Uno está obligado a pasar controles antidoping en cualquier competición, el otro ni siquiera en los Juegos Olímpicos |
El acoso y derribo que ha sufrido el ciclista Lance
Armstrong, incluyendo insultos y traiciones, parece desproporcionado, pues
delincuentes auténticos son tratados con más miramientos. Sin embargo, esa
especie de cacería no afecta a todos los deportistas ni se da en todos los
deportes. Un buen ejemplo es el trato de favor que, en todas las agencias
antidopaje, tienen los jugadores de la NBA. Así, la USADA (la institución
antidoping de Estados Unidos) hace la vista gorda con la NBA mientras se
muestra inflexible con los ciclistas. Es un ejercicio evidente de hipocresía y
doble rasero, algo que sin duda le resta legitimidad moral a esa asociación y a
todas las que pasan por este incomprensible favoritismo. Por eso, porque a algunos
no se les permite ni una aspirina mientras que a otros ni se les hace el
control, todo lo que se ha montado en torno al ciclista texano puede levantar
sospechas de amaño (no hay que olvidar que lo único que se tiene son
testimonios de ciclistas cazados que, a cambio de testificar, obtienen
beneficios), se antoja tan falso como la limpieza de la propia USADA y de todos
los caraduras que viven a costa de la mucha pasta que generan los deportistas
(lo cual no equivale a afirmar que Armstrong es inocente).
En la competición de baloncesto más importante del mundo sí
se hacen controles antidoping, pero son secretos, es decir, no se publican los
resultados y sólo se da cuenta de ellos a los comités estadounidenses, no al
Comité Olímpico Internacional, ni a la Agencia Mundial Antidopaje ni a ningún
organismo ajeno a EE.UU; así, dependiendo de lo que les interese en cada
momento, son libres de comunicar o no el resultado del análisis, de sancionar o
no, de enviar ese resultado al COI o dejarlo guardado en el cajón. Al parecer,
la NBA impone un contrato a los jugadores, que sólo han de someterse a los
requerimiento de las agencias y organismos estadounidenses, o sea, no han de
rendir cuentas ni someterse a los análisis de ninguna entidad de alcance
internacional. Estados Unidos está al margen de las leyes internacionales, y no
sólo en el terreno deportivo.
Pero curiosamente, esa permisividad con los jugadores de la
NBA sólo afecta a los norteamericanos, no a los de otros países que juegan en
esa liga; de hecho, el argentino Manu Ginóbili pasó un control de madrugada
durantes los Juegos de Londres, mientras que ningún pívot, alero o base nacido
en USA fue molestado en ningún momento.
Y esto es así porque, de lo contrario, el equipo de Estados
Unidos no acudiría a los Juegos (ni a Campeonatos del Mundo), al menos con sus
mediáticas estrellas. Pero, ¿por qué se permitirá una injusticia semejante?; la
respuesta es sencilla y previsible: por dinero, pues el baloncesto es una de
las modalidades deportivas que más dinero ingresa en las arcas del COI (tal vez
la que más), de modo que si no van los de la NBA habría menos dinero para los
que integran este comité que, desgraciadamente, cada vez se antoja más dudoso.
Pero lo más asombroso es que esto se permita con total naturalidad,
que los medios de comunicación apenas lo mencionen (si es que alguna vez dicen
algo), que los deportistas que sí pasan los controles no proclamen la
injusticia a los cuatro vientos, que los directivos nacionales cierren la boca
cobardemente…, cuando este sospechoso trato de favor debería ser un escándalo
de proporciones planetarias. Parece lógico, en fin, dudar de la honestidad de
todos los que están en el COI (empezando por su presidente, el indigno Rogge),
de los miembros de la USADA, la AMA y demás estamentos que dan duro a unos y a
otros caricias. No merecen más confianza que cualquier político y que cualquier
institución donde haya algo que sacar (en lo económico, lo político…).
Pero tampoco hay que extrañarse, pues todos los organismos
deportivos disfrutan de privilegios verdaderamente feudales; capítulo aparte es
lo de la Uefa, algo sangrante.
Son auténticos estados.
CARLOS DEL RIEGO
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