El robo del peñón de Gibraltar fue un típico acto de piratería inglés
No suele pasar mucho tiempo sin que se
suscite la polémica en torno a la españolidad de Gibraltar, algo que muchos
españoles no dejan de reivindicar. Y en estas ocasiones también suele plantearse
el asunto de Ceuta y Melilla. Sin embargo, son casos totalmente diferentes
desde su origen. El Peñón fue asaltado en un acto de piratería sin que España e
Inglaterra estuvieran en guerra, mientras que las ciudades norteafricanas
formaban parte de España siglos antes de la existencia de Marruecos.
Hay muchos españoles (de esos que
están siempre en contra de su país por que siguen identificando el nombre de
España con el régimen anterior, o por la leyenda negra) que piensan que el caso
de Gibraltar es idéntico al de Ceuta y Melilla, por lo que, afirman, antes de
exigir a los ingleses la devolución del Peñón hay que ‘devolver’ Ceuta y
Melilla a Marruecos. Pero esto último es imposible, porque las dos ciudades
jamás pertenecieron a Marruecos, y si nunca fueron suyas no se pueden devolver;
se pueden regalar, entregar, donar, vender, alquilar..., pero jamás devolver.
Melilla fue fundada por los fenicios
pero apenas contó con población hasta que Abderramán III la incorporó al
Califato de Córdoba en el s. X. En el XV pertenece al ducado de Medina Sidonia
y desde el XVI ya forma parte de la corona española. Ceuta también es de
fundación fenicia y allí se establecieron sucesivamente griegos, cartagineses,
romanos, vándalos, bizantinos, visigodos y, finalmente, en el s. X, es
conquistada por el Califato de Córdoba. Luego taifas, almohades,
almorávides..., el Reino de Fez y el Reino de Granada se la disputan y la toman
varias veces; en el s. XV es conquistada por Portugal y en el XVI se incorpora
a la corona española; finalmente, cuando Portugal y España se separan, s. XVII,
Ceuta decide seguir unida a España y no acompaña a Portugal en su secesión.
Marruecos existe como país desde 1956,
mientras que ambas ciudades pertenecieron al califato de Córdoba hace mil años,
y ambas son ciudades españolas desde hace cuatro o cinco siglos. Por tanto,
jamás podrán devolverse Ceuta y Melilla a Marruecos, puesto que jamás fueron marroquís.
El asunto de Gibraltar tiene una
historia totalmente diferente, una historia que comienza con un típico acto de
piratería inglesa. A la muerte sin descendencia de Carlos II se produce en
España la Guerra de Sucesión (1701-1713); así, por un lado estaban los que
apoyaban a Felipe de Borbón (Felipe V), y por otro los que apoyaban al
candidato austríaco, el archiduque Carlos. Los ingleses se decantaron por éste,
es decir, Inglaterra no estaba en guerra contra España, sino que simplemente
apoyaba a uno de los dos pretendientes al trono, o sea, no fue un ataque
legítimo, y por tanto Gibraltar tampoco puede considerarse botín de guerra. El
caso es que en 1704 varios navíos británicos y holandeses atacaron Gibraltar
con más de 13.000 hombres y unos 1.500 cañones, ayudados por varios cientos de
soldados catalanes, que se ocuparon del ataque por tierra. El por qué del
asalto hay que buscarlo en el espíritu de pirata que tenían la mayoría de los
marinos ingleses. Defendieron el Peñón menos de cien soldados con 40 cañones y
la ayuda de 200 ó 300 voluntarios. Al terminar la Guerra de sucesión, el
Tratado de Utrech establecía que Inglaterra se quedaba Gibraltar (y Menorca), y
España no tuvo otro remedio que firmar, pues lo contrario significaba continuar
con el conflicto, es decir, fue lo que se dice un ‘trágala’.
Además, se puede añadir que Gibraltar
ha arrebatado terreno a España en la zona cuando sus patronos, los ingleses, han
tenido oportunidad, saltándose lo firmado en aquel tratado. Y por si fuera
poco, también reclaman otras posesiones que no aparecen en el mismo, como aguas
territoriales o espacio aéreo. Es decir, se ciñen al tratado para quedarse con
la roca, pero lo ignoran cuando les interesa. De todos modos, lo peor es que
Gibraltar es algo así como un parásito de España, además de un paraíso fiscal
que acoge y lava dinero de oscura procedencia. Y curiosamente, los ocupantes se
consideran ingleses o soberanos gibraltareños
según les convenga. Lo malo es que el actual status no tiene visos de
cambiar, pues a diferencia de los españoles, los ingleses hacen honor al dicho
‘My country wright or wrong’, o sea ‘correcto o equivocado, es my país’.
Como puede verse, el caso de Gibraltar
no tiene nada que ver con el de Ceuta y Melilla. Inglaterra sí que podría
devolver el Peñón a España, pero ésta no podría devolver las dos ciudades a
Marruecos. Son situaciones que no tienen puntos en común, que no pueden
considerarse como similares. El peñón fue robado y las ciudades no. Así de
simple.
CARLOS DEL RIEGO