domingo, 29 de octubre de 2017

FATS DOMINO Y GEORGE YOUNG, INFLUYENTES SECUNDARIOS. Dos nuevas bajas en el planeta del rock. Fats Domino y George Young, imprescindibles arquitectos del rock & roll, no tienen la consideración de grandes estrellas, a pesar de lo cual influyeron de modo decisivo en la creatividad de primeras figuras del género.


George Young brilló en todas las facetas del rock, cantante, teclista y guitarrista, compositor, productor..., pero siempre será recordado como 'el hermano de'
Fats Domino fue uno de los arquitectos del rock & roll
Apenas hay semana en que el mundo del rock & roll no lamente la pérdida de alguno de sus más ilustres personajes, casi siempre veteranos de los tiempos heroicos. En esta ocasión se trata de dos nombres de gran relevancia y poder de influencia, aunque no puede decirse que fueran grandes estrellas mediáticas: el estadounidense Fats Domino, uno de los primeros diseñadores del rock & roll, y el escocés George Young, un tipo nacido para esto y que brilló en todas las vertientes del negocio.

Todo el que esté interesado por este tipo de música no tendrá problemas para identificar, al menos, tres o cuatro títulos del orondo cantante, pianista y compositor de Nueva Orleans. Pero además de su mérito como adelantado y de sus piezas históricas, Fats (Antoine) ejerció un poderoso influjo en algunos de los que, andando el tiempo, se convirtieron en permanentes números uno, como The Beatles. Tal cosa se deja notar sobre todo en los primeros momentos del cuarteto (cuando tiraban más de versiones), pero cuando le rindieron el gran homenaje fue cerca del final, y precisamente con la canción ‘Lady Madonna’. Esta injustamente menospreciada canción viene a ser un reconocimiento al rock & roll de dicha ciudad a través de Fats Domino; Paul McCartney siempre ha admitido (y con orgullo) que dicho tema tiene no poco del ‘Blue mondey’ del pianista (además también enumera los días de la semana), y que el sonido del piano y, sobre todo, el timbre de su voz, tratan de emular los modos y modulaciones de Domino: no hay más que escuchar el ‘Ain´t that a shame’ de Fats y luego el mencionado de Beatles para encontrar el parecido. Logró éxitos que sonarán siempre, pero tal vez su principal mérito sea lo que causó en posteriores creadores. Ah!, y no hay que olvidar que un tal Van Morrison le dedicó explícitamente el tema ‘Domino’, “a quien yo escuchaba en casa antes de ir a clase”, confesó el irlandés.   

El compañero de viaje final del estadounidense es, a pesar de su excelente hoja de servicios, menos famoso entre el gran público que el anterior, pero George Young también tiene mucho bagaje que presentar. Lo curioso es que siempre será recordado como ‘el hermano de’. Escocés de nacimiento y australiano de adopción, mientras sus hermanos jugaban en el patio del colegio él ya había fabricado un éxito mundial como fue el siempre fresco ‘Frydeay on my mind’ de sus Easybeats; tal fue la importancia de esta brillante melodía que el propio David Bowie la incluyó en su álbum de versiones ‘Pin ups’ (1973), en cuya contraportada explicaba en primera persona y de su puño y letra: “Estas son mis canciones favoritas del periodo 64-67 en Londres…”; que un tipo con la capacidad creativa de Bowie elija y diga tal cosa sobre un tema que tú has compuesto debe resultar muy muy halagador. También supo George Young apuntarse a las nuevas corrientes como autor y productor (casi siempre con su colega Harry Vanda), logrando otros éxitos mundiales e incluso tomado parte en la aparición de aquello de la ‘new wave’ y del techno pop con los poco recordados Flash & the Pan (recomendable el ‘Walking in the rain’ o el ‘ Media man’). Sin dejar sus proyectos personales, y dado que sus adolescentes hermanitos Malcom y Angus también soñaban con el rock, George les explicó de qué iba esto y cómo funcionaba el negocio, les ayudó a poner en marcha el proyecto AC DC, luego les produjo sus primeros discos y, en fin, los colocó en la buena dirección. El resultado de este padrinazgo es de sobra conocido, y tal vez por ello el gran compositor, cantante, guitarrista, pianista, productor y sabelotodo del rock, siempre sea asociado a sus hermanos pequeños y recordado como ‘el hermano de’.

No cabe duda de que Fats y George lograron abrir nuevas vías artísticas y desencadenar la creatividad de otros músicos que, gracias a ellos, impulsaron el rock & roll en muchas direcciones. Fueron decisivos y la música popular sería hoy distinta sin ellos, pero pocas veces se colca a uno o a otro en el giradiscos, cedé o cualquier utensilio que se use. Si acaso a través de sus ilustres admiradores. Es así.    


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 25 de octubre de 2017

EL FUROR DEL CONVERSO Y LOS ‘CATALANES VIEJOS’. En la Cataluña actual (X-17) se observan escenas y situaciones que se ajustan a lo que se entiende por esperpento. Así, hay conversos (ni nacidos ni con ancestros allí) que dan lecciones de catalanidad a catalanes de varias generaciones.

Con total seguridad, muchos Pérez, García o Fernández integran gran parte de la turba vociferante y agresiva.

La figura del converso retrotrae a aquella época en que, en España, el cristiano viejo, o sea, el que lo era desde siempre, miraba por encima del hombro al converso, al cristiano nuevo convertido recientemente (muchas veces por obligación); para compensar, éste trataba de hacer más méritos y así demostrar su convencimiento y fanatismo; a esto le llamaban el furor o el celo del converso. Tal situación se está produciendo actualmente en Cataluña, donde gran parte de su población, tanto de catalanes viejos como de conversos, parece haber roto toda relación con la lógica y la razón.

Un mesetario que hace años emigró a esa región del noreste vuelve a su tierra cada verano. Hace un par, después de los saludos y parabienes, y metidos en tertulia, le preguntan sus paisanos que qué hay de eso de la independencia, a lo que él responde con un rictus de melancolía: “¡nos han robado tanto!” Silencio. “Pero a quiénes”, vuelven a preguntarle; “pues a los catalanes”, contesta él. Más silencio. Ante las caras de sus interlocutores, el converso explica que él ya se siente catalán, que se identifica con el catalanismo y, más aún, que España y los españoles odian, persiguen y desprecian su cultura y su idioma, y viven a costa de su trabajo y prosperidad, y que no les dejan vivir en democracia y libertad… Alguien empieza a dar razones pero a los pocos segundos se da cuenta de que el neocatalán no escucha, no atiende, como si estuviera obligado por su nueva fe a no tener en cuenta ningún argumento, ninguna explicación por razonable y evidente que sea. Los ánimos se encienden, y cuando uno de los presentes le asegura que “llegará el día en que el catalán viejo no te necesite, desee lo que tú tienes o no esté de acuerdo contigo, y entonces te llamará charnego”, él responde: “¿Veis como nos odiáis?”. Ante la incredulidad de los que fueron sus amigos, el converso se levanta y se va. Desde entonces no ha vuelto.  

