OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 29 de diciembre de 2019

HA MUERTO SLEEPY LABEEF, PIONERO DEL ROCK & ROLL. Y CASI NADIE SE HA ENTERADO

Fallece el histórico Sleepy LaBeef, uno de los que estaban allí cuando nació
 el rock & roll


El pasado día 26 fallecía un pionero del rock & roll, Sleepy  LaBeef, pero a diferencia de otros con nombre rutilante, y a pesar de su indudable mérito y su gigantesco trabajo, apenas ha aparecido nota de su fallecimiento en la prensa, y muy poco en la especializada española o estadounidense. Cierto que nunca logró un número uno, pero publicó infinidad de discos y actuó por medio mundo, llevando siempre el espíritu de los que estaban allí cuando nacieron el rock & roll y el rockabilly
Sleepy LaBeef fue uno de los que ayudó en el parto del rock & roll. Era seis meses más joven que Elvis, con el que compartió escenario, de hecho, en cierta ocasión contó que el rey le había pedido prestada su guitarra para un concierto, y al terminar se la devolvió hecha unos zorros. Ha muerto a los 84 años, después de haber publicado más de treinta elepés (grabó y publicó muchos otros que no aparecen en su discografía oficial) y otros tantos singles; además, es de los muy pocos que ha publicado discos a lo largo de siete décadas: el primero en 1957, el último en 2012. Acercó su rockabilly a miles de audiencias, siempre con esa voz clara y profunda, con esa imponente presencia (dos metros de altura) y con una naturalidad y cercanía sorprendentes. Tiene méritos sobrados para que su muerte no pase desapercibida, pero… En fin, nunca fue una de las estrellas más brillantes, pero Sleepy La Beef será siempre recordado como un grande del rock & roll, sobre todo por parte de los que saben de qué va esto. Es buen momento para recordar sus palabras y pensamientos y volver a escuchar sus discos.
A finales del siglo pasado, Sleepy contaba: “Sería 1954, George Jones, Tommy Sands, Roy Orbison y yo nos esforzábamos por comenzar, por hacer carrera con este nuevo ritmo”. Eran los tiempos en que se forjaron las primeras leyendas del rock: “Tocábamos nosotros durante la primera hora, y luego salía Elvis con Scotty Moore y Bill Black". Desde entonces, la mayoría de los que protagonizaron aquellos momentos han muerto o han desaparecido de escena; Sleepy tuvo colgada su guitarra hasta el final y nunca dejo de actuar; su último concierto lo dio tres meses antes de su fallecimiento.
Su forma de ser, “alegre, campechana, sincera” (dicen quienes lo conocieron), y su carácter hogareño y familiar, contrastaban con su estatura y corpulencia, incluso con su voz grave y potente. No es casualidad que se dijera que tenía voz de cantante de country, aunque él nunca quiso ser encasillado: “A veces mis shows tienen mayor porcentaje de blues, a veces será más boogie-woogie y otras será más rockabilly. He podido probar y experimentar casi todo tipo de música, y después de tantos años me siento con libertad para ir en cualquier dirección. Lo importante es mover al público, y si lo consigues puedes llamarlo blues, puedes llamarlo hillbilly, o como quieras, ¿qué importa?”.
Desde niño estaba hechizado por la música, por toda la música, escuchaba de todo y por eso podía hacer casi de todo. Muy joven sintonizaba emisoras de Nashville para descubrir a gigantes del blues como Muddy Waters y Howlin 'Wolf. Luego, en Texas, se topó con las canciones de Bob Wills y los Texas Playboys (country & western), y también escuchó al imprescindible Hank Williams en Baton Rouge. Todo fue asimilado por un joven LaBeef, quien posteriormente grabó cientos de canciones influenciadas por todo aquello.
Sonriente, amable y honesto, también trataba en aquella entrevista de los excesos: "Puedo cantar canciones sobre emborracharse o engañar, pero no haría tales cosas",  y añadía: “No se trata de que toleres o no ese estilo de vida, sino de que estás cantando sobre la vida, y por eso alguien por ahí sabrá sobre qué estás cantando. El mensaje es que uno no puede beberse sus problemas, porque estos siguen ahí cuando se pasa la borrachera, y hasta que se arregle esta parte de la vida, beber (o consumir otras cosas) sólo será otro problema. Sin embargo yo no soy el juez de estas personas, es decir, ese estilo de vida no sería nunca para mí, pero no juzgaré a los demás”.
Su figura, su sempiterna guitarra, su vozarrón, su pasión por el escenario y su sincera sencillez quedarán para siempre en los anales del rock & roll: “Amo estar cantando en un escenario, con eso tengo suficiente; quiero decir que puede que nunca gane un millón de dólares, pero esa no es mi prioridad. Crecí creyendo que si tienes salud y felicidad, personas que te aman, comida a diario, ropa abrigada para usar en el invierno y suficiente dinero para comprar gasolina…, bueno, eso es todo lo que necesitas. Por ejemplo, podría estar conduciendo mi Ford del 84, está muy bien y me lleva a donde quiero, tiene aire acondicionado y te calienta si hace frío. Tengo todo eso, así que ¿debo preocuparme?”
Country, blues, bluegrass, góspel, rockabilly e incluso surf instrumental fueron los principales géneros que practicó, aunque visitó muchos otros. Sin embargo, a lo largo de su extensísima carrera apenas escribió (y siempre en colaboración con otros) una docena de canciones: “Hay tantos autores que me superan en ese terreno… ¿Por qué debería escribir canciones cuando ya hay tantas tan buenas?”. Por eso él siempre se definió como un intérprete capaz de hacer suyas canciones de otros: en su repertorio había más de seis mil temas.
Como muchos otros artistas y grupos estadounidenses, Sleepy La Beef fue más apreciado en Europa que en Estados Unidos; uno de sus destinos favoritos era España, donde grabó varios discos y donde ofreció innumerables y vibrantes conciertos. Al respecto afirmaba: “Nos tratan muy bien en Europa, tanto que sorprende cuando volvemos a Estados Unidos y mucha gente ni siquiera nos conoce. Afortunadamente aquí (en España) tenemos muchos admiradores leales que son muy buenos con nosotros, son buenos viejos amigos y preferimos estar aquí que en cualquier otro lugar”.
Bonachón, sencillo y maestro del rock & roll, Sleepy LaBeef merece que se reconozca su mérito, su esfuerzo, su ilusión inagotable por la música. Y también que Elvis le repare su guitarra.
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 22 de diciembre de 2019

