Ha sido una noticia de impacto a pesar de que su
protagonista viene estando en el punto de mira de agencias antidopaje, prensa,
compañeros… Al renunciar a su defensa en los tribunales, Armstrong desaparecerá
como ganador del Tour de Francia y como medallista olímpico, entre otros muchos
triunfos de los que será desposeído (no hay que olvidar que recibió el Premio
Príncipe de Asturias en 2000); además, no podrá volver a competir y se le
exigirá que devuelva sus ganancias por aquellos triunfos (¿se le puede le
reclamar lo ganado hace 10 años?); y por último, nunca podrá ejercer como
entrenador o como representante. La cosa no puede coger por sorpresa a nadie,
puesto que el deportista tejano siempre ha estado rodeado de sospecha.
Desde muy joven destacó como gran deportista en disciplinas
de largo aliento; así, en natación y triatlón logró sus primeros éxitos,
pasándose luego al ciclismo profesional. De todos es sabido que padeció un
cáncer del que se recuperó de modo ejemplar, convirtiéndose en todo un icono de
la lucha contra la enfermedad. Y al parecer, ahí es donde comienza su más que
probable relación con sustancias dopantes, pues productos como la Epo y la
testosterona le fueron administrados para paliar los efectos de la quimioterapia.
Y al parecer, una vez recuperado, continuó consumiendo medicamentos prohibidos.
Al analizar el caso se presentan varios factores a tener en
cuenta. Así, existe la creencia generalizada de que el doping es tan común en
el ciclismo (y en otros deportes) como el mismísimo entrenamiento, por lo que
en ese caso, Armstrong no hizo nada distinto a sus rivales. Sin embargo, aunque
abunden los tramposos, no se puede generalizar y, en todo caso, no es cuestión
de señalar a partir de ahora a quien gane demasiado…, a pesar de las certezas
que hay sobre tantos nombres.
La agencia antidopaje de EE.UU. anuncia poseer pruebas, pero
de momento no ha publicado ninguna verdaderamente concluyente; al parecer, los
análisis de sangre y los testimonios de excompañeros son sus principales
argumentos. Sin embargo, afirma que tiene constancia de que se dopó
sistemáticamente desde 1998 hasta 2005; esto quiere decir que tienen constancia
de los doping de Armstrong en todos y cada uno de esos años; y por otra parte,
resulta desconcertante que se le hicieran tantos controles (más de 600 dice el
interesado) y que nunca arrojara un positivo…, y ello a pesar de que, según los
acusadores, consumía muchos tipos de sustancias prohibidas. ¿Tan ineficaces son
(o eran) esos controles? Es decir, en realidad, aun no ha dado un solo positivo.
Parece que negarse a
subir el puerto judicial que se le avecinaba era demasiado esfuerzo, sobre
todo económico; si tiene que devolver ganancias (algo más que improbable), y
también pagar a los equipos de abogados, la cosa le iba a va a salir carísima
(a Contador le costó todo el proceso más de un millón de euros en abogados),
así que ha preferido abandonar y así ahorrarse un dineral, sobre todo teniendo
en cuenta que las cosas pintan mal para él.
¿Es merecido o no tanto castigo y por hechos de hace tanto
tiempo? ¿Se merecen los deportistas profesionales la persecución y sospecha a
las que están permanentemente sometidos? ¿Son tratados todos igual?; los
jugadores de la NBA amenazaron, al menos en Pekín, con no acudir a la cita
olímpica si tenían que pasar controles… Las organizaciones antidopaje (algunas
enfrentadas con la Unión Ciclista Internacional)¿están para cuidar el deporte y
al deportista o exclusivamente para sancionar y cobrar?, ¿tiene fuerza moral el
“vampiro” que jamás ha vertido una gota de sudor en cancha alguna sobre quien
se esfuerza a diario y hasta límites máximos? ¿qué pueden exigir los de las
agencias y organizaciones antidopaje, desde sus cómodos sillones, a quien
padece los dolores e infinitos sufrimientos que un ciclista soporta en
silencio?, ¿es justo castigar por hechos de hace tanto tiempo sin tener total
control sobre los deportistas de la actualidad?, ¿se ha dopado Armstrong más
que otros campeones o es que tiene muchos enemigos?, ¿hay que prever próximas
sanciones con carácter retroactivo?, ¿prescribe alguna vez el delito del doping?
El deportista que se dopa (y que hace 250 Km con cinco puertos
hoy, mañana y pasado) no ha matado a nadie ni cometido crímenes verdaderamente
graves, pero muchas veces se le trata con más desprecio que al terrorista
asesino; es más, éste tiene más derechos y garantías legales. No, la cosa no
está tan clara ni es tan simple. De hecho aun está por escribir una legislación
antidopaje minuciosa, coherente, justa y común a todos los deportes.
CARLOS DEL RIEGO
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