Pero además de ciudadanos de a pie, también personajes de relevancia, como el cantante Manolo García (cuyo segundo apellido es García-Pérez), asumen las tesis independentistas, dando a entender que sí, que Cataluña es exclusivamente de los catalanes y, por tanto, tienen derecho a violar las leyes españolas, y que la ‘historia’ muestra la sucesión de agravios de todo tipo que han sufrido los pobres catalanes. Otro ejemplo es el ex jugador de baloncesto Xavi Fernández Fernández, que hubo de ser desalojado a la fuerza de un falso colegio electoral el 1-X porque se situó fuera de la ley. Es como si, en un partido, el árbitro le pita la quinta personal, pero él se niega a abandonar la cancha al considerar injusta la falta y, además, al tener a gran parte del público con él; entonces el árbitro avisa al delegado de campo que si ese jugador sigue en pista el partido no se reanuda, así que el delegado le pide a la policía que saque al jugador, el cual se resiste y es sacado a la fuerza…; posteriormente declara que la brutalidad policial le privó de ejercer su trabajo, que la democracia está por encima de la ley y que, por tanto, como la mayor parte del público estaba en contra de la decisión arbitral, él tenía derecho a seguir jugando… Los dos personajes, Manolo y Xavi, catalanes de nacimiento, no de ancestros, son elocuentes muestras de conversos dispuestos al sacrificio para que no quede duda sobre su catalanismo. Es de suponer que, en caso de que los padres de ambos hubieran emigrado a Madrid (desde Albacete y Cantabria), actualmente estarían echando pestes de los independentistas.

Es el furor del converso, que se siente obligado a demostrar continuamente su adhesión a la nueva fe, es decir, cree necesario ir más allá que los que nacieron en esa fe. Estas circunstancias se vieron hace siglos en España, cuando musulmanes y, sobre todo, algunos judíos se convertían al cristianismo de un modo fanático e intransigente. No hay que olvidar que el Inquisidor General Tomás de Torquemada, martillo de desafectos y sospechosos, descendía de conversos. 

De este modo, se dan situaciones esperpénticas, delirantes: catalanes de nacimiento y de ascendencia se ven insultados, amenazados, perseguidos por conversos que, nacidos en otras partes de España y/o apellidados García, Pérez o Fernández, son los encargados de entregar los carnets de catalanidad, puesto que se ven con toda la autoridad para decidir quién es el buen catalán y señalar al que no lo es… Así, uno de cuna y estirpe pero tan español, comentaba que últimamente sale de casa acongojado, y que desde hace unas cuantas semanas ha sido seguido varias veces por un grupo de vociferantes independentistas, la mayoría de los cuales le son conocidos, vecinos que inmigraron humildemente hace unos años y que hoy se niegan a hablar en español, criaturas que muestran una rabia contra su tierra natal que resulta desconcertante, inquietante. ¿Qué transformación ha sufrido su percepción de la realidad? Si en lugar de a Cataluña hubieran emigrado a Arabia Saudí ¿prohibirían a las mujeres salir de casa solas?, y si hubieran llegado a Sudáfrica en los años setenta del siglo pasado ¿serían racistas partidarios de la segregación?   

Y también está, evidentemente, el caso de los catalanes viejos autoconvencidos de tener la exclusiva de la verdad…, aunque también hay otra razón. Perfecto ejemplo es Guardiola, el ex futbolista. Se trata de un personaje que ha demostrado su enorme hipocresía y venalidad: declara haber sido independentista desde siempre, sin embargo no dudó en vender sus ideas ante el primer plato de lentejas que se le presentó: sus fuertes convicciones no lo fueron tanto cuando tuvo que defender los colores del “estado opresor y antidemocrático”. Este hombre demuestra, en cuanto tiene ocasión, que es un analfabeto funcional (o está muy cerca), pues de otro modo no se entiende que trate de dar lecciones de democracia a España mientras se codea jubiloso con jeques y representantes de países en los que la democracia y los derechos humanos, la igualdad y la libertad son ideas “degeneradas”. Claro que el hoy entrenador tiene otros motivos más ‘comprensibles’ para explicar su desprecio por las leyes españolas (esas que le han permitido llegar a donde ha llegado): algún que otro familiar cercano está cobrando siete de los grandes al mes en una de esas falsas embajadas de Cataluña… Y esta es otra: los miles y miles de ‘colocados’ por su ideología en puestos apetecibles, con grandes sueldos y escaso esfuerzo; lógicamente, todos estos son los más interesados en que continúe el chiringuito, pues de otro modo se acabaría el chollo. ¿Y los cadáveres monetarios que tienen tantos politicastros separatistas en el armario?


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 22 de octubre de 2017

FREDDY, JOEY Y GEORGE SE PLANTARON ANTE LA MUERTE CON ELEGANCIA Y VALENTÍA. Cada pocas semanas se tiene noticia de la muerte de un veterano del rock debido, como es lógico, a las mismas causas que los demás. Pero algunos, ante la seguridad de su próximo fin, mostraron su categoría humana, como Freddy, Joey y George.

George, igual que Freddy y Joey, mostró su categoría humana hasta el último instante de su vida.

La cosa más segura del mundo es que, tarde o temprano, todos los que pisan este planeta terminarán en manos de la Parca. Pero existe una situación en la que el interesado se ve obligado a asumir, sin la menor duda, que la susodicha ya está llamando a la puerta; tal certeza han de afrontar los que, desgraciadamente, tienen su organismo invadido por el cáncer u otro mal incurable. En ese momento en que ya no hay duda de que el final es cosa de unos días, muchos se derrumban, otros se adelantan a su destino y, también otros muchos, engrandecen su figura plantándose sin miedo ni autocompasión ante lo inevitable. Esto se ha dado también entre algunos músicos de rock que han dejado claro, en situación tan límite, su valentía y elegancia ante la guadaña. Así, pueden citarse los casos de Freddy Mercury, Joey Ramone y George Harrison. 

Uno de los más grandes iconos del rock & roll de todos los tiempos (y por tanto uno de los que más tenía que perder) es el inolvidable solista de Queen, Freddy Mercury (1946-1991). Es de dominio público que contrajo el sida en un momento en que apenas se sabía nada ni, desgraciadamente, se tenía idea de cómo combatirlo. Sus últimos meses de vida fueron un auténtico calvario, pero como recuerda su compañero el guitarrista Brian May, “jamás se quejó, jamás se compadeció de sí mismo, nunca gemía diciendo que su vida era terrible”, al revés, “siempre mostró un coraje asombroso”. Como es sabido, una de las últimas canciones que grabó, cuando los efectos de la enfermedad eran dolor e incapacidad, fue la vitalista ‘The show must go on’, el espectáculo debe continuar; de ese modo, el invencible cantante deseaba demostrar que sí, que él se iba, pero que no era el fin del mundo, que todo debía seguir, que nadie lo lamentara…, que la vida continuaría sin él. En aquellos durísimos momentos Freddy estaba debilísimo, apenas podía tenerse en pie e incluso vocalizar; cuenta May que su estado era tal que prácticamente tenían que llevarlo en brazos hasta el micrófono, sin embargo, él sacaba fuerzas de nadie sabe dónde, sobre todo en la grabación de esa elocuente canción, que él cantó como en sus mejores tiempos, con su mejor voz, con una energía increíble, tanto que todos los presentes quedaron asombrados ante su increíble esfuerzo y presencia de ánimo. El gran Freddy Mercury se fue enviando un mensaje que podría interpretarse como “yo soy cantante y cantando moriré, no tengo miedo ni quiero compasión”. No cabe duda, era mucho más grande de lo que todos veían.