40 AÑOS DE ‘LONDON CALLING’, CURIOSIDADES DEL INOLVIDABLE DISCO DE THE CLASH

Esta es la foto, de Pennie Smith, que se usó en la portada y que a ella no le parecía técnicamente buena


El año 1979 dejó una larga lista de álbumes para el recuerdo, muchos de los cuales se siguen vendiendo y siguen sonando; además, esa espléndida abundancia se dio en muchos y muy diversos géneros. Uno de los elepés que se convirtió en todo un emblema casi desde su lanzamiento es el fabuloso ‘London calling’ de The Clash

Cuando salió, en diciembre de 1979, sorprendió por su tremenda variedad de ritmos, estilos y sonidos. The Clash era tenido por un grupo punk, por lo que pocos esperaban que el doble ‘London calling’ ofreciera rock & roll, pop, reggae-ska, soul o rythm & blues, además de punk.  Y a pesar de esa diversidad nunca da sensación de ser un disco deslavazado y disperso, sino que todo parece perfectamente engarzado, perfectamente lógico. Cualquier que tenga un poco de interés por esto del rock convendrá en que es un trabajo abarrotado de temas inolvidables, de textos intencionados e inteligentes, de melodías irresistibles, de títulos para el recuerdo. Parece oportuno que, cuatro décadas después, se recuerden algunos detalles y anécdotas.

A lo largo de 1979 The Clash estuvo girando por medio mundo, y fue durante esa gira que Joe Strummer, Mick Jones, principalmente, y Paul Simonon y Topper Headon escribieron la mayoría de los temas. Aquel año fue especialmente convulso (¿cuál no lo ha sido?), con la crisis de los rehenes de Irán, el vertido de crudo de un gigantesco petrolero en el golfo de México, el accidente nuclear de Three Mile Island, la crisis energética en todo el mundo…, y algo peor aun para Strummer y compañía: el ascenso de Margaret Thatcher al poder en Inglaterra. Por eso, las letras se tiñen de pesimismo. De hecho, el tema ‘London calling’ no iba a titularse así, sino que en los primeros borradores aparece como título ‘Ice age’, y en esas primeras anotaciones aparecen versos que fueron desechados: “Estados Unidos se está hundiendo / el mundo se está encogiendo / El sol parpadea mientras bebo / El petróleo deja de fluir / El trigo deja de crecer / El mundo deja de saber / La edad de hielo se acerca / El sol se acerca"; y fueron cambiados por: “Londres se está hundiendo y yo vivo al lado del río / Se acerca la edad de hielo, el sol se acerca / Los motores dejan de funcionar, el trigo adelgaza / Un error nuclear, pero no tengo miedo / Porque Londres se está ahogando y yo vivo junto al río”. Lo veían todo muy negro.  

Una de las claves del atractivo y el éxito del álbum fue su productor, Guy Stevens, que estaba en esto del rock desde los años sesenta (produjo a Spooky Tooth, Free, Mott The Hoople…) y logró dar equilibrio y consistencia al doble álbum. Paul Simonon decía en 2013: “Guy estaba algo loco, pero logró crear una atmósfera muy positiva. Sacó lo mejor de todos nosotros y fue el loco que consiguió que los demás no nos volviéramos locos”. Desgraciadamente, año y medio después de salir el disco, Guy murió por sobredosis de los medicamentos que le había prescrito su médico para combatir su alcoholismo; tenía 38 años. Le rindieron homenaje con el tema ‘Midnight to Stevens’ en el triple ‘Clash on Broadway, 1991.

Afirman que Strummer volvía a casa en coche cuando escuchó en el informativo que la banda terrorista Eta había puesto una bomba en un hotel de la Costa Brava; entonces pensó en los bombardeos de la Guerra Civil. Al llegar se puso inmediatamente a escribir la canción, relacionó aquellos bombardeos con estas bombas y en muy poco tiempo tuvo ‘Spanish bombs’, otro de los títulos cargados de simbología de este excepcional Lp.

En las primeras ediciones del álbum no aparecía acreditado el quinto tema de la cara B del segundo disco, titulado ‘Train in vain", es decir, en esa cara había cinco temas, pero en la etiqueta del vinilo y en la contraportada sólo hay cuatro. Se dijo que como era un tema muy pop decidieron esconderlo, pero la realidad es que cuando Mick Jones la llevó ya estaban impresas la portada y contraportada, por lo que decidieron dejar portadas y etiquetas como estaban pero incluirlo sin mencionarlo en los créditos. Curiosamente fue uno de sus mayores éxitos en Usa.

Como tantos otros compositores, Joe Strummer aprovechaba cualquier idea que tuviera en cualquier momento y, por tanto, escribía en lo que más a mano tenía. Así, comenzó a escribir la fantástica ‘Lost in the supermarket’ en la parte posterior de un paquete de cuerdas de guitarra, en el cual puede leerse: “Estoy perdido en el supermercado / ya no puedo comprar felizmente / Vine aquí por la oferta especial / Garantía personal”. El malogrado Strummer siempre en guerra contra el consumismo.

La primera canción de The Clash firmada exclusivamente por el bajista Paul Simonon fue ‘The guns of Brixton’, pieza inspirada en el personaje de Jimmy Cliff en la película ‘The harder they come’ (que aquí se tradujo ‘Caiga quien caiga’). “Fue un gran momento para mí, ya que me di cuenta de que son los compositores los que se llevan todo el dinero”, dijo. Nada más cierto.

No quisieron dejar de rendir homenaje a los pioneros del rock & roll, y por eso incluyeron su particular versión del ‘Brand new Cadillac’ que el gran Vince Taylor escribió en 1959. Esta gustaba a los cuatro, tanto que la usaron muchas veces para calentar antes de grabar; además, fue la primera de todo el Lp que estuvo terminada. “Antes de él no había rock & roll en Inglaterra. Fue un milagro”, sentenció Strummer. ¡Qué gran verdad!

