Rompetechos, del genial Ibáñez, no se entera de nada |
Cuando alguien pregunta por qué los
políticos tienen un sueldo más alto que el noventa por cien de la población se
suele contestar que porque tienen mucha responsabilidad. Ésta se entiende como
que deben tomar importantes decisiones, pero también debería significar que, si
no lo hace bien, si los resultados de su gestión perjudican al contribuyente,
ha de pagar, de un modo u otro ha de afrontar su responsabilidad, y si es caso
ha de tener una sanción; y no digamos si se demuestra que se ha obrado pensando
en beneficio propio o de allegados.
Sin embargo, cuando un gestor público ha
ido de desastre en desastre, lo más que le pasa es que pierda la capacidad de
decisión, o sea, el poder, pero nada más, seguirá cobrando un sueldo público
sin que se le pidan cuentas por su ineptitud, dejadez, partidismo, ineficacia o
corrupción. Y si se descubre una trama ilegal en una institución, el máximo mandatario (a cualquier escala,
local, provincial, autonómica, nacional o europea) se proclamará no
responsable, se llamará a andanas y declarará que él no sabía nada, que no se
enteró, que él también es una víctima de engaño, que todos estaban en el ajo
menos él.
Del pelele de Goya todos se ríen |
Un caso paradigmático es el del ex
presidente Felipe González (se trata de un ejemplo, seguramente el más
palmario, pero solo ejemplo, pues la figura prolifera en cualquier ambiente).
Durante su mandato se produjeron todo tipo de desmanes por parte de sus
ministros y altos cargos, todos hombres de su confianza. Así el esperpento de
Luis Roldán, el saqueo de los fondos reservados por parte de ministros y
secretarios de estado, la financiación ilegal y fraudulenta del partido, los asquerosos
tejemanejes del BOE, del Banco de España y de Cruz Roja, las escandalosas
comisiones del AVE, las escuchas ilegales del CSID, la entrega de Galerías
Preciados por cuatro perras a amigos del partido y, por encima de todo, el caso
GAL, el crimen de estado; la cosa no acaba aquí pero si hubiera que enunciar
todos los casos...
Pero el asunto es que Felipe González no
se enteró de nada, prefirió pasar por un hombre de paja, un pelele al que todo
el mundo en su entorno engañaba, un cantamañanas que no tenía ni un solo amigo
en su partido ni en su gobierno, un mequetrefe que no se enteraba de la misa la
media, algo así como una figura decorativa.
Mejor pasar por tonto que ser responsable |
Lo curioso es que en una grabación que
salió a la luz, el que fuera ministro suyo Txiqui Benegas se refería a él como
“Dios” o “El Number one”; sin embargo, Dios se entera de todo y González, por
lo que él decía, estaba permanentemente en la inopia; y si dicen de ti que eres
el número uno es que sí se te respeta. Objetivamente resulta imposible pensar
que era tan escasamente considerado en su partido como para no contar con
ningún compañero leal que le informara de algo, y tampoco él parece tan simplón
que no viera o escuchara nada de nada, que jamás le llegara un rumor o
encontrara un indicio, algo sospechoso. Si hubiera admitido algo, tendría que
haber hecho frente a ello en los tribunales y seguro que hubiera sido
sancionado, pero al menos hubiera sido responsable. Sin embargo, prefirió ser
no responsable de nada haciéndose pasar por una especie de Rompetechos.
En la película ‘Algunos hombres buenos’,
Jack Nicholson prefiere admitir una falta antes que quedar como un militar
lechuguino cuyas órdenes no se cumplen y de quien se ríe la tropa. Se rebeló
culpable, pero prefirió esto a menospreciarse e insultarse.
El del mencionado ex presidente es el
caso más llamativo (entre otras cosas porque es el que más ha estado en el
poder), pero este personaje que prefiere definirse como tonto cuando se
descubren las irregularidades de sus subordinados abunda en todas partes,
independientemente de ideas, partidos, asociaciones y entidades de todo tipo,
centros de trabajo o instituciones. En realidad es un poco aquello de “Dame pan
y llámame tonto”
carlosdelriego.
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