Conducta y actitud similar exhibió otra figura del rock, Joey Ramone (1951-2001), vocalista del arrollador grupo neoyorquino. Afectado por cáncer linfático (linfoma) desde hacía años, procuró continuar con su trabajo sin dejarse afectar, o sea, prefirió seguir sintiéndose músico a lamentarse en un rincón (algo que, por otro lado, nadie reprocharía). Sabiendo lo cerca que estaba de la muerte, mientras grababa sus últimas canciones, decidió poner a su nuevo álbum (que sería póstumo) el título de ‘Don´t worry about me’, no os preocupéis por mí, dando a entender que él la palmaba, sí, pero que no era para tanto y que nadie le tuviera lástima ni se angustiara; curiosamente, quien peor llevó su muerte fue su íntimo enemigo Johnny Ramone, que después de veinte años de no dirigirle la palabra vivió angustiado los tres años que tardó en reunirse definitivamente con Joey (también cáncer). Asimismo, una de las últimas canciones que grabó fue una versión del clásico de Louis Armstrong ‘What a wonderfull world’, qué mundo maravilloso, un tema que le encantaba cantar y con el que deseaba transmitir la idea de que las cosas más simples son las mejores: los árboles, los colores, el cielo…, un mensaje cien por cien optimista justo antes de emprender el último viaje. Sin mal rollo, sin impostura, con humildad, con verdadero amor a la vida que había tenido y que llegaba a su fin. Dos metros de dignidad y elegancia.   

George Harrison (1943-2001) también afrontó la inmediata conclusión de su vida como lo hacen los tipos íntegros, con entereza y serenidad. Se le consideraba el beatle menos carismático de los cuatro: estaban los dos gallitos, el gracioso del grupo y luego el discreto George; pero el caso es que, además de su imprescindible aportación a los Beatles, el autor de ‘Something’ desarrolló una carrera en solitario casi siempre superior a la de sus compañeros; ah!, y fue el ‘inventor’ de los festivales de rock benéficos. El cáncer de pulmón fue consumiéndolo poco a poco y de nada sirvieron los diversos tratamientos a los que se sometió, a pesar de lo cual, jamás salió de su boca una sola palabra de desesperación o autocompasión. A comienzos del nuevo siglo descubrieron que el cáncer invadía su cerebro y que ya no había nada que hacer. Pero siguió trabajando para terminar el que sería su disco póstumo aunque el deterioro físico ya era evidente, e incluso dio indicaciones para terminarlo si él se iba antes; y es que, como dijo un periodista, “comprendió que el cielo en la tierra se llama rock & roll”. Él, reservado, sensato, elegante, quiso morir en paz con todos, así que llamó a aquellas personas queridas con las que había mantenido enfrentamientos y así irse sin cuentas pendientes; entre éstas estaban sus viejos amigos y compañeros Paul y Ringo, con quienes se reunió a solas en una habitación, y dado que éstos no iban a traicionarlo, lo que allí se dijo será siempre un misterio, aunque es de suponer que serían palabras de amistad, de perdón mutuo, de añoranza, de recuerdo al camarada muerto… Con una elegancia deslumbrante, con una valentía imponente, George quiso quitarse importancia y hacer honor a aquel prodigioso disco que había editado en 1970, ya sin Beatles, con el título de ‘All things must past’, todo debe pasar.

Grandísimos artistas que mantuvieron alto el espíritu en la hora suprema.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 18 de octubre de 2017

PIRÓMANOS, LEYES Y JUECES. El terrorífico problema de los fuegos forestales va a más cada año, y cada temporada aumenta el número de hectáreas quemadas. Lo malo es que, en España, las herramientas legales para perseguir a los responsables son de una inutilidad desesperante.

Puede que la policía detenga al responsable del desastre, pero la ley y la justicia no estarán a su altura.

El asunto de la quema intencionada de bosques tiene diversas vertientes. Por un lado está la dificultad de dar con los culpables y con los que se benefician de las catástrofes; y por otro está el hecho de que, cuando se detiene al pirómano con las manos en la masa, hay que contar con la absoluta ineficacia de toda la maquinaria legal, que incluye una legislación incapaz, insuficiente, y una gran parte de jueces (no todos) que siempre están por sentenciar de modo benevolente y lo más beneficioso posible para el delincuente, cosa que sucede también cuando se trata de otro tipo de delitos.

El caso es que España cuenta con unos cuerpos policiales muy eficaces, y pocos pondrán en duda la competencia de los que actúan en todo el territorio (aunque, claro, siempre hay garbanzos negros). Sí, una aplastante mayoría de los agentes de policía nacional y guardiaciviles son muy buenos profesionales, sin embargo, habrá veces que tanto ellos como el ciudadano se pregunten: ¿para qué esforzarse y poner todo el empeño en trabajar con interés y profesionalidad, buscando indicios, atando cabos e investigando hasta llegar al pirómano (o cualquier delincuente) si luego te encuentras con que las leyes son ridículamente clementes y desproporcionadamente benignas con el condenado?; y para remate, magistrados que dan la sensación de estar siempre buscando el modo de rebajar la pena, tratando de imponer sistemáticamente la más leve, como si liberar cuanto antes al culpable les hiciera sentirse mejores jueces y mejores personas. En resumen, la mayor parte de las veces, los agentes se tiran semanas o meses investigando hasta el último detalle, hasta el más insignificante atisbo de pista para detener al criminal, y cuando lo ponen a disposición de la justicia comprueban cómo ese mismo día se va a casita y, finalmente, le cae una condena tan nimia que ni siquiera ingresa en prisión. Tiene que ser descorazonador contrastar el tiempo y esfuerzo invertido en dar con el pirómano, ladrón o matón, con los pocos minutos que unos y otros tardan en ponerlo en la calle.  