Otro de los temas no escritos por ellos mismos es ‘Revolution rock’, cuya letra podría pasar, sin embargo, perfectamente por una típica de The Clash, de hecho, muchos de sus seguidores tardaron en darse cuenta de que era un tema prestado. El original es de un desconocido cantante jamaicano (de reggae, claro), Danny Ray, que lanzó el tema unos meses antes que los Clash.
La otra versión del álbum es ‘Wrong’ em boyo’, escrita por Clive Campbell (o Clive Alphonso) para un grupo vocal jamaicano llamado The Aces (también The Four Aces), que hizo voces en los discos de Desmond Dekker. El título del tema es jerga jamaicana difícil de entender incluso en Inglaterra; más o menos es chicos problemáticos, o chungos, o mal de la cabeza…, que se aprovechan y engañan. En todo caso es un ska trepidante, irresistible.
Inconfundible es la portada, con Paul Simonon a punto de estrellar su bajo contra el suelo. Es una foto tomada en el Palladium de Nueva York el 20 de septiembre de 1979, y no el 21, como hasta hace poco se creía, puesto que hace unos años se demostró concluyentemente que fue hecha el día 20. Esta emblemática portada está inspirada en la del primer Lp de Elvis, de 1956.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 18 de diciembre de 2019

MUERTES VIOLENTAS QUE MUCHOS CONQUISTADORES ESPAÑOLES ENCONTRARON EN AMÉRICA

Pedro de Valdivia es capturado por los indios mapuche, que lo sometieron a horribles torturas (cuadro de Nicolás Guzmán Bustamante)


El que se lanza a la aventura sabe que no hay tal sin riesgos. Así lo asumieron los españoles que se fueron a las tierras recién descubiertas en las primeras décadas del siglo XVI; iban en busca de la fama y la fortuna, pero a sabiendas de que su vida iba a estar continuamente en peligro. Y así sucedió, pues muchos de ellos encontraron allí la muerte, la mayoría en la batalla o tras ser capturados por los indios, pero también fueron muy numerosos los españoles que murieron a manos de otros españoles o los que, simplemente, desaparecieron para siempre
Las recién descubiertas tierras americanas fueron un foco de atracción para miles de españoles (y extranjeros enrolados en expediciones hispanas) en las primeras décadas del siglo XVI, puesto que la promesa de enriquecerse, de lograr fama y, en fin, de vivir excitantes aventuras fue irresistible para gentes que, en el Viejo Continente, tenía escasas posibilidades de mejora. Y también sabían estos arrojados aventureros que iban a correr peligros extremos, que habrían de enfrentarse a lo desconocido y que su vida estaría pendiente de un hilo permanentemente. De hecho, fueron muchos, muchísimos, los que dejaron allí sus huesos…
Pánfilo de Narváez (1478-1528) fue uno de los peores conquistadores; torpe, inepto, irresponsable…, un auténtico incompetente que, incomprensiblemente, encabezó gran cantidad de empresas, saliendo siempre con el rabo entre las piernas. Fue lo que se dice un chapucero de la conquista de América, de hecho, es posible que el término pánfilo (que etimológicamente significaba bondadoso) empezara a usarse como sinónimo de tonto, bobalicón o incompetente en honor a Pánfilo de Narváez. Su última expedición, a la Florida, fue un desastre desde que se empezó a preparar hasta su final. Después de infinitas penalidades y de enfrentarse a indios y entorno, hizo construir unas pequeñas embarcaciones con las que llegar al mar siguiendo uno de los muchos cursos fluviales. Una noche estaba tan cansado que decidió quedarse en la pequeña barca en lugar de ir con sus hombres a pernoctar a la playa. Fue su postrera estupidez, ya que se desató una tormenta que arrastró la embarcación al mar y Pánfilo de Narváez desapareció para siempre.
Pedro Alonso Niño (1468-1502) también fue engullido por el mar. Él y sus hermanos Francisco y Juan acompañaron a Colón en el viaje descubridor; la carabela La Niña era de su propiedad y fue bautizada así por razones evidentes. Piloto de gran valía y experiencia, tomó parte activa en algunas de las primerísimas expediciones, incluso por el norte de Sudamérica (viven por allí muchos Niño, e incluso el héroe de la independencia de Colombia, Juan Nepomuceno Niño, fue descendiente directo de Pedro). En el verano de 1502, no muy lejos de las costas de Santo Domingo, un huracán se tragó el barco de Pedro Alonso Niño (y otros de su flota), quien se desvaneció de la Historia, junto a otras personalidades, sin dejar el mínimo rastro. Triste final para un  hombre de su temple y valía.
Una de las principales causas de muerte de los expedicionarios españoles fueron las envidias, rencores, codicia y traiciones de otros españoles. Por ejemplo Francisco Pizarro (1478-1541), conquistador de Perú, protagonista de una de las mayores proezas bélicas de toda la Historia (la batalla de Cajamarca, en la que 168 españoles derrotaron a más de 30.000 indios) y responsable de haber dado una insidiosa muerte al inca Atahualpa. Pero también él iba a padecer la traición. Sus enemigos, partidarios y familiares de Diego de Almagro (previamente ejecutado por los pizarristas), lo fueron a buscar a su casa de Lima, donde lo atacaron varios a la vez, lo rodearon, él se defendió con destreza y bravura, pero lo  cosieron a estocadas, chorreaba sangre cuando cayó, entonces rompieron un vasija en su rostro y, finalmente, lo acuchillaron en el cuello…
Claro que, antes, el propio Francisco Pizarro tomó parte en la captura y ejecución de Vasco Núñez de Balboa (1475-1519), el primer europeo que vio el océano Pacífico. Protagonizó increíbles aventuras por tierras americanas, conoció a grandes caciques y se casó con la hija de uno de ellos, pero no pudo enfrentarse a las interesadas (y seguramente falsas) acusaciones de traición del gobernador Pedrarias Dávila. Pizarro tomó parte en la captura de Núñez de Balboa y lo entregó a Pedrarias, quien lo condenó a ser decapitado por traidor, cargo que el condenado negó vehementemente. Celos, envidias y codicia están detrás de la acusación. Subió al cadalso gritando que jamás había traicionado al Rey o a su gobernador, y mientras Pedrarias Dávila observaba la escena cobardemente escondido, el verdugo le cortó la cabeza con un hacha (a él y a otros cuatro). Francisco Pizarro logró así el favor del gobernador, el mencionado Pedrarias, para emprender la conquista del Perú…
El explorador y cartógrafo Juan de la Cosa (1550 ó 60-1510) acompañó a Colón en sus viajes y suyo es el primer mapa (que se sepa) de las nuevas tierras. Formó parte de varias expediciones al mando de Colón, Alonso de Ojeda y otros, e incluso él mismo capitaneó algunas. Después de diversos enfrentamientos con los indios de la actual Colombia, fue capturado, torturado y acribillado a flechazos; cuando otros españoles encontraron sus restos afirmaron que su cuerpo tenía tantas flechas que parecía un erizo, y también que los indios se habían comido parte de su cuerpo.
Pedro de Valdivia (1497-1553) es uno de los nombres más sonoros de la conquista. Experto en mil batallas en Europa, descubrió y conquistó Chile y fundó Santiago. Capitaneó numerosas expediciones y peleó en infinidad de escaramuzas (contra indígenas y contra españoles). En la batalla final, superado numéricamente por los indios mapuches y cansadísimo tras horas de lucha, es derrotado y hecho prisionero. Durante tres días fue salvajemente torturado, le cortaron partes de su cuerpo y se las comieron delante de él, y aun vivo le extrajeron el corazón y se lo comieron.
Y tampoco se puede olvidar a Juan Argüello, soldado de Hernán Cortés. Tras una tremenda batalla y sangrando por todo el cuerpo fue hecho prisionero por los aztecas; herido de muerte lo llevaban para presentar tan bravo guerrero a Moctezuma, pero murió en el camino, así que le cortaron la cabeza (grande, con barba larga y cerrada, pelo encrespado y alborotado y, seguro, expresión de fiereza). Pero el emperador azteca se horrorizó al ver lo el cabezón de Argüello y ordenó que no lo ofrecieran en templos de México… ¡Y qué decir de los que, en la Noche Triste, murieron ahogados por no querer desprenderse del oro que llevaban encima!
No, no fue aquella una empresa fácil, al revés, los que allí estuvieron vivieron las mil calamidades y fueron pocos los que participaron en aquella asombrosa aventura y murieron en la cama (como Hernán Cortés).  
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 15 de diciembre de 2019

