OPINIÓN

HISTORIA

viernes, 7 de septiembre de 2012

ANA TORROJA PUEDE IR A LA CÁRCEL POR DELITO FISCAL. Tras intentar múltiples tretas legales, ahora pretende pactar y pagar para evitar la prisión, pero no hay cuidado, en tanto que personaje famoso, saldrá del trance con menos de lo que le costaría a cualquier ciudadano de a pie

Ana Torroja está acusada de delito fiscal pero, como todos los famosos y poderosos, pagará mucho menos que lo que pagaría el ciudadano alejado de la fama

La que fuera cantante del grupo español Mecano, Ana Torroja, puede ir a la cárcel por fraude a Hacienda. A parecer, la artista dejó de hacer la correspondiente declaración de renta en los años 2006 y 2007, y además, hay indicios de que algunas de sus sociedades están relacionadas con paraísos fiscales; en total, tiene que pagar alrededor de 1,3 millones de euros. Ella y su defensa intentaron todas las tretas y artimañas de abogado posibles: que si tenía residencia fuera de España, que si alguno de los cargos ya había prescrito, que si los registros fueron ilegales, que si recurso al Tribunal Constitucional… Pero ahora, cuando le ven las orejas al lobo, intentan un pacto con el fiscal para eludir ir a juicio (del que podría salir con una pena de cárcel) y el pago de todo lo debido más intereses y multas, además de la asunción (el reconocimiento) del delito cometido.

Pero seguro que la cosa se arregla y la célebre cantante no ingresará en prisión y, lo que es peor, seguro que no paga todo lo que se le reclama. Siendo una celebridad con amigos poderosos en todos los ámbitos, es indudable que cuenta con un eficacísimo equipo de abogados expertos en enmarañarlo todo, en triquiñuelas y burocracia legal, en retrasos y recursos, de modo que al final todo se saldará con el pago de la mitad (o así), posterior declaración de insolvencia y, tras innumerables aplazamientos y demoras, la cosa terminará con la prescripción del delito.

El personaje célebre (político, artista, deportista…) siempre logra, en el terreno judicial, muchos beneficios respecto al ciudadano de a pie. Y esto queda demostrado con casos tan sorprendentes como el del deportista estadounidense O. J. Simpson, que eludió la cárcel por doble asesinato a pesar de que había más pruebas contra él que contra Al Capone; y qué decir del bailarín español Farruquito, que conduciendo sin carnet atropelló de muerte a un peatón en un paso de cebra, se dio a la fuga y acusó a otro de ser el conductor…, no puede haber más agravantes (bueno sí, si se hubiera vuelto a rematar a la víctima) ni más evidencias de la catadura moral del personaje. El director de cine Roman Polanski se libró de juicio por violación huyendo de país en país y contando con el apoyo de todos los que tienen que ver con el cine. E igualmente el tal Julian Assange (el del caso Wikileaks), que está acusado de delitos similares en Suecia y escondido en una embajada (de casos de políticos y banqueros mejor no hablar, porque se llega fácilmente al enfado). Todos ellos salieron no demasiado mal de sus trances (Assange saldrá así, bastante bien, seguro), mucho mejor de cómo hubiera terminado todo para cualquier individuo alejado de la fama sobre el que hubieran pesado idénticas acusaciones. Todos contaron (cuentan) con muchos amigos y colegas de profesión que pueden hacer mucho ruido a su favor en los medios de comunicación, pues son personajes mundialmente famosos; además, siempre tendrán a su lado correligionarios políticos y simpatizantes dispuestos a negar la evidencia o a justificar. Curiosamente, si se trata de un rival ideológico, el corporativismo desaparece.

Ana Torroja, muy de izquierdas ella, hace lo que hacen muchos hipócritas: exigir cosas tan bonitas como justicia social mientras dejan de cotizar, pensado tal vez que son los demás los que deben pagar a Hacienda; y es que caraduras los hay en todas partes independientemente de la presunta ideología política o creencia que tengan, aunque muchos estén convencidos de que los de este lado son buenos por naturaleza y los de aquel malos de nacimiento.

CARLOS DEL RIEGO

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