Y luego están los que, desde poltronas públicas, se oponen sistemáticamente al endurecimiento de penas para los delitos más graves: asesinato, violación, pederastia, terrorismo, tráfico de personas…, o incendios provocados con resultados catastróficos e incluso muertes. En este sentido se han manifestado varios partidos políticos en España, contrarios a la prisión permanente revisable porque, aseguran, eso no garantiza la reinserción y la rehabilitación del criminal; es decir, según tal opinión, el violador asesino no debe ser castigado con la privación de libertad, sino que tiene que estar en la cárcel sólo para ser convertido en una buena persona; en otras palabras, la prisión no ha de tener un componente de castigo, sino que ha de servir exclusivamente para convertir al matón en bienhechor de la Humanidad…

Esta gran preocupación que muchos políticos, juristas y ciudadanos muestran por el bienestar de quien puso una bomba, de quien abusó de un menor o de quien incendió un bosque y achicharró a dos vecinos, no deja de recordar aquel viejo chiste: “A un poderoso cargo público le piden los maestros y profesores diez mil euros para pupitres, bombillas y tizas, pero él contesta que no, que no hay fondos, que ya veremos si en el futuro… Luego vienen los directores de prisiones pidiendo cien mil euros para mejorar la vida del preso en el penal, cantidad que el dirigente otorga sin pensárselo. Entonces el ayudante le pregunta en voz baja que cómo es que no hay diez para el colegio y sí cien para la cárcel, a lo que el apoltronado responde con una pregunta: ¿Acaso piensas tu volver al colegio?”. Sí, un chiste, pero de otro modo es difícil explicar por qué un político desea que el delincuente regrese cuanto antes a la calle, por qué se opone a que el pedófilo no pueda salir a buscar víctimas, por qué se niega a que el pirómano homicida pague con años de su vida todo el mal que ha hecho. 

Tampoco puede olvidarse la burla que significa condenar a un asesino múltiple a mil años de cárcel sabiendo que pasará allí, como mucho, veinte o veintitantos; también se antoja un disparate que condenen a un corrupto a cien años de prisión y a un violador a veinte; o que un delincuente callejero sea detenido trescientas veces y otras tantas liberado a las pocas horas; o que un prehomínido aporree hasta la muerte a su mujer a cambio de cuatro o cinco años.

Parece urgente la revisión del sistema penal para evitar que alguien que mató a veinte personas esté celebrando su libertad después de haberse pasado en la trena un año por cada vida que arrebató; es perentorio que la pena más baja que los jueces puedan determinar, en casos como los mencionados, aparte al bestia de la sociedad para los restos, o al menos hasta que sea un anciano; es necesario que quien causa grandes estragos, como la quema de miles de hectáreas de bosque, vea cómo éste se recupera totalmente desde su celda. No se puede olvidar que ser clemente con el criminal significa ser cruel con su víctima, y juzgar con indulgencia al gran delincuente equivale a ensañarse con el agredido, y que una ley beneficiosa para el perverso es una humillación para el que lo sufrió.

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 15 de octubre de 2017

EL ROCK VISITA LA CASA DE LA HISTORIA. En los últimos tiempos los temas históricos se han hecho presentes en cualquier ámbito, hasta el punto de ser origen de altisonantes controversias. Como reflejo del sentir de cierta parte de la sociedad, el rock & roll no es ajeno a eso de mirar al pasado.

Genuinos 'pieles rojas', Redbone reflejan en sus canciones episodios de la historia de los indíos norteamericanos.

La Historia se ha convertido en tema de conversación, de debate y hasta de encendida discusión, es decir, ha cobrado enorme importancia para gran parte de la población; y como continuamente se conmemoran efemérides y se publican libros, estudios y películas de corte histórico, el asunto cuenta siempre con quien esté dispuesto (tenga conocimiento suficiente o no) a entrar a cualquier trapo histórico que se le ponga delante. La música rock, por su parte, lleva mucho tiempo fijándose en hechos y personajes históricos, convirtiendo unos y otros en canciones, a veces en grandes canciones, algunas de las cuales son auténticos clásicos del género. El caso es que se encuentran tantas y tan variadas que hay que hilar fino para elegir. Estas son algunas.
Una de las mejores piezas rock con estas intenciones es, ¡cómo no!, el ‘Cortez the killer’ del gran Neil Young. Con un ritmo muy lento y guitarras muy poderosas, y tras una larga introducción instrumental, el canadiense muestra sus pensamientos en torno a las figuras de Hernán Cortés y Moctezuma y su opinión sobre aquello de la conquista. Cualquiera que tenga interés sabrá que la canción acusa al español e idealiza al azteca de un modo muy simplista y maniqueo (uno malo y otro bueno). El caso es que la letra deja bien claro que Young no sabía mucho del asunto cuando la escribió (1975), cosa que él mismo reconoció muchos años más tarde, cuando le preguntaron si, en realidad, pensaba más en su reciente ruptura sentimental que en lo sucedido hace cinco siglos, a lo que respondió que, si no fuera esa su intención, qué hacía él escribiendo de cosas del pasado como si lo hubiera presenciado; en todo caso, los últimos versos parecen ir en esa dirección. Y es que, efectivamente, el texto está plagado de inexactitudes; así, presenta a los aztecas como una sociedad pacífica que no conocía la guerra, cuando nadie duda de que los mexicas tenían sojuzgados, esclavizados y sacrificados a todos los pueblos de alrededor, y seguro que no era con poemas y cánticos; también confunde aztecas con incas (incluso su ex mujer Pegí dijo, hablando de la canción, que su esposo debía haber sido guerrero inca en otra vida); asimismo canta que Moctezuma estaba “con sus hojas de coca y perlas”, pero la coca es de Sudamérica y totalmente desconocida en Norte y Mesoamérica en aquella época, igual que las perlas, pues no se tiene noticia de que los aztecas fueran grandes buceadores…

Puede recordarse también que se dijo que la pieza había sido censurada por la dictadura franquista, sin embargo fue publicada en España muchos meses después de la muerte del dictador, de hecho, lo único que hizo la censura fue cambiar el título, que en España fue ‘Cortez Cortez’. También contaron que el verso final donde habla de ‘ella’ se refiere al Templo Mayor azteca, pero este monumento se descubrió tres años después de la publicación del Lp, ‘Zuma’. Sea como sea, se trata de un tema hipnótico, y muy característico de Neil Young tanto por el sonido como por su carga emotiva.

El ‘We were all wounded at wounded kenee’ (1972) también rememora un suceso protagonizado por indios, en este caso del norte, y el ejército de Estados Unidos; además, es obra de Redbone, banda integrada por auténticos pieles rojas. ‘Todos fuimos heridos en Rodilla Rota’ (así se tradujo en España) cuenta cómo en 1890 una tribu de lakotas fue ‘escoltada’ por el Séptimo de Caballería hasta el arroyo Wounded Knee y cómo fueron masacrados de 200 a 300 guerreros, ‘squaw’ (mujeres) y papoose (niños). Desde el principio semeja algo así como una danza india alrededor del fuego, pero en un evidente tono de lamento y con afirmaciones tan repetidas como “nos hicieron muchas promesas pero siempre rompieron su palabra” y tan sangrantes como “nos acorralaron como al búfalo, nos condujeron como a un rebaño, y finalmente, en la reserva a donde nos habían llevado, todos fuimos eliminados por el Séptimo de Caballería”. El propio sello discográfico se negó a publicarla porque, pensaron, muchos se sentirían heridos, aunque finalmente se lanzó; de todos modos, aunque no oficialmente, la canción estuvo censurada en muchas emisoras de radio en los Usa de 1973.  