CANCIONES RECHAZADAS POR LAS DISCOGRÁFICAS Y QUE LUEGO FUERON ÉXITOS MILLONARIOS


Las discográficas británicas rechazaron una y otra vez el 'Tubular bells' de Mike Oldfield, que luego salió en una compañía nueva y se convirtió en superventas
Todo el mundo comete errores, grandes errores, y no son pocas las veces en que se dejan pasar oportunidades claras. En este mundillo del rock & roll se pueden recordar equivocaciones calamitosas, por ejemplo cuando una discográfica rechazó a los Beatles porque, dijeron, este tipo de grupos no tienen futuro; como ellos, ¡cuántos fueron despreciados y luego triunfaron! Y también están los ejecutivos que no supieron ver el potencial de una canción, la dejaron pasar y, finalmente, se convirtió en millonaria.
Sí, se han dado casos en que un grupo o solista nuevo envía su grabación a la disquera pero no convence a los productores y directivos encargados de recibirla. Ya fuera porque no iba con las modas del momento, porque sonaba demasiado atrevida, por muy rompedora o porque el ejecutivo en cuestión tuviera menos visión que un topo, algunas canciones que luego alcanzaron puestos altos en las listas y ventas millonarias no llamaron la atención en sus primeras tentativas. Lógicamente, hubo quien sí supo ver un futuro éxito y aprovechó la oportunidad.
Un claro ejemplo es el superventas ‘More tan a feeling’ de Boston. El compositor, guitarrista y líder de la banda Tom Sholz tenía su propio estudio en el sótano, y allí grababa, arreglaba, mezclaba y trabajaba minuciosamente sus canciones; tan es así que él siempre quiso que lo que se publicara fuera exactamente lo que él grababa en su sótano. Cuando ya tenía el mencionado ‘More than…’ y otras que irían en su primer Lp, envió durante meses las cintas a todas las discográficas que pudo, pero siempre recibía respuestas como “este grupo no tiene nada que ofrecer” y similares. Hasta que alguien aceptó la propuesta, y el tema y el Lp llegaron a lo más alto, permanecieron en listas casi 150 semanas y se vendieron hasta que salió su siguiente álbum, años después. Cuando los que lo rechazaron escucharan y reconocieran el tema debieron palidecer de vergüenza. Y eso que el tema entra de inmediato.
Uno de los títulos que nunca envejecen es el icónico ‘American pie’ de Don McLean. Este tema fue acogido de inmediato por su discográfica, claro, pero no así su primer álbum ‘Tapestry’ (sí, como el de Carole King), que fue rechazado y devuelto al artista ¡en 72 ocasiones! Finalmente un novísimo sello, Mediarts, apostó por el joven cantautor neoyorquino y lo lanzó, logrando un discreto pero meritorio éxito. Poco después, esa pequeña etiqueta (con un minúsculo catálogo) fue adquirida por una multinacional, de modo que cuando McLean presentó su segundo Lp con el mencionado ‘American pie’, los directores aplaudieron con las orejas al que decidió comprar aquel pequeño sello en el que estaba el germen de un eterno superventas. Cierto que nadie rechazó nunca el ‘American pie’, pero sí despreciaron al artista que, un año después, habría hecho rico a quien hubiera apostado por él.
Un caso paradigmático de la ceguera de algunos presuntos expertos es el del más que clásico ‘Tubular Bells’ de Mike Oldfield. El multi-instrumentista realizó una primera grabación con la sección principal que ya contenía las melodías y no pocas de las complicaciones de esta singular pieza, una larga ‘suite’ prácticamente instrumental. En 1971 Oldfield envió la maqueta a la mayoría de las discográficas de Inglaterra, pero una tras otras todas rechazaron la obra sin contemplaciones: era muy larga, instrumental, ‘rara’, no iba con la tendencia del momento…Hasta que se topó con un tipo llamado Richard Branson que había montado un pequeño estudio de grabación en una casona y que acababa de fundar Virgin Records; aunque a Branson tampoco le gustó, lo dejó en manos de sus productores, que vieron posibilidades en aquel extraño proyecto. Un año tardaron en dar forma al ‘Tubular Bells’ que se conoce, y aunque Branson seguía sin estar convencido, debió ver algo en una obra tan distinta, y además, su sello aun no tenía ninguna referencia discográfica, así que se arriesgó, y acertó de lleno. No sólo subió hasta el número dos en Inglaterra y tres en Usa, no sólo vendió millones en todo el mundo, no sólo se convirtió en banda sonora de una película tan emblemática como ‘El Exorcista’, sino que aquello fue el despegue de la nueva empresa Virgin, que se expandió y diversificó sus actividades hasta convertirse en una enorme multinacional. Y Richard Branson en un magnate. Seguro que quienes despreciaron el trabajo de Mike Oldfield lo mirarán con envidia mientras se dan de cabezazos contra la pared.
‘I love rock & roll’ es el tema con el que Joan Jett alcanzó el éxito millonario en 1981. Sin embargo, la canción ya había recorrido un largo y tortuoso camino desde que la lanzó el grupo inglés The Arrows seis años antes; el caso es que al productor de la discográfica no le gustó y la relegó a la cara B, pero alguien le dijo que tenía fuerza, que debería ir en el lado A del single. A regañadientes accedieron los ejecutivos, con la mala suerte de que la prensa se declaró en huelga, lo que, sumado a la desidia de la disquera, llevó al tema al ostracismo. Al año siguiente Joan Jett estaba de gira por Inglaterra con sus The Runaways, vio a The Arrows en la tele, se interesó por ellos y se topó con el ‘I love r&r’; inmediatamente se lo propuso a sus compañeras y a sus productores, pero no le hicieron el menor caso; ella, sin embargo, veía un éxito en esa pieza, así que allí mismo grabó una primera versión. Ya en 1981, cuando Joan iniciaba su carrera en solitario, tituló así su primer Lp y colocó el tema como inicio del mismo. Resultado: número uno en medio mundo, millones de discos vendidos, título emblemático del rock americano…,  justo lo que dejaron pasar unos cuantos ‘cerebritos’. 
Tom Petty ya era una estrella cuando en 1989 inició su carrera en solitario, sin los Heartbreakers. Su primer Lp fue ‘Full Moon fever’, pero su sello, MCA, rechazó el álbum diciéndole a Petty ¡que no contenía ningún tema con visos de convertirse en éxito! Desengañado, se dedicó al prometedor proyecto Travelling Wilburys junto a  tipos tan diversos como Jeff Lynne, George Harrison, Roy Orbison y Bob Dylan. En estas, la discográfica MCA cambió la dirección y entraron nuevos directivos, productores y ejecutivos, los cuales escucharon el disco de Petty y les pareció sensacional, así que no le hicieron el menor retoque y lo lanzaron tal cual estaba. Como es sabido, fue el disco de Tom Petty de mayor éxito: cinco singles millonarios (incluyendo las maravillosas ‘Free falling’ y ‘I wan´t back down’) y más de cinco millones de álbumes vendidos sólo en Usa. Los que incomprensiblemente echaron para atrás canciones como las mencionadas debían estar sordos. O dementes.
CARLOS DEL RIEGO

