OPINIÓN

HISTORIA

sábado, 30 de junio de 2012

DEL BOSQUE: EL HOMBRE TRANQUILO Gane o pierda, Vicente del Bosque es un personaje admirable, un hombre que transmite confianza y serenidad en todas las situaciones


Su aspecto bonachón y sereno transmite confianza.


Cada vez que está ante cámara y micrófono, del Bosque da la impresión de estar dominando la situación, pero no de modo forzado, preparado o impostado, sino de manera absolutamente natural, normal, sin dar demasiada importancia a todo lo que rodea a su labor como deportista. Y ello es así porque del Bosque ya tiene asimilado que el deporte, su profesión, es muy importante, pero no lo esencial de la vida, y por eso jamás pierde la compostura. Y por eso cae bien a todos o a casi todos, puesto que hay quien le critica por todo: sus decisiones, sus posturas, sus formas, sus ideas deportivas y extradeportivas…; aquí es oportuna la frase “Conoceréis que se trata de un genio cuando veáis que todos los necios se conjuran contra él”, que da entrada a la muy recomendable novela de John Kennedy Tool ‘La conjura de los necios’.

Siempre tiene tiempo para todos, como demuestra su interminable peregrinación por toda España para aceptar premios y galardones, desde los más solemnes hasta los más humildes y simpáticos. Del Bosque (cien por cien castellano, cien por cien español) acude agradecido con su sonrisa bigotuda y su parsimoniosa humanidad. Y el caso es que ya era así cuando era futbolista del Real Madrid, pues daba la impresión de moverse a cámara lenta, de manejar el balón y las situaciones con exceso de tranquilidad; sin embargo, sus errores eran muy raros y siempre transmitía la sensación de tener todo bajo control.
Sí, se trata del típico hombre tranquilo, ese que jamás pierde el control sobre sí mismo, ese que analiza la situación desde la serenidad y el sentido común y del que nunca se espera una respuesta airada, una postura desafiante. Su respeto por los rivales y por las opiniones contrarias son proverbiales, siendo mucho más comprensivo con los que lo critican (e incluso insultan) que los que están de su parte  ¡Qué diferencia con otros deportistas que parecen pagados de sí mismos, que muestran sin reparos una soberbia infinita, un engreimiento y aires de superioridad que se superponen a sus éxitos deportivos!  
Asimismo también se ha mostrado como una persona sensible que empatiza con el otro, que comprende su estado. En este sentido se puede recordar aquella vez que le preguntaron si no le resultaba difícil decir a un jugador que debía abandonar la selección, que desgraciadamente era uno de los descartes, a lo que él respondió: “pues sí, pero eso no es nada comparado con lo duro que resulta decir eso mismo a un chaval de 14 ó 15 años, como tuve que decir a muchos cuando entrenaba en las categorías inferiores del Real Madrid; la noche anterior lo pasaba fatal, pues sabía el disgusto que iba a dar a unos chicos cargados de ilusión y entusiasmo y que habían trabajado como el que más”.

Del Bosque también tenía toda la calma
 del mundo cuando era futbolista
 
Pero todo eso no quiere decir que sea un pusilánime, que sea un hombre con escasa personalidad, nada de eso. La prueba es que se negó a pasar por el aro por el que pretendieron que pasara cuando el Real Madrid, de mala gana, quiso hacerle un homenaje forzado por la opinión pública, insincero y disimulado (no hay que olvidar que de allí fue despedido tras ganar los títulos más importantes). Fue algo parecido al episodio de la Historia de España conocido como ‘La farsa de Ávila’ (algunos nobles despojaron a una estatua, que representaba al rey, de la espada, la corona, el cetro…) y que bien podría denominarse como ‘La farsa del Bernabéu’. En ésta, los directivos del Real Madrid, empujados por la prensa y el público, no tuvieron más remedio que organizarle un homenaje (debía ser el único sitio que no lo había hecho), pero lo disimularon invitando a otros dos madridistas, Rafa Nadal y Plácido Domingo, con lo equiparaban los servicios al Real Madrid de uno y otros. Evidentemente era una especie de trampa, un montaje, una farsa a la que del Bosque no se prestó evidenciando dignidad, entereza, temperamento, categoría humana.
    
En fin, si uno tuviera que poner su suerte en manos de alguien, del Bosque sería una magnífica elección, pues sería segura su capacidad y honradez.
CARLOS DEL RIEGO  

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