Ana Torroja está acusada de delito fiscal pero, como todos los famosos y poderosos, pagará mucho menos que lo que pagaría el ciudadano alejado de la fama |
La que fuera cantante del grupo español Mecano, Ana Torroja,
puede ir a la cárcel por fraude a Hacienda. A parecer, la artista dejó de hacer
la correspondiente declaración de renta en los años 2006 y 2007, y además, hay
indicios de que algunas de sus sociedades están relacionadas con paraísos
fiscales; en total, tiene que pagar alrededor de 1,3 millones de euros. Ella y
su defensa intentaron todas las tretas y artimañas de abogado posibles: que si
tenía residencia fuera de España, que si alguno de los cargos ya había
prescrito, que si los registros fueron ilegales, que si recurso al Tribunal
Constitucional… Pero ahora, cuando le ven las orejas al lobo, intentan un pacto
con el fiscal para eludir ir a juicio (del que podría salir con una pena de
cárcel) y el pago de todo lo debido más intereses y multas, además de la
asunción (el reconocimiento) del delito cometido.
Pero seguro que la cosa se arregla y la célebre cantante no
ingresará en prisión y, lo que es peor, seguro que no paga todo lo que se le
reclama. Siendo una celebridad con amigos poderosos en todos los ámbitos, es
indudable que cuenta con un eficacísimo equipo de abogados expertos en
enmarañarlo todo, en triquiñuelas y burocracia legal, en retrasos y recursos,
de modo que al final todo se saldará con el pago de la mitad (o así), posterior
declaración de insolvencia y, tras innumerables aplazamientos y demoras, la
cosa terminará con la prescripción del delito.
El personaje célebre (político, artista, deportista…)
siempre logra, en el terreno judicial, muchos beneficios respecto al ciudadano
de a pie. Y esto queda demostrado con casos tan sorprendentes como el del
deportista estadounidense O. J. Simpson, que eludió la cárcel por doble
asesinato a pesar de que había más pruebas contra él que contra Al Capone; y
qué decir del bailarín español Farruquito, que conduciendo sin carnet atropelló
de muerte a un peatón en un paso de cebra, se dio a la fuga y acusó a otro de
ser el conductor…, no puede haber más agravantes (bueno sí, si se hubiera
vuelto a rematar a la víctima) ni más evidencias de la catadura moral del
personaje. El director de cine Roman Polanski se libró de juicio por violación
huyendo de país en país y contando con el apoyo de todos los que tienen que ver
con el cine. E igualmente el tal Julian Assange (el del caso Wikileaks), que
está acusado de delitos similares en Suecia y escondido en una embajada (de
casos de políticos y banqueros mejor no hablar, porque se llega fácilmente al
enfado). Todos ellos salieron no demasiado mal de sus trances (Assange saldrá
así, bastante bien, seguro), mucho mejor de cómo hubiera terminado todo para
cualquier individuo alejado de la fama sobre el que hubieran pesado idénticas
acusaciones. Todos contaron (cuentan) con muchos amigos y colegas de profesión
que pueden hacer mucho ruido a su favor en los medios de comunicación, pues son
personajes mundialmente famosos; además, siempre tendrán a su lado
correligionarios políticos y simpatizantes dispuestos a negar la evidencia o a
justificar. Curiosamente, si se trata de un rival ideológico, el corporativismo
desaparece.
Ana Torroja, muy de izquierdas ella, hace lo que hacen
muchos hipócritas: exigir cosas tan bonitas como justicia social mientras dejan
de cotizar, pensado tal vez que son los demás los que deben pagar a Hacienda; y
es que caraduras los hay en todas partes independientemente de la presunta
ideología política o creencia que tengan, aunque muchos estén convencidos de
que los de este lado son buenos por naturaleza y los de aquel malos de
nacimiento.
CARLOS DEL RIEGO
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