jueves, 12 de diciembre de 2019

GRANDES CATÁSTROFES Y EXTINCIONES MASIVAS QUE LA TIERRA SUPERÓ


A lo largo de su historia geológica, y por diversas causas, la Tierra ha pasado por episodios infinitamente más devastadores que el actual, y la vida siempre se recuperó
La conservación y el cuidado del entorno están entre las principales preocupaciones de las sociedades avanzadas. Es evidente el deterioro medioambiental, la sobreexplotación de todos los recursos, la contaminación de tierras, mares y atmósfera, la deforestación masiva… Todo esto es innegable y, sin embargo, hay quien lo niega. Pero también está el que exagera y predice pavorosas apocalipsis que destruirán el planeta..., cuando lo cierto es que la Tierra ha superado situaciones infinitamente más catastróficas
El que niega los excesos que se están cometiendo con el medio ambiente es como el que no ve porque no quiere abrir los ojos. Y los que exageran la situación y auguran un próximo cataclismo apocalíptico son como los que, a lo largo de la historia, han predicado el inminente fin del mundo. La realidad es que por mucho que los hombres ataquen la biosfera, jamás alcanzarán los niveles de devastación por los que ha pasado la Tierra en el pasado, puesto que jamás llegarán al uno por cien de uno solo de los cataclismos que se han sucedido: para entonces ya habría muerto todo ser humano y, por tanto, no podría generar más destrucción.
La Tierra tienes dos factores a su favor, la resistencia y obstinación de la vida por perdurar, y el tiempo. Y es por ambos factores que el planeta conserva biodiversidad a pesar de haber sufrido los más pavorosos cataclismos  La Geología señala múltiples situaciones catastróficas en los últimos 600 millones de años, las cuales han provocado extinciones masivas. En el paso del período Ordovícico al Silúrico (Paleozoico), hace entre 450 y 550 millones de años, se produjo la primera extinción masiva de que se tiene noticia; entonces sólo había animales complejos en el mar y, aunque no se tiene mucha idea de qué fue lo que la provocó (explosión de supernova, glaciación, deriva continental…), sí que se da por cierto que desaparecieron alrededor del 85% de las especies. Tampoco está muy claro cuánto duró, pero lo que sí es más que evidente es que, con el paso del tiempo, la Tierra volvió a desbordar biodiversidad.
Se suele llamar la Gran Mortandad a la extinción que se produjo entre el período Pérmico y el Triásico (o sea el paso del Paleozoico al Mesozoico), hace unos 250 millones de años; las causas tampoco se conocen con exactitud: impacto de meteoritos, monstruosas erupciones volcánicas por todo el planeta, terremotos y maremotos…, aunque también existe la teoría de que fue una combinación de todo ello, e incluso que las catástrofes fueron consecuencia del bombardeo de meteoritos. Fuera lo que fuese acabó con cerca del 95% de las especies marinas y alrededor del 75% de las terrestres. Pero poco más de un millón de años después todo terminó, escampó, y menos de otro tanto después volvía el planeta a desbordar vida.
La más famosa de las cinco extinciones masivas que se han producido es la ocurrida hace unos 65 millones de años (en el paso del Mesozoico al Cenozoico), que es la que acabó con los dinosaurios y otras muchas familias zoológicas, pues se calcula que desaparecieron el 75% de las especies que entonces albergaba la Tierra. Se tiene como causa principal el impacto de un enorme asteroide o de unos cuantos más pequeños, aunque no se puede asegurar nada al cien por cien. Tampoco hay seguridad sobre cuánto duró aquella catástrofe, pero es indudable que un día el cielo se despejó y la vida renació con toda potencia.
Son los más devastadores episodios por los que ha pasado el tercer planeta del Sistema Solar (al menos de los que se tiene noticia), y tienen una cosa en común: con el tiempo de su parte, el Planeta Azul se recuperó, una y otra vez, sin importar la magnitud y consecuencias de la catástrofe, siempre se recuperó y devolvió a la biosfera las condiciones necesarias para que la vida volviera a abrirse camino, desarrollarse y propagarse por tierra, agua y aire.
Lo que está claro, lo que nadie puede negar, es que la actual situación es notablemente más leve que cualquiera de aquellas, por lo que decir que ‘el hombre está destruyendo el planeta’ es, simplemente, falso. Y, por otro lado, jamás la mano del hombre será capaz de generar tantísima destrucción, ya que mucho antes habrá desaparecido. En fin, el planeta como tal no corre peligro, pero sí la Humanidad, su organización y cultura y parte de su biodiversidad.
CARLOS DEL RIEGO

