El legendario Rocky Ericson |
Hace ya 24 años que Alejandro Díez (Álex Flechazo, hoy
embarcado en Cooper) ideó y puso en marcha en León (España) un pequeño festival
que miraba a la música y estética de los años sesenta del siglo pasado; era
algo artesanal, hecho con ilusión y sin medios, entre amigos y sin mayores
pretensiones. Pero con el paso del tiempo la cosa fue creciendo, evolucionando
cómo ocurre con las buenas ideas apoyadas por voluntades, de forma que el
evento se hizo mayor y exigió trabajo profesional. Así, ya sin Alejandro a los
mandos (aunque respetando el ‘feeling’ inicial), el Purple Weekend ha llegado a
convertirse en el festival de referencia en Europa en su género. Por eso, no es
casual que hayan visitado los escenarios leoneses artistas que ya están en la
Historia del pop, el rock y otros subgéneros, grupos que jamás habían tocado en
España a pesar de llegar directos desde aquellos emblemáticos años. Característica
del evocador certamen es su distribución por pequeños escenarios de la pequeña
ciudad de León, aunque las veladas estelares tienen lugar en un espacio de
capacidad media, es decir, sigue teniendo algo de entrañable, de cómplice, y
nadie se imagina el Purple Wekend en un recinto para miles de personas; no,
esto es otra cosa.
Sería ocioso recordar a los nombres históricos que han
visitado la capital del Viejo Reino (esa información está al alcance de
cualquier interesado), baste subrayar que han sido tan sonoros que han
conseguido mover a jóvenes de toda España (algunos a bordo de sus Vespas y
Lambrettas), e incluso de varios países europeos (también se han visto rasgos
asiáticos), que tienen señalada la fecha en el calendario y acuden fielmente a
la llamada púrpura. De este modo la ciudad se convierte en un gran escenario,
pues además de conciertos por sus plazas y pequeños locales, los visitantes
disfrutan con las numerosas y atractivas actividades paralelas, como los
mercadillos de vinilos y ropa, las excelentes exposiciones, las cabalgadas en
‘scooter’por la ciudad y la provincia o los siempre multitudinarios
‘allnighter’, esas fiestas interminables donde sólo se pincha música escogida
especialmente y que resultan tan irresistibles que muchos casi las prefieren a
los directos. Asimismo, esta singular cita con la música y el ambiente de
aquellos años ha calado en León, al menos entre amplios sectores de la juventud
y mediana edad (pues los que estuvieron en las primeras ediciones, ahí siguen),
y sin embargo ha conseguido contenerse lo suficiente como para no crecer en
exceso, para no volverse festival multitudinario y monstruoso; afortunadamente
sigue siendo un pequeño gran certamen musical en una monumental pequeña ciudad.
Y por eso es habitual que los jubilados aparten temporalmente la vista de la
obra de turno para mirar, con expresiones de extrañeza, a esos chavales que van
vestidos y peinados como ellos cuando tenían veinte años.
Para la edición de 2012 del Purple Weekend (la XXIV) se ha
confeccionado, como siempre, un cartel atractivo y original, cargado de
sorpresas, de nombres emblemáticos, de grupos que están en el Olimpo de los que
cardan la lana sin llevar la fama. Todos ellos tienen personalidad, carácter y
razones suficientes para subirse a los escenarios púrpura, pero si hubiera que
subrayar a cuatro, se pueden escoger al legendario Rocky Ericson, a los
uruguayos Los Mockers, al guitarrista Nick Waterhouse y a los escoceses The
Rezillos.
Rocky Ericson es una leyenda. Fue líder de uno de los grupos
que puso en marcha el rock psicodélico, 13th Floor Elevator, facturando
canciones excelentes que exceden cualquier género, y con el paso del tiempo se
ha convertido en referencia admirada por infinidad de estrellas de la música o
el cine. Su leyenda negra lo coloca en el pabellón de los esquizofrénicos y
achaca el problema al exceso de alucinógenos en su juventud, pues incluso
proclamaban las bondades lisérgicas; claro que tal vez el origen de todo fuera
aquel picapleitos que, en su juventud, le recomendó declararse desequilibrado
mental para eludir la cárcel tras ser sorprendido con un porro. Eran los años
sesenta. Pero lo importante es que actúa en exclusiva en León un artista
superlativo (tiene talento, voz, pasión…, y sabe cómo transmitir) que no falta
en ninguna enciclopedia.
Rythm & blues finísimo, exquisito, y aderezado con
ingredientes del mejor rock, es lo que propone el gran guitarrista y cantante
norteamericano Nick Waterhouse. Y a diferencia del anterior, Nick es lo que se
dice un debutante, un joven que acaba de llegar al mercado, pues su primer
disco es de este mismo año. Sin embargo, su clase parece mostrar otra cosa,
pues en vivo atrae como hechicero. Y atención a su magnífico grupo, saxo
incluido.
Desde Uruguay, por primera vez en España, llegan Los
Mockers, apodados los ‘Stones sudamericanos’ no sin razón (¿tocarán su versión del
‘Paint it black’?). Esta espléndida banda ya funcionaba en los años sesenta y
se presenta con su formación original. Hay que verlos para entender que en
todas partes cuecen habas, en todos los rincones del mundo han comprendido qué
es el rock y lo han interiorizado, por lo que ya no puede sorprender tanta
calidad, tanta agudeza como la que muestran estos históricos del rock y el
rythm iberoamericano.
Los Rezillos fueron de los primeros grupos en todo el mundo
que hicieron música punk, allá por el año 1976 en Edimburgo, Escocia. En
realidad casi siempre estuvieron entre el punk y el pop-new wave, es decir,
velocidad vertiginosa y pocos acordes, buenas melodías y voces gritonas e
instigadoras, estupendas versiones y sólidos temas propios, letras agresivas y
a la vez divertidas. Al igual que otros de su época, parecería que Rezillos
estaban esperando a que ocurriera algo para salir, para irrumpir, para sacar y
mostrar toda la energía juvenil que llevaban dentro, y eso que ocurrió fue el
punk. A pesar del paso del tiempo (han sido Rezillos y también Revillos),
siguen empujando al público al salto y el baile, propiciando que se olviden
totalmente los problemas y depresiones cotidianas. Y vienen con sus voces
auténticas, Fay Fife (se llama Sheilagh) y Eugene Reynolds (en realidad, Alan),
además de su batería original, Angel Patterson. Bien podría decirse que no hay
nada mejor contra el mal rollo que un par de pastillas de dos minutos del Dr.
Rezillo; su principio activo es punk-pop hipervitaminado y supermineralizado, y
su eficacia está absolutamente probada. ¡Ah, aquel inolvidable concierto en
Rockola (Madrid) en los primeros años ochenta del siglo pasado!
Pero todo esto es sólo la punta de un enorme iceberg que hay
que ver de cerca. Purple: no cambies de color, no te sentaría bien.
CARLOS DEL RIEGO
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