Personaje perteneciente al lado más negro de la Historia es Jack El Destripador, cuyo nombre y recuerdo es sinónimo de maldad absoluta; el hecho de que nunca fuera desenmascarado lo ha dotado de un impenetrable halo de misterio. En 1963 el histriónico y divertido Screaming Lord Sutch grabó en tono paródico una versión de ‘Jack The Ripper’ (la original se estrenó un par de años antes sin meter ruido). No faltan pasos en (se supone) la niebla londinense, el grito desesperado de la víctima, las carcajadas macabras…, coros y respuesta, ritmo vivaracho y efectos diversos en un ambiente de rock & roll primerizo. El texto habla de las calles de Londres por la noche, donde ninguna chica está segura, del hombre con capa negra que pregunta por Mary Kelly (una de sus víctimas), y de que la poli nunca le echará el guante… Curiosamente, ésta también fue prohibida en la BBC y otras emisoras británicas. Como puede verse, en todas partes saben de censuras y prohibiciones.

El solista de Simple MInds, Jim Kerr, se inspiró para escribir ‘All the things she said’ (1985) en una noticia sobre unos prisioneros políticos polacos que habían sido liberados por la Unión Soviética, en cuyas prisiones habían permanecido desde el fin de la II Guerra Mundial; cuenta el artista que leyó varias entrevistas a esposas y novias de los liberados, e incluso incorporó algunas de sus frases a este ‘Todas las cosas que ella dijo’. El clásico y recurrente exitazo de Don McLean ‘American pie’ (1971), como todo iniciado sabe, trata de un hecho clave en la pequeña historia del rock & roll: el accidente de avión en el que perecieron los desde entonces legendarios Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Bopper; además, su texto es un alud de referencias y guiños muy rockeros; su estribillo lleva tarareándose durante décadas sin perder frescura.  No puede olvidarse el ‘Enola Gay’ (1980) de Orchestral Manoeuvres in the Dark, que alude al nombre del avión B-29 que arrojó la primera bomba atómica sobre Hiroshima en 1945, nombre que también era el de soltera de la madre del piloto; techno pop ligero con versos en los que se alude a la madre y a su niñito, o sea, a ‘Little boy’, como se llamó a la bomba.

Los Nikis, que en su tiempo fueron llamados ‘Los Ramones de Algete’, también hicieron su aportación a la causa histórica con aquella canción de 1985 titulada ‘El imperio contraataca’. Uno de sus versos dice “1582, el sol no se ponía en nuestro imperio”, y aunque hubo quien vio intenciones ultrapatrióticas, la realidad es que, como casi siempre, Los Nikis estaban de cachondeo, ya que lo que proponía esa chanza era recuperar el imperio tirando de la tortilla de patata o de un juego de cartas tan español como el cinquillo, sin olvidarse del deporte: “España está aplastado a Yugoslavia por 20 puntos”.  Divertidos y sin dobles sentidos. 

¡Cómo no iba a meter baza el rock en asunto tan interesante!  

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 11 de octubre de 2017

EL LEONÉS QUE DESPUÉS DE MUERTO ACOJONÓ AL GRAN MOCTEZUMA. El 12 de octubre es una fecha aprovechada por desinformados y malintencionados para vilipendiar todo lo referido al descubrimiento y conquista. En todo caso, se produjeron hechos muy curiosos, como el del leonés cuya sola cabeza espantó al monarca azteca.

En una de las batallas de los españoles y sus aliados tlaxcaltecas contra loz aztecas murió el leonés de enorme cabeza, Juan Argüello 

Ignorantes de un lado y otro del Atlántico siguen empeñados en modificar la historia. Así, hay sitios donde el 12 de octubre ha sido designado como el día de la resistencia indígena. Y ello sin tener en cuenta o sin saber que cuando llegaron los españoles, los territorios que hoy conforman México estaban en permanente y violentísima guerra de todos contra los aztecas; eso explica por qué tantos y tan fácilmente se aliaban con los recién llegados, como los tlaxcaltecas, los totonaques, los zapotecas…, que resistían al dominio mexica y cuyos caciques se quejaban continuamente, insistentemente, de la tiranía sangrienta que ejercían los mexicanos. Una anécdota narrada por Bernal Díaz del Castillo (testigo ocular, presencial) en su imprescindible ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’ es más que ilustrativa: Un enviado de Hernán Cortés llegó a un pueblo llamado Guazacualco, cuyos caciques, al entender que eran enemigos de los aztecas, les ofrecieron toda su ayuda y les contaron que “había poco tiempo que tuvieron una batalla con ellos, y que cerca de un pueblo de pocas casas mataron los de aquella provincia a los mejicanos muchos de sus gentes, y por aquella causa llaman hoy en día donde aquella guerra pasó Cuylonemiquis, que en su lengua quiere decir donde mataron a los putos mejicanos”. Este y otros muchos episodios similares demuestran que la mayoría de los habitantes del territorio que hoy es México no hacían más que resistirse a la sangrienta opresión ejercida por el pueblo dominante, el azteca, regido por el gran Moctezuma. Esta es la verdadera resistencia indígena.

Este emblemático monarca mejicano se las vio con la cabeza cortada de un leonés… y salió huyendo en cuanto la tuvo delante. Cuenta Bernal que Cortés dejó una pequeña guarnición de cuarenta soldados, auxiliados por unos dos mil totonaques, en la Villa Rica (Veracruz) mientras él avanzaba hacia México-Tenochtitlán. En cierto momento, fuerzas mexicas atacaron, pero los aliados de los españoles les tenían tal pavor que a la primera refriega escaparon gritando aterrorizados; los españoles se quedaron solos y aun así consiguieron resistir , aunque al final casi todos murieron, capitán incluido, pero no un soldado que, capturado malherido, lo llevaban a Moctezuma como gran trofeo. Díaz del Castillo explica: “Le llevaron un soldado vivo, que se decía Argüello, que era natural de León, y tenía la cabeza muy grande y la barba prieta y crespa, y era muy rebusto (sic) de gesto y mancebo de muchas fuerzas”.

Es preciso imaginarse el aspecto del tal Argüello (con orígenes, seguro, en la comarca leonesa de Los Argüellos, cuyo nombre está acreditado desde el siglo XIV) como un tipo alto y muy fuerte, criado en los rigores y fríos de la montaña con las mejores cecinas y embutidos, con un cabezón enorme y una negra y frondosísima barbaza; asimismo es fácil deducir que el angelito, una vez metido en batalla, debía repartir a diestro y siniestro con una fiereza y contundencia que asustó y asombró a los atacantes.