lunes, 9 de diciembre de 2019

MEDIO AMBIENTE: EL ROCK LLEGÓ ANTES

Desde su etapa con Beatles, Paul McCartney siempre ha mostrado su preocupación por el medio ambiente


Una de las causas que más capacidad de movilización tiene actualmente es la preocupación por el medio ambiente, por el cambio climático, por la contaminación. Y aunque existen mares de demagogia y manipulación en torno al asunto, es innegable que el problema (sea o no tan inminente como dicen algunos) es una evidencia. Los poderosos (políticos, empresas, entidades sociales, económicas, deportivas…) se han apuntado en masa y a última hora a la tendencia, mientras el rock & roll lleva mucho hablando de ello
Este asunto se ha convertido en una de las máximas preocupaciones de la sociedad, y es por eso que los políticos (y todos los que quieren aprovechar el tirón publicitario que puede tener) se han subido inmediatamente y en tropel al carro de la lucha contra el cambio climático, el calentamiento global o, en fin, al cuidado y mantenimiento del planeta. Los músicos de rock, por el contrario, llevan mucho tiempo aireando su preocupación por el problema. Desde hace décadas hay abundancia de grupos y canciones que, de un modo u otro, han prestado atención a la conservación, han mostrado su preocupación por el deterioro medioambiental y, en fin, han puesto música a su inquietud por la contaminación y el desgaste que la actividad humana impone al paisaje (recuérdese que todo eso es preocupante para el hombre, su organización, su sociedad, pero para el planeta apenas es un rasguño y, además, tiene miles de millones de años para recuperarse).
Unos como tema recurrente y otros de modo más ocasional, raro es el autor que no ha escrito una pieza pensando en el mantenimiento de esta casa esférica o denunciando los excesos de los inquilinos. Ya en los sesenta del siglo pasado (en realidad, todo lo que tiene que ver con el pop, el rock y derivados procede de ahí) quienes estaban en primera línea tuvieron la clarividencia de hacer canciones en torno a esos argumentos. The Beatles (no pueden faltar) en su extraordinario ‘Álbum blanco’ (1968) incluyeron la preciosa ‘Mother nature´s son’; pieza ligera, con matices de la India, acústica y cristalina en la que McCartney señala la belleza natural que le rodea, el campo, las flores, el sol…, así como su deseo de unirse a la naturaleza como hijo suyo que es; una canción encantadora. Más o menos de la misma época es el elocuente ‘Earth anthem’, o sea, el ‘Himno a la Tierra’ de The Turtles, una pieza muy espiritual con texto evidente: “No somos más que una isla en un océano, esta es nuestra casa (…) Para mantenerla siempre verde me gustaría dar mi vida”.
El converso Cat Stevens siempre tendió a los ambientes filosóficos, tiernos y bienintencionados; en su Lp ‘Tea for the tillerman’ incluyó el ‘¿Dónde van a jugar los niños?’, en la que su voz rasgada es exigida como nunca, con su inseparable guitarra y su sempiterno contexto de ‘paz y amor, hermano’; en esa canción de 1970 viene a decir que hemos construido ingenios que viajan por el espacio y construido más y más alto, pero ya no quedan sitios donde jueguen los niños... Poco más tarde Ian Anderson concibió para Jethro Tull otra partitura que parece mecer al oyente, el ‘Wond´ring again’ (1971); se trata de una obra de gran lirismo, lenta, corta y suave en entorno bucólico; sin embargo, el texto es una ironía acerca del modo de vida consumista alentado por los políticos, a lo que se une la superpoblación; entre sus versos destaca “Los recursos naturales son cada vez menores y nadie envejece”.
Los australianos Midnight Oil publicaron un buen número de canciones con el medio ambiente como fondo. La banda del intimidador Peter Garret (que además de músico es o ha sido político del Parlamento Australiano e integrante de Greenpeace) han tenido la causa conservacionista y ecologista como prioridad en sus letras; su gran éxito ‘Beds are burning’ (1988) denuncia el desprecio que se tiene con las tribus y sociedades que hasta hace poco vivían aisladas de la civilización occidental, y concretamente delata el pésimo trato que la sociedad y el gobierno australianos ha dado a los aborígenes. Ya en los noventa, el gran Steve Forbert escribió una pieza cargada de fuerza expresiva (aunque apenas tenga acústica, armónica y voz), el ‘Good planets are hard to find’, o sea, los planetas buenos son difíciles de encontrar; en ella, el cantante, compositor y guitarrista de Mississippi viene a señalar lo extraordinario de la Tierra, lo casi imposible que es encontrar un sitio en el que, como éste, se den todas las circunstancias para que exista vida.
A finales del XX Manu Chao iniciaba su carrera en solitario con el celebrado álbum ‘Clandestino’, en el que el hispano-francés hablaba a ritmo de ska-rock (entre otros) sobre sus temas favoritos: la solidaridad, el mestizaje, las desigualdades, la maldad del sistema…, y también el cuidado de la Naturaleza; ‘Por el suelo’ presenta una Tierra decaída, abatida, triste, una madrecita a la que nadie hace caso y que se muere porque no se la respeta; “mamacita te vamos a matar (…) Pachamama me muero de pena” son algunas de sus reflexiones (Pachamama viene a ser ‘Madre Tierra’ en algunas culturas americanas precolombinas).
También el malogrado Michael Jackson puso su talento al servicio del conservacionismo, de modo que son unas cuantas las composiciones que ideó pensando en el medio ambiente. Una de ellas es la genial ‘Heal the World’ (1991), que con matices y coloración negra (va del góspel al soul) desliza por una melodía brillantísima proclamas de hermandad; de hecho, la idea del título, ‘Cuida el mundo’, se refiere más a un mundo presidido por el amor fraternal, aunque no deja de preguntarse “¿Por qué seguimos estrangulando la vida y herimos esta Tierra?”. El propio genio de Indiana, autor y productor de este magnífico tema, declaró que era la canción de la que más orgulloso se sentía.
En realidad, las causas solidarias y benefactoras (para la Tierra y sus habitantes, humanos o no) han encontrado en la música pop y rock un potente altavoz que difunde mensajes y gana adeptos, y que revisa todos los aspectos y puntos de vista del asunto.
CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 4 de diciembre de 2019

