El Purple Weekend es para gente con mucha personalidad |
Cuando se está presente en alguna de las propuestas del
Purple Weekend se está en otra parte, en otro momento. En días como los
presentes en que todo adquiere carácter provisional debido a la velocidad
extrema a la que todo sucede, este festival tan especial sirve como ancla, como
recordatorio del origen de lo que hoy deslumbra. No es que quienes llenan los
recintos en todos los eventos no quieran nada con lo nuevo (sobre todo por lo
que se refiere a tecnologías y a música), sino que sabiendo de las bondades y
virtudes de lo actual, gustan más de aquello que se hizo en otro tiempo; es una
simple cuestión de preferencia, una elección. De este modo, las en torno a
10.000 personas que cada año participan en la aventura púrpura, están al tanto
del momento presente pero disfrutan más con el sonido analógico en un disco de
vinilo que con la canción bajada de Internet directamente a su dispositivo
electrónico; e igualmente la propia música, aquella ya convertida en histórica
gracias a sus melodías y carencia de artificios, en contraposición a la
impersonal y basada en el truco que copa las listas de éxito hoy; y también los
afines al púrpura se ven mejor con elegante ropa mod antes que con los
pantalones ridículamente caídos, con aspecto cuidado y no con el zarrapastroso,
con la minifalda de cuadros y medias de colores que con falda y pantalón
simultáneamente; por no hablar de la comodidad y limpieza de una Lambretta comparada
con la siempre grasienta y pesada moto de corte aerodinámico.
No es el Purple Wekend, sin embargo, una reunión en torno a
la nostalgia de una época, no se trata de que ‘cualquier tiempo pasado fue
mejor’, nadie piensa en que ayer era todo bueno y hoy todo malo. Nada de esto,
simplemente es que lo que ofrece la actualidad se ve muy masificado,
prefabricado, calculado por los dominadores de los mercados, de modo que quien
prefiere algo que destaca por sus propios méritos (o sea sin el apoyo de la
propaganda masiva y agresiva) encuentra en esta cita su hábitat ideal, el lugar
donde vive mejor todo aquello que le hace feliz.
Hay que tener en cuenta que el fin de semana púrpura de León
no es producto de un trabajo en cadena de montaje en una gran factoría, esto es
todo artesanal y hecho desde la afición personal, ya que todos los que antes o
después han trabajado en la organización del festival son, antes que otra cosa,
fans, seguidores del pop, del rock, de los grandes y pequeños grupos que hicieron
de la música una ilusión que compartir; igual que el público.
Y la oferta cuenta siempre, todos los años (incluyendo los
que más austeridad exigen), con un público fiel que se va más convencido que cuando
llegó. En las colas ante taquillas o entradas todos hablan, todos opinan y
comentan lo bien que estuvo el concierto de anoche o lo divertido que fue el
‘allnighter’ posterior. Todos comparten la pasión por el púrpura, por un fin de
semana que da mucho más que música.
¡Y qué delicia en los escenarios!, ocupados por iniciados,
por conocedores, por lo que raro es el grupo que no regala un par de versiones
de temas emblemáticos, refrescantes, evocadores. Sin la menor duda, el Purple
Weekend es una especie que hay que conservar a toda costa, pues es
imprescindible para mantener el equilibrio.
CARLOS DEl RIEGO
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