Un poco más adelante, el soldado-cronista detalla cómo fue el encuentro entre el gran Moctezuma y el cabezón del leonés: “… y aun le llevaron presentada la cabeza del Argüello, que paresció ser murió en el camino de las heridas, que vivo le llevaban. Y supimos que el Montezuma, cuando se la mostraron, como era rebusta y grande y tenía grandes barbas y crespas, hobo pavor y temió de la ver, y mandó que no la ofreciesen a ningún cu de Méjico”. Es decir, el poderosísimo Moctezuma (hay especialistas que afirman que su nombre era Motecozuma), sentado en su trono y rodeado de muchos caciques, capitanes y soldados, casi se lo hace encima cuando le presentaron la inmensa y barbadadísima testa de Argüello, la cual, seguramente, conservaría una expresión de rabia, un acongojante rictus de furia, como si en cualquier momento pudiera recobrar la vida y lanzarse contra todos los que le rodeaban…; por eso el soberano azteca ordenó que no se ofreciese en ningún templo de su ciudad.     

Y esa es, casi, toda la información que existe en torno a este grandón (leonesismo). Casiano García publicó en 1946 un interesante estudio titulado ‘Leoneses en América’, en el que compendia los nombres de todos los leoneses (de los que se tiene noticia) que tomaron parte en la conquista. Este autor añade que el cabezón se llamaba Juan Argüello, y dice que “le hirieron muy malamente y le cogieron a tiempo que no podía ser socorrido y así lo llevaron queriendo hacer presentación de él al Emperador y sacrificarlo en sus templos. Aun herido mucho les costó llevarlo, pues sus fuerzas extraordinarias le ayudaron a que se defendiera como un toro de todos los que le rodeaban. Consiguieron atarlo y, aun así, su gesto era tan terrible que les infundió pánico y no se atrevían a mirarlo. Murió por fin de las heridas (...) y le cortaron la cabeza (…) cosa que hicieron los capitanes”.

Esto es todo lo que se sabe de aquel tiarrón de cabeza desmesurada, espesas barbas y una fuerza de la naturaleza en combate, aquel leonés que, con dos riñones, impresionó de tal modo a Moctezuma y sus huestes, que no se atrevía ni siquiera a mirar su cabeza inerte… Hay que suponer que, incluso sin vida, sus ojos abiertos debían ser ciertamente aterradores, sobre todo para los mexicanos que lo habían visto pelear y, seguro, escuchado sus desaforados y amenazantes gritos.

Juan Argüello, español de León, murió en México a finales de 1519. Han quedado para la historia su tremenda figura y su indomable valentía.  


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 8 de octubre de 2017

TOM PETTY, EL ÚLTIMO DANDY DEL ROCK ESTADOUNIDENSE. La muerte de Tom Petty pilló por sorpresa a todos sus seguidores. Autor lúcido y profundo, decía mucho en sus canciones, pero sin gritar, sin creerse abanderado de nada, sin ser un engreído bocazas…, como han mostrado ser otros figurones.

Tom Petty, uno de los grandes del rock y uno de los autores más brillantes.

Aunque en USA y otros países vendió muchos millones de discos, Tom Petty no era un artista de masas en España, tenía muchos y muy fieles seguidores, pero no puede decirse que fuera un superventas. Terminaba la década de los setenta del siglo pasado cuando algunos tuvieron la suerte de tropezarse con un disco titulado ‘Damn the torpedoes’; éstos se convirtieron, desde entonces, en incondicionales siempre dispuestos a propagar las excelencias de un músico de enorme valía y talento, un músico que jamás decepcionaba. Lo suyo ya no era el rock pesado de los setenta ni un torpe acercamiento a las nuevas tendencias, tenía de aquí y de allá, pero por encima de todo estaba su personalidad, potente, rebelde, pero a la vez muy elegante, muy estilosa, con clase y enorme atractivo. Entre unas cosas y otras publicó una veintena de discos, el peor de los cuales puede calificarse de muy bueno, es decir, no sólo consiguió éxitos indiscutibles, no sólo compuso canciones absolutamente imprescindibles para la historia del rock estadounidense, no sólo brilló al asociarse con quien se asociara, sino que mantuvo siempre una altura artística elevadísima.

También fue Tom lo que se dice un buen tipo. Echó una mano a muchos de sus colegas cuando más lo necesitaban, mostró compromiso social en infinidad de ocasiones, se plantó cuando había que plantarse…, pero jamás perdió esa elegancia del hombre íntegro, del que hace las cosas por convicción, del que no va con el fotógrafo que le lleve a las primeras páginas. No, el maravilloso compositor, cantante y guitarrista de Florida nunca se condujo como un fantoche que se siente obligado a enarbolar bandera y tomar causa cada semana porque se cree que si no lo hace llegará la catástrofe… No, él era leal, fiable, dotado de una elegancia natural tanto dentro como fuera del escenario, y sin embargo, jamás volvió la cara ni buscó excusas cuando había que echarle narices; y todo sin armar jaleo, sin aspavientos, sin llamar la atención, sin buscar protagonismo allí donde estuviese.

Tom fue un niño maltratado y despreciado por su (indeseable) padre. Tal vez por eso nunca se condujo con vanidad ni mostró ni una pizca de soberbia, a diferencia de otros, que van repartiendo codazos para ponerse al frente de la pancarta; como por ejemplo Bono, el cantante de U2, que se ha convertido en un metepatas reincidente, un tronco incapaz de resistirse a la posibilidad de conseguir el aplauso fácil y demagógico; la última, en México, donde gritó “¡No más Las Vegas!”, por el tiroteo mortal, y un desafortunado y mentiroso “¡No más España”, por la supuesta brutalidad policial (¡menuda brutalidad debió ser para que a las pocas horas permanecieran ingresados dos heridos, incluyendo el infartado!); habría que recordarle las brutalidades escalofriantes que han tenido lugar en su país, o las que perpetran a diario las autoridades y policías mexicanos, o las recientes de la policía alemana en Hamburgo..., y jamás se le ocurriría berrear “no más Irlanda, no más México, no más Alemania”. En fin, no extrañará que incluso él mismo dijera en un momento de lucidez que “hasta yo me harto a veces de Bono”. Por el contrario, Tom Petty jamás se dejó llevar por la demagogia ni protagonizó groseras y sonrojantes salidas de tono (como las del mencionado). 

La colección de excelencias musicales del rubísimo artista es muy extensa, e incluso ciñéndose exclusivamente a sus éxitos habría que hablar de docenas. Pero si hubiera que limitarse sólo a media docena, aquí van esas que todo el que presuma de amante y conocedor del rock & roll tiene que conocer y degustar en cualquier momento; quienes no las hayan escuchado nunca… ¡qué suerte!, cuando las escuchen van a sentir profundas emociones.

‘Learning to fly’ (que no tiene que ver con drogas) la escribió influenciado por los acontecimientos del momento (como la Guerra del Golfo); sus maravillosas guitarras tienen un algo que recuerda a los Byrds… ‘Here comes my girl’ es una canción de amor en la que el chico sabe que está tan ‘enganchado’ a la chica que cuando está ella delante se bloquea, así que cuando se queda solo se aconseja no pensar en ella, pero cuando aparece…; posee una creciente intensidad vocal e instrumental que parece liberarse cuando ‘llega la chica’. ‘Free fallin´’ es también una canción de chico-chica, aunque introduciendo unas cuantas referencias a sitios, calles y carreteras de Los Angeles; ese medio tiempo, esa elegancia ligera, sus muchas sutilezas…, ¡qué canción! 

