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El problema para afirmar concluyentemente
cuál es el medio de transporte más seguro es que no es posible averiguar, con
exactitud matemática, la relación entre número exacto de pasajeros/año y número
de muertos en accidente. Pero además habría que saber la relación entre
accidente y muerte, es decir, en automóvil la relación es baja, pues la mayoría
de accidentes sólo producen daños en el coche, mientras que la relación
accidente-muertos en avión es lo contrario, muy alta, pues cada accidente
arroja muertos; en definitiva, en coche hay muchísimos más accidentes que
muertes, mientras que en avión es al revés, se producen muchas más muertes que
accidentes. Así, es posible que en mil siniestros de tráfico se produzcan cuatro
muertos, y que cuatro accidentes de avión causen mil muertos.
Cientos y cientos de millones son las
personas que viajan en avión todos los días, y casi nunca hay accidentes
reseñables, sin embargo, accidente de aviación es sinónimo de ‘todos muertos’.
Por otro lado, en tren viajan muchos más que en avión (piénsese en los trenes
en la India o
en Japón), pero el accidente de tren se suele saldar con una caminata, muy
pocas veces con algún muerto, en rarísimas ocasiones con decenas y casi nunca
con cientos de muertos. El automóvil produce muchos muertos porque cada uno
conduce su propio vehículo, o sea, hay muchísimos más conductores de coches en
las carreteras que pilotos en el aire, más que capitanes de barco en el agua, más
que conductores de tren sobre las vías y, en fin, más que chóferes de autobús;
de este modo, estadísticamente, es mucho más probable el accidente cuando hay
más conductores, no cuando hay más pasajeros. En España hay permanentemente en
las carreteras varios millones de turismos, cada uno con su conductor, mientras
que aviones habrá unos cientos (o decenas), otros tantos trenes y muchos menos
barcos de pasajeros; así, también se puede obtener la relación entre número de
conductores, número de accidentes y número de muertos, con lo que a lo peor, la
relación entre el número de muertos por conductor de coche y el número de
muertos por piloto de avión saldrá extraordinariamente negativa para éste. Como
puede verse, pocas cosas hay tan manipulables como las estadísticas, puesto que
a diferencia de las matemáticas, la estadística se basa en la estimación, en la
proyección a la totalidad de un resultado obtenido de unos pocos, con lo que
cualquiera puede confeccionarse unas estadísticas a medida. Y de aquí nace el
topicazo de la seguridad en los aviones.
Pero también hay que tener en cuenta
otros factores. Por ejemplo, en las últimas décadas el avión es el objetivo
preferido de los terroristas internacionales (no hay que poner ejemplos), lo
cual conlleva infinitas incomodidades en los aeropuertos, así como denigrantes
humillaciones a los viajeros, que en aras de la seguridad pueden ser tratados
como delincuentes, avergonzados en público, desnudados ante los agentes,
retenidos durante horas... Otra molestia a veces insoportable es la espera en
los aeropuertos antes de embarcar, que por una u otra razón se puede alargar
hasta el absurdo (más tiempo de espera que de vuelo); y no hay que olvidar las
habituales pérdidas de equipaje o las no pocas tasas y complementos que hay que
ir pagando sobre la marcha.
En mil accidentes de tráfico puede haber cuatro muertos |
El tren, sin embargo, exige pocas
incomodidades y esperas, tiene pocos accidentes y rara vez son mortales, es
confortable y permite muchas actividades, llevas el equipaje contigo y, en fin,
nadie te trata con conmiseración ni te mira por encima del hombro; ah!, y
cuando hay movilización, los ferroviarios explican con claridad meridiana las
causas de su posición y sus peticiones. Más que el más seguro, el tren es el
mejor medio de transporte.
Pero los tópicos son difíciles de
desenmascarar.
CARLOS DEL RIEGO
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