La coacción es delito según el Código Penal, pero algunos jueces relativizan el acto y la ley. |
Otro auténtico fenómeno, otro ingeniero que se cree el más
estupendo, otro juez que encuentra el modo de retorcer el sentido de las palabras,
de distorsionar el significado de una acción y unas amenazas para emitir fallo
contra toda lógica. Este funcionario se llama Pasquau y ha tenido a bien
afirmar que los hechos realizados por el alcalde fascistoide de Marinaleda
están justificados por el derecho de huelga.
Queda probado que el politicastro irrumpió en un
establecimiento amenazando con que si no cerraban “tiramos todo lo que hay por
ahí … Me has entendido ¿no?”, cosa admisible según el magistrado porque fue en
Mercadona, que tiene mucho volumen de negocio; es decir, dependiendo de dónde
se amenace el acto es o no delito. Así, si un piquete se presenta amenazante en
un juzgado para que jueces, fiscales, abogados y funcionarios dejen de trabajar
utilizando las mismas palabras que en el supermercado ¿tendría la misma
consideración?
Además, el político en cuestión, que se cree iluminado por
la única verdad y por tanto legitimado para pasar por encima de las leyes que a
él le parezcan, insultó en una oficina y amenazó en otro establecimiento
diciendo “la próxima vez echaremos a todo el que esté dentro. Por las buenas o
por las malas”, entre otros acciones similares. Siempre acompañado por una
numerosa, aguerrida y vociferante escolta. ¿Qué hubiera fallado el juez si todo
lo hubiera protagonizado, acto por acto y palabra por palabra, un grupo de
extrema derecha? Por cierto, ¿no existe el derecho a trabajar incluso en día de
huelga?
El Código Penal señala como delito en el artículo 315.3
“coaccionar a otras personas a iniciar o continuar con una huelga”. Aquel juez
(como tantos otros de infausto recuerdo y cuyas acciones o inacciones
produjeron daños irreparables), ha buscado la manera de legitimar acciones
recogidas expresamente en el Código Penal. Su principal argumento es que los
actos se produjeron en el ámbito de una huelga general, lo que viene a
significar que ese día las leyes se vuelven laxas y no hay que hacer mucho caso
de ellas.
Si las acciones intimidatorias y amenazantes del alcalde y
diputado son legitimadas por personajes como aquel juez, no podrá extrañar que
empiecen a proliferar los altercados de este tipo; cualquiera que piense que
este comercio, aquella gasolinera o esa empresa ‘explota a los trabajadores’, o
que los motivos para el asalto y la amenaza son muy loables tendrá precedentes
legales para irrumpir e insultar amparado por la ley; y si eso se legaliza se
estará a unos centímetros de la violencia (se ha descubierto una bomba casera
en la Catedral de la Almudena de Madrid que, se cree, fue puesta por los
antisistema, que sólo han ido un pasito más allá que Gordillo, sólo han dado el
siguiente paso).
Hay que recordar que la mayoría de los jueces de Alemania
justificaron los asaltos a las tiendas de judíos durante el nazismo (o miraron
a otro lado), y muchos utilizaron argumentos relativistas, como el que ha
utilizado este arbitrucho miope. No hay comparación posible entre unos y otros
actos, pero sí en la búsqueda de los argumentos necesarios para llegar a la
conclusión deseada. Y esto se puede hacer con la conciencia tranquila, sin
tener sensación de estar obrando mal. En los dos casos. Pero ningún hombre
(incluyendo jueces y alcaldes) tiene la verdad en exclusiva.
Este magistrado del tribunal andaluz ha echado otra palada
más al saco del descrédito de su oficio, que rebosa casi tanto como el de los
políticos. Cuando un juez ha de emitir sentencia hay que esperar cualquier
cosa, incluso los torpes intentos de explicar lo inexplicable con sutilezas,
argucias de leguleyo, interpretaciones subjetivas y arbitrarias. No son pocos
los jueces que provocan indignación y sonrojo.
CARLOS DEL RIEGO
Sabía que esta noticia te indignaría, aunque a mi este hombre no me cae tan mal ni me parece tan desmesurada la sentencia judicial. Al fin y al cabo, lo que hace Gordillo es aprovechar su cargo público para conseguir unos objetivos (que se pueden compartir o no), al margen de que cumpla estrictamente o no la ley. Y bueno, podría utilizar ese argumento manido pero real, en el que un pequeño delito muchas veces parece ser castigado con una pena desmesurada mientras vemos día tras día cómo quien roba a gran escala o arruina un pais se va de rositas. Bueno, con este hombre no quiero polemizar porque veo que desata pasiones y odios por igual, tanto para conservadores como progresistas. Tiene mérito, sin duda no pasa desapercibido. Un abrazo
ResponderEliminarAmigo Juan Diego: el asunto no es ahora este personaje (cuyas acciones también son discutibles), sino el hecho de que un juez legitime y relativice el incumplimiento de la ley. Así, se puede deducir que si aquel tiene bula para infringir algunas leyes, otro puede elegir otras leyes para infringir. Tienes razón en que se aprovecha de su estatus de político, de personaje conocido, de que tiene legión de incondicionales... También en que lo suyo son pecata minuta comparado con lo de otros que, incomprensiblemente, se irán de rositas. Y por supuesto, no pasa desapercibido, de eso se encarga él al avisar a los medios de sus intenciones.
EliminarUn abrazo, Carlos