‘Refugee’ la escribió tras experimentar en propias carnes los tejemanejes de las compañías discográficas, que tratan a los artistas como si fueran de su propiedad. Mike Campbell, su guitarrista de confianza, dijo que hicieron más de 100 tomas de la canción hasta que, finalmente, consiguieron expresar lo que pretendían. Por eso, por la dificultad para lograrla (“Llegué a pensar que nunca la terminaríamos”), era una de las favoritas de Petty, que dijo que siempre le hacía feliz. Es rock en estado puro, sólo rock. 

‘I wan´t back down’ contiene un mensaje de autoafirmación, de decisión ante las dificultades que se presentan: “en un mundo que sigue empujándome, me mantendré firme y no retrocederé”; por eso este tema ha sido utilizado en Usa como refuerzo social ante catástrofes varias, como fondo musical a propuestas políticas e incluso como himno de equipos deportivos. En realidad, Petty escribió esta canción después de que un pirómano quemara su casa, en California, y para decirse a sí mismo que era mejor echar adelante sin mirar atrás. El estribillo, la estrofa, el solo, los coros…, deliciosa.

Además, Tom Petty colaboró en infinidad de ocasiones con otros, como por ejemplo los inolvidables Travelling Wilburys, que se pusieron en marcha sin haberlo previsto, casi de forma casual. Sea como sea, un equipo con nombres como Orbison, Dylan, Harrison, Lynne y Petty es un equipo ganador por talento. Además, aprovechando esa amistad, Tom Petty ayudó a crear el último éxito (ya póstumo’) del gran Roy Orbison, el magnífico ‘You got it’.

Ah!, y nunca olvidarán sus fans su estelar ‘aparición’ en Los Simpsons, donde volvió a compartir escenario con otros gigantes del rock y donde perdió un  dedo del pie…

CARLOS DEL RIEGO


jueves, 5 de octubre de 2017

PIQUÉ, Y PETROVIC Y DIVAC, POLÍTICA Y DEPORTE. La pasional polémica provocada por las declaraciones del jugador de fútbol Gerard Piqué es evidencia de lo nocivo y peligroso que es mezclar deporte y política. Ya se ha visto en otras ocasiones, como la protagonizada por los baloncestistas Petrovic y Divac.

Petrovic abraza a Divac tras ganar el Mundial de 1990, sería la última vez, pues unos segundos después,
la política rompió su amistad.

Cuando la política invade otros ámbitos siempre es para mal; si entra en el terreno deportivo o en el cultural, en el educativo o en el de la comunicación, sólo causará perjuicios, enfrentamientos, ruptura de la convivencia, rabia y, con total seguridad, odio. No es preciso que la ideología se expanda fuera de sus límites para empujar a la gente a tomar posiciones extremas e irracionales, pero es que cuando entra donde no debe entrar infectará todo y a todos, creará nuevos y grandes problemas y enemistades donde no había. El feo asunto del futbolista Gerard Piqué es una prueba concluyente; pero en la reciente historia del deporte pueden encontrarse otros casos con final infeliz a causa de la aparición de la política en las canchas.

Un buen ejemplo es el enfrentamiento entre dos enormes jugadores de baloncesto, el recordado Drazen Petrovic y el pívot Vlade Divac. Ambos defendieron entusiásticamente los colores de Yugoslavia, pero aquel era croata y éste serbio… El Mundial de Baloncesto de 1990 lo ganó el desaparecido país al vencer a la hoy también extinta Unión Soviética. En aquellos momentos ambos deportistas eran inseparables, como hermanos dicen algunos de sus compañeros, tanto que hablaban a diario cuando jugaban en distintos equipos de la NBA. Al acabar aquella final disputada en Argentina, los dos se abrazaros en medio de la alegría de todo el equipo; entonces sucedió que uno de los muchos aficionados que saltaron a la pista ondeó una bandera croata, Divac forcejeó con él, se la arrebató por la fuerza y la tiró; Petrovic lo vio y consideró que aquello era un desprecio innecesario. Luego ambos volvieron a la liga estadounidense, pero Drazen ya no quería hablar con Vlade, ya no lo consideraba un amigo y trataba de esquivarlo, de no cruzarse con él. La amistad se rompió, es más, se convirtió en odio.

Al poco se declaró la sangrienta y crudelísima Guerra de los Balcanes; Divac fue entonces considerado un héroe en Serbia por haber arrojado la bandera croata, mientras que Petrovic (de padre serbio y madre croata) declaraba entender el gesto de su ex amigo como un acto político y una ofensa a su país. Las barbaridades perpetradas por unos y otros (aunque todos los especialistas señalan a Serbia como la más brutal) alimentaron las llamas del rencor, de manera que el escolta jamás volvió a regalar asistencias al pívot y nunca más volvieron a dirigirse la palabra. Quienes vieron en acción al genial Drazen Petrovic saben cómo se las gastaba, cómo era su carácter explosivo, cuánta pasión ponía en la pista y fuera…, así que no podrá extrañar que jamás perdonara que su amigo íntimo le insultara despreciando su bandera, arrojando al suelo el trozo de tela que identificaba a su país. La ideología política entró en la pista y destrozó una amistad casi fraternal, pues a pesar de los intentos de Divac, que buscó la reconciliación, jamás volvieron a cruzar palabra. Dicen sus cercanos que ‘El genio de Sibenik’ tuvo siempre ese puñal clavado, que se pasaba las horas en el gimnasio o entrenando el tiro, y que nunca más volvió a sonreír en la cancha…, salvo cuando ganó con Croacia la plata en Barcelona 92. De todos modos no tuvo mucho tiempo para pensar en ello, pues murió en accidente de coche en 1993.     

Claro que también existe la versión de que, en realidad, el odio en que se transformó la amistad entre Petrovic y Divac procedía de una acción de un partido NBA entre los equipos de uno y otro; cuentan amigos de ambos que, deliberadamente, el pívot le pisó la cabeza cuando aquel estaba en el suelo, cosa que el escolta jamás le perdonó… Es posible que aquello tuviera que ver (la pelea en el terreno de juego se queda ahí, suelen decir), pero fuese como fuese, seguro que el incidente de la bandera y, claro, la guerra, resultaron factores definitivos para que aquel inolvidable e infalible tirador, aquel ‘diablo yugoslavo’ (como se le conocía en España antes de llegar al Real Madrid) le negara hasta el saludo a quien fue su amigo íntimo. Llegó la política a donde no debía y, envidiosa, perversa y soberbia, en un instante dañó irreparablemente a dos personas.     

Hasta el estallido de la guerra, cuando jugaba Yugoslavia, los yugoslavos animaban incondicionalmente, salvajemente, agresivamente (‘el infierno yugoslavo’), ya fuera el partido en territorio serbio o croata, en Belgrado o en Zagreb. Pero de un día para otro, los que compartían bandera y gritaban codo con codo ‘¡Ju-gos-la-vi-ja!’ sin que importara si el de al lado era serbio, bosnio, esloveno, montenegrino o croata, ahora se odiaban hasta la muerte (literalmente).

Cuando murió Drazen, Vlade quiso acudir a su entierro en Croacia, pues el tipo de 2,16 de altura sentía que debía una explicación a su ex amigo y quería cumplir aunque fuera en su adiós definitivo, sin embargo, los dirigentes políticos se lo impidieron. Más de 20 años después pudo por fin visitar su tumba, ¿qué pensaría en ese momento?, ¿en culparse o en explicarse?, ¿cómo recordaría el incidente?, ¿se arrepentiría de su acto?

Lo de Piqué no va a llegar a tanto, seguro, pero ya será imposible que los silbidos dejen de acompañarlo siempre que vista de rojo. Y es que la política no perdona, es como un virus que, cuando desborda el espacio donde está bajo control y penetra un organismo, lo pudre. Irremisiblemente. Es una certeza matemática.

CARLOS DEL RIEGO


lunes, 2 de octubre de 2017

EL ROCK TAMBIÉN HABLA DE LOCURAS… Una gran cantidad de españoles aquejados de una especie de locura colectiva se han embarcado en un viaje a la frustración. El rock & roll ha dejado unas cuantas canciones que tratan de eso, de los actos de los chalados, e incluso apunta soluciones.

En 'All the madmen' David Bowie habla de los padecimientos que sufrió su medio hermano en un siquiátrico.

Sí, en algunas partes del territorio de España (no sólo en el noroeste) se ven comportamientos que van contra toda lógica, contra cualquier principio de razón. Es como si hubiera una infección que empuja a la gente al desatino, al absurdo, a la conducta más insensata. El caso es que, desde que se inventó, el rock & roll se ha interesado por eso de los trastornos de las capacidades cognitivas, con lo que son muchos los autores que han escrito textos alusivos a estas dolencias; y no faltan los que  se han atrevido, además, a proponer soluciones…, alguna de las cuales se diría indicada para aquellos...

Uno de los primeros temas cien por cien rock & roll es el ‘Crazy man, crazy’ que publicó Bill Haley & His Comets en 1953, pero se refiere a las locuras adolescentes y de aquella época, como tocar muy alto, bailar hasta el amanecer…, que hoy, más que problema mental, parecen cosas de niños.

El siempre vigente David Bowie vio muy de cerca la demencia y comprobó por sí mismo sus terribles efectos, pues su medio hermano Terry era un esquizofrénico internado en una institución mental que terminó por suicidarse (se escapó, puso la cabeza en la vía y esperó…); su tensa y cambiante ‘All the madmen’ (‘Todos los hombres locos’) habla de ello abiertamente, de lobotomías, tranquilizantes y electroshocks, de depresiones y desequilibrios mentales. Algunos de sus versos son inquietantes, desasosegantes: “No estoy para nada bien, no me liberes (…) prefiero jugar aquí con todos los locos antes que perecer con los hombres tristes que deambulan en libertad”.

El tema de Elton John ‘Madman across the water’ comparte guitarrista con el anterior, pues en ambos toca el fabuloso Mick Ronson. Se trata de una de las piezas más oscuras del cantante, compositor y pianista y una de las más guitarreras; la letra (escrita, cómo no, por Bernie Taupin) va de un enfermo que grita cosas sin sentido durante la hora de visitas, aunque hubo quien aseguraba que se refería concretamente al presidente Richard Nixon, cosa que a Taupin le encantaba, aunque afirmó que el loco del texto no era nadie en concreto. “Volveremos el próximo jueves” le prometen, y cuando él se queda sólo se dice “El suelo es un largo camino hacia abajo (…) ¿volverán la próxima semana?, ¿podrá asimilarlo mi mente?”.   

Un tema tópico y fácil de recordar que trata sobre la pérdida de un tornillo es el fastuoso ‘Shine on you crazy diamond’ de Pink Floyd. Inolvidable es la larga introducción, las risitas, la entrada de la voz, los coros en tono dramático, las guitarras, la atmósfera, los infinitos efectos sonoros…, y luego la deriva instrumental y el final pacífico, cadencioso, casi resignado…, una canción imprescindible. También es sabido que se refiere al malogrado Syd Barret (S de shine, y de you, d de diamond), y en sus versos se narra la decadencia de una mente enferma; se dice que el propio Syd apareció en el estudio cuando la grababan, y que en principio los otros no lo reconocieron… “Cuando eras joven brillabas (…) ahora tus ojos son como agujeros negros en el cielo (…) tú, loco delirante y visionario”. También se refiere a Syd en ‘Brain damage’, daño cerebral, que incluye enloquecidas reflexiones del tipo de: “El loco está en la hierba (…) te veré en el lado oscuro de la luna”.

Alguien les llamó ‘Los locos de Forest Hills’, por lo que no puede extrañar que Ramones visitaran varias veces las celdas del pabellón psiquiátrico, aunque siempre sin ponerse serios. En su poderoso rock-pop ‘I wanna be sedated’ (muy en la línea del pop británico de los sesenta) explican lo desesperante que es no tener nada que hacer ni sitio a donde ir, sobre todo cuando se está en el hospital, así que “24 horas al día quiero estar sedado”. Tampoco contiene mucho el texto de ‘Bad brain’, que habla del que destroza su cerebro por las muchas fiestas y el mucho trasiego, por la fama y los placeres…, hasta que al final “ya no puedo recordar ni mi nombre”. En ‘Gimme gimme shock treatment’ muestran a un tipo que cree estar perdiendo la cabeza y pide eso, tratamiento de shock. Peor sería la cosa con la solución que propone ‘Teenage lobotomy’, uno de sus títulos imprescindibles y siempre de los primeros en sus directos; viene a decir que el DDT hizo su trabajo y ahora “soy un verdadero enfermo (…) soy un adolescente lobotomizado” y con poco más cerebro que “los caracoles y las babosas”. Eso sí, a diferencia de otros que se fijan en eso de la ida de coco con seriedad y profundidad, Ramones siempre lo hicieron en tono divertido y socarrón. En todo caso,  sin la menor duda, hay gente a la que le vendría bien alguna de estas terapias…

También el dinámico ‘Madness’ de los idem (el original es del jamaicano Prince Buster) no es otra cosa que alegría y fiesta, que es a lo que se refiere esa ‘locura’. Todo lo contrario que lo que reflejan Tears For Fears en ‘Mad world’, donde un chaval vive en un mundo loco en el que todo es pesimista, la gente corriendo en círculos, de un lado a otro, y en el colegio la profe “hace como que no existo”, y “los sueños en los que muero son los mejores”. Finalmente parece oportuno recordar el angustioso ‘El hospital’ que Carlos G. Berlanga escribió para Alaska y Los Pegamoides; describe en primera persona los sufrimientos del desdichado que está internado en un sanatorio mental.

Sí, algunos están para ser internados.

CARLOS DEL RIEGO