel Ángel Blanco. Asombra que estas personas afirmen que quien pide más pena lo que exige es venganza, pero esto no es cierto, pues si fuera venganza se solicitaría que se pagara a los asesinos-violadores-terroristas-pederastas con su misma moneda, pero nadie pide cadalso, es más, increíblemente ninguno de los deudos de los muertos ha tratado nunca de vengarse.

Y las víctimas?, ¿hay alguna referencia a las víctimas en la resolución de tan timorato tribunal? No, los oscuros y tenebrosos personajillos que firmaron tal infamia sólo han estado preocupados por los derechos de los asesinos, sin un solo reproche a las hienas de dos patas y ni la más mínima palabra de compensación o reconocimiento para los inocentes perdedores.


CARLOS DEL RIEGO

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