EL VERDADERO ROBO DE LA NIÑEZ DE LA NIÑA VINA-GRETA, PRÓXIMO JUGUETE ROTO

Asombra que los líderes mundiales se postren ante una chica sin conocimiento ni experiencia como si se tratara del máximo experto mundial en medioambiente


La adolescente sueca con expresión avinagrada, Vina-Greta, llega a Madrid como la estrella, como la cabeza de cartel del festival-cumbre del clima. También actuarán otras grandes figuras internacionales: jefes de estado, ministros y representantes de un buen número de gobiernos (incluyendo el Vaticano), expertos y especialistas en todo lo relacionado con el asunto, el Secretario de la ONU…Un festival de los grandes encabezado por la máxima atracción mundial del momento
Cierto que faltan algunos primeros espadas, pero el cartel ha congregado a una buena representación política, económica, social, medioambiental, oenegés…, Todos ellos (la mayoría verdaderamente poderosos) vienen como hechizados por el flautista de Hamelín, detrás de una joven con cierta discapacidad mental que, por otro lado, carece de un conocimiento profundo acerca de Climatología y materias afines, o sea, carece de la mínima autoridad científica para aportar algo verdaderamente fiable y valioso al problema que se trata; además, tampoco se sabe que se haya pasado días enteros recogiendo basura de una playa, retirando plásticos del mar o limpiando bosques, o sea, tampoco tiene autoridad moral; y, dicho sea de paso, llega contaminando como el que más en su viaje (lanchas de apoyo, helicóptero, tren diesel…). En otras palabras, la aportación de la adolescente sueca a la solución de la cuestión no va más allá de lo estrictamente emocional; casi igual que el mamotreto de Al Gore, que no contribuyó en nada y consiguió el premio Nobel…, que es, casi seguro, uno de los objetivos de Vina-Greta. Y de sus padres, que son quienes realmente mueven los hilos y los culpables de lo que pasará con la chica.
Esos padres (expertos en todo lo relacionado con el escenario y el show-biz) son como los que obsesionan, obligan y esclavizan a sus hijos e hijas con los concursos de belleza, con los castings para cualquier espectáculo e incluso, como tantas veces ha pasado, con trabajos de adulto que persiguen objetivos de adulto. Así se roba la infancia a un niño. De este modo sus padres le han robado la infancia a la niña de mirada torva y amenazante. La llevan de un sitio a otro haciéndole creer que es algo así como la elegida, la nueva mesías, la salvadora del planeta, pero en realidad tiene más que ver con un fenómeno de feria. Lo malo es que eso de impedir que un niño o un adolescente viva como niño o adolescente trae, casi irremediablemente, perversas e indeseables consecuencias. No hay más que recordar otros niños convertidos en profesionales de éxito y obligados por sus padres a trabajar como profesionales. Así, el padre de Mozart llevó al niño Wolfgang por toda Europa exhibiendo su (esta vez sí) enorme talento. Al igual que Joe Jackson, el padre del niño Michael que debería haber pasado su infancia en clase y jugando con sus amigos, pero se la pasó en el estudio de grabación, haciendo una y otra y cincuenta tomas de esta melodía, ensayando pasos de baile, pasándose horas y más horas haciendo promoción de ciudad en ciudad… Ambos se vieron obligados a trabajar como adultos siendo niños, y ambos fueron profundamente infelices y murieron muy pronto. Algo parecido sucedió con otros niños que trabajaron como adultos: Judy Garland comenzó con 3 años y antes de cumplir 18 ya era drogadicta, bebía hasta desmayarse, perseguía a todo lo que llevara pantalones, padeció varias crisis nerviosas y más de un intento de suicidio, y murió de sobredosis con 47 años; Macaulai Culkin debutó con gran éxito con 5 años (‘Solo en casa’) y antes de los 20 ya había sido drogadicto, pasado por varias clínicas de desintoxicación, ingresado en la cárcel, casado y divorciado…
Ese es, generalmente, el destino de los niños que triunfan y trabajan como adultos; y aunque en esta ocasión se trate de una adolescente, las consecuencias serán similares (sobre todo teniendo en cuenta su discapacidad). Si además de la explotación a que sus padres la están sometiendo se tiene en cuenta que sus ‘esfuerzos’ van a tener escasos o nulos resultados (y en todo caso estos serán a muy largo plazo) es fácil deducir que la frustración y desesperación terminarán por apoderarse de la infeliz y manipulada niña-Greta con, seguro, desagradables resultados. Ojalá no sea así, pero todo indica que pronto será juguete roto.
Y dicho sea de paso, ¿no hay problemas más acuciantes a los que dedicar tanto tiempo, energía, ilusión, dinero y esfuerzo?, ¿no hay niños que va a morir mañana de desnutrición?, ¿no hay niñas de diez o doce años que mañana van a ser obligadas a casarse con tiparracos de cincuenta? La vida de unos y otras corre peligro inminente, mucho más que el que corren los hijos de los que se rasgan las vestiduras por los vertidos en tierra, mar y aire y que, además, predican lo contrario de lo que practican.
Por último, se dice que los padres de la infeliz Vina-Greta están adiestrando a la hermana pequeña para convertirla en la próxima abanderada del feminismo mundial, y ello a pesar de que los trastornos que aquejan a Beata (que así se llama) son más serios que los de la actual lideresa del ecologismo mundial.
 CARLOS DEL RIEGO

domingo, 1 de diciembre de 2019

ALGUNAS CANCIONES REPETITIVAS REPETITIVAS REPETITIVAS

Al igual que la música rock, casi todas las artes (como esta obra de Warhol) han usado la repetición para enfatizar el mensaje


Una de las pegas que muchas veces se ponen al rock & roll es que suele tender a lo repetitivo, es decir, a insistir machaconamente con un estribillo, una frase, una secuencia melódica. Esa redundancia es, la mayor parte de las veces, mínima e incluso necesaria, mientras que hay canciones en que la repetición es casi su razón de ser, de modo que su gracia está precisamente ahí; pero también las hay que llegan a resultar cargantes por insistir obsesivamente en el mismo verso
Muchas de las grandes canciones de la historia del rock usan la repetición, dentro de un límite, para enfatizar un mensaje, darle fuerza y contagiar al oyente, que termina por corearla. Sin embargo, no toda repetición da resultado, sino que ha casos en que termina por cansar e incluso molestar. Como casi siempre, unas veces la cosa funciona y otras no. Aquí van algunos títulos bastante conocidos en los que la insistencia tiene gracia y otras que no tanto.
Una de las primeras canciones basadas en la reincidencia es el clásico ‘Surfin’ bird’ que lanzó la banda de garaje-rock The Trashmen en 1963. Sobre un ritmo trepidante, la letra repite una y otra y otra vez “todo el mundo ha oído hablar del pájaro, pájaro, pájaro, pájaro es la palabra, ¿no sabes algo del pájaro?, todo el mundo ha oído hablar del pájaro, pájaro, pájaro, pájaro…”, y así es toda, toda la letra, bueno, rompe para hacer “papapapapapa, me me me, papapapa” y luego vuelve a las andadas. Lo curioso es la canción no cae pesada, al revés, se escucha con una sonrisa y con mucho ritmo en los pies. Llegó al número 4 de las listas; pocas veces un texto tan ‘intelectual’ ha llegado tan alto, tan alto.  
Otra del mismo año que repetía y repetía era la versión de ‘Louie Louie’ (la original era de Richar Berry, de 1955) que The Kingsmen convirtieron en todo un clásico infinitamente adaptado y readaptado. A pesar de su texto absurdo, casi inconsciente, el FBI la investigó por entender mensajes subversivos (¿). Y eso que la mayor parte de la letra es “Louie Louie, me tengo que ir, ye ye ye, Louie Louie, me tengo que ir, Louie Louie, o baby, me tengo que ir”; además, habla algo de una niña que le espera, un barco que navega…, y ‘Louie Louie, me tengo que ir”. Suficiente para hipnotizar a cientos de artistas de todo pelaje, desde Bowie a MC5, de Frank Zappa a The Clash, de Tina Turner a Sisters of Mercy… Todos se divirtieron con tal simpleza. Y es que, cuando suena ¿quién se resiste, quién se resiste a corear lo de ‘Louie Louie, me tengo que ir’?.
Pero la cima del minimalismo vocal es el tema ‘Yeah yeah’ del grupo punk-pop The Revillos (anteriormente The Rezillos), una divertidísima banda escocesa que mezclaba punk, rock, pop, surf, new wave con mucho encanto y atractivo. Un ritmo arrollador preside el tema, cuyo texto es, exclusivamente, ‘yeah yeah’, un discurso sólo interrumpido por los redobles, los guitarreos y los gritos. Sorprendentemente, como son poco más de dos minutos de “yeah yeah, yeah yeah yeah’, tampoco cansa.
Una cuya frase-título llega a caer verdaderamente pesada es el ‘Why can´t we be friends?’ (1975) del grupo funk War, que la ideó con ritmo reggae; luego ha visto otras versiones, alguna acelerando hasta el ska, como la de Smash Mouth. Pero siempre se insiste en ese ‘¿Por qué no podemos ser amigos?’ El texto dice esa frase cuatro veces, luego un verso, cuatro veces, otro verso, otras cuatro veces…, y al final otras diez, veinte veces; en unos tres minutos de canción ‘Why can´t web e friends’ se escucha, se repite, se repite más de cuarenta veces, veces. Sí, es una repetición cargante (al menos para algunos).
Un grupo cuyas canciones tendían casi siempre a insistir machaconamente con una frase, a reiterar el estribillo hasta el fastidio era Police. Algunas de sus mejores canciones se antojan lastradas por una duración innecesariamente  larga, como si repitiendo y repitiendo buscaran superar un tiempo mínimo. Por ejemplo, en su primer Lp (1978), en temas como ‘So lonely’, dos palabras que suenan y resuenan a lo largo de los casi cinco minutos que dura, la primera vez unas quince veces, la segunda más de veinte; igualmente ocurre con ‘Roxanne’ que dice: “Roxanne, enciende la luz roja” seis veces, ocho veces seguidas…, en ocasiones da la impresión que no va a terminar nunca. El trío británico era propenso a insistir, reiterar, machacar frases como ‘Sending out an SOS’ en ‘Message in a bottle’, o el balbuceo de “De do do do, de da da da’, es todo lo que quiero decirte”. Tal vez en su momento la insistencia pasó desapercibida, pero hoy cansa (al menos a algunos).
También se puede recordar que en la música clásica no faltan ejemplos de reiteración obsesiva, como el célebre ‘Bolero’ de Maurice Ravel.
Sí, hay canciones que porfían y perseveran excesivamente en una locución. A algunas de ellas la insistencia no les cae mal, incluso forma parte de su esencia, pero a otras les sienta mal, verdaderamente mal. Tanto como a los condenados a repetir una y otra y otra vez unas elecciones… 
CARLOS